La chica del tiempo (50 page)

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Authors: Isabel Wolff

Tags: #Romántico

BOOK: La chica del tiempo
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—Porque en el colegio muchas niñas la trataban muy mal y a mí no me gustaba nada, así que decidí hacerme su aliada. Y luego me di cuenta de que con ella me lo pasaba muy bien. Y como yo era bastante sensible e introvertida, Lily, con lo atrevida que era, me parecía una liberación.

—Así que fue eso de que los opuestos se atraen, ¿no?

—Supongo que sí. Lily era como un tónico para mí. Era tan valiente. Y yo a ella le caía bien porque nunca supuse ninguna amenaza. Siempre pensé que acabaríamos por irnos distanciando, sobre todo desde que me casé. Pero no, el caso es que nunca perdimos el contacto.

—Es evidente que Lily te necesita, mamá.

—Sí. Puede ser.

—Tú eres su única amiga de verdad. Y como os conocisteis de niñas, seguramente le recuerdas lo lejos que ha llegado.

—Tal vez —suspiré, colgando una bolita del árbol.

—Y es evidente que te adora. —De pronto me quedé parada con la mano en el aire.

—¿Ah, sí?

—Vamos, sin duda ninguna. Eres muy importante para Lily. Claro, habéis sido amigas durante veinticinco años. ¡Tal vez deberíais celebrar las bodas de plata! —concluyó con una carcajada.

—Pues sí, es verdad. Y cuanto más tiempo dura una amistad, más valiosa es.

—Es evidente también que Lily está un poco celosa de papá. Es como si ella te conociera mejor que él. A lo mejor por eso a papá no le cae muy bien, porque tres son multitud.

—Ay, no sé —contesté—. Yo creo que papá la considera una persona vanidosa y un poco superficial. Aunque admira muchísimo su inteligencia. Pero cree que ha desperdiciado su talento. Según papá, Lily podía haber sido neurocirujana o científica. Piensa que se ha vendido al mundo de la moda.

—Pero lo que Lily haga con su vida es asunto suyo, no de papá.

—Sí, por supuesto.

—A mí me gusta Lily —comentó Katie diplomáticamente—. Es divertida, e intrigante.

—¿Intrigante? —murmuré—. Sí.

—Es muy compleja. Es tan obsesiva y tiene tanta energía. Claro que papá también trabaja mucho.

—Siempre ha sido muy trabajador.

—No, se ve que de momento está trabajando muchísimo en algo, pero no ha querido decirnos qué era.

—Seguramente estará negociando para contratar a algún autor caro o para hacer algún trato con el extranjero. Oye, ¿seguro que no os importa que salga mañana por la noche? —pregunté, una vez terminado el árbol—. No tardaré mucho en volver.

—Claro que no —replicó ella con displicencia—. Ya somos adultos.

—Sí —dije tristemente—, ya lo sé. Lo sé muy bien.

Y cuando las luces del árbol comenzaron a parpadear pensé con nostalgia que Katie y Matt se marcharían pronto de casa. Peter quería tener otro hijo conmigo, pero ahora lo iba a tener con Andie.

—¿Será divertida la fiesta? —preguntó Katie mientras guardábamos las cajas.

—No creo. Las fiestas en la oficina no suelen serlo.

De hecho la fiesta de Navidad de la AM-UK! siempre me había parecido un rollo. Beber vino barato en la sala de juntas no era lo que yo entendía por diversión. Pero son mis colegas, me dije el lunes por la mañana, mientras iba al trabajo, y no estaría bien faltar.

Tomé como siempre un café de máquina y eché un vistazo a los periódicos antes de empezar a trabajar. Cogí primero el
Mail
y luego el
Independent
, y de pronto me quedé de piedra. BISHOPSGATE COMPRA FENTON & FRIEND. Sentí una descarga de adrenalina y leí rápidamente el artículo.

