No puedo dejar de reconocer la valiosa contribución de varias personas a esta obra. El primer agradecimiento es para los dos musulmanes que revisaron la novela: Paulo Almeida Santos, uno de los miembros más antiguos de Al-Qaeda, interlocutor de Bin Landen y autor del primer atentado del movimiento en Europa; y un amable clérigo, que conoció a los muyahidines en Afganistán y Pakistán y que, aunque me ayudó a confirmar que el libro presenta la visión real que los fundamentalistas tienen del islam, ha preferido mantenerse en el anonimato.
Tengo que estar agradecido también a José Carvalho Soares, profesor de Física de la Universidad de Lisboa e investigador del Centro de Física Nuclear, por su revisión de los aspectos relativos a la ingeniería de la construcción de una bomba nuclear; a Evgueni Mouravitch, que ha sido una vez más de gran utilidad para todo aquello que tenía que ver con Rusia en esta obra; a Ali Zhan, mi ilustrado guía musulmán ismaelita en Peshawar y Lahore; a Hussein, que me mostró El Cairo islámico y copto; a Mohammed, que me llevó al templo de Hatshepsut, donde, en 1997, Al-Jama’a Al-Islamiyya perpetró la masacre de Luxor; a mi editor, Guilherme Valente; y a todo el equipo de Gradiva, por su dedicación y profesionalidad; y, como siempre, por encima de todo, a Florbela.
[1]
Todas las citas coránicas y las referencias a estas que se incluyen a lo largo de la novela corresponden a la traducción de Juan Vernet para Random House-De Bolsillo (2010). (
N. del T.
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[2]
Los
ahadith
se han traducido al castellano a partir de la versión portuguesa reproducida por el autor. (
N. del T.
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