Hollywood queer (7 page)

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Authors: Leandro Palencia

BOOK: Hollywood queer
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En ningún momento he pretendido analizar, definir o reivindicar una identidad homosexual, cuál fuera su subjetividad y sensibilidad. Ni desentrañar qué es el cine o una producción homosexual. O si hay una estética o estilemas que lo caractericen. La enunciación de un cine homófilo o cuál sean sus efectos sobre los espectadores.

Si no he documentado las citas y las fuentes con meticulosidad es porque son muy numerosas. También he relacionado la bibliografía obviando los innumerables artículos en prensa. Las películas son mencionadas según fueron estrenadas en España siempre que este hecho se produjera. Y prácticamente la totalidad de las llamadas de los diálogos son de mi propia trascripción.

Quisiera agradecer a Javier Acosta, Jesús González Requena, Alberto Mira, Arturo Ramoneda, Ventura Pons y Sonia Viramontes por su inestimable y generosa ayuda así como apoyo al igual que a la Biblioteca Nacional de Madrid.

A
ALMENDROS, NÉSTOR

Néstor Almendros Cuyás

30 de octubre de 1930 en Barcelona (España)-4 de marzo de 1992 en Nueva York (EE. UU.)

Condujo su vida emocional y sexual con gran discreción. Ni siquiera en su autobiografía, "Días de una cámara" (1980), hace la menor alusión a que fuera gay. Tal como asegura François Truffaut en el prólogo, se trata más bien de la crónica de la vocación de un artista y de sus observaciones profesionales. Muy amigo de Manuel Puig, helenófilo por ser la patria de la homosexualidad, murió de linfoma por complicaciones relacionadas con el sida. Junto a Orlando Jiménez Leal rodó el galardonado documental
Conducta impropia
(1984) que recoge los testimonios de 28 exiliados cubanos. Víctimas del homófobo estado marxista cubano, perseguidor a finales de los años sesenta de los "disidentes sexuales", para internarlos en Unidades Militares de Ayuda a la Producción, eufemismo de inmisericordes campos de concentración donde se les "reeducaba", sexual y cívicamente. El caso particular del escritor gay Reinaldo Arenas se puede ver en
Antes de que anochezca
(Julian Schnabel, 1993). Para el comunismo la homosexualidad es una actitud burgués decadente. Tal como declaró Almendros, en
Conducta impropia
«El problema de la opresión de los gays es (una) metáfora de la opresión aún mayor que se vive en Cuba», donde se reprime y prohibe lo desviado, lo distinto, lo extraño. La infracción de los derechos humanos contra los homosexuales «es sólo un aspecto, quizá el más absurdo, de una mayor represión». La película china
East Palace, West Palace
(Zhang Yuan, 1996) también se servirá de la homosexualidad no como un tema en sí sino como una alegoría con la que criticar la opresión política. Intelectuales de izquierdas acusaron a Almendros de que formaba parte de una campaña de desprestigio contra el Gobierno de Fidel Castro. Este había autorizado en 1993 la realización de
Fresa y chocolate
(Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Taibó, con la que presuntamente se quiso expurgar los errores del pasado, pero que en realidad era un intento de limpiar la imagen de la revolución castrista. Parte se ambientó en el mismo tiempo que
Conducta impropia
pero evita contar que esa homofobia seguía produciéndose en la isla. Curiosamente, Gutiérrez Alea declaró que «Mi película va más allá de la homosexualidad, trata de la incomprensión del que es diferente, del derecho a ser disconforme).
Fresa y chocolate
se convirtió en Cuba en la película nacional más vista. Almendros también codirigió otro documental sobre los derechos humanos en Cuba,
Nadie escuchaba
(1988), esta vez con Jorge Villoa.

