¿Apunta esto a una catástrofe inminente?
Figura 15
. El zodíaco.
En Egipto, el zodíaco era «sagrado». Siempre que una nueva era comenzaba, se reconstruían los templos, jardines, estatuas, esfinges, etc., para que encuadraran con la misma. Los arquitectos paisajistas (hijos e hijas de Ptah, arquitecto del cielo y de la tierra) tuvieron que rediseñar todo, para que se correspondiera con los cambios radicales de la «era de la precesión». Cuando la Era de Tauro llegó a su fin, los arquitectos y constructores empezaron a trabajar. Los templos, esfinges, estatuas, etc., que estaban dedicados a Tauro tuvieron que ser derribados. Después de eso, todo debía estar de acuerdo con la nueva Era de Aries. Por ejemplo, en Luxor se construyeron senderos completos con esfinges. Ellas aún están allí, porque cuando la Era de Aries terminó y la actual Era de Piscis empezó, la civilización egipcia había desaparecido. Por lo tanto, el faraón no pudo impartir instrucciones para erradicar los remanentes de la era previa y reemplazarlos por obras nuevas. Estas intervenciones no deben ser subestimadas. Un templo construido con miles de piedras, algunas de las cuales pesan varias toneladas, no puede derribarse con facilidad. Picar filas enteras de jeroglíficos y relieves no es tarea fácil, pero a los egipcios eso no les importaba. Ellos eran profundamente religiosos y sentían una extrema consideración por el zodíaco. Alrededor del año 2100 a.C, el equinoccio de primavera se corrió hacia el signo de Aries. Fuentes históricas revelan que el nombre de «Mentoe», o Tauro, desapareció y fue reemplazado por el Carnero de Amón (hombres). Los faraones agregaron el nombre de Amón a sus nombres, a saber, Amenhotep, Amenophis, Tutankhamón. En una de las salas del templo de Akh-Menor en Karnak, la cual es parte del templo de Amón, está escrito: «Palacio de retiro para el Alma majestuosa, Alta sala de Aries que viaja por el cielo». La razón por la cual los egipcios consideraban al zodíaco tan importante, puede hallarse en la historia de Aha-Men-Ptah o Atlántida. De diversos tabloides y textos sagrados, Albert Slosman pudo reconstruir la era de este país. Empezó unos 26 000 años antes de la llegada a Egipto. El primer rey es Ptah-Nou-Fi, quien escribió las primeras «Combinaciones Matemáticas Celestiales» en rollos de cuero. En 864 años, el Sol había pasado por doce grados del zodíaco en el «cordón» que va de un lado al otro de la Tierra. Al signo estelar que luego desapareció lo nombró Khi-Ath, o «Juez de los Corazones». Él justificó este nombre porque para decidir la diferencia entre el bien y el mal, se pesaban los corazones de las personas en ese periodo. No mucho tiempo después, le dio a este signo estelar el nombre de «La Balanza» (Libra).
Cuando leí esto por primera vez, no presté atención a los números mencionados. Unos meses más tarde, habiéndolo releído varias veces, algo sucedió de repente. Un círculo mide 360 grados; doce grados es un treintavo de esto: 360 / 12 = 30. Multiplicando 864 por 30 da como resultado 25 920. ¡Esta es la duración de un ciclo zodiacal completo! También 12 es igual al número de signos del zodíaco. Entonces, estos números representaban un código determinado. Aún iba a tardar meses antes de poder descifrar el código que en verdad es simple. Lo explico algunas páginas más adelante, dado que ahora continuaré con la historia de Aha-Men-Ptah. Teniendo en cuenta que una nueva era había comenzado, Ptah-Nou-Fi le asignó el nombre de su madre, quien lo había engendrado en una joven «virgen». Le sucedieron setenta y un reyes durante 2592 años. En ese tiempo, la civilización evolucionó y aprendió a vivir en armonía con el ritmo celestial. El descendiente 73° era aún joven cuando fue coronado. En el mismísimo momento de esta pomposa consagración, vino un león para perturbar esta tradicional ceremonia. El joven monarca soltó su corona y corrió tras el animal. Era un hermoso ejemplar macho y le puso el nombre de Er-Kai, que significa «fuerte como un león». Cabe destacar que los griegos volvieron a nombrarlo Heracles y nosotros lo cambiamos por Hércules en nuestro idioma. Pasaron los siglos en esta Era del León. Luego de que el Sol llegara a su grado 32°, se produjo el desastre. Masas de tierra se hundieron, los niveles del mar se elevaron de manera catastrófica, el Sol corrió a la deriva en el cielo y la Tierra giró alrededor de su eje hasta detenerse en el signo de Leo.
