Número dos en las listas de diputados del PP de Madrid a las elecciones del 14 de marzo de 2004, ¿desea volver a optar en las elecciones de 2008 al escaño que tuvo que abandonar al ser nombrado en el FMI? ¿Es acaso ello contradictorio con las «razones personales» que le han llevado a renunciar?¿Es que a sus 58 años ha llegado el momento de construir un importante patrimonio personal y familiar?
El hecho es que desde el momento en que abandona el FMI, el 31 de octubre de 2007, y se reinstala definitivamente en España, porque en realidad nunca pierde el contacto, ni está ausente mucho tiempo seguido, Rato ve las puertas del PP cerradas. Su relación distante con Rajoy no mejora con su retorno.
Un mes después de su reinserción plena en la vida española, el 4 de diciembre de 2007, el banco de inversión Lazard anuncia que Rato se incorpora a su estructura internacional a partir del 1 de febrero de 2008 en calidad de director general
sénior.
«Abrir puertas, asesorar grandes fusiones y adquisiciones, aprovechar una agenda llena de políticos, banqueros y empresarios de todo el mundo» informa Bruce Wasserstein, presidente ejecutivo del grupo. Insiste: «Rato aporta abundantes conocimientos en materia económica y relaciones en el sector público y el sector privado por su perfil en altos cargos financieros». ¿Su sueldo? Es un secreto. Lazard explica que los emolumentos de Rato «están sujetos a la confidencialidad propia de estas operaciones». Rato cobra como los ejecutivos de la banca de inversión: un salario fijo y una parte importante sujeta al éxito de las operaciones en las que participe, en acciones y opciones sobre acciones de Lazard, entidad que cotiza en la Bolsa de Nueva York. Para su nivel se estima un salario de cuatro millones de dólares (2,7 millones de euros), que se dividen en 500.000 dólares de sueldo base y 3,5 millones en
bonus
y otros incentivos. Según esta cantidad, habría multiplicado por seis veces su salario de alrededor de 400.000 dólares en el FMI. El 11 de enero de 2008, el Banco Santander anuncia que ha fichado a Rato para incorporarle a su consejo asesor internacional con una remuneración de 200.000 euros anuales.
Las «razones personales» oficialmente asumidas en su comunicado del 27 de junio de 2007 para renunciar al FMI y su versión oficiosa, difundida ese mismo día en Washington, de que no vuelve a la política, parecen una relación de causa efecto. Rodríguez Zapatero, quien como presidente electo da, en la segunda semana de marzo de 2004, su apoyo para que Rato sea el candidato favorito para hacerse con el timón de una de las más poderosas instituciones mundiales, dice tiempo después:
—Hay solo tres personas que aparte de Rato conocen el motivo por el cual renunció al FMI. Son el exprimer ministro británico, Gordon Brown; el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, y… yo.
El 10 de enero de 2011, la Oficina de Evaluación Independiente (OEI) del Fondo Monetario Internacional (FMI) publica un análisis del comportamiento de la institución durante el periodo de gestación de la crisis: «El desempeño del FMI en el periodo previo a la crisis financiera y económica: la supervisión del FMI de 2004 a 2007». Un equipo de seis economistas directamente, otros dos colaboradores, un intercambio de opiniones con los participantes en tres talleres celebrados en julio de 2009, noviembre de 2009 y abril de 2010, comentarios de otros cinco economistas y un chequeo de puntos de vista con un
grupo asesor,
integrado por diez economistas de reconocido prestigio internacional (Harriad Al-Sayari, Otmar Issing, Jin Liqun, Tito Mboweni, Rachel Lomax, Guillermo Ortiz, Yaga Venugopal Reddy, Eisuke Sakakibara, Edwin Truman y William White) permiten completar el estudio.
El resultado es una crítica devastadora al nulo papel de la institución. «El FMI no previó la crisis, el momento en que se produciría ni su magnitud, por lo cual no pudo advertir de la misma a sus miembros. Pero este no es el parámetro utilizado aquí para evaluar la conducta del FMI. En su lugar, la evaluación se centra en determinar si el FMI detectó los riesgos y vulnerabilidades que llevaron al sistema financiero a una situación de fragilidad, y los mensajes del FMI con respecto a estos riesgos y vulnerabilidades».
