Intrépido (50 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Intrépido
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El día de hoy se ha ido ya a la mierda, así que bien podría ponerme al día con el papeleo.
Geary pidió la lista de mensajes pendientes y empezó a hojear el material entrante todo lo rápido que pudo, hasta que llegó a un documento que le hizo detenerse. «Informe de Inteligencia sobre posibilidades de explotación de las instalaciones de los Mundos Síndicos en el sistema Kaliban.» No pensé que los síndicos hubieran dejado nada que mereciese la pena explotar.

Geary empezó a leerlo y después comenzó a pasar los párrafos a más velocidad a medida que empezaba a resultar obvio que los síndicos habían dejado pocas cosas interesantes a sus espaldas, amén de que lo que podía tener cierto interés tenía décadas de antigüedad y, por ende, era de dudosa utilidad.

Espera un momento.
Geary dejó de pasar páginas y volvió hacia atrás hasta encontrar algo que le había llamado la atención.
Aquí está.
«La cámara acorazada de seguridad de las instalaciones de la sede central ha sido abierta en algún momento mucho después de la marcha de las autoridades de los Mundos Síndicos. Se llegó a esta conclusión después de examinar los daños infligidos sobre la cámara acorazada a causa de su ruptura física mediante el empleo de herramientas eléctricas. El análisis de la presión ejercida para cortar el metal indica que había una temperatura ambiente en el momento de utilizar las herramientas eléctricas, lo cual solo es posible si la instalación hubiera sido sellada y abandonada durante un tiempo. Hasta donde se ha podido saber, la cámara acorazada se vació antes de ser sellada, así que no se han podido determinar las razones del asalto. Dado que los intentos de recolectar datos por parte de la Inteligencia de la Alianza no son responsables de los daños, la opción más probable es que estos fueran provocados por elementos delictivos, si bien las razones que los llevaron a intentar acceder a una cámara acorazada de seguridad en una instalación abandonada es algo que escapa a cualquier tipo de comprensión. También resulta imposible saber por qué los que penetraron en la cámara utilizaron brocas cuyos diámetros no encaja con los utilizados dentro de los Mundos Síndicos o de la Alianza. La única conclusión que se puede extraer de tal hecho es que se utilizaron brocas no convencionales para evitar que se identificara al responsable del asalto.»

Geary leyó varias veces esa sección del informe, tratando de descubrir qué era lo que no encajaba. El hecho de que la cámara acorazada de seguridad hubiese sido abierta mucho antes de la llegada de la flota de la Alianza a Kaliban no tenía sentido alguno, eso estaba claro. Alguien debía de creer que había algo de valor en su interior, pero los síndicos eran muy puntillosos con el seguimiento del procedimiento estándar, así que a buen seguro cualquiera que tuviese algo que ver con los síndicos habría sabido que tal procedimiento estándar presuntamente incluía eliminar absolutamente todo lo que hubiera en el interior de la cámara acorazada de seguridad antes de abandonar el sistema estelar.

En ese momento Geary se puso a reflexionar sobre el uso de brocas no convencionales como método para evitar que les siguieran el rastro. Ahí estaba el quid de la cuestión. La conclusión era lógica. Sería mucho más fácil rastrear brocas no convencionales que convencionales, porque habría innumerables millones de brocas convencionales tanto en los Mundos Síndicos como en la Alianza.

Pero eso dejaba una cuestión pendiente. ¿Por qué tomarse la inmensa molestia de emplear brocas no convencionales?

La única razón era que esas fueran las únicas que uno tuviera a mano. Porque no pertenecía ni a los Mundos Síndicos ni a ninguno de los mundos conocidos por la Alianza.

Un gran avance, Geary. Ni siquiera te lo habrías planteado si los infantes de Marina no hubieran sugerido la posibilidad de que los síndicos estuvieran preocupados por la existencia de inteligencias no humanas. El caso es que ni siquiera los infantes de Marina estaban preparados para aceptar esa conclusión. La única razón por la que la mencionaron era que se sentían en la obligación de destapar tal posibilidad. Sistemas operativos destrozados y brocas no convencionales no son exactamente pruebas fehacientes de la presencia de inteligencias alienígenas en el espacio síndico.

Pero tengo que plantearme esa posibilidad. Este informe sobre las brocas no convencionales se ajusta a una posibilidad creíble, si bien no acaba de tener sentido. ¿Cuántos pequeños detalles como ese se habrán archivado y olvidado porque después ha aparecido algo que sugería una explicación alternativa? Una explicación que no exigía afirmar que podría haber fuerzas alienígenas involucradas y que no habría desatado las carcajadas de la gente. He repasado los archivos clasificados del
Intrépido
y no he encontrado ninguna prueba sobre la existencia de vida inteligente no humana. Pero incluso en mis tiempos la creencia generalizada era que estábamos solos ahí fuera, por lo que se tendía a deformar los hechos de tal modo que acabaran corroborando las asunciones generalizadas.

