Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España (99 page)

BOOK: Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España
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He traído esto aquí a la memoria para que se vean nuestros muchos y buenos y notables servicios que hecimos al rey nuestro señor y a toda la cristiandad, y se pongan en una balanza y medida cada cosa en su cantidad, y hallarán que somos dinos y merecedores de ser puestos y remunerados como los caballeros por mí atrás dichos, y aunque entre los valerosos soldados que en estas hojas pasadas he puesto por memoria hobo otros muchos esforzados y valerosos compañeros y todos me tenían a mí en reputación de buen soldado. Y volviendo a mi materia, miren los curiosos letores con atención esta mi relación y verán en cuántas batallas y rencuentros de guerra me he hallado desque vine a descubrir
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, y dos veces estuve asido y engarrafado de muchos indios mejicanos, con quien en aquella sazón estaba peleando, para me llevar a sacrificar como en aquel instante llevaron otros muchos mis compañeros, sin otros grandes peligros y trabajos ansí de hambres y sed y infinitas fatigas que suelen recrecer a los que semejantes descubrimientos van a hacer en tierras nuevas, lo cual hallarán escripto parte por parte en esta mi relación. Y quiero dejar de meter más la péndola en esto, y diré los bienes que se han seguido de nuestras ¡llustres conquistas.

Capítulo CCVIII: Cómo los indios de toda la Nueva España tenían muchos sacrificios y torpedades, y se los quitamos y les impusimos en las cosas santas de buena dotrina

Pues he dado cuenta de cosas que se contienen, decir bien es los bienes que se han hecho ansí para el servicio de Dios y de Su Majestad con nuestras illustres conquistas, y aunque fueron tan costosas de las vidas de todos los más de mis compañeros, porque muy pocos quedamos vivos, y los que murieron fueron sacrificados, y con sus corazones y sangre ofrecidos a los ídolos mejicanos que se decían Tezcatepuca y Hicilobos. Quiero comenzar a decir de los sacrificios que hallamos por las tierras y provincias que conquistamos, las cuales estaban llenas de sacrificio y maldades, porque mataban cada un año, solamente en Méjico y ciertos pueblos que están en la laguna sus vecinos, según se halló por cuenta que dello hicieron religiosos franciscos, que fueron los primeros que vinieron a la Nueva España cuatro e medio años antes que viniesen los dominicos, que fueron los franciscos muy buenos religiosos y de santa dotrina, y hallaron sobre dos mill
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personas chicas y grandes; pues en otras provincias, a esta cuenta mucho más serían; y tenían otras maldades de sacrificios, y por ser de tantas maneras no los acabaré de escrebir todos por extenso, mas los que yo vi y entendí porné aquí por memoria. Tenían por costumbre que se sacrificaban las frentes y las orejas, lenguas y labios, los pechos y brazos y molledos, y las piernas y aun sus naturas, y en algunas provincias eran retajados y tenían pedernales de navajas con que retajaban; pues los adoratorios, que son «cues», que así los llaman entre ellos, eran tantos que los doy a la maldición, y me parece que eran casi que al modo como tenemos en Castilla y en cada ciudad nuestras santas iglesias y parroquias y ermitas y humilladeros, así tenían en esta tierra de la Nueva España sus casas de ídolos llenas de demonios y diabólicas figuras, y demás destos «cues» tenía cada indio e india dos altares, el uno junto donde dormía, y el otro a la puerta de su casa, y en ellos muchas arquillas y otras que llaman petacas llenas de ídolos, unos chicos y otros grandes, y pedrezuelas y pedernales, y librillos de un papel de cortezas de árbol que llaman amate, y en ellos hechos sus señales del tiempo e de cosas pasadas; e demás desto eran todos los demás dellos sométicos, en especial los que vivían en las costas y tierra caliente; en tanta manera que andaban vestidos en hábito de mujeres muchachos a ganar