Almendros fue uno de los directores de fotografía más aclamados. Le gustaba desmitificar la importancia del equipo o del saber técnico en favor de la sensibilidad del artista. Prefería la luz natural y rodar en exteriores, buscando la verosimilitud antes que los efectos artificiales. Exiliado del franquismo se marchó con 18 años a Cuba para reencontrarse con su padre. En La Habana funda el primer cine-club del país junto a Guillermo Cabrera Infante y Gutiérrez Alea. Su «entrada dentro del mundo del cine, (fue) mi primer momento de conciencia«, al considerarlo no un mero entretenimiento sino una forma artística. Estudia cine en Nueva York (1955/56) y Roma (1956/57) y al triunfar la revolución en 1959 regresa de Nueva York a Cuba para hacer una serie de documentales propagandísticos, políticos y educacionales. Decepcionado por la asfixiante dictadura castrista se instala en Francia y a punto de abandonar su sueño de trabajar en el mundo del cine tiene un golpe de suerte y le ofrecen un día de prueba en un episodio que dirige Eric Rohmer para la película colectiva
París vu par...
(1964), lo que le permite darse a conocer entre los directores de la
Nouvelle vague.
Desde entonces se convierte en habitual de Rohmer (siete películas) o Truffaut (nueve). Desde 1978 realiza incursiones en el cine estadounidense, año en el que recibe el Oscar a la mejor fotografía por
Días del cielo
(Terrence Malick, 1978). Sólo trabajó en una ocasión en el cine español,
Cambio de sexo
(Vicente Aranda, 1977).

ALMODÓVAR, PEDRO

Pedro Almodóvar Caballero

24 de septiembre de 1949 en Calzada de Calatrava (España)

Al principio de su carrera declaraba que el rodaje de una película era como «estar enamorado de un chico» pero él no se considera un director gay
per se.
En 1988 aseguró que odia «las manifestaciones homosexuales muy obvias (y) la sensibilidad gay». Quizá por eso, raramente aborda lo homosexual en relación con la sociedad heterosexual, si bien sus películas subvierten las identidades fijas, las cuestiona, pues para Almodóvar son intercambiables y transferibles. Especialmente gracias al cambio de sexo, lo que implica que el género es una representación y no un imperativo biológico. Sus personajes nunca son exclusivamente heterosexuales u homosexuales, ellos representan sus identidades según lo que eligen en cada momento. A pesar de una visión tan
queer
algunos activistas gays le han criticado sexualidad tan ambigua. Porque no representa conscientemente el género. Porque a veces se queda en mero artificio. Porque no está preocupado en afirmar la dignidad de una identidad homosexual, etc. Se ha llegado hasta a afirmar la misoginia de su cine, como en el caso d
e Átame
(1989). Aun así, lo femenino está muy presente en su obra, fetichizado y
glamourizado,
representando una fuerza de la naturaleza que no se acobarda ante nada. Según Almodóvar, «Todas mis películas tiene una dimensión autobiográfica, pero indirectamente a través de los personajes». Hasta su muerte en 1999, su madre, Francisca Caballero, solía intervenir en sus películas en cameos.

Al igual que muchos otros en busca de prosperidad Almodóvar emigró del campo a la ciudad en 1967. En su filmografía a veces se puede ver como los protagonistas regresan a su hogar rural como una forma de refugio o de redención, siendo uno de los pocos cineastas nacionales en describir positivamente la llamada España profunda. Primero sobrevive vendiendo objetos en el mercadillo del Rastro y luego durante 10 años consigue trabajo como administrativo en Telefónica, oficio que siempre reconoció le ayudó a escuchar a las mujeres. En la compañía teatral "Los Goliardos" conoce a Carmen Maura, a quien pronto convertirá en su actriz emblemática. Actuando en el grupo de punk rock "Almodóvar & McNamara", escribiendo fotonovelas pornográficas y haciendo comedias costumbristas
underground
con referencias a Andy Warhol y a John Waters se erige en parte significativa del movimiento contracultural madrileño "La Movida". Con el tiempo, Almodóvar acabará convirtiéndose en el símbolo de la democracia española, un fenómeno tanto cultural como comercial. En España, el calificativo "almodovariano" designa cualquier cosa de temática gay y
look camp,
como en películas tipo
Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí
(Félix Sabroso y Dunia Ayaso, 1996) o en la obra de cineastas como Ramón Salazar.