«La última fusión de grandes editoriales… Fenton & Friend… Bishopsgate ha pagado treinta y cinco millones de libras… los rumores comenzaron hace seis meses… más rumores en Frankfurt… Smith ha demostrado tener un auténtico talento financiero… El puesto de la dirección ejecutiva, que ostentaba Charmaine Duval, ha quedado vacante… Oliver Sprawle está a punto de marchar».

Cuando dejé el periódico en la mesa me temblaban las manos. En eso había estado ocupado Peter. Por eso trabajaba tantísimo. «¡Dios mío!», pensé. En diciembre pasado Charmaine estaba a punto de despedir a Peter, y ahora, un año después, era Peter el que la despedía a ella. Intenté concentrarme en los mapas, pero no podía apartar de mi mente una idea: que Peter tenía razón cuando dijo que Oliver había sido el responsable de la filtración a la prensa. Ahora estaba claro que tenía un motivo ya que conocía los planes de Peter de asumir el control de la editorial. Volví a leer el artículo. Decía que Peter llevaba más de seis meses planeando comprar Fenton & Friend. El hermano de Oliver era banquero y seguramente le habría informado de lo que pasaba. De ahí los continuos intentos de Oliver por minar su credibilidad. Ahora, por fin, todo cobraba sentido. Recordé que Peter había comentado algo al respecto en la feria del libro de Frankfurt. Yo entonces le dije que en el asunto de Charmaine y Oliver al final había salido vencedor, y él replicó: «No del todo». Pero ahora por fin aquellos dos se habían llevado su merecido. Estaba tan contenta por Peter y tan orgullosa de él que casi me estallaba el corazón. Pero de pronto sentí una oleada de tristeza al acordarme del divorcio. Esta noche Peter celebrará su triunfo, pero no conmigo.

—¿Estás bien? —me preguntó Darryl.

—¿Qué?

—Que pareces un poco deprimida.

—No, no —murmuré—. Estoy bien.

—¿Vendrás a la fiesta?

—Claro que sí.

De modo que a las siete y media me encontraba entre la multitud con un vaso de Chardonnay barato en la mano.

—¡Graciosísimo!

—¡¿Un hurón que canta?!

—El especial de la tragedia de Lady Di.

—¿Has visto a Sophie en Newsnight?

—Sí, la chica de la televisión matinal.

—¡Estaba Selina Scott!

Terry estaba más contento que unas castañuelas. Por fin empezó la música y se oyó el irritante villancico de «Feliz Navidad». «Pues para mucha gente no es nada feliz —pensé alicaída —, y para mí todavía menos».

«Feliz Navidad. Todo el mundo se divierte…».

«Yo no —pensé —. Todo lo contrario».

«Mirad hacia el futuro. Esto es solo el principio».

—¡Faith! —Era Iqqy. Me saludó con un beso—. ¿Cómo estás, cariño?

—Bien —dije encogiéndome de hombros—. Bueno, en realidad fatal. El divorcio está a punto de ser definitivo.

—Pobrecita. Yo también he dejado a Will.

—¿Ah, sí? Bien hecho. Por lo que contabas, te trataba muy mal.

—Es verdad —suspiró él—. Ya no podía soportarlo más, así que le he dicho que se acabó.

—Eso significa que vas a ser más feliz.

—Sí. Y tú también.

Sonreí y pensé que nunca me había sentido más infeliz. Pero el vino se me había subido un poco a la cabeza y la música fluía. Iqqy fue a saludar a otra persona y yo me quedé charlando un momento con Marian y Jane, de producción, pero no quise saber nada de Lisa, que le había hecho a Sophie la jugarreta del
autocue
. Además, Lisa estaba muy entretenida con Tatiana. Al cabo de un rato me encontré junto a Jan, que había comenzado a trabajar la semana anterior como empleada eventual. Era evidente que había bebido de más y tenía ganas de hablar. Yo sabía que había trabajado para varios periódicos y revistas antes de llegar a la AM-UK!