La campana de su escotilla anunció la presencia de un visitante. La verdad era que no tenía ganas de hablar con nadie, pero no podía permitirse declinar una conversación sobre algo que podía ser importante.

—Adelante —indicó Geary.

Victoria Rione se adentró en el camarote, con el rostro sereno, sin ofrecer ninguna pista, como de costumbre, sobre sus pensamientos íntimos.

—Capitán Geary, ¿podemos hablar? —solicitó la copresidenta.

Geary se puso en pie y de pronto se sintió incómodo al percatarse de lo arrugado que estaba su uniforme.

—Claro. Espero que no sea nada grave.
—Como acusarme de ser un dictador en ciernes de nuevo
—. ¿Puedo preguntarle algo primero?

—Por supuesto —admitió Rione.

Geary le ofreció un sitio y después se sentó él sobre el suyo.

—Señora copresidenta, doy por supuesto que tiene usted la intención de compartir conmigo cualquier información clasificada que usted conozca si se lo pido —indagó Geary.

Rione le lanzó una mirada inquisitorial.

—Usted tiene acceso a todas las informaciones clasificadas de esta nave, capitán Geary —recordó la copresidenta.

Geary agachó la cabeza de tal modo que Rione no pudiera verle hacer una mueca.

—Tal vez haya cosas demasiado espinosas como para estar siquiera en las bases de datos del buque insignia de una flota. La información puede quedarse en los canales de mando —insistió Geary.

Rione meneó la cabeza lentamente.

—No sé a qué información se puede estar refiriendo.

—¿Sabe algo la Alianza, hay algo de lo que usted esté al corriente, referente a inteligencias no humanas?

La cabeza de Rione se quedó paralizada a media negación.

—¿Por qué me lo pregunta? —musitó la copresidenta.

—Porque encontramos algo en Kaliban que indujo a pensar a alguno de mis oficiales en esa posibilidad —reveló Geary.

—Me gustaría saber qué es. En respuesta a su pregunta, no estoy al corriente de nada por el estilo. Le aseguro que nunca he visto nada al respecto de ese particular. —Rione miró hacia arriba como si estuviera esperando encontrar alguna señal de inteligencia alienígena visible por alguna parte—. Encontrar seres inteligentes no humanos constituiría un acontecimiento muy significativo en la Historia de la humanidad. Podrían descubrirnos un montón de cosas. Quizá nos ayudasen a explicar cosas que no comprendemos. Tal vez incluso nos explicasen cosas sobre nosotros mismos que no comprendemos. —La copresidenta sonrió levemente, aunque aquella sonrisa no tenía nada de divertida—. Por ejemplo, por qué nos hemos tirado cien años enfrascados en una guerra. O incluso por qué empezó.

Geary estuvo a punto de ir más allá, pero se detuvo al escuchar sus últimas palabras.

—¿Nunca llegamos a saber por qué los síndicos lanzaron su primer ataque? —inquirió Geary.

Rione lo miró especulativamente.

—No. Tampoco sabemos en qué momento sucedió aquello. Como creo que podrá confirmar, el primer ataque fue totalmente por sorpresa, porque no había indicios de que la escalada de tensión hubiese llegado hasta ese punto —respondió la copresidenta.

Geary le dio vueltas a aquella respuesta, recordando con claridad el asombro que le sobrevino en Grendel cuando se enteró de que los síndicos estaban preparando un ataque.
Totalmente por sorpresa
,
exactamente como ella ha dicho
.

—Di por sentado que las razones habrían quedado claras a estas alturas —reconoció Geary.

—Pues no. Nuestras mejores indagaciones nos han facilitado respuestas complejas, capitán Geary. No hay claridad alguna. Parece que fue un cúmulo de factores —indicó Rione.

—«Parece que fue». —Geary se mordió el labio inferior durante un instante—. Vamos, que no sabemos exactamente por qué atacaron cuando lo hicieron. No sabemos ni por qué atacaron.

—Pues no —repitió Rione—. No a ciencia cierta. Su consejo ejecutivo no comparte sus deliberaciones con nadie. La respuesta está seguramente enterrada en los archivos secretos de los líderes de los Mundos Síndicos.

Geary asintió con la cabeza al escuchar las palabras de Rione, pero su cabeza había generado una pregunta que no podía ignorar.

—¿Entonces no sabemos de ningún… factor externo que pudiera haber influido en los actos de los síndicos? —inquirió Geary.

Rione extendió las manos describiendo un gesto de incomprensión.

—No sé de qué puede estar hablando. ¿Factor externo? —Sus ojos se abrieron como platos—. No se refiere a seres inteligentes no humanos, ¿verdad? ¿Era por eso por lo que preguntaba acerca de ellos? No me está sugiriendo que ellos tuvieron algo que ver o provocaron la guerra, ¿verdad?

