—Como por ejemplo, eso, capitán, sólo que mucho peor. Kirk regresó de inmediato a su sillón de mando. —Informe de secciones. ¿Daños?
La calma y profesional respuesta de Uhura le llegó de inmediato por encima de la cháchara de intercomunicaciones de la nave proveniente de todos los departamentos.
—No hay daños, capitán. Unos pocos tripulantes sacudidos.
—Timón y navegación. No hay daños —informó Sulu—. Mantenemos el curso.
McCoy iba de camino hacia el turboascensor.
—Van a necesitarme en la enfermería —masculló, y desapareció.
La voz de Scotty sonó en el intercomunicador.
—No hay daños en los motores, capitán. ¡Pero ha sido una sacudida horrenda! ¿Hemos embestido algo, o ha sido un bache en la carretera de las estrellas?
—¡No lo sé, Scotty! —le espetó Kirk—. Esté a la escucha. Mantengan rumbo constante, todos. ¿Bien, señor Spock?
Spock se afanaba ante la consola de la biblioteca, mirando por el visor cubierto.
—Como lo sospechaba, capitán, se trata de una anormalidad gravitacional debida a la turbulencia interestelar.
—¿Una anormalidad lo bastante fuerte como para afectar a una nave del tamaño de la
Enterprise
a una velocidad de crucero de factor cuatro?
—Afirmativo, capitán. Y habrá más si continuamos en el presente rumbo —le advirtió Spock—. Los datos de la Phoenix están un poco atrasados, ya que las estrellas y los remolinos centrales de la turbulencia parecen haber cambiado de lugar desde que ellos sondearon el área hace varios años. Yo sugeriría una extrema prudencia en el avance, capitán. No puedo predecir con qué nos encontraremos en lo que a deformaciones espaciales se refiere.
Cuando Kirk tenía que tomar una decisión, podía tomarla rápidamente.
—Sulu, reduzca la velocidad a factor hiperespacial dos, sin cambios de rumbo. Señor Spock, sensores a máxima sensibilidad y máximo alcance. Continuaremos, dado que nuestra misión es explorar estas anormalidades gravitacionales y cartografiarlas si resulta posible. Otras naves seguirán nuestra senda porque este sector del territorio de la Federación está todavía por explorar y abrir a la colonización. Teniente Uhura, alerta amarilla, por favor. Y haga que el señor Spock le prepare una recopilación de datos para transmitirlos a la Base Estelar Cuatro.
Lo que Kirk no agregó fue que la transmisión a la Base Estelar Cuatro era una medida de precaución por si la
Enterprise
se encontraba con problemas más adelante. En tal caso, los datos al menos serían enviados al alto mando de la Flota Estelar, donde otros podrían disponer de los mismos.
Pulsó uno de los controles de un brazo del sillón de mando.
—A toda la tripulación. Les habla el capitán —anunció, mientras su voz sonaba por todos los pasillos y compartimentos de la nave—. Como todos saben, estamos realizando una misión de exploración científica que muy probablemente nos deparará sorpresas como la que acabamos de pasar. Ésa ha sido sólo una suave anormalidad gravitacional, algo que nos han enviado a cartografiar. Se producirán otras, y probablemente las cosas se pongan un poco movidas. Por favor, aseguren todos los materiales e instrumentos frágiles, y estén preparados para sacudidas repentinas. Estamos procediendo a la reducción del factor hiperespacial para minimizar las agitaciones. Adelante.
Cerró el circuito y recorrió pausadamente el puente con los ojos. Sin duda, la suya era una buena tripulación. Cada uno de los miembros del puente estaba ocupado en su puesto, haciendo lo que se le había pedido con fría y profesional eficiencia.
—Señor Spock, ¿podría pasar a la pantalla principal el análisis hecho por la computadora de las deformaciones espaciales que tenemos delante, basado en los descubrimientos gravitacionales de los sensores, por favor? Y mantenga el rumbo, señor Sulu…
DIARIO DEL CAPITÁN: FECHA ESTELAR 5064.4
Lo que comenzó como una tranquila misión científica se ha transformado en un viaje que conlleva algunos peligros, como debería de haber sospechado. Siempre que nos aventuramos en los sectores no cartografiados de la galaxia debemos prever lo inesperado y estar preparados para afrontarlo. En este caso, sabíamos que había anormalidades gravitacionales en este sector, y han sido una de las principales razones por las que la Federación no ha establecido puestos avanzados, colonias ni bases estelares a lo largo del vacío que discurre por el interior del brazo de Sagitario. No nos hemos encontrado con ninguna otra anormalidad gravitacional, pero continuaremos con cautela, acercándonos gradualmente al borde interior del brazo de Orión y recogiendo datos a medida que avancemos. En cierto sentido, este posible peligro beneficia a mi tripulación porque estaban comenzando a aburrirse y volverse inquietos a causa de la rutina. Debido a que este nuevo peligro implica que la Enterprise se enfrenta con el universo y no contra formas de vida hostiles como los klingon, los romulanos u otras con las que nos hemos encontrado en el pasado, constituye realmente una forma de «relajación» para todos nosotros dado que es algo diferente y nos permite oponer nuestras mentes a las fuerzas de la naturaleza más que al poder de formas de vida alienígenas. Naturalmente, con toda probabilidad a quien le resulta más emocionante es al señor Spock, que ha estado trabado en una actividad casi compulsiva de trabajo constante con los sensores y la computadora de la nave, recogiendo y evaluando datos de una forma que para Spock es un esfuerzo de intensidad casi febril. Han pasado ya más de diez turnos desde que abandonó el puente. El doctor McCoy no parece preocuparse por esta continuada actividad de Spock, y me informa que los vulcanianos frecuentemente muestran la capacidad de trabajar durante largos períodos de tiempo sin tomarse lo que nosotros consideraríamos un «descanso», especialmente cuando la actividad implica un trabajo lógico y cerebral del tipo que en este momento tiene absorto a Spock.
