Read Historia del Antiguo Egipto Online
Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock
Tags: #Historia
Este inspirador símbolo de la reunificación de Egipto fue el epítome de un nuevo comienzo. Se trata, por ejemplo, de la primera estructura regia que hizo hincapié en las creencias osiriacas, en lo que es un reflejo de la «equiparación» habida entre los cultos funerarios del rey y de la gente del común durante el Primer Período Intermedio. Significativas innovaciones de este templo fueron los deambulatorios en forma de galerías abiertas añadidos al edificio central y el uso de terrazas. El diseño incorporaba una arboleda de sicómoros y tamariscos situada frente al templo; cada árbol fue plantado dentro de un hoyo de diez metros de profundidad excavado en la roca y rellenado luego con tierra fértil. Una calzada larga y descubierta llevaba desde este patio con árboles hasta la terraza superior, sobre la cual se construyó el edificio central. Este pudo haber tenido la forma de una mastaba cuadrada (coronada quizá por una colina); detrás del mismo había una sala hipóstila y luego el centro de culto.
Las tumbas de las esposas del rey, las reinas Neferu y Tem, fueron incluidas en el complejo: la segunda fue enterrada en una tumba
dromos
en la parte posterior del templo y la primera en una tumba en la roca, excavada dentro del muro norte del
temenos
del patio anterior. Detrás del edificio central, a lo largo del corredor occidental, se encontraron capillas y tumbas para otras seis mujeres, cuatro de las cuales poseían el título de «esposa real». Los enterramientos pertenecen a la primera fase del templo de Mentuhotep. Cuando fueron excavadas, varias de estas tumbas contenían aún los enterramientos originales y con ellos las primeras pruebas del uso de maquetas funerarias, que representaban tanto el sarcófago como el cuerpo del difunto (los precursores de las figuras
shabti
que tan populares se volvieron en fechas posteriores). Las mujeres enterradas en el acceso occidental parecen haber sido de categoría inferior a Neferu y Tem, y todas eran jóvenes: la mayor, Ashaiyet, tenía veintidós años y la más joven, Mayt (cuya capilla, muy destruida, no contiene indicios del título de «esposa»), era una niña de sólo cinco años de edad. El significado de estas esposas de inferior categoría es incierto. Pueden haber sido hijas de nobles a los cuales el rey deseaba tener controlados, pero la mayoría aparecen mencionadas como sacerdotisas de Hathor; por lo tanto, se ha sugerido que sus tumbas pueden haber formado parte de un culto hathórico del rey dentro de su complejo mortuorio. Otro enigma es que los enterramientos parecen ser contemporáneos entre sí. ¿Acaso estas mujeres murieron juntas en algún tipo de desastre?
Es evidente que las capillas de las tumbas de las seis mujeres pertenecen a la misma etapa constructiva que la tumba conocida como Bab el Hosan, que se encuentra bajo el antepatio del templo. Dieter Arnold considera que esta tumba real es un enterramiento anterior e incompleto destinado al rey. Fue aquí donde se encontró una estatua de piel negra con ropajes de fiesta. El inusual color de la piel es otra de las muchas referencias a Osiris, que simboliza la fertilidad y los poderes regeneradores de Mentuhotep II.
Si bien el templo estaba totalmente decorado, no se han conservado suficientes dibujos y relieves como para poder reconstruir de forma fiable el diseño y la decoración generales del mismo, aunque existen varios temas definidos: se enfatizan los aspectos sobrenaturales y osirianos del rey, pero también hay escenas de la vida cortesana. La naturaleza regional del trabajo artístico es evidente en muchos de los fragmentos de decoración pintada, donde elementos característicos muy visibles son los labios gruesos, los ojos grandes y unos cuerpos exageradamente delgados y poco elegantes. No obstante, también hay algunos relieves magistralmente tallados (sobre todo en las capillas de las esposas jóvenes), más típicos de la escuela menfita. La mezcla de técnicas refleja la situación política indicada por la biografía de alguno de los artesanos, las cuales muestran que también ellos procedían de diversas regiones de Egipto, de donde vinieron trayendo sus tradiciones locales. Con el tiempo, el estilo menfita prevaleció, pero pasaron varias generaciones antes de que reemplazara a los géneros artísticos regionales en todo Egipto.
Si bien no es posible señalar ningún monumento de Mentuhotep II en el templo de Amón en Karnak, sí hay una referencia al dios en el templo del soberano, cuya localización en la curva del acantilado en Deir el Bahari es en sí misma significativa, pues se encuentra alineado directamente frente a Karnak, situado en la otra orilla del río. Este emplazamiento puede haber sido elegido para permitir que el culto funerario del rey se beneficiara de la visita anual del dios Amón a Deir el Bahari, durante la celebración de un ritual conocido como la Bella Fiesta del Valle. A partir de este momento, el culto de Amón comenzó a crecer en Tebas.