Sus películas mezclan situaciones absurdas con situaciones de la vida cotidiana y suelen ser
camp,
coloristas, tragicómicas, postmodernas, obsesionadas con el sexo, la literatura, etc.
Pepi, Luci y Boom y otras chicas del montón
(1980) presenta una simpática relación lesbiana entre una ama de casa madura y una punk adolescente, si bien su único contacto sea una "lluvia dorada" y ningún beso.
Laberinto de pasiones
(1982) toca con desenfado el tema de la homosexualidad y en ella aparece Almodóvar travestido y maquillado cantando "Quiero ser mamá". En el estreno en Madrid de
Entre tinieblas
(1983), tragedia lesbiana de imaginería católica, hay una amenaza de bomba. En
¿ Qué he hecho yo para merecer esto ?
(1984) se vende un hijo a un dentista pederasta. En
Matador
(1986) el detective es gay, del mismo año es
La ley del deseo
sobre la convivencia gay.
Mujeres al borde de un ataque de nervios
(1988) se inspira en
La voz humana
de Jean Cocteau y le catapulta internacionalmente «sin una mala cagada, ni una mala meada ni una mala mamada», tal como afirmó. En
Tacones lejanos
(1991) Miguel Bosé es juez de día y travestí de noche. En
Kika
una sirvienta está enamorada de su patrona.
Todo sobre mi madre
(1999) recibe el Oscar a la mejor película extranjera y según Steven Marsh se estructura alrededor de los autores gays Truman Capote, Federico García Lorca y Tennessee Williams. En ella vemos a un travestí, una transexual y una pareja lesbiana que más o menos reproducen los esquemas de la heterosexualidad. Con
Hable con ella
(2002) gana el Oscar al mejor guión original y algunos la critican por reafirmar la idea estereotipada de que sólo un gay —presunto gay— pueda saber cómo se ama de verdad a una mujer.
La mala educación
(2005) vuelve a centrarse en una relación gay. El diseñador francés Jean-Paul Gaultier es uno de sus colaboradores habituales, quien suele incorporar elementos gays en sus diseños de ropas masculinas.

AMENÁBAR, ALEJANDRO

Alejandro Fernando Amenábar Cantos

31 de marzo de 1972 en Santiago de Chile (Chile)

En noviembre de 2002 ya había insinuado su identidad sexual a la revista "Shangay Express" pero no fue hasta septiembre de 2004 que declaró en la misma que si la mantuvo oculta fue para no afectar a familiares de edad avanzada, aunque ya «no me importa reconocer que soy gay. Siempre he tratado de ser consecuente y de llevarlo todo con normalidad, a la vez que con mucha discreción». Ese mes de 2004 también contó a la revista "Zero" cómo fue su "salida del armario" en tiempos de la Universidad, y que nunca temió que su sexualidad afectara a su carrera. Al poco de aprobarse la Ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y su posibilidad de adoptar hijos, ley aprobada el 30 de junio de 2005, el diario "El País" le entrevistó y Amenábar manifestó alegría por la decisión y que «La verdad es que no me he planteado casarme, pero sí la adopción. Quiero adoptar. Me imagino con dos niños».

