Intrépido (48 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Intrépido
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—To… Todavía podemos luchar —insistió el director general.

—¿Cuerpo a cuerpo, quiere decir? Pues, verá, el caso es que a nosotros ya no nos interesa seguir luchando con ustedes —explicó Geary—. La fuerza que usted comandaba anteriormente ya no posee capacidad militar alguna y, si le soy completamente sincero, no tengo interés en hacerme responsable de una cantidad tan ingente de prisioneros. —De algún modo, el director general palideció aún más, pero siguió en silencio—. Hay dos cosas que tengo que contarle. La primera es que todavía tengo a parte de mi personal en un asteroide de este sistema. Le estoy enviando los datos orbitales del asteroide del que le hablo. Si le queda alguna duda de a qué asteroide me refiero, asegúrese de ponerse en contacto con nosotros. Trate de asegurarse de que ninguna de las cápsulas de salvamento de su flota aterriza por allí. Yo voy a estar sacando a mi personal de aquel lugar y no albergo deseo alguno de enfrentarme a los refugiados de su flota, pues ello me obligaría a continuar derramando sangre en contra de mi voluntad.

El director general síndico asintió con la cabeza, en silencio aún.

—Lo otro que quería contarle es que hemos estado haciendo un seguimiento de todas las instalaciones abandonadas de los Mundos Síndicos dentro del sistema estelar Kaliban y quiero que sepa que las antiguas ciudades que existían en los emplazamientos que le estoy enviando siguen en buenas condiciones. Su gente no tendrá problemas a la hora de volver a poner en marcha los dispositivos que les ayuden a satisfacer sus necesidades vitales básicas. Lamento informarle de que hemos hecho acopio de los suministros de alimentos que quedaron abandonados cuando la gente se marchó de esas ciudades, pero deberían quedar suficientes para su personal hasta que lleguen más unidades de los Mundos Síndicos al sistema y descubran cuál ha sido el destino de aquellos a los que usted comandaba. Con vistas a asegurarme de que su presencia aquí se hace pública, le aseguro que la próxima vez que contactemos con algún planeta o cualquier otro representante de los Mundos Síndicos, les informaremos de que están ustedes esperando a ser rescatados.

Nuevo asentimiento con la cabeza. El director general síndico parecía cada vez más confundido, como si estuviese esperando a que llegasen las malas noticias.

—Lamento que mi flota no pueda quedarse mucho más en este sistema —continuó Geary—, por lo que no hay posibilidad por nuestra parte de ofrecer atención médica a sus heridos. De todos modos, las instalaciones médicas que hemos examinado en este sistema, aun con sus limitaciones y estando un tanto desfasadas, parecen presentar una capacidad funcional absoluta, además de que todas ellas siguen teniendo en su interior un suministro adecuado de materiales reutilizables.

El director general volvió a encontrar su voz por fin.

—¿Por qué me está contando todo esto?

—Estoy cumpliendo con mis obligaciones según lo estipulado en el derecho de la guerra —afirmó Geary con voz firme y lenta—, así como con las obligaciones que me exige mi propio honor y el de mis antepasados. Ahora permítame decirle una última cosa. —Geary se inclinó hacia delante—. En cuanto vuelva a comunicarse con sus superiores, por favor, infórmeles de que cualquier otra fuerza de los Mundos Síndicos que intente enfrentarse a esta flota sufrirá el mismo destino que han padecido ustedes.

El director general se limitó a quedarse mirando a Geary un buen rato.

—¿Quién es usted? —preguntó finalmente, con una voz tan seca que casi resultó ininteligible.

—Ya sabe quién soy —desafió Geary—. Me he dado cuenta de que me ha reconocido.

—Pero usted está… ¡Él está muerto!

—No. No lo estoy. —Geary tocó con un dedo la imagen del director general—. Me llamo John Geary. Hace mucho tiempo se me conocía como
Black Jack
Geary. Ahora estoy al mando de esta flota y voy a llevarla a casa. Cualquiera que desee intentar detener esta flota tendrá que vérselas conmigo.

Geary pudo ver cómo varios miembros del personal síndico que estaban dentro de la cápsula de salvamento del director general hacían gestos repentinos sobre sus pechos. El capitán tardó un momento en darse cuenta de que se estaban haciendo unas señales antiguas de protección contra las fuerzas oscuras.
Creéroslo si queréis, a mí me vale con que os asuste a la hora de plantearos la posibilidad de meteros otra vez con esta flota.

Aun así, debería molestarme más ver ese tipo de cosas. ¿Será cierto lo que me dijo la copresidenta Rione? ¿Estará empezando a gustarme que me vean como algo más que un simple humano?

¿Me lo estoy empezando a creer yo también después de una victoria como esta? Geary asintió al director general síndico.

—No se lo tome a mal, pero espero que no nos tengamos que volver a ver hasta que esta guerra se haya acabado. —A continuación cortó la conexión y se quedó mirando al espacio en el que se había estado proyectando la imagen del director general.