He aquí el resumen: «Esta evaluación analiza el desempeño del FMI en el periodo previo a la crisis financiera y económica mundial y presenta recomendaciones para reforzar la capacidad del FMI para discernir los riesgos y vulnerabilidades y alertar a sus países miembros en el futuro. Esta evaluación concluye que el FMI proporcionó pocas señales claras de advertencia sobre los riesgos y vulnerabilidades vinculados a la crisis inminente antes de que esta estallara. El mensaje general fue de continuo optimismo tras más de una década de condiciones económicas benignas y un bajo nivel de inestabilidad macroeconómica. El FMI, en la supervisión bilateral realizada con respecto a Estados Unidos y el Reino Unido, respaldó en gran medida las políticas y las prácticas financieras que, consideraba, promovían la rápida innovación y el crecimiento. La creencia de que los mercados financieros eran fundamentalmente sólidos y de que las grandes instituciones financieras podrían sobrellevar cualquier problema que pudiera surgir disminuyeron la necesidad urgente de hacer frente a los riesgos o la preocupación por la posibilidad de serias consecuencias adversas. Tampoco se prestó la suficiente atención en la supervisión a los riesgos de contagio o propagación de una crisis en las economías avanzadas. Estas economías no fueron incluidas en los análisis de vulnerabilidad iniciados después de la crisis asiática (1998), pese a las discusiones internas y a las solicitudes presentadas a tal efecto por miembros del Directorio y otros».
La evaluación señala que si bien durante la actividad pública del FMI se apuntaron muchos problemas que más tarde afloraron con la crisis, de acuerdo con la justificación presentada ante los auditores por Rodrigo Rato en sus alegaciones, ello no implica una política sistemática del FMI para detectar y prevenir los fallos.
El informe matiza: «Algunos de los riesgos que posteriormente se materializaron fueron identificados en diferentes momentos en el “Informe sobre la estabilidad financiera mundial”
(Global Financial Stability Report),
pero se presentaron en términos generales, sin una evaluación de la magnitud de los problemas, y quedaron oscurecidos por el tono en general positivo de la evaluación global presentada. Estos riesgos no quedaron reflejados en el informe sobre las “Perspectivas de la economía mundial”
(WorldEconomic Outlook),
ni en las declaraciones públicas del FMI. Como correspondía, el FMI destacó apropiadamente la urgencia de hacer frente a los grandes desequilibrios mundiales en la balanza de pagos por cuenta corriente, que, en su opinión, creaban el riesgo de provocar una desvalorización rápida y abrupta del dólar que podría desencadenar una recesión mundial. Pero el FMI no estableció una vinculación entre estos desequilibrios y los riesgos sistémicos que se estaban acumulando en los sistemas financieros».
¿Cuáles son los motivos por los cuales el FMI es incapaz de detectar los eslabones de la crisis y actuar en consecuencia?
Los auditores señalan: «La capacidad del FMI para detectar riesgos y vulnerabilidades importantes y alertar a los países miembros se vio limitada por la compleja interacción de diversos factores, sobre muchos de los cuales se había alertado antes aunque no fueron atendidos cabalmente. La capacidad del FMI para identificar correctamente los crecientes riesgos se vio obstaculizada por un alto grado de pensamiento de grupo, una tendencia general a pensar que era improbable una fuerte crisis financiera en las grandes economías avanzadas y enfoques analíticos inadecuados. Un débil régimen de gobierno interno, la falta de incentivos para integrar el trabajo de las distintas unidades y plantear opiniones contrarias, y un proceso de revisión que no lograba atar cabos o asegurar que se siguieran todos los pasos necesarios también jugaron un papel importante, en tanto que las limitaciones políticas posiblemente también hayan influido en cierta medida».
Por tanto, había un prejuicio, o un pensamiento consolidado, en el cual una crisis de proporciones sistémicas simplemente no entraba en los cálculos. O, por decirlo en términos de la literatura española, existen unos «intereses creados» que obstaculizan la capacidad intelectual de economistas y analistas.
El estudio cubría los años de gestión de Rodrigo Rato como director gerente del FMI, pero no le nombraba, ya que su presencia al frente de la institución durante el periodo analizado resulta obvia, restando los cuatro meses de 2004 en los que Horst Khóler le había precedido, y los dos meses de su sucesor a partir del 1 de noviembre de 2007, Dominique Strauss-Kahn.
¿Y Raghuram Rajan?
Sí, Raghu estaba presente. No podía ser de otro modo. Era, de hecho, el testigo de cargo.
«El consejero económico del FMI había advertido del aumento de los riesgos en el sector financiero en una conferencia organizada por la Reserva Federal en Jackson Hole, en agosto de 2005. Contrariamente a la opinión predominante, Rajan observó que, en ciertas condiciones, la innovación financiera podría dejar a los países más expuestos que en el pasado a turbulencias inducidas por el sector financiero, pese a que dicha innovación permite al sector financiero distribuir los riesgos de manera más amplia. Alertó de que una pérdida de confianza en un contexto en que los seguros por riesgo de incumplimiento del deudor
(credit default swaps)
estaban registrando un crecimiento exponencial y en que el ahorro era administrado cada vez más por intermediarios no bancarios, podría paralizar el mercado interbancario y precipitar una crisis de liquidez en toda regla. También explicó la forma en que estaban aumentando los incentivos para asumir riesgos y de qué manera esto podría hacer que los precios de los activos se apartaran del curso justificado por las variables económicas fundamentales, lo cual se acentuaría en un entorno de tipos de interés bajos». En consecuencia, Rajan destacaba la necesidad de una «mayor vigilancia de las autoridades de supervisión… para contener las burbujas de precios de los activos», y señalaba que los bancos centrales deberían «mantenerse atentos a toda posible insuficiencia de liquidez agregada». Llegaba a la conclusión de que «debemos estar preparados para una desaceleración, cuya probabilidad es baja pero tendría un alto coste».