Se produjeron algunas sacudidas más, ninguna mayor que la primera que había agitado a la
Enterprise
. La tripulación ya casi estaba comenzando a acostumbrarse a ellas. La primera conmoción había enviado a siete miembros de la tripulación a la enfermería, a causa de las magulladuras, cortes y contusiones. La segunda sólo cogió desprevenidas a dos personas. Después de eso, las sacudidas parecieron convertirse en una parte de la rutina de la nave, un acontecimiento repentino e inesperado que servía para mantener a la tripulación en estado de alerta.
Spock grababa y analizaba abundantes cantidades de datos. Una continuada serie de paquetes de datos eran enviados a través de la radio subespacial a la Base Estelar Cuatro, cosa que mantenía ocupada a Uhura.
Las cosas casi habían vuelto a la rutina mientras la
Enterprise
viajaba a lo largo del borde interior del brazo de Orión. A un lado de la nave, vuelto hacia el brazo, el cielo aparecía lleno de estrellas mientras que al otro no se veía más que una banda de luz pálida compuesta por los millones de estrellas del brazo de Sagitario, emplazadas al otro lado de los 800 parsecs del vacío del interior del mismo.
Entonces ocurrió.
Kirk estaba descansando en su camarote cuando la pared opuesta a su litera pareció temblar y ondular como si hubiera estado hecha de gelatina. Sintió que una oleada de náuseas le recorría el cuerpo, parecida a la que había experimentado una vez cuando había viajado mediante un transportador que estaba fuera de fase. Lo siguiente que supo era que estaba aplastado contra el cielorraso, y luego volvió a caer bruscamente sobre la cama, con tal violencia que la plataforma de la litera protestó con el gemido de un material sometido a una gran tensión. Se produjeron otros sonidos que acompañaron aquella severa sobrecarga de los generadores de campo gravitacional de la nave, sonidos provenientes tanto de la nave como de los tripulantes, que atravesaron los tabiques del camarote del capitán. Mareado, con el estómago revuelto, y muy alarmado, Kirk rodó hasta el suelo y consiguió ponerse de pie. Con la palma de una mano golpeó el botón del intercomunicador de la pared.
—Puente, aquí el capitán. ¡Informen!
El intercomunicador no tenía línea.
Sólo entonces advirtió Kirk que la iluminación de emergencia estaba encendida. Anduvo dando traspiés mientras el campo interno de la nave luchaba para estabilizarse nuevamente. Cuando llegó a la puerta del camarote, ésta no se abrió automáticamente; rompió la cubierta de la palanca de emergencia y la abrió manualmente.
Los corredores de la nave estaban llenos de gemidos, gritos de dolor y de angustia. Kirk los apartó de su mente; en aquel preciso momento no podía detenerse para ayudar a ninguno de los miembros de su tripulación; tenía que llegar al puente. El equipo de enfermeros del departamento de McCoy llegaría muy pronto para hacerse cargo de los heridos. Kirk tenía toda la nave para preocuparse.
Los turboascensores no funcionaban, así que Kirk recurrió a las escaleras y escalerillas. Había pasado mucho tiempo desde la última vez en que había entrado al puente por las puertas de emergencia, que tuvo que abrir manualmente. Lo que encontró al entrar en el puente, fue el desorden.
Sulu estaba derribado sobre el piso junto a su puesto. Uhura también estaba herida, sujetándose un codo e intentando valiente y vanamente responder a las señales y llamadas de socorro que llegaban a su estación procedentes de todos los rincones de la nave. Spock había ocupado el puesto de Sulu junto al vapuleado alférez Chekov, que sangraba por un corte profundo que tenía en la frente. Scotty, con el uniforme desgarrado, trabajaba desesperadamente en la terminal de motores.
Kirk se arrodilló un instante junto a Sulu, sólo el tiempo suficiente como para averiguar que su timonel aún respiraba.
—Informe —le espetó luego a Spock.
