Read Historia del Antiguo Egipto Online
Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock
Tags: #Historia
Un factor que pudo haber motivado la expansión de la cultura Nagada hacia el Egipto septentrional fue el deseo de conseguir un control directo sobre el lucrativo comercio con otras regiones del Mediterráneo oriental, aparecidas durante el cuarto milenio a.C. El desarrollo de la técnica de construcción de barcos de gran tamaño también fue clave para controlar el Nilo y con él las comunicaciones y el intercambio comercial a gran escala. La madera (cedro) para la construcción de este tipo de barcos no crecía en Egipto, pero llegaba de la zona de Levante hoy conocida como Líbano.
Tal y como se vio en la descripción de la cultura Maadi en el capítulo 3, durante el cuarto milenio a.C. el Bajo Egipto no fue un vacío cultural y es probable que la expansión de Nagada terminara por tropezar con cierta resistencia. No obstante, los restos arqueológicos del norte sólo nos hablan de que al final la cultura Maadi fue sustituida. La ocupación de Maadi terminó en la fase Nagada II c/d, mientras que las pruebas estratigráficas de yacimientos del norte del delta, como Buto, Tell Ibrahim Awad, Tell el Ruba y Tell el Farkha, demuestran que los estratos más antiguos sólo albergan cerámica Maadi y local, pero que sobre ellos los estratos sólo contienen cerámica de la cultura Nagada III y las primeras formas de la I Dinastía. En Tell el Farkha, una capa de transición de arena eóHca situada entre estos estratos sugiere el abandono del asentamiento por parte de la población local debido a causas desconocidas (¿intimidación?) y una posterior reocupación del mismo durante la Dinastía 0 a manos de gentes de cultura Nagada, que para entonces se había extendido por todo Egipto.
A finales de la fase Nagada II (c. 3200 a.C.) o principios de Nagada III, la cultura material autóctona del Bajo Egipto ya había desaparecido, siendo reemplazada por objetos (sobre todo cerámica) derivados del Alto Egipto y de la cultura Nagada. En ocasiones estas pruebas arqueológicas se han interpretado como un indicio de que la unificación política de Egipto tuvo lugar en esta época; pero las pruebas materiales no necesariamente implican una organización política (unificada) y se pueden proponer varios factores socioeconómicos alternativos para explicar el cambio. Dado que las pruebas procedentes de los enterramientos de la élite de los tres principales centros predinásticos del Alto Egipto (Nagada, Abydos y Hieracómpolis) sugieren la existencia de centros o unidades políticas diferenciados (y posiblemente competidores) durante la fase Nagada II, la primera unificación de las primeras entidades políticas del Alto Egipto probablemente tuviera lugar a comienzos de Nagada III, bien como resultado de una serie de alianzas o mediante la guerra (quizá terciando una combinación de ambas), seguida por la unificación política tanto del norte como del sur y la aparición de la Dinastía 0 hacia finales de Nagada III.
Los enterramientos de cronología Nagada III en el mayor de los cementerios predinásticos, el de Nagada (incluida la necrópolis de la élite, el Cementerio T), son más pobres que los enterramientos anteriores de cronología Nagada II de este mismo yacimiento. A finales del siglo XIX, Jacques de Morgan excavó dos grandes tumbas de ladrillo con nichos situadas a más de seis kilómetros al sur de estos cementerios. El emplazamiento de esta nueva necrópolis y la repentina aparición a finales de Nagada III de un nuevo tipo de enterramiento «real», unidos a la menor riqueza de los enterramientos anteriores en los cementerios situados lejos hacia el norte, sugiere una ruptura con el sistema de gobierno centrado en la ciudad sur (localizada sólo a 150 metros hacia el noreste del gran cementerio predinástico), probablemente coincidiendo con la incorporación de la entidad política de Nagada a una más grande.
En cambio, en la zona de Umm el Qaab (Abydos) las tumbas de los Cementerios U y B y del «cementerio real» pasaron de contar con enterramientos bastante indiferenciados (a comienzos de Nagada) a convertirse primero en el cementerio de la élite (a finales de Nagada II) y después en el lugar de enterramiento de los reyes de la Dinastía 0 y de la I Dinastía. Una tumba de Nagada III, la U-j, fechada en c. 3200 a.C., consiste en doce habitaciones que cubren una superficie de 66,4 metros cuadrados. Aunque saqueada, contenía muchos objetos de hueso y marfil, una gran cantidad de cerámica egipcia y unas 400 jarras importadas desde Palestina, que posiblemente contuvieran vino. Las 150 pequeñas etiquetas encontradas en la tumba están inscritas con lo que parecen ser los primeros jeroglíficos conocidos. Según su excavador, Günter Dreyer, los restos de un altar de madera en la cámara funeraria y el modelo en marfil de un cetro demuestran que se trata de la tumba de un soberano, posiblemente el rey Escorpión, cuyas heredades pueden aparecer mencionadas en varias tablillas. Es probable que este soberano gobernara en el siglo XXXI a.C.