La evaluación añadía: «El discurso de Rajan fue publicado en la página web del FMI, en Internet, y Rajan presentó sus opiniones en diversas ocasiones y publicaciones. Pese a la importancia del cargo de Consejero Económico, no se dio seguimiento a los análisis e inquietudes planteadas por Rajan: sus opiniones no influyeron en el programa de trabajo del FMI ni en los documentos emblemáticos publicados después del discurso de Jackson Hole».
El consejero económico y director de investigación, Raghu Rajan, dependía directamente, según el organigrama del FMI, del director gerente, Rodrigo Rato.
La dirección, pues, se limitó, según viene a decir la evaluación, a poner su texto en la página web. Y, como hemos visto, la versión abreviada había quitado uno de los párrafos que empezaría a dar, dos años después, en la diana.
Al publicarse este informe, Rodrigo Rato ya lleva un año en Caja Madrid, cargo al que accede después de una dura batalla entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy. El candidato de Esperanza Aguirre para ocupar la presidencia de la caja es el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, cuyo enfrentamiento con Rajoy es público y notorio. Rajoy, pues, apoya a Rato, que cuenta a su vez con el respaldo de Rodríguez Zapatero, del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y del secretario general del Partido Socialista de Madrid, Tomás Gómez.
Rato anuncia, el 2 de marzo de 2011, el nacimiento de la nueva entidad de crédito Bankia, producto de la fusión de siete cajas de ahorro: Caja Madrid, Bancaja, Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja. Como parte del proyecto de saneamiento de la nueva entidad se crea un «banco malo», al que se le traspasa el suelo adjudicado y la financiación para la compra de suelo en situación dudosa o subestándar, y se promueve su salida a Bolsa, en julio de 2011.
De estar al frente del FMI durante la gestación de la mayor crisis económica y financiera desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, y recibir las críticas por la incapacidad de dicho organismo por alertar sobre lo que se incubaba, por su pensamiento grupal o endogámico, Rodrigo Rato pasa a dirigir una de las principales entidades de crédito de España, que, tras absorber una parte del sistema financiero de las cajas, se sitúa en el epicentro de la crisis financiera pendiente de resolver en España.
Si la Oficina de Evaluación Independiente del FMI hace una crítica demoledora al comportamiento de la institución durante la gestación de la crisis financiera que desemboca en la Gran Recesión, hay otras instituciones que sí han hecho advertencias muy serias sobre lo que se incubaba. Y son totalmente ignoradas. O acalladas.
París, domingo, primero de noviembre, 2009.
William White me espera en el hotel Nicolo, en el distrito municipal número 16, muy cerca del cháteau de la Muette, construido en el siglo XVI por Carlos IX para la reina Margot, sede de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), entidad que reúne a los 34 países más ricos del planeta, el 70 por ciento del Producto Bruto Mundial. El Nicolo es un hotel tan austero como discreto. Va como anillo al dedo a la personalidad de White, uno de los «búhos sabios» que ha visto venir la crisis devastadora de 2008 y que con bastante anticipación, ya en 2003, propuso junto con su colega en el Banco de Pagos Internacionales (BPI), el economista italiano Claudio Borio, actuar de forma preventiva para pinchar la burbuja del crédito a través de una subida de tipos de interés. Ambos proponían ir en contra de la estabilidad de las tendencias inflacionistas y el vigor de la actividad económica que aparecía en la superficie.
Bill White tiene 69 años, es un economista canadiense que llega al BPI en 1995 para hacerse cargo del puesto de consejero económico y responsable del departamento económico y monetario. Antes, White ha trabajado veintidós años en el Banco de Canadá y tres años en el Banco de Inglaterra. El BPI es llamado «banco central de bancos centrales». Forman parte de él 58 bancos centrales del mundo. Y su consejo, que se reúne mensualmente, está formado por dieciocho miembros. Seis gobernadores, o presidentes de bancos centrales, son miembros natos (Reserva Federal de Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Bélgica). White formará parte del panel de expertos que consultará la Oficina de Evaluación Independiente para analizar la conducta del FMI durante la crisis.