Mis recuerdos no son históricos, incapaz de fecharlos en un calendario, pero sí son fieles a las situaciones que vivieron. Creo que durante los dos últimos años de carrera tuve el mismo turno de clases que Amenábar. Aunque yo iba diariamente a la Facultad reconozco que pocas veces era para subir a sus aulas (prefería la biblioteca) y si lo hacía raro era que me encontrara con él, era más fácil verlo en los exámenes. Si durante aquellos años alguna vez hablamos dudo que fueran más de 5 veces y dudo más que las conversaciones superarán los dos minutos. Amenábar proyectaba seguridad, una fortaleza que sabía lo que quería. A menudo serio no estaba dispuesto a malgastar el tiempo. Si te miraba parecía que te estuviera radiografiando para buscar dentro de ti algo que le sacara de su propia inexpugnabilidad, reservada y distante. Al menos en algunos detalles, recuerdo tres situaciones con él de protagonista. La primera ocurre en Nochevieja. Mateo Gil —su futuro coguionista y director de
Nadie conoce a nadie
(1999), su gran amigo e hiperheterosexual— me había invitado a celebrar en su piso de estudiante con otros compañeros el cambio de año (¿1995?). La fiesta fue de lo más tranquila. Amenábar, que no vivía en la capital, llegó casi amaneciendo. Al poco de hacerlo se sentó lejos del resto en una silla y se puso a ojear varias baldas con CDs de música. No le interesábamos o quizá se sentía cohibido, pero a veces nos miraba de reojo, como si esperara algo de nosotros. Si no me equivoco sólo habló cuando Gil se le acercó. Algunos, como magnetizados, siguieron su ejemplo. Amenábar explicaba, serenamente, minuciosamente, cuáles eran los defectos y las virtudes en relación con la imagen de la banda sonora de
El Mejor
(Barry Levinson, 1984), una película menor con Robert Redford. No recuerdo porqué pero más tarde, alguien —ahora la leyenda quisiera que fuera el propio Amenábar— abrió un diccionario enciclopédico y proclamó que había descubierto un error en la lista de Oscars que incluía: se lo habían adjudicado a Andrei Tarkovsky siendo la película de Ingmar Bergman (¿cuál de ellas?
¿Gritos y susurros
(1972)? ¿
Fanny y Alexander
(1982)?). La siguiente anécdota ocurre después del estreno de su cortometraje
Luna
en un salón de la Facultad. Días antes, en cada una de sus esquinas, se publicitaba en folios impresos que se trataba de un cortometraje de "Alejandro Amenábar" con letras enormes y en negrita. Ahora sí es 1995 e ignoro cuántos pudieran saber quién era él, supongo que no muchos, amigos y conocidos. Tras la proyección me llamó la atención que Amenábar y sus dos protagonistas, uno de ellos Eduardo Noriega, aguardaran de pie al final del pasillo por el que todos debíamos pasar si queríamos salir. Amenábar estaba pletórico, henchido; creo que era la primera vez que le veía sonriendo, los otros dos, los actores, mucho más nerviosos. Amenábar disfrutaba con toda esa
mise en scène
que acarrea el
marketing
de una obra, no le importaba que lo estuviera orquestando en un salón semiescondido ni que su público fuéramos meros alumnos. Al pasar por su lado, estoy seguro, todos fuimos sinceros con nuestros elogios. Yo desde luego que sí. La última de las situaciones pasa mucho tiempo después del éxito de
Tesis
(1996). Yo entraba por los torniquetes del metro de Moncloa de Madrid y él estaba a punto de salir acompañado por un amigo suyo de la Facultad que era fotógrafo. Desde luego ni esperaba que se acordara de mí ni muchísimo menos que me saludara. Para entonces, la máscara del maestro de ceremonias había desaparecido y toda la tensión corporal. Se le notaba tranquilo, a gusto, incluso próximo. Creo recordar que me dijo que estaban buscando localizaciones para un video de Mecano. Para mí en el triunfo de Amenábar lo de menos son los premios que haya ganado y los que aún le falten por sumar. Su verdadero triunfo está en haber creído en sí mismo, en su propio talento y en su propia fuerza. En haber aprendido que la posibilidad del fracaso no es ninguna deshonra. Creer hasta el fin en aquello que deseó fervientemente. Amenábar es director, guionista, montador y compositor, el chico de oro del cine español, el modelo que todos quiere seguir. Quince días antes de que estalle el golpe militar de Pinochet su familia emigra a España y aún conserva la doble nacionalidad. «Cuando llegué a Madrid, según cuentan mis padres, dejé de hablar durante un año». Tras una exitosa carrera en el cortometraje no termina sus estudios universitarios. Su primera película, la
snuff-movie Tesis,
le abre todas las puertas. Célebre en su momento fue la
vendetta
del cineasta con el crítico y profesor Antonio Castro. La cinta despunta dos nuevas estrellas, Eduardo Noriega y Fele Martínez.
Abre los ojos
(1997) le da a conocer internacionalmente y Tom Cruise produce y protagoniza un
remake
estadounidense,
Vanilla Sky
(Cameron Crowe, 2001). Cruise también se encarga de producir su siguiente película, la gótica
Los Otros
(2001), con Nicole Kidman.
Mar adentro
(2004) trata del caso real del tetrapléjico Ramón Sampedro y del derecho a la eutanasia. Con ella consigue el Oscar a la mejor película extranjera. Coincidiendo con la promoción del estreno en España es cuando se declara abiertamente gay.

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