Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (47 page)

Read Guía de la Biblia. Antiguo Testamento Online

Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
11.81Mb size Format: txt, pdf, ePub

En el 745 aC, poco antes de la muerte de Jeroboam II, un general depuso al débil monarca asirio del momento y ocupó el trono como primer soberano de una dinastía nueva. En el último siglo y medio de su existencia, Asiria volvió a hacerse grande, más de lo que había sido nunca.

El nuevo rey es el bíblico Ful, que puede ser una forma de su nombre auténtico, Pulu, con el que se le menciona en los anales babilonios, Un usurpador necesita agrupar en torno a sí todos los valores emocionales de que pueda disponer, y Ful adoptó el glorioso nombre (para los asirios) de Teglatfalasar III.

Ful, o Teglatfalasar III, fue quien contuvo el avance del reino de Urartu, derrotándolo en el 743 aC. Y a Teglatfalasar III fue a quien Menajem pagó tributo.

Rasín

Lo que siguió fue peor. En el 738 aC subió al trono el hijo de Menajem, Pecajya, fue el segundo rey de la quinta dinastía de Israel y continuó con la política proasiria de su padre, que efectivamente era la única segura y lógica de la época. Pero ello no satisfizo a los más furibundos partidarios de la guerra, y Pecaj, el general en jefe, tramó una conspiración y lo asesinó, proclamándose rey en el 737 aC. La quinta dinastía sólo había durado siete años.

Pecaj se dispuso a formar una alianza antiasiria semejante a la que un siglo antes había resultado medianamente victoriosa en Carcar. Se alió con Rasín de Damasco y trataron de incluir a Judá como tercer miembro.

Judá acababa de atravesar un período relativamente próspero de su historia. En el 780 aC, Azarías, undécimo rey del linaje davídico, sucedió a su padre Amasías. Durante cuarenta y cuatro años de reinado, gobernó a un Judá tranquilo bajo la sombra de Jeroboam II, alcanzando una prosperidad y una paz razonables.

A edad avanzada, Azarías contrajo la lepra, y su hijo Jotam asumió la regencia en el 750 aC, sucediéndole en el trono en el 740 aC como duodécimo rey de la dinastía davídica.

Jotam no estaba dispuesto a unirse a la alianza antiasiria, suponiendo, y con razón, que la alianza no tendría éxito y sólo serviría para adelantar el día cuya llegada se trataba de impedir. Los reyes de Siria e Israel intentaron que Jotam cambiara de opinión por la fuerza:

2 Reyes 15.37.
En este tiempo comenzó a mandar Yahvé contra Judá a Rasín, rey de Siria, y a Pecaj
(de Israel)...

Judá resistió, y la guerra continuaba a la muerte de Jotam, al que sucedió en el 736 aC su hijo Ajaz, rey decimotercero del linaje davídico. Las fuerzas sirias ocuparon Edom y sitiaron Jerusalén. En este sentido, la versión King James utiliza por primera vez la palabra «judío» como otra forma de «judeo», «hombre de Judá».

2 Reyes 16.6.
[102]
... Resín... restituyó Elat.. . y echó a los judíos de Elat...

La Revised Standard Version traduce así la frase: «expulsó de Elat a los hombres de Judá... ». Al ver que se le presentaba una derrota inevitable, Ajaz adoptó el recurso realmente desesperado de pagar tributo a Teglatfalasar III como señal de sumisión y pidiéndole ayuda. El monarca asirio respondió con dureza y en seguida:

2 Reyes 15.29.
En tiempo de Pecaj... Teglatfalasar... vino y tomó... Galad y... todo el territorio de Neftalí...

Y tampoco se olvidó de Siria:

2 Reyes 16.9.
El rey de Asiria ... subió contra Damasco, la tomó y ... dio muerte a Rasín.

En el 732 aC, el reino sirio llegó a su fin tras una existencia de dos siglos y medio. Desde entonces, Damasco ha sido una ciudad importante y próspera, pero en el 732 aC cayó bajo dominio extranjero, y así continuó de manera ininterrumpida durante veintiséis siglos. Hasta 1941
[103]
« Damasco no fue de nuevo la capital de la nación siria, aunque en tiempos anteriores había sido capital de un gran imperio bajo una dinastía extranjera.

Sólo trece años después de la muerte de Jeroboam II, Israel se limitaba prácticamente al distrito que rodeaba Samaria.

Salmanasar V

Con Siria aplastada e Israel castigado, todos los intentos de resistencia al extremo occidental del Semicírculo Fértil llegaron a su término, al menos temporalmente. Teglatfalasar III podía volverse al extremo oriental y aplastar una rebelión en Babilonia. (Babilonia se encontraba en continuo estado de revuelta contra Asiria, pero todas ellas fueron sofocadas menos la última.)

Entretanto, otra revolución palaciega, la última, había destronado al rey de Israel. Pecaj, cuyo reinado fue desafortunado y quien al enfrentarse con los asirios llevó a su pueblo al desastre, fue asesinado a consecuencia de una conspiración mandada por un hombre llamado Oseas. Según las crónicas asirias, Oseas fue proclamado rey por Teglatfalasar, o al menos no se convirtió en monarca hasta que recibió la aprobación asiria.