Después de esto, los movimientos del Sol, las estrellas y los planetas fueron seguidos rigurosamente. El León no sólo se convirtió en el símbolo de la fortaleza sino también de Dios y del Sol. Después de 1440 años, el signo de Leo quedó atrás y el mundo regresó al signo de la Virgen. La reina de ese periodo dio a luz a un hijo, Ath-Aha-Ptah, quien perfeccionó la escritura para anotar mejor los mandamientos celestiales. Los 2592 años que el Sol pasó en este signo sólo trajeron paz y justicia. Muchas ciencias, al igual que la agricultura, alcanzaron la perfección. Entonces empezó la Era de Libra, la cual en esta oportunidad cumplió su período esperado de 1872 años sin problemas. Fue una época dorada porque todos respetaron las leyes celestiales que establecían que una vez al año, el Señor administraría justicia en las disputas existentes. Todos se avenían a sus veredictos, por lo tanto, casi no existían contradicciones. Por este motivo, el cambio a otra era fue considerado con gran inquietud. Esta constelación aún no tenía nombre, lo cual aumentó la sensación de incertidumbre en los círculos reales. A medida que la fecha del cambio se aproximaba, el malestar fue creciendo. Las alteraciones en la fuerza de la luz de algunas estrellas fueron consideradas como malos presagios. En el año 16° de la Nueva Era, el rey murió aplastado y cuando su palacio se derrumbó, nadie entendió qué había sucedido. Su hijo, que estaba en otro edificio, sobrevivió. Sin embargo, cuando el pueblo quiso investirlo al día siguiente, él se había suicidado. Los sacerdotes, al sentir el dedo de Dios apuntándoles, le pusieron el nombre del escorpión a este signo estelar, dado que este animal a veces comete suicidio. De allí en adelante, un primo del rey ascendió al trono y reinó como un verdadero tirano. Sesenta y un reyes lo sucedieron, pero todos estos reinados estuvieron marcados por la injusticia y las continuas batallas. El último rey —el número 64— se rehusó a casarse, aunque estaba rodeado por bellezas femeninas. Murió sin dejar descendientes y las luchas por la sucesión fueron muy sangrientas, librándose crueles enfrentamientos durante semanas. Un pariente lejano se ingenió para salirse con la suya sin ninguna piedad, de modo que no sólo mató a los otros posibles candidatos, sino también a sus padres, amigos y familiares. Los sacerdotes administraron el juramento sin protestar, lo llamaron Maka-Sati o Arquero, y decidieron nombrar también así a la nueva constelación regente. Este rey organizó una caza en el bosque, al noroeste del palacio. En esos días, era un acontecimiento sumamente peligroso, ya que cazaban mamuts. Por lo general, esos animales pacíficos que se alimentaban sólo de plantas, cuando eran perseguidos se asustaban y su enorme peso aplastaba todo cuanto encontraban en su camino. Dado que la caza incluía una especie extraordinaria de animales gigantes, no es sorprendente que atrajera a muchos espectadores. Sólo ocho cazadores más se animaron a acompañar al nuevo rey, y no llevaron consigo más que sus arcos y flechas; la audiencia invitada observó el espectáculo desde las terrazas del palacio.
El monarca y los cazadores se acercaron al borde del bosque. De repente, dos mamuts cargaron en su dirección, a la cual habían sido conducidos por los perseguidores que habían llegado al bosque desde el lado opuesto. El rey tiró de su arco tan rápido como un rayo y disparó cuatro flechas en unos pocos segundos. El primer animal fue herido entre los dos ojos y cayó a unos pocos centímetros del monarca; el segundo mastodonte cayó exactamente de la misma manera, pero contra el caballo del rey. ¡Los otros cazadores ni siquiera tuvieron tiempo para hacer un solo movimiento! Todos los espectadores observaron esta proeza con admiración; sin duda alguna Dios apoyaba al rey. A partir de ese día, honraron al rey como el caballo humano con flechas invisibles. Durante dieciséis generaciones, fue sucedido por sus descendientes. El último Maka-Aha-Sati, condujo un reino de terror como nunca se había visto antes y dominó a su pueblo por 64 años. Allí fue cuando el Sol llego a los 10° de Sagitario. En el lapso de un día, se produjo un desastre geológico seguido por una ola gigantesca. ¿Qué había sucedido? En pocas horas, el eje de la Tierra se había movido unos 72 grados hacia el signo de Acuario y este fue el nombre que unánimemente le asignaron a la nueva era ya que el agua lo había inundado todo. Sólo quedó una parte de Aha-Men-Ptah luego de este cataclismo, habiendo desaparecido el resto bajo el hielo. Todo esto fue también tan impáctante que los sacerdotes expandieron más todavía sus estudios de las «Combinaciones Celestiales». Las palabras del Dr. David D. Zink, autor de la obra
The Ancient Stones Speak [Las piedras antiguas hablan]
, acudieron a mi mente: «Los cambios presenciados en los cielos y asociados con estas catástrofes condujeron a los hombres de la antigüedad a una precisa observación de los cielos… el comienzo de la astronomía fue motivado por la supervivencia, no por la superstición».