en aquel diabólico y abominable oficio; pues comer carne humana, ansí como nosotros traemos vaca de las carnicerías, y tenían en todos los pueblos cárceles de madera gruesa hechas a manera de casas, como jaulas, y en ellas metían a engordar muchos indias e indios y muchachos, y estando gordos los sacrificaban y comían, y demás desto las guerras que se daban unas provincias y pueblos a otras, y los que captivaban y prendían los sacrificaban y comían; pues tener ecesos carnales hijos con madres y hermanos con hermanas y tíos con sobrinas, halláronse muchos que tenían este vicio desta torpedade; pues de borrachos, no lo sé decir tantas suciedades que entrellos pasaban; sólo una quiero aquí poner, que hallamos en la provincia de Pánuco: que se embudaban por el sieso con unos cañutos, y se henchían los vientres de vino de lo que entre ellos se hacía, como cuando entre nosotros se echa una melezina, torpedad jamás oída; pues tenían mujeres cuantas querían, y tenían otros muchos vicios y maldades, y todas estas cosas por mí recontadas quiso Nuestro Señor Jesucristo que con su santa ayuda que nosotros los verdaderos conquistadores que escapamos de las guerras y batallas y peligros de muerte, ya otras veces por mí dichos, se lo quitamos y les pusimos en buena policía, y les enseñamos la santa dotrina. Verdad es que, después de dos años pasados, ya que todas las más tierras teníamos de paz, y con la pulicía y manera de vivir que he dicho, vinieron a la Nueva España unos buenos religiosos franciscos que dieron muy buen ejemplo y dotrina, y desde ahí a otros cuatro años vinieron otros buenos religiosos de señor Santo Domingo, que se lo han quitado muy de raíz y han hecho mucho fruto en la santa dotrina
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; mas si bien se quiere notar, después de Dios, a nosotros los verdaderos conquistadores, que lo descubrimos y conquistamos y desdel principio les quitamos sus ídolos y les dimos a entender la santa dotrina, se nos debe el premio y galardón de todo ello primero que otras personas, aunque sean religiosos, porque cuando el principio es bueno y medio alguno e al cabo todo es digno de loor; lo cual pueden ver los curiosos letores de la pulicía, cristiandad y justicia que les mostramos en la Nueva España. Y dejaré esta materia y diré los demás bienes que, después de Dios, por nuestra causa han venido a los naturales de la Nueva España.

Capítulo CCIX: Cómo pusimos en muy buenas y santas dotrinas a los indios de la Nueva España, y de su conversión, y de cómo se bautizaron y volvieron a nuestra santa fe, y les enseñamos oficios que se usan en Castilla y a tener y guardar justicia

Después de quitadas las idolatrías y todos los malos vicios que usaban, quiso Nuestro Señor Dios que con su santa ayuda y con la buen ventura y santas cristiandades de los cristianísimos emperador don Carlos, de gloriosa memoria, y de nuestro rey y señor filecísimo y invitísimo rey de las Españas don Felipe, nuestro señor, su muy amado y querido hijo, que Dios le dé muchos años de vida, con acrecentamiento de más reinos, para que en este su santo e feliz tiempo lo goce, se han bautizado desque lo conquistamos todas cuantas personas había, ansí hombres como mujeres e niños que después han nacido, y que de antes iban perdidas sus ánimas a los infiernos y agora, como hay muchos y buenos religiosos de señor San Francisco y de Santo Domingo y de otras órdenes, andan en los pueblos predicando, y en siendo la criatura de los días que manda nuestra santa madre Iglesia de Roma los bautizan; y demás desto con los santos sermones que les hacen el santo Evangelio está muy bien plantado en sus corazones, y se confiesan cada año, y algunos dellos que tienen más conocimiento en nuestra santa fe se comulgan; y demás desto tienen sus iglesias muy ricamente adornadas de altares, y todo lo perteneciente para el santo culto divino, con cruces y candeleros y ciriales y cáliz y patenas y platos, unos grandes y otros chicos, de plata, y incensario, todo labrado de plata; pues capas y casullas y frontales en pueblos ricos los tienen, y comúnmente, en razonables pueblos, de terciopelo y de damasco y raso y de tafetán, diferenciados en los colores y labores, y las mangas de las cruces muy labradas de oro y seda