—Anormalidades gravitacionales extremas —consiguió articular Spock—. En realidad, un «plegamiento» del tejido espacial, por decirlo de alguna manera. No hubo manera de saber que se aproximaba, porque no tenemos ningún sensor capaz de detectar algo así.
—¿Heridos?
—No lo sabemos. Los campos de la nave se apagaron momentáneamente, de hecho se invirtieron, y luego volvieron a entrar en funcionamiento normal. Las comunicaciones están interrumpidas en algunos sectores de la nave —le respondió Spock, con cierta irritación.
—Uhura. —Kirk se acercó a ella—. ¿Algo roto? ¿Está muy mal herida?
—Yo… me golpeé contra el techo —murmuró ella—. Cuando volví a bajar caí sobre ambos codos. No estaba preparada… o no me hubiese descuidado y habría rodado sobre mí… No sé si tengo algo roto… El brazo me duele terriblemente…
Kirk pulsó uno de los botones del panel de comunicaciones.
—Enfermería, aquí el puente. ¿Señor McCoy?
—Jim, enviaré un equipo lo antes posible —respondió la agitada voz de McCoy—. Hay heridos por toda la nave. —Y el circuito se cerró desde el otro extremo.
Kirk no reaccionó ante la brusca respuesta del oficial médico. Sabía que, en aquel momento, McCoy se hallaba bajo una tremenda presión. Un equipo médico llegaría al puente en cuando McCoy consiguiera organizar las cosas.
La ordenanza Rand apareció por la puerta de emergencia del puente. Estaba despeinada pero aparentemente ilesa.
—Ordenanza, ¿está usted bien? —quiso saber Kirk.
—Sí, señor. Pensé que sería más necesaria aquí —replicó Janice Rand.
—Ya lo creo. Préstele asistencia médica de emergencia a Uhura, luego a Chekov y luego a Sulu —le ordenó Kirk. Se volvió a mirar a Scotty con la certeza de que Janice Rand se haría cargo de las heridas de la tripulación del puente sin necesidad de más atención por su parte.
—Informe del estado de máquinas, Scotty —le espetó.
El ingeniero meneaba tristemente la cabeza mientras recogía los informes de la sala de motores.
—Daños menores en la estructura de la nave, capitán. Tenemos en funcionamiento el soporte vital, la energía impulsora y sólo uno de los motores hiperespaciales. Los daños de la segunda unidad hiperespacial son considerables, aunque de momento desconozco el alcance de los desperfectos.
—¿Podremos alcanzar una velocidad hiperespacial? —quiso saber Kirk.
—Sí, pero con una sola unidad lo mejor que podré proporcionarle será un factor hiperespacial dos… y eso con la unidad sana a plena potencia… y sujeta a posibles fallos, ya que no he tenido tiempo de comprobar que no haya sufrido daño alguno —replicó el oficial ingeniero, sin levantar los ojos de la consola de motores.
—Señor Chekov, tome el timón —ordenó Kirk—. Dejemos la nave a la deriva hasta que sepamos dónde hemos ido a parar. Señor Spock, déme la posición. ¿Dónde estamos?
Spock se apartó del timón y avanzó hasta la consola del archivo. Kirk se reunió con él y lo observó mientras volvía a poner en línea los sistemas y los comprobaba.
—Capitán, el sistema de navegación interestelar de inercia ha perdido completamente la alineación. Todavía tenemos en condiciones operativas el pulso basado en la hora galáctica, y los registros de rumbo y bancos de datos parecen estar a salvo. Es posible que consiga reconstruir lo ocurrido pero, como puede ver, el banco de datos de registro de rumbo indica una seria discontinuidad.
—Lo que significa que de alguna forma la
Enterprise
ha dado un salto a través del espacio normal —agregó Kirk.
—Bastante correcto. Como señalé antes, las anormalidades gravitacionales de esta zona podrían crear lo que equivaldría a un plegamiento del tejido espacial —continuó el vulcaniano—. Según los datos que tenemos aquí, eso es exactamente lo que ha sucedido. Hemos sido arrojados a través de dicho plegamiento del espacio, causado por una anormalidad gravitacional extremadamente poderosa, casi como si hubiéramos saltado a través de un agujero negro o discontinuidad Dirac.
—Ahórreme la teoría, señor Spock. En este momento, lo que necesito sabes es dónde estamos —le dijo Kirk a su oficial, dado que su primer pensamiento concernía a la nave y su tripulación—. Podremos repasar la teoría más tarde, cuando tengamos conocimiento de en qué lugar nos hallamos y hacia dónde nos dirigimos.
—Transmitiré una visión panorámica de escáner a la pantalla principal —señaló Spock. Luego se dirigió a la computadora de la nave a través del modo verbal—. Computadora, explora y analiza el espectro visual de ultravioletas y rayos X de las estrellas que capta el escáner del sensor panorámico. Compara e identifica cualquier grupo de estrellas conocido, e imprime una copia en papel. Guarda los datos para emplearlos en una posible realineación del sistema de navegación interestelar de inercia.