Authors: Leandro Palencia
"HOLLYWOOD QUEER" presenta un recorrido biográfico y temático por la historia de las sexualidades cinematográficas tradicionalmente designadas como "gay", lesbiana, bisexual y/o travestí. Identidades sexuales variadas y fluidas como las de Jean Arthur, Marión Brando, Marcel Carné, Montgomery Clift, R.W. Fassbinder, Jodie Foster, Greta Garbo, Cary Grant, Todd Haynes, Katharine Hepbura, Derek Jarman, Charles Laughton, Vincente Minnelli, Marilyn Monroe, Nicholas Ray, etc. Sin olvidar otras imágenes que construyeron espacios "queer" como Howard Hawks, Mae West o Bing Crosby & Bob Hope. Desde las imágenes negativas del cine pre-homosexual hasta la generación "queer" post sida pasando por lo "camp", el cine negro, las "arag queens", los invertidos, el homoerotismo, o el "new queer cinema". Un rico mosaico con miles de ejemplos que conjugan de un modo conciso información, análisis y anécdotas. Para todos los aficionados al cine.
Una introducción para comprender la emergencia de la teoría "queer" en el campo de los estudios fílmicos durante los últimos quince años. La primera guía de referencia en castellano.
Leandro Palencia
Hollywood queer
ePUB v1.0
Polifemo702.02.12
PUBLICADO POR T&B EDITORES
Barquillo 15 A. 28004 Madrid. España
Tfno: 91 523 27 04. www.cinemitos.com/tbeditores
DISEÑO DE LA PORTADA: Carlos Laguna
ILUSTRACIONES: Archivo T&B Editores
PRIMERA EDICIÓN: Marzo de 2008
© Leandro Palencia, 2008
© T&B Editores, 2008
ISBN 13: 978-84-96576-66-7
Depósito legal: M-10069-2008
Impreso en España — Printed in Spain
A J.G. Requena
«Estaba resuelto a no permitir que una sociedad
procreadora destruyera este amor. Al comer con
unos amigos que hablaban de su tediosa carrera
libertina, pensaba: soy gay, soy gay, por fin me he
liberado. Duró poco tiempo.»
(John Cheever, Diarios, 1978)
—¿Por qué usas esa palabra?
—¿Qué palabra?
—
Queer.
...
—¿Por qué no te gusta la palabra?
—No, no importa. Ha sido un malentendido.
—¡Ya lo entiendo!
Queer.
Madre mía... Homosexual.
—¿Qué?
—Homosexual. Se debería decir en vez
de queer,
en esa acepción. Homosexual.
—No tiene importancia. No me preocupa.
—¿Sientes lo mismo con
mariquita
que con
queer?
—Sí, en realidad, ya que lo preguntas.
Butley
(Harold Pinter, 1973)
Los homosexuales, al igual que ha ocurrido con otros grupos sociales habitualmente excluidos del sistema cultural de representación dominante —como la clase obrera, las mujeres o los negros—, raramente han visto reflejada su propia realidad en el cine. Pero han mantenido una especial relación con éste por diversos motivos. Motivos que no se reducen al terreno de la creación artística, donde el prestigio de la sensibilidad homosexual se ha convertido en tal estereotipo que se la ha equiparado con una de las cualidades del artista. También es cierto, como afirma Caroline Sheldon, que muchos homosexuales han reclamado la esfera de lo artístico como su propio territorio. Uno en el que las obras de arte que produjera justificaría el rechazo social al que se ven abocados por culpa de su identidad sexual. O en palabras de Susan Sontag, «Los homosexuales han apoyado su integración en la sociedad con la promoción de su sentido estético».
Si el cine es especialmente importante para la mayoría de los homosexuales es porque se constituyó en un espacio fundamental para formar, definir, expresar y transformar los discursos sexuales y subjetividades sociales de los mismos.
El nacimiento del cine coincide con la divulgación de los conceptos de homosexualidad y heterosexualidad por parte de los discursos científicos-médicos. La palabra homosexual aparece hacia 1892, cuando C.G. Chaddock la utiliza en su traducción de la "Psychopathia sexualis" (1869) de Kraft-Ebbing. Antes se utilizaban términos como catámito, sodomita, sodomizar y sodomía, aparte de otros insultos. La expresión homosexual procede etimológicamente del griego
"homo"
(que significa igual) y no del latín
"homo"
(hombre). Con el término homosexual se crea y establece, en vez de definirse, un modelo de comportamiento propio de ciertos seres humanos. La homosexualidad queda definida entonces como una perversión sexual. Y sus practicantes son catalogados como invertidos frente a la "normalidad" heterosexual.