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, y las cruces de los difuntos de raso negro, y en ella figurada la mesma cara de la muerte, con su disforme semejanza y huesos, y el corbetor de las mismas andas, unos tienen buenas y otros no tan buenas; pues campanas las que han menester, según la calidad ques cada pueblo; pues cantores de capilla de voces bien concertadas, así tenores como tiples y contraltos y bajos, y no hay falta, y en algunos pueblos hay órganos, y en todos los más tienen flautas y chirimías y sacabuches y dulzainas; pues trompetas altas y sordas no hay tantas en mi tierra, ques Castilla la Vieja, como hay en esta provincia de Guatimala, y es dar gracias a Dios y cosa muy de contemplación ver cómo los naturales ayudan a beneficiar una santa misa, en especial si la dicen los franciscos o dominicos, que tienen a cargo el curazgo del pueblo donde la dicen. Otra cosa buena tienen: que así hombres como mujeres y niños que son de edad para lo deprender, saben todas las santas oraciones en sus mismas lenguas que son obligados a saber, y tienen otras buenas costumbres acerca de su santa cristiandad, que cuando pasan cabe un santo altar o cruz abajan la cabeza con humildad, se hincan de rodillas y dicen la operación del «Pater noster», que les mostramos los conquistadores; e a tener candelas de cera encendidas delante de los santos altares y cruces, porque de antes no se sabían aprovechar della en hacer candelas; y demás de lo que dicho tengo les mostramos a tener mucho acato y obediencia a todos los religiosos y a clérigos, y que cuando fuesen a sus pueblos les saliesen a rescebir con candelas de cera encendidas y repicasen las campanas y les diesen muy bien de comer, y ansí lo hacen con los religiosos; y tenían estos cumplimientos con los clérigos; mas después que han conoscido y visto de algunos dellos y los demás sus cobdicias, y hacen en los pueblos desatinos, pasan por alto y no los querrían por curas en sus pueblos, sino franciscanos o dominicos, y no aprovecha cosa que sobre este caso los pobres indios digan al prelado, que no lo oyen. He qué decir sobre esta materia, mas quedarse ha en el tintero, e volveré a mi relación. Y demás de las buenas costumbres por mí dichas, tienen otras santas y buenas, porque cuando es el día de Corpus Christi o de Nuestra Señora, o otras fiestas solenes que entre nosotros hacemos procesiones, salen todos los más pueblos cercanos desta ciudad de Guatimala en procesión con sus cruces y con candelas de cera encendidas, y traen en los hombros en andas la imagen del santo o santa de que es advocación de su pueblo, lo más ricamente que pueden, y vienen cantando letanías y otras oraciones, y tañen sus flautas y trompetas, y otro tanto hacen en sus pueblos es el día de las tales solenes fiestas, y tienen por costumbre de ofrecer los domingos y pascuas, especialmente el día de Todos Santos, y esto del ofrecer los clérigos les dan tal priesa donde son curas, y tienen tales modos, que no se les quedará a los indios por olvido, porque dos o tres días antes que venga la fiesta les mandan apercibir para la ofrenda; y también ofrescen los religiosos, mas no con tanta solicitud. Pasemos adelante y digamos cómo todos los más indios naturales destas tierras han deprendido muy bien todos los oficios que hay en Castilla entre nosotros, y tienen sus tiendas de los oficios y obreros, y ganan de comer a ello, y los plateros de oro y de plata, ansí de martillo como de vaciadizo, son muy extremados oficiales, y ansimismo lapidarios y pintores, y los entalladores hacen tan primas obras con sus sotiles alegras de hierro, especialmente entallan esmeriles y dentro dellos figurados todos los pasos de la Santa Pasión de Nuestro Señor Redentor y Salvador Jesucristo, que si no las hobiese visto no pudiera creer que indios lo hacían, que se me sinifica a mi juicio que era aquel tan nombrado pintor como fue el muy antiguo Apeles, y de nuestros tiempos que se decían Berruguete y Micael Ángel, ni de otro moderno agora nuevamente muy nombrado natural de Burgos