La excavaciones en la «Locality 6» de Hieracómpolis, a 2,5 kilómetros en el interior del Gran Wadi, permitieron descubrir varias tumbas de gran tamaño, todas con hasta 22,75 metros cuadrados de superficie y cerámica Nagada III. Si bien saqueada, la Tumba 11 todavía conservaba cuentas de cornalina, granate, turquesa, fayenza, oro y plata; fragmentos de objetos de lapislázuli y marfil; hojas de obsidiana y cristal, y una cama de madera con patas en forma de patas de toro. Un enterramiento de semejante riqueza sugiere que en Hieracómpolis se enterraron individuos de la élite dotados de una capacidad económica considerable, pero que todavía no alcanzaban la categoría que tenían los soberanos de Abydos.
Mientras que durante el Dinástico Temprano Nagada fue políticamente insignificante, Abydos fue el principal centro del culto al rey difunto y Hieracómpolis siguió siendo un importante centro de culto asociado al dios Horus, símbolo del rey vivo. Es posible que la entidad política de Nagada resultara derrotada en una postrera lucha predinástica por el poder acontecida en el Alto Egipto, al tiempo que los soberanos cuya base de poder se encontraba originalmente en Abydos terminaron por conseguir el control de todo el país, quizá aliados a grupos de élite menos poderosos (los llamados Seguidores de Horus) de Hieracómpolis, que pese a todo se encontraban en una posición estratégica favorable debido a las valiosas materias primas venidas del sur.
La unificación final del Alto y el Bajo Egipto puede haberse conseguido mediante una o varias conquistas militares del norte; pero no existen muchas pruebas de ello, a excepción de las escenas de contenido militar simbólico grabadas en varias paletas ceremoniales datadas estilísticamente a finales del Predinástico (Nagada III/Dinastía 0), como son las fragmentadas PaletaTjehenu (libia), la Paleta del Campo de Batalla y la Paleta del Toro. La interpretación de semejantes escenas es problemática, porque estos objetos son de procedencia desconocida y las fragmentadas escenas simbolizan conflictos, pero sin especificar acontecimientos históricos reales.
Afortunadamente, en Hieracómpolis se encontraron tres importantes objetos con escenas talladas que son relevantes para este período: la Cabeza de Maza del rey Escopión y la Paleta y la Cabeza de Maza del rey Narmer. Estos tres objetos ceremoniales fueron hallados por J. E. Quibell y F.W. Green cuando excavaron el templo de Horus en Hieracómpolis, cerca o en una zona bautizada por ellos como «depósito principal». Es posible que sean donaciones reales para el templo y sugieren que a finales de la fase Nagada III la ciudad seguía siendo un centro importante. Si bien considerar que las escenas de la Paleta de Narmer representan la unificación del Alto y el Bajo Egipto es una interpretación demasiado determinante, en ellas vemos a enemigos muertos y pueblos y/o asentamientos derrotados. Las escenas y signos de la Cabeza de Maza de Narmer muestran cautivos y botín de guerra, mientras que la Cabeza de Maza del rey Escorpión también contiene enemigos derrotados. Semejantes escenas sugieren que la guerra tuvo algo que ver en algún momento de la forja del primer Estado en Egipto. Incluso si no existen estratos de destrucción con fecha Nagada III en los asentamientos del delta, la guerra sigue habiendo podido ser el instrumento de consolidación de este primer Estado y de su expansión hacia la Baja Nubia y el sur de Palestina, que tuvo lugar a comienzos de la I Dinastía.
Desde que Petrie lo sugiriera, se ha repetido con frecuencia que, pese a la prueba de las culturas predinásticas, la civilización egipcia de la I Dinastía apareció de forma repentina y, por lo tanto, fue introducida por una «raza» extranjera. No obstante, desde la década de 1970 las excavaciones en Abydos y Hieracómpolis han demostrado claramente las raíces indígenas que tiene en el Alto Egipto la primera civilización egipcia. Si bien existen pruebas de un evidente
contacto
externo durante el cuarto milenio a.C., éste no tuvo forma de invasión militar.
La cerámica de los estratos excavados en los yacimientos del norte de Egipto y el sur de Palestina hacen posible coordinar períodos culturales específicos de ambas regiones y demostrar así que el contacto no se interrumpió mientras la cultura Maadi iba siendo reemplazada por la cultura Nagada. La fase Nagada Ilb corresponde a la Edad del Bronce Temprano (EBA) la de Palestina, mientras que Nagada IIc-d y Nagada III/Dinastía 0 son evidentemente contemporáneas de la cultura EBA Ib. En esta época, el contacto entre el norte de Egipto y Palestina se realizaba por vía terrestre, como demuestran las pruebas encontradas en el norte del Sinaí. Entre Qantar y Rafia, la North Sinai Expedition de la Universidad Ben Gurion encontró doscientos cincuenta asentamientos tempranos, en los cuales el 80 por ciento de las cerámicas egipcias estaban fechadas en Nagada II—III y la Dinastía 0. El patrón de asentamiento consistía en algunos centros de mayor tamaño intercalados con campamentos estacionales y lugares de paso.