Sin duda, lo era. El templo de la «Casa de la Vida» fue fundado luego de este día fatal: 21 de febrero de 21312 a.C. Los «expertos en números» iban a estudiar las leyes celestiales por más de 11 520 años. Dos mil años antes lanzarían una advertencia sobre la catástrofe venidera. En el año 10000 a.C. el Sumo Sacerdote anunció los planes finales para el éxodo que se avecinaría en su amado país. Dentro de 208 años, lo inevitable iba a suceder. Por sus códigos, nos daremos cuenta de lo inteligentes que eran. Puede encontrar varios de ellos en la Figura 16.
Figura 16
. La Atlántida fue parcialmente destruida luego del cataclismo del 21 de febrero de 21312 a.C. El Norte quedó enterrado en el Polo Norte que ya existía en ese entonces (el circulo indica la región polar). El desplazamiento de la Tierra, ocurrido el 27 de julio de 9792 a.C, enterró a la Atlántida (después de los cambios de los polos) completamente debajo del Polo Sur.
LA DURACIÓN DEL CICLO ZODIACAL
En la descripción de la Atlántida se ha ocultado un código; ¿cómo será este? Simple, sólo un mensaje numérico podría ser comprendido, por lo tanto, en eso debería basarse, evitando los cálculos complicados. Entonces, la división, la multiplicación, la resta y la suma son las opciones más lógicas. Los códigos eran simples y debían conducir cómodamente a un resultado fácil de entender. Aprendí del libro
Fingerprints of the Gods [Las huellas de los dioses]
que el punto decimal podía ignorarse, lo cual significa que 2592 es tan correcto como 25 920.
Como el
Popol Vuh
original (el manuscrito sagrado de la tribu quiche de los mayas), la historia de la Atlántida contiene claves para sus profecías de destrucción. Los que escribieron la historia eran los «amos del universo», también mencionados en el
Popol Vuh
:
Estaban dotados de inteligencia, podían ver y, de hecho, veían lejos al instante, lograban conocer todo lo que hay en el mundo. Al mirar podían saber de inmediato todo lo que había a su alrededor, y contemplaban por turnos el arco del cielo y la redonda faz de la Tierra. Lo que estaba oculto, todo lo veían sin tener que moverse, y al mismo tiempo veían el resto del mundo, desde donde estaban. Su sabiduría era grande.
Con esto en mente (escondido del investigador y el pensador), empecé a trabajar. Los atlantes tenían un razonamiento lógico pero también les gustaba «jugar» con los números. Entonces, es absolutamente necesario adoptar su Patrón de pensamiento, a fin de hallar su manera de razonar. Su punto de Partida es que sólo los seres humanos inteligentes pueden romper su código. Las primeras señales de esto se encuentran en la historia de su creación, remontándose a diez mil años atrás. Cuando uno es lo suficientemente inteligente como para hallar los primeros códigos que se encuentran allí, también está en condiciones de descubrir todos los restantes, porque su manera de pensar ya le resulta familiar. Al principio esta es una importante adaptación. Trate de comprender la lógica siguiente y ya habrá logrado manejar una parte sustancial.
Hay dos números que describen la «creación» de la Atlántida: 864 y 12, y con estos puede calcular varios otros. Si sigue usándolos en sus cálculos, llegará a los 25 920 años, que es el período del zodíaco entero. Usted ya lo ha probado con anterioridad, pero ahora lo hará de otra forma, para aprender a comprender la manera de razonar de los atlantes (todos aquellos interesados en las matemáticas vean el Apéndice).