—No. No, claro que no. —Nada más lejos de mi intención querer sugerir tan abiertamente una cosa así. Solo pregunto. Si los síndicos se toparon con seres inteligentes no humanos, ¿hace cuánto fue? Hace más de cuarenta y dos años; eso seguro, si lo que hicieron los síndicos al cerrar Kaliban quiere decir lo que podría querer decir.

¿Se encontraron los síndicos con seres alienígenas inteligentes? ¿Cuándo los encontraron? ¿Qué ocurrió?

¿Tuvo algo que ver con el comienzo de esta guerra? ¿Podría explicar por qué atacaron los síndicos y por qué esta guerra ha continuado a pesar de que la victoria parece inalcanzable para ninguno de los dos bandos? ¿Pero cómo podría tener algo que ver con cualquiera de las dos cosas?

De puertas para fuera, Geary se limitó a sonreír cortésmente.

—Gracias, señora copresidenta. Ahora dígame, ¿qué quería usted de mí?

Rione parecía un poco sorprendida por el hecho de que Geary cambiara de tercio de manera tan brusca, pero siguió con la conversación sin protestar por ello.

—Me da la sensación de que debo contarle lo que los comandantes de mis naves me han contado a mí. Aquellos oficiales leales al capitán Numos están intentando propagar entre la flota el rumor de que usted lo mantuvo a él y a las naves de su formación deliberadamente al margen de la batalla para poder quedarse usted con todos los honores.

Geary se dio cuenta de que, en un momento, no había podido evitar echarse a reír.

—Por desgracia, ya sé que es así. Estoy seguro de que los comandantes de sus naves le proporcionarán los detalles más escabrosos de mi última conferencia —adelantó Geary.

—¿Entonces ya ha hecho frente a esa cuestión? —preguntó Rione.

—¿Hacer frente? Sí. —Geary dejó que sus sentimientos salieran a flote—. ¿Atajado? Eso ya es harina de otro costal. Hay algunas cuestiones de fondo también involucradas en todo esto.

—¿Se refiere al descontento por sus cambios en la manera de luchar de la flota de la Alianza? —indagó Rione.

Geary se limitó a quedarse mirando a su homóloga durante un buen rato.

—Solo por curiosidad, ¿cuántos espías tiene usted en el interior de mi flota, señora copresidenta?

Rione se las ingenió para parecer ligeramente sorprendida por la pregunta.

—¿Por qué iba a tener espías en una flota amiga, capitán Geary?

—Se me ocurren un montón de razones —sugirió Geary—, muchas de las cuales tienen que ver con no quitar ojo de encima a lo que el comandante de la flota se trae entre manos en todo momento. Empiezo a creer que tampoco se fiaba completamente del almirante Bloch.

Rione hizo un gesto evasivo.

—El almirante Bloch era un hombre ambicioso —replicó la copresidenta.

—Y ya he podido saber lo que piensa usted de los hombres ambiciosos —ironizó Geary.

—Me provocan la misma sensación las mujeres ambiciosas, capitán Geary. ¿Se siente orgulloso de su victoria en Kaliban? —preguntó Rione.

El capitán empezó por decir simplemente que sí, sorprendido por una pregunta tan a quemarropa, pero después hizo una pausa al inundarle otros pensamientos.

—En cierto modo —admitió finalmente—. Era mi primera acción al frente de la flota. Creo que orquesté las maniobras bastante bien. Predije de manera bastante aceptable los movimientos del enemigo. Pero no fue perfecto. —Geary hizo una nueva pausa—. Me gustaría haber podido hacer lo mismo sin perder ninguna nave ni ningún tripulante. Pero estoy orgulloso de esta flota. Lucharon bien.

—Sin duda. Los resultados de la batalla fueron gratificantes —corroboró Rione.

—¿Así es como se siente en estos momentos, señora copresidenta? ¿No se lamenta de haberme permitido mantener el control de las naves de su república y de la federación Rift? —inquirió Geary.

Rione meneó la cabeza.

—No. Siempre y cuando seamos sinceros…. y estamos siendo sinceros, ¿no, capitán Geary?…

»Debo decirle algo que tal vez descubra por su cuenta. Mis comandantes de navío están impresionados por nuestra victoria en la batalla, si bien la mayor parte de ellos comparte con muchos oficiales de la Alianza un cierto malestar por la forma en la que se luchó. Su escepticismo hacia este
Black Jack
Geary era mayor que el de los tripulantes de la Alianza, por supuesto, porque para ellos usted es un héroe extraño. Ahora —suspiró profundamente— empiezan a creer que hay un fondo de verdad detrás del mito.

—Que los antepasados me asistan. —Geary permitió que sus sentimientos aflorasen, lo cual dejaba a las claras que ya se fiaba de Rione hasta ese extremo—. No hay ningún fondo de verdad tras ese mito, como usted bien sabe.

Los dientes de Rione rechinaron con tanta fuerza que los músculos de su mandíbula empezaron a sobresalir.

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