Tal vez unas dosis de realidad me mantengan con los pies en la tierra.
Geary tecleó algo en los mandos de su visualizador hasta obtener los datos de las pérdidas que había sufrido la flota de la Alianza. El capitán se quedó mirando al informe y después volvió a apretar los botones de nuevo.

—¿Siguen entrando los informes por aquí? —preguntó Geary.

La capitana Desjani miró sorprendida ante la pregunta.

—Los informes de bajas se actualizan continuamente gracias a los datos individualizados de cada una de las naves —indicó Desjani.

—No puede ser —insistió Geary.

Desjani solicitó los mismos datos.

—No veo que haya ningún problema en el flujo de datos. Consultor de comunicaciones, vuelva a comprobar los flujos de datos procedentes de las naves y asegúrese de que estamos recibiendo todo correctamente —ordenó Desjani.

—Sí, señora. —Un minuto después, el consultor volvió con el parte—. No se han detectado problemas en el flujo de datos de las naves, capitana. Se ha confirmado que todos los flujos están activos, excepción hecha de los que hemos perdido por las bajas de las naves.

Desjani miró a Geary un buen rato.

—Es sorprendente, pero ha sido una batalla casi totalmente unilateral —murmuró—. Hasta a mí me cuesta creer los resultados, pero lo que estaba viendo usted era un recuento exacto del número de bajas y de los daños sufridos por la flota.

—Demos gracias a las estrellas. —Geary volvió a deslizar los ojos por la lista de nuevo, esa lista tan gratamente corta de bajas sufridas por la flota de la Alianza—. Así es como se supone que debemos trabajar. En teoría. Aprovechando al máximo nuestra superioridad numérica, explotando las debilidades de la formación enemiga y concentrando la artillería en el punto decisivo hemos desbordado la capacidad de las naves síndicas y hemos evitado que ellas hicieran lo mismo con nosotros. No vino mal que el comandante síndico combatiese sin mucha inteligencia.

—Supongo que dio por supuesto que íbamos a luchar del mismo modo en que lo hemos hecho en el pasado —señaló Desjani, meneando la cabeza con aparente incredulidad—. Nunca me habría creído la diferencia que podría marcar un mero cambio de táctica.

—Si el valor por sí solo hubiese decidido batallas, el curso de la historia de la humanidad habría sido muy diferente. —Geary se obligó a leer la lista de naves perdidas lentamente.
Puede que haya sido una confrontación casi unilateral pero hasta en una victoria tan clara el ganador pierde algo
—. ¡Mierda! —Geary acababa de ver el nombre del buque de guerra que se encontraba en el primer lugar de la lista y sintió una sensación de entumecimiento en su interior. La
Arrogante
. Perdida indefectiblemente. Comandante Hatherian. Lo siento.

—¿Señor? —La capitana Desjani miró por encima de Geary—. Ah. La
Arrogante
. Estallido del núcleo de energía.

Geary no pudo mirarla.

—¿Tiene alguna idea de lo que sucedió? —inquirió.

—Está en el archivo resumen, señor. ¿Lo ve? Durante la primera batida de la Zorro Cinco Dos sobre la formación síndica, la
Arrogante
pasó cerca de varias unidades más ligeras que, cubiertas por el fuego de unos buques de guerra síndicos, se lanzaron al ataque. La
Arrogante
se movió para ponerse por encima de ellas y ser ella la que disparase primero. —Desjani asintió con la cabeza y su gesto se ensombreció—. El comandante Hatherian demostró ser un buen oficial al mando.

—Sí. —Geary no creía que pudiese decir nada más, consciente de que si no hubiese trasladado a Hatherian a la
Arrogante
, el oficial estaría ahora en la
Orión
y seguiría con vida. Pero también, si no le hubiera dado el mando de la Zorro Cinco Dos al capitán Numos y si Numos no hubiese dilapidado su ventaja de maniobra, y permitido por ende que algunas de sus naves se quedaran atrapadas bajo la concentración de fuego enemigo, entonces la
Arrogante
no habría tenido que sacrificarse para proteger a esas naves.
También eso fue culpa mía. Fui yo quien tomó la decisión de poner a Numos al mando a pesar de que no me fiaba de él
—. También hemos perdido algunas unidades ligeras.
Daga, Veloz, Venenosa.
Y otro crucero pesado. El
Ingrato.

—Sí, es una pena también. Necesitamos todas las escoltas que podamos tener. Pero hemos recuperado a parte de sus tripulaciones —se consoló Desjani.

Geary se quedó mirándola, tratando de comprender cómo un oficial de flota, cómo un ciudadano de la Alianza, podía asumir con tanta tranquilidad la pérdida de naves y tripulaciones. Desjani parecía en parte triste por las pérdidas, pero también en parte jubilosa al mismo tiempo.
¿De verdad se ha vuelto tan bárbaro mi pueblo como para que no les importe perder naves y tripulantes?