Mentuhotep III y Mentuhotep IV
La madre de Senkhara Mentuhotep III (c. 2004-1992 a.C.), que fue un enérgico constructor, fue la reina Tem. En 1997, un equipo húngaro dirigido por Gyóró Vórós no sólo descubrió un hasta el momento desconocido santuario copto bajo la cima de la colina de Thoth (Thoth Hill), en la orilla occidental de Tebas, sino también una tumba de comienzos del Reino Medio que seguramente perteneció a Mentuhotep III. Esta construcción pudo haber sido la inspiración para las tumbas
bab
de comienzos de la XVIII Dinastía.
El reinado de Mentuhotep III se caracterizó por un cierto número de innovaciones arquitectónicas, incluido un santuario triple en Medinet Habu, que fue el antecedente de los templos de la XVIII Dinastía para las tríadas «familiares». Además, los restos del templo de ladrillo que construyó en la colina de Thoth, la cima más alta del Valle de los Reyes, no sólo contenía otro santuario triple, sino que incorporaba los primeros ejemplos conservados de pilonos de un templo. Cerca del templo se encuentran los restos de otro edificio de Mentuhotep III.
El arte conservado de este breve reinado no es menos innovador, se puede decir que la escultura en relieve alcanzó en este momento su cénit en el Reino Medio. El tallado de la piedra es extremadamente delicado, con el altorrelieve transmitiendo una tremenda profundidad espacial utilizando unas diferencias de grosor no mayores que unos pocos milímetros. La sutileza de los retratos y los detalles de los ropajes de sus relieves en Tod son muy superiores a los de las esculturas de Mentuhotep II.
Mentuhotep III también fue el primer soberano del Reino Medio en enviar una expedición a la tierra de Punt (África oriental) para conseguir incienso, si bien las expediciones al mar Rojo y Punt se hicieron más frecuentes durante la XII Dinastía. La expedición de Mentuhotep, dirigida por un funcionario llamado Henenu, fue enviada por el Wadi Hammamat, por lo que aparentemente exigió la construcción de barcos a la orilla del mar Rojo, para lo cual utilizó los troncos que había llevado con ella. También intentó proteger la frontera noreste mediante la construcción de fortificaciones en el delta oriental.
Tras la muerte de Mentuhotep III, aproximadamente en el año 1992 a.C., parece haber habido «siete años vacíos», correspondientes al reinado de Nebtawyra Mentuhotep IV (quien quizá usurpara el trono, pues no aparece en las listas reales). Su madre era una plebeya sin más títulos regios que el de «madre del rey», de modo que posiblemente ni siquiera fuera miembro de la familia real.
Se conoce poco del reinado de Mentuhotep IV, excepto sus expediciones mineras. Las inscripciones de la mina de travertino de Hatnub sugieren que por estas fechas algunos nomarcas del Egipto Medio pueden haber comenzado a crear problemas. El acontecimiento más importante del reinado del que tenemos noticias es el envío de una expedición minera a Wadi Hammamat. Amenemhat, el visir que dirigió la expedición, ordenó tallar una inscripción en la cantera para recordar dos buenos presagios que se dice que fueron observados por los miembros de la misma. El primero fue una gacela que parió a su cría encima de la piedra que había sido elegida para la tapa del sarcófago del rey y el segundo una furiosa lluvia que, cuando amainó, reveló un pozo cuadrado de diez codos de lado lleno de agua hasta el borde. En un terreno tan yermo, se trataba de un descubrimiento espectacular, milagroso incluso. Parece casi seguro que el hombre que se convertiría en el primer rey de la XII Dinastía es este mismo Amenemhat. Al igual que la mayoría de los altos funcionarios de la XI Dinastía, habría ocupado varios cargos relevantes; el trono pudo haber pasado al visir como consecuencia de la debilidad del rey o de la ausencia de un heredero varón adecuado.
La mucha mayor sofisticación de la XII Dinastía comparada con la XI Dinastía quizá sea el factor que ha convencido a tantos especialistas de que el Reino Medio propiamente dicho sólo comienza con aquélla.
Amenemhat I
Sehetepibra Amenemhat I (el Ammenemes de Manetón, c. 1985-1956 a.C.) era hijo de un hombre llamado Senusret y de una mujer llamada Nefret, ajenos a la familia real; los nombres de Amenemhat, Senusret y Nefret fueron muy populares después entre los reyes de la XII Dinastía y sus esposas. Si realmente el visir Amenemhat es la misma persona que Amenemhat I, entonces su informe de los dos milagros estaría indicando que era alguien para quien se hacían portentos. Sus coetáneos habrían comprendido que se trataba de un hombre favorecido por los dioses.