A la par que se difunde el invento del cinematógrafo, a finales del siglo XIX y principios del XX, se desarrollan las subculturas homosexuales en ciudades de Europa y EE.UU. Según Brett Farmer, gracias al cine los homosexuales construyen una identidad comunitaria, una identidad
queer.
A través del cine los homosexuales, que tradicionalmente se han mantenido aislados unos de otros, pueden comunicar y compartir sus vivencias. Las salas de cine se convierten en su punto de encuentro privilegiado. Tanto para las relaciones sociales como para las sexuales. También en las salas de cine los homosexuales proyectan, confirman y conforman sus deseos y emociones gracias a las estrellas, los personajes y las historias de las películas.
Paradójicamente, la mayoría de esas películas se servían de unos modos de representación heterosexuales cuyas estructuras narrativas utilizaban estrategias homofóbicas. Y es que, como señala Jesús González Requena, el cine clásico de Hollywood se basa en el relato mítico. Pone en escena el deseo de un hombre hacia una mujer, a quien el héroe debe conquistar como su objeto amoroso. La estructura del relato del cine clásico se establece en términos de género, es decir, de ser un hombre o una mujer. Esa estructura escribe una convencional y coherente diferencia sexual por medio de la implicación emocional o un intenso proceso de identificación con lo que debe ser lo masculino o lo femenino. Pone en escena un modelo heterosexista en el que se identifica a lo masculino con el orden simbólico y a lo femenino con lo real. Modelo heterosexista que ignora a los homosexuales ya que estos quedan en los márgenes de las relaciones entre hombres y mujeres. Homosexuales, por tanto, entendidos como una categoría sexual negativa.
Para el cine clásico, lo homosexual es menos un personaje que un síntoma, la señal de una identidad sexual siempre incierta que sólo se puede connotar metonímicamente. Es decir, referirse a ella por medio de otra cosa. Una imposibilidad de la representación homosexual que provoca la ocultación de lo
queer
en el cine
mainstream,
el cine mayoritario y/o comercial. Éste siempre ha sentido debilidad por la ambigüedad sexual, las amistades viriles o femeninas dudosas, el travestismo, las mujeres masculinas, los hombres elegantemente afeminados, etc. Y en ese sentido se puede considerar a Hollywood como el centro del universo homosexual. Lo curioso es que ya lo fue incluso antes de su fundación, pues los misioneros españoles que colonizaron el futuro Los Angeles describieron horrorizados lo extendida y aceptada que estaba la fluidez sexual entre los nativos. Tal como se puede comprobar en
Pequeño gran hombre
(Arthur Penn, 1970), donde salen los bardajes, travestis de distintas tribus amerindias que cambiaban de apariencia y orientación sexual según el rol social, el papel social, con el que en ese momento se identificaban.
Sin duda el cine es el arte del siglo XX, uno que difunde relatos que propagan valores sociales o culturales mediante los cuales una sociedad se reconoce, justifica y transmite.
Así, en los sueños y deseos que genera se hallan implícitos ciertos modelos de conducta. Pues el cine pretende decirnos qué vemos y qué pensamos de nosotros mismos y del mundo. Toda sociedad funciona y se mantiene por una clase de terrorismo moral que presenta sus instituciones, costumbres y valores como únicos y superiores; necesarios e inmutables; sin los cuales consideraría que la vida es sólo caos y vacío. Las minorías que no se sientan identificadas con esos relatos constituyen una especie de amenaza para la mayoría. Mayoría que los ve con miedo, desconfianza y hasta con odio. Como toda creación, una película es el producto de una cultura y de un momento histórico. Hablar de cine estadounidense es prácticamente hablar de la totalidad de la historia del cine.
De todas las instituciones culturales probablemente el cine es la que más ha definido la sexualidad. Desde sus orígenes, el cine, especialmente el clásico de Hollywood, ha estado fascinado y obsesionado por cómo representar la homosexualidad, ya fuera en imágenes o indirectamente en subtextos, es decir, en aquello que se da por entendido pero que no se dice claramente. Por ejemplo,
Experimental Sound Film
(W.K.L. Dickson, 1894/95) muestra un momento
queer
al verse bailar a dos hombres juntos, pues sin un contexto narrativo, una trama, que interprete esa proximidad física entre dos individuos del mismo sexo puede entenderse que entra en conflicto con la regla que exige parejas heterosexuales para bailar. En todo caso, si aquellos dos hombres aparecían bailando era porque no había mujeres que trabajaran en el laboratorio de T.A. Edison donde se filmó la cinta.