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, el cual tiene gran fama como Apeles, no harán con sus muy sotiles pinceles las obras de los esmeriles ni relicarios que hacen tres indios nuestros de aquel oficio, mejicanos, que se dicen Andrés de Aquino, y Juan de la Cruz y el Crespillo; y demás desto, todos los más hijos de principales solían ser gramáticos, y lo deprendían muy bien, si no se lo mandaran quitar en el santo sínodo que mandó hacer el reverendísimo arzobispo de Méjico; y muchos hijos de principales saben leer y escrebir y componer libros de canto llano; y hay oficiales de tejer raso y tafetán y hacer paños de lana, aunque sean veintecuatreños, hasta frisas y sayal, y mantas y frazadas, y son cardadores, y perailes y tejedores, según y de la manera que se hace en Segovia y en Cuenca, y otros son sombrereros y jaboneros; solos dos oficios no han podido entrar en ellos y aunque lo han procurado, ques hacer el vidrio y ser boticarios; mas yo los tengo de tan buenos ingenios, que lo deprenderán muy bien, porque algunos dellos son cirujanos y herbolarios, y saben jugar de mano y hacer títeres, y hacen vihuelas muy buenas; pues labradores, de su naturaleza lo son antes que viniésemos a la Nueva España, y agora crían ganado de todas suertes y doman bueyes y aran las tierras, y siembran trigo, y lo benefician y cogen, y lo venden, y hacen pan y biscocho, y han plantado sus tierras y heredades de todos los árboles y frutas que hemos traído de España, y venden el fruto que procede dellos, y han puesto tantos árboles, que porque los duraznos no son buenos para la salud y los platanales les hacen mucha sombran, han cortado y cortan muchos, y los ponen de membrillales y manzanos y perales, que los tienen en más estima. Pasemos adelante, y diré de la justicia que les hemos amostrado a guardar y cumplir, y cómo cada año eligen sus alcaldes ordinarios y regidores y escribanos y alguaciles y fiscales y mayordomos, y tienen sus casas de cabildo donde se juntan dos días en la semana, y ponen en ellas sus porteros, y sentencian y mandan pagar deudas que se deben unos a otros, y por algunos delitos de crímenes azotan y castigan, y si es por muerte o cosas atroces remítenlo a los gobernadores si no hay Audiencia Real; y según me han dicho personas que lo saben muy bien, que en Taxcala y Tezcuco y en Chulula y en Guaxocingo y Tepeaca y en otras ciudades grandes, cuando los indios hacen cabildo, que salen delante de los questán de gobernadores y alcaldes maceros con mazas doradas, según sacan los virreyes de la Nueva España, y hacen justicia con tanto primor y autoridad como entre nosotros, y se precian e desean saber mucho de las leyes del reino, por donde sentencien; demás desto, todos los más caciques tienen caballos y son ricos, traen jaeces con buenas sillas y se pasean por las ciudades e villas y lugares donde se van a holgar o son naturales, y llevan sus indios e pajes que les acompañen, y aun en alguno s pueblos juegan cañas y corren toros y ponen sortija, especial si es día de Corpus Christi, o de señor San Juan, o señor Santiago, o de Nuestra Señora de Agosto, o la advocación de la iglesia del santo de su pueblo; e hay muchos que aguardan los toros aunque sean bravos, y muchos dellos son jinetes, y en especial en un pueblo que se dice Chiapa, do los indios y los que no son ni caciques todos los más tienen caballos y algunos hatos de yeguas y mulas, y se ayudan con ello a traer leña y maíz y cal y otras cosas deste arte, y lo venden por las plazas, y son muchos dellos arrieros, según y de la manera que en nuestra Castilla se usa. Y por no gastar más palabras, todos los oficios hacen muy perfetamente; hasta paños de tapicería saben tejer. Y dejaré de hablar más en esta materia y diré otras muchas grandes que por nuestra causa ha habido y hay en esta Nueva España.

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