En ese momento Desjani señaló la lista de bajas y su rostro se entristeció de una manera que a Geary le sirvió de alivio.

—En toda victoria hay que pagar un peaje, hasta en una de las suyas, señor. Con todo, ninguno de los que hoy hemos perdido tenía razones para temer verse cara a cara con sus antepasados. —Desjani meneó la cabeza, con la mirada distante—. Después de la batalla de Easir, no sabíamos qué pensar. Seguimos en posesión del sistema, pero el precio que tuvimos que pagar fue enorme. Perdimos todos y cada uno de nuestros cruceros de batalla en el sistema y la mitad de nuestros acorazados. Nuestras escoltas ligeras se vieron diezmadas. Fue un intercambio casi de nave por nave con los síndicos, ¿pero realmente honramos a nuestros antepasados perdiendo tantas naves? En un caso como aquel uno nunca lo sabe a ciencia cierta. —Desjani hizo una nueva pausa—. Por aquel entonces yo era una joven teniente. Me ascendieron a capitana de corbeta. Hacían falta muchos oficiales.

Oh, mierda. No lo había comprendido en toda su extensión. Geary asintió sin hablar, tratando de encubrir lo embarazoso que le resultaba aquello y la vergüenza que le producía haber pensado que a Desjani y a los demás no les importaban las bajas. Sí que les importan. Pero se han acostumbrado a ello. Han visto morir a tantos, tantas veces. Es la vida misma, así que no dejan que algo así los supere.

Geary se preguntó cuántas naves y cuántos tripulantes habrían muerto en Easir. Se preguntó si alguna vez tendría el valor de echar la vista atrás a la historia de la batalla para enterarse. Tú lo sabías, Geary. Sabías que habían tenido que afrontar un número terrible de bajas, año sí y año también. Pero realmente no llegaste a ser consciente de lo que aquello significaba. No comprendías cómo se estaban sintiendo a causa de aquello. Es algo a lo que se han acostumbrado, se han acostumbrado a ver morir a sus amigos y camaradas como a cualquier otro. Yo todavía no me he acostumbrado. La guerra, esta guerra, sigue siendo algo nuevo para mí, a pesar de que tengo ya un siglo a mis espaldas. Geary volvió a sentir el frío en su interior, pensando en los miembros de su tripulación que habían muerto hacía tiempo en Grendel. Y entonces, por primera vez, se preguntó si Desjani había sentido alguna vez aquel frío al recordar a sus camaradas muertos.

Geary estiró la mano y sujetó a Desjani con firmeza por el hombro, lo que le granjeó una mirada de sorpresa por su parte.

—Todos ellos nos honraron, Tanya. A nosotros, a sus ancestros, a los que sobrevivimos para vencer en esta batalla. Gracias.

Desjani parecía confusa.

—¿Por qué, señor?

—Por honrar su memoria con sus propios esfuerzos. Por continuar la labor por la que ellos murieron —explicó Geary.

Desjani apartó la vista y meneó la cabeza.

—No soy la única, capitán Geary —recordó Desjani.

—Lo sé. —Geary dejó que su mano cayera—. Pero me siento honrado de haberla conocido a usted y a todos los demás tripulantes de esta nave.

Geary volvió a mirar la lista de nuevo, repasando el número de naves destruidas y siguiendo después por el largo recuento de daños sufridos por las otras naves. Esa lista era mucho más larga, pero ninguna de las naves que se encontraban en ella había recibido daños de gravedad. Aun así, había hombres y mujeres que habían muerto a bordo de las naves al penetrar el fuego enemigo en los compartimentos. Geary se percató de que Desjani lo estaba observando fijamente.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—No sé si comprende lo que ha ocurrido aquí, capitán Geary. Le he hablado de Easir. Los que siguieron vivos después de esa batalla se consideran a sí mismos como supervivientes. No hay orgullo alguno en ello y, como decía, no hay gloria. Pero usted ha hecho algo en Kaliban. —Desjani señaló a la lista de fallecidos—. Sus descendientes se sentirán muy orgullosos de que sus antepasados murieran aquí, lo mismo que todos y cada uno de los integrantes de esta flota, que lucirán su orgullo por haber estado aquí durante el resto de sus vidas.

Geary meneó la cabeza.

—No ha sido una batalla ni mucho menos pareja. Desde el comienzo fuimos superiores en número a los síndicos, por un amplio margen además. Incluso si dejamos al margen lo desastroso de las tácticas empleadas por el comandante síndico, tampoco ha sido una gran victoria. —Geary se detuvo ahí y no añadió que sospechaba que había gente que no se sentiría demasiado impresionada por la victoria.

Geary hizo una pausa momentánea, bajó la vista, cerró los ojos y respiró lenta y profundamente para relajarse.
Estoy empezando a odiar de verdad estas conferencias con la flota.
El capitán volvió a alzar la cabeza y miró alrededor de la mesa.

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