—Me gusta el trabajo temporal —comentó después de apurar el vino de un trago y coger un
vol-au-vent
al vuelo—. Así no me siento atada. No soy una persona fiel, profesionalmente —rió—. Me gusta tantear todo el terreno.

—¿Te gustaba trabajar para la prensa? —pregunté por cortesía.

—Mucho. Sobre todo para las columnas de sociedad. ¡Eso sí que era divertido!

—¿Dónde has trabajado? —pregunté, interesada.

—Uy, en todas partes. El
Express
, el
Daily Telegraph
, una temporada en el
Hello!
y en
TV Quick!
También he hecho algo para el
Daily Mail
.

—¿Ah, sí? ¿Cuándo?

—Este año. De marzo a julio.

—Vaya, qué interesante. Porque en esa época salieron unos artículos muy desagradables sobre mí.

—Sí, ya me acuerdo —dijo ella, con una risita ebria.

—¿Sí? ¿Los leíste?

—Los escribí yo.

—¿Y no tienes que guardar el secreto profesional?

—En teoría. Pero ya sabes lo que pasa con los eventuales… vamos y venimos.

—En ese caso, ¿podrías decirme quién fue la fuente de información?

—¿De verdad lo quieres saber?

—Sí. Bueno, en realidad ya lo sé. Era solo para estar segura.

—Muy bien, tú dime quién crees que fue y yo te diré si te equivocas o no.

—Oliver Sprawle. Trabajaba con mi marido en Fenton & Friend. Los dos estamos convencidos de que fue él.

—¿Oliver Sprawle? —repitió ella mordiéndose el labio—. No me suena de nada.

—Salieron dos artículos, uno en el
Hello!
en abril y otro en el
Mail
en julio.

—Yo trabajaba en las dos publicaciones en aquel momento, y te aseguro que no fue ese tal Oliver.

—¿Seguro? —Ella asintió. Yo me quedé desconcertada—. Vaya. ¿Entonces quién fue?

—Te lo digo si me prometes que no les darás una paliza. Me podría buscar problemas.

—Prometo no realizar ningún acto de violencia, pero tengo que saberlo.

—Muy bien. Fue Lily Jago, la editora del
Moi!

Subí las escaleras de dos en dos hasta llegar a mi mesa y marqué el número de Lily, encendida con una mezcla de rabia y borrachera.

—¡Lily! —exclamé—. Quiero hablar contigo.

«Este es el contestador de Lily Jago…».

—¡Lily, sé que estás ahí! ¿Quieres coger el teléfono?

«Gracias por llamar…».

—¡Coge el teléfono, Lily! ¿Me oyes? ¡Quiero hablar contigo!

«Estoy pasando la Navidad en St Kitts… —Vaya, se me había olvidado— y no volveré hasta el día 30».

Colgué y me quedé mirando por la ventana. ¿Por qué le haría Lily una cosa así a Peter? Porque no le caía bien, claro. Pero por otra parte Lily era mi amiga, y tenía que saber que al hacer daño a Peter me heriría a mí también. Además, aquellos espantosos artículos no tenían ninguna base real. No eran más que especulaciones destinadas a desacreditar a Peter. «¿Cómo se ha atrevido? —pensé furiosa —. ¿Y todo para qué?». No entendía nada. Abajo se oían risas y música. Por encima del parloteo ebrio flotaba una canción conocida.

«Hay más preguntas que respuestas —cantaba Johnny Nash. Desde luego, me dije—. Y cuanto más averiguo menos sé. —Y que lo digas—. Sí, cuanto más averiguo… menos sé».

—Que la paz sea con vosotros —decía el cura el día de Navidad.

«La voy a matar», pensaba yo.

—En esta época de buena voluntad… —Voy a matar a esa traidora sin escrúpulos—. Vamos a recordar nuestros pecados… —Le arrancaría el corazón y se lo daría de comer a Graham si no supiera que lo envenenaría. Y a Jennifer Aniston la voy a convertir en pincho moruno.