Los arqueólogos israelíes sugieren que estas pruebas son el resultado de una red comercial establecida y controlada por los egipcios en fechas tan tempranas como la EBA la y que esta red fue un factor principal en la aparición de los asentamientos urbanos encontrados posteriormente en Palestina durante la EBA II. El estudio de las técnicas cerámicas realizado por Naomi Porat en los yacimientos EBA de Palestina demuestra que muchos de los recipientes de cerámica utilizados para la preparación de comida encontrados en los estratos EBA Ib probablemente fueran fabricados por ceramistas egipcios con tecnología egipcia, pero con arcillas palestinas locales. En los estratos EBA Ib también hay muchas jarras de almacenamiento fabricadas con barro del Nilo, además de cerámicas margosas, que podrían haber sido importadas desde Egipto. Los egipcios no sólo crearon campamentos y estaciones de paso en el norte del Sinaí, sino que las pruebas cerámicas sugieren que hicieron lo propio en el sur de Palestina, con una red muy organizada de asentamientos donde residía población egipcia.
La importancia del delta para el contacto egipcio con el suroeste de Asia también la sugieren unas enigmáticas pruebas procedentes de Buto. En este yacimiento, en estratos de cultura predinástica del Bajo Egipto, Thomas von der Way encontró a finales de la década de 1980 dos insospechados tipos de cerámica: «clavos» de arcilla y un
Grubenkopfnagel
(un cono con extremo cóncavo bruñido) que se asemejan a objetos utilizados en la cultura mesopotámica de Uruk para decorar la fachada de los templos. Von der Way sugiere que el contacto con la red de la cultura Uruk pudo haber tenido lugar a través del norte de Siria, pues el más temprano estrato predinástico de Buto contenía restos cerámicos decorados con las típicas franjas blanquecinas de la cerámica siria Amuq E Los clavos de arcilla y el Grubenkopfnagel no están asociados a ninguna arquitectura (de ladrillo) en los niveles predinásticos, que es lo que sería de esperar si la interpretación de Von der Way es correcta; pero las excavaciones en curso en Buto todavía pueden proporcionar más datos sobre las relaciones entre el delta y el suroeste de Asia en el cuarto milenio a.C.
Han aparecido en algunas tumbas de élite de las fases Nagada II y III cilindro-sellos tanto importados como egipcios, un tipo de objeto indudablemente inventado en Mesopotamia. Por primera vez se encuentran en tumbas predinásticas del Alto Egipto cuentas y pequeños objetos de lapislázuli, que sólo pueden proceder de Afganistán. Motivos mesopotámicos aparecen también en el Alto Egipto (y la Baja Nubia), incluida la figura del
héros dompteur
(una figura humana victoriosa entre dos leones/bestias), pintada en los muros de la Tumba 100 de Hieracómpolis, que data de Nagada II. Otros motivos típicamente mesopotámicos, como la fachada de palacio con nichos y barcos de proa elevada, aparecen también en objetos y en el arte de Nagada II y III. El estilo de estos motivos, que es más característico del arte glíptico de Susa (sureste de Irán) que de la cultura de Uruk, y el hecho de que este tipo de objetos no aparezca en el Bajo Egipto, ha permitido considerar la existencia de una ruta meridional de contacto entre Susa y el Alto Egipto cuya naturaleza se desconoce hasta el momento.
En la Baja Nubia se conocen innumerables enterramientos de la cultura del Grupo A (aproximadamente contemporánea de la cultura Nagada) que contienen muchos bienes manufacturados nagadienses. La cerámica del Grupo A es muy diferente de la de Nagada y es probable que los productos egipcios se obtuvieran mediante mercadeo e intercambio. Bruce Williams ha sugerido que el cementerio de la élite del Grupo A en Qustul, en la Baja Nubia, pertenecería a los soberanos nubios que conquistaron y unificaron Egipto, fundando así el primer Estado faraónico, pero la mayoría de los especialistas no está de acuerdo con su hipótesis. El modelo que quizá explique mejor las pruebas arqueológicas es uno que incluye contactos acelerados entre las culturas del Alto Egipto y la Baja Nubia a finales del Predinástico. Materias primas de lujo, como el marfil, el ébano, el incienso y pieles de animales exóticos, todas ellas muy deseadas en Egipto en la época dinástica, procedían en gran parte del sur de África y llegaban tras atravesar Nubia. Esto hizo que algunos jefes del Grupo A se beneficiaran económicamente del comercio con las materias primas, como demuestran con claridad los ricos enterramientos excavados en Qustul y Sayala; pero es poco probable que en Nubia se diera el tipo de complejidad sociopolítica atestiguada en el Alto Egipto por estas fechas. La llanura inundable del Nilo es mucho más estrecha en la Baja Nubia que en el Alto Egipto, por lo que aquélla sencillamente no poseía el potencial agrícola necesario para mantener grandes concentraciones de población y especialistas a tiempo completo, como artesanos y administradores del gobierno. El hecho de que la cultura material de Nagada aparezca después en el Bajo Egipto sin elementos nubios también parece ir en contra de un origen nubio para el Estado egipcio unificado.