La profecía de Neferti, un texto que pudo haberse compuesto a comienzos del reinado de Amenemhat I, comienza con una lista de los problemas que sufre la tierra, para luego «predecir» la aparición de un rey fuerte:
Y Entonces un rey vendrá del Sur, Ameny, el justificado, de nombre. Hijo de una mujer de Ta-Seti, hijo del Alto Egipto. Se pondrá la corona blanca, Llevará la corona roja; Unirá a Las Dos Poderosas [Las dos coronas] […] Los asiáticos caerán ante su espada, Los libios caerán ante su llama, Los rebeldes ante su cólera, los traidores ante su poder, Como la serpiente de su frente somete a los rebeldes para él. Alguien construirá los «Muros del gobernante», Para impedir que los asiáticos entren en Egipto […] |
Como esta «profecía» de comienzos de la XII Dinastía (cuya fecha es muy cuestionable) se refiere claramente al rey Amenemhat, volvemos a encontrarnos con la descripción de una nueva intervención divina, que se encarga de subrayar la categoría sobrenatural del rey. Si bien hay otros textos que mencionan el caos anterior a la llegada de nuevos reyes, las referencias a los asiáticos en
La profecía de Neferti
son nuevas, así como la mención a los «Muros del gobernante», una estructura construida por Amenemhat para interceptar la vía de acceso a Egipto desde Oriente. Fue durante su reinado cuando se realizaron las primeras campañas militares del Reino Medio en Oriente Próximo de las que tenemos pruebas.
Una de las decisiones más importantes de Amenemhat fue el traslado de la capital de Egipto desde Tebas hasta una ciudad nueva: Amenemhat-itj-tawy («Amenemhat el que toma las dos tierras»), conocida en ocasiones sólo como Itjtawy, que todavía está por localizar en la región de Fayum, probablemente cerca de la necrópolis de Lisht. El nombre de la ciudad implica un comienzo de reinado bastante violento; pero la fecha exacta del traslado a Itjtawy no se conoce. La mayor parte de los estudiosos afirman que tuvo lugar a comienzos del reinado de Amenemhat, si bien Dorotea Arnold defiende una fecha mucho más tardía (en torno al vigésimo año de reinado). Aunque es posible defender que Amenemhat pasó algunos años en Tebas, los entre tres y cinco años que posiblemente duraron los preparativos para la construcción de la plataforma cercana a Deir el Bahari identificada como una posible tumba de Amenemhat I, sugieren que quizá el traslado no tuvo lugar en una fecha tan tardía como el año vigésimo. En cambio, el mínimo número de monumentos tebanos construidos por Amenemhat I y la sospechosa ausencia de tumbas de funcionarios tras la época de Meketra (un alto funcionario enterrado en las cercanías de la susodicha plataforma) pueden sugerir que el cambio tuvo lugar en los primeros años del reinado. Sin embargo, las inscripciones en los bloques de los cimientos del templo mortuorio de Amemenhat en Lisht demuestran, primero, que Amenemhat ya había celebrado su jubileo real y, segundo, que ya había transcurrido el año uno de un rey anónimo (quien se piensa que es Senusret I, sucesor de Amenemhat), lo cual sugiere una fecha extremadamente tardía para el complejo piramidal de Lisht. Por todas estas razonas, la fecha del traslado hasta Fayum sigue siendo fuente de considerables debates.
Itjtawy pudo haber sido elegido porque estaba más cerca del origen de las incursiones asiáticas que Tebas, pero fundar una nueva capital también fue una inteligente decisión política por parte de Amenemhat, pues mediante la misma indicaba que se trataba de un nuevo comienzo. También significó que los funcionarios que le sirvieron en Itjtawy serían por completo dependientes del rey, dado que carecían de bases de poder propias. Este nuevo comienzo fue conmemorado en el segundo nombre de Horus elegido por el faraón: Wehemmesu («El renacimiento» o, más literalmente, «La repetición de nacimientos», quizá una alusión al primero de los «milagros»). No se trataba de una frase hueca: la XII Dinastía buscó sus modelos en el Reino Antiguo (por ejemplo, la forma piramidal para la tumba del rey y el uso de sus estilos de decoración artística), además de promover el culto al soberano. Se produjo un lento pero inexorable retorno hacia un gobierno más centralizado, acompañado de un incremento de la burocracia. Al mismo tiempo se observa un crecimiento exponencial de la riqueza minera del rey, enfatizada por los escondrijos de joyas hallados en varias tumbas reales de la XII Dinastía. Estos cambios tuvieron como resultado el aumento del nivel de vida de los egipcios de clase media, cuyo nivel de riqueza era proporcional a sus cargos oficiales.
El primer uso que hizo Amenemhat de los ejércitos feudales fue contra los asiáticos en el delta; la escala de estas operaciones se desconoce. Seguidamente reforzó la región con la construcción de los llamados «Muros del soberano», que tienen un papel dramático en la
Historia de Sinuhé
y también se mencionan en
La profecía de Neferti
. Hasta el momento no se ha encontrado ninguna fortaleza en la frontera noreste de Egipto, pero los restos de un gran canal que hay en la zona pueden datar de esta época. Se sabe que durante el reinado de Amenemhat se construyeron fortalezas en otros lugres, entre ellas una en Mendes llamada Rawatay, además de los puestos avanzados de Semna y Quban en Nubia, cuyo propósito era sobre todo proteger y explotar las minas de oro de Wadi Allaqi.