El sermón contaba el embarazo de María y el nacimiento en el portal y todo eso. Me puse enferma. Miré al niño Jesús en su cuna y pensé: Este año estoy más que harta de recién nacidos. Y entonces, al fondo de la iglesia, se alzó una dulce voz de soprano.

«En mitad del crudo invierno…». Oh, no. No, por favor. Eso no. «El viento helado gemía». Se me llenaron los ojos de lágrimas. Aquel era el invierno más crudo de mi vida. «La tierra se endurecía como el hierro, el agua como una piedra». «Ha sido un año tan duro» pensé. «La nieve caía, nieve sobre nieve». Todo comenzó en enero. «Nieve sobre nieve, en mitad del crudo invierno, hace mucho tiempo». Se me nubló la vista y Katie me apretó la mano. No les había dicho a los niños lo de Lily, porque ellos tampoco lo entenderían. Además, quería hablar primero con Lily, y todavía tardaría seis días en volver.

Esa tierra de nadie que son los días entre Navidad y Nochevieja pasaron como un torbellino. Vinieron mis padres y Sarah, y los niños fueron a ver a Peter, claro. Yo apenas comí nada y todo el mundo me dijo que tenía muy mala cara, pero lo achacaron al divorcio. Un cierto residuo de lealtad hacia Lily me impidió contarles la verdad. Pero la noche del día treinta me quedé a solas, con las palabras de Katie y Lily resonándome en los oídos:

«Lily te adora, mamá, es evidente».

«Eres mi única amiga en el mundo».

«Eres muy importante para ella. Te quiere».

«Yo solo quiero lo mejor para ti».

Me llevé al ojo el caleidoscopio plateado y le fui dando vueltas despacio, viendo las lentejuelas de colores deslizarse y reagruparse para crear magníficas imágenes. Eran hipnóticas, complejas y hermosas y siempre en movimiento.

—Así que de momento el ambiente es gélido —afirmaba al día siguiente en el trabajo.

«Siete, seis… no tiene buena cara».

—Se está creando un gran frente frío.

«Cinco, cuatro… dicen que es por lo del divorcio».

—De hecho hace ya tiempo que lo tenemos cerca.

«¿Has visto a Sophie en
Question Time
?».

—Y hay mucho hielo…

«Estuvo fantástica. Dos, uno…».

—… que puede ser muy traicionero.

«Cero».

—Así que vayan con cuidado.

«Más le vale a Lily ir con cuidado», pensé furiosa esa noche, de camino a Chelsea. No le había avisado de que iba a ir a su casa, porque planeaba un ataque por sorpresa. Sabía que la Nochevieja es la única noche del año en que no sale. Caminaba por King's Road con el viento cortándome la cara. Las luces de Navidad, como alegres collares, oscilaban en la fuerte brisa. Los escaparates estaban adornados con espumillón y cubiertos de carteles rojos de «rebajas» como si fueran heridas sangrantes. «¡Grandes descuentos!», anunciaban.

—¡Feliz Año Nuevo! —gritó alguien.

«Pues no, no va a ser feliz —pensé —. Todo lo contrario». Gracias a Lily iba a ser un Año Nuevo espantoso. Al pasar por Wellington Square me puse a repasar los eventos del año. El 6 de enero era una mujer felizmente casada. Ahora, gracias a la intervención de Lily, estaba sola y deprimida. Todo por su culpa. Desde luego se va a enterar.

—¡Faith, cariño! —exclamó al abrir la puerta adornada con guirnaldas—. ¡Qué sorpresa! Vaya, ¿qué pasa? Pareces angustiada.

—Es que lo estoy. Gracias a ti.

—¿De qué demonios estás hablando?

—Lo sabes muy bien.

—Faith, la Navidad es muy estresante. Es obvio que necesitas un trago.

Entró en la casa y yo la seguí.

—No necesito un trago, necesito la verdad.

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