Mientras vivió Teglatfalasar, Oseas rindió sumisión a Asiria.
[104]
En el 726, a la muerte del primero, se produjo un levantamiento momentáneo. Como dijimos antes, la muerte de un rey fuerte impulsa a la rebelión con la esperanza de que el sucesor sea débil y de que la confusión del interregno dure lo bastante para garantizar el triunfo de la revuelta.

El hijo y sucesor de Teglatfalasar, Salmanasar V, no esperó y tomó medidas rápidamente. Oseas fue uno de los que se rebeló a la muerte del viejo rey y Salmanasar lo atacó.

2 Reyes 17.3.
Subió contra él
(Oseas)
Salmanasar, rey de Asiria, y Oseas se le sometió y le pagó tributo.

En otras palabras, Oseas reconoció el dominio asirio e Israel se convirtió en reino sometido. Aun así, es muy probable que Oseas no hubiese salido tan bien parado si Salmanasar no hubiera tenido problemas urgentes en otra parte.

So

A la primera oportunidad que se le presentó tras la marcha del ejército asirio, Oseas pensó que las diversas complicaciones mantendrían indefinidamente ocupados a los asirios y volvió a rebelarse. Trató de asegurarse pidiendo ayuda al exterior:

2 Reyes 17.4.
... había mandado embajadores a So, rey de Egipto, y había dejado de pagar el tributo... al rey de Asiria...

Una vez más, Egipto hace una aparición fugaz en la Biblia. La dinastía libia de Sheshonk, el bíblico Sesac, estaba dando por entonces las últimas boqueadas habituales en aquella época. Dos reyes nativos, la dinastía XXIV, habían reinado brevemente en el Delta, y un linaje de reyes etíopes había conquistado el poder en el sur, formando la dinastía XXV.

Este es el primer encuentro entre Etiopía e Israel, si eliminamos el caso sumamente improbable de la reina de Saba (v. capítulo 11).

El núcleo principal de la antigua Etiopía estaba situado al noroeste del actual reino de ese nombre. Se encontraba justo al sur de Egipto, en el territorio ahora ocupado por Sudán. Bajo los faraones conquistadores de la dinastía XVIII, Egipto conquistó Etiopía, que durante cuatro siglos fue una provincia sometida.

En el 1100 aC, hacia el final de la dinastía XX y bastante después de la muerte de su último faraón poderoso, Ramsés III, Etiopía logró su independencia y formó un Estado cada vez más vigoroso centralizado en la ciudad de Napata, situada en el alto Nilo, cerca de la cuarta catarata, al lado de la moderna ciudad de Merowe, al norte del Sudán.

Este reino, continuamente llamado Etiopía en la versión inglesa de la Biblia
[105]
y Cus en el original hebreo, es conocido a veces como Nubia, para distinguirlo de la Etiopía actual.

Hacia el 736 aC, Etiopía empezó a invertir papeles con Egipto y, mientras Asiria destruía a Siria y a Israel, los etíopes se apoderaron de algunos distritos del delta del Nilo.

Fue a los agresores del Sur a quienes se volvió Oseas en busca de ayuda para atacar a los invasores del Norte. En los anales asirios se menciona a So, rey de Egipto, con el nombre de Sabi, y es posible que represente al Sabaca de la dinastía XXV.

Las razones de Egipto parecen claras. No podía prestar ayuda, pero veía con alarma el fortalecimiento continuo del poderío asirio, por lo que hizo todo lo posible por alentar las rebeliones entre las naciones vasallas de Asiria. Por desgracia, carecía prácticamente de poder propio, y aunque podía dar subsidios y ejercer el soborno, no podía prestar ayuda militar. Las naciones que escuchaban las lisonjas egipcias y aceptaban el oro de Egipto se encontraban invariablemente con que en el momento decisivo, cuando tenían que enfrentarse al ejército asirio, la ayuda egipcia brillaba por su ausencia o, en el mejor de los casos, era insuficiente.

Al final, la situación fue desastrosa para todo el mundo, incluso para Egipto.

Jabor

Salmanasar volvió a reaccionar con energía ante la noticia de la nueva rebelión. Marchó sobre Israel, lo devastó, capturó y depuso a Oseas y, en el 725 aC, puso sitio a Samaria.

Con un valor nacido de la desesperación, Samaria, aislada e impotente, continuó la resistencia durante tres años. Tal vez su resistencia exasperase a los asirios y convirtiera a Salmanasar en chivo expiatorio. En cualquier caso, Salmanasar murió en el 722 aC; es posible que fuera asesinado, porque subió al trono un usurpador, quizá el conspirador que planeó su muerte, convirtiéndose en el primer monarca de la última y más espectacular dinastía.

El usurpador volvió a escoger un nombre glorioso con el propósito de irradiar un destello de honrosa tradición. Se remontó muy lejos en el pasado, a los días de Sargón de Acade (v. cap. 1), a una época de siete siglos atrás. Como en la lista de reyes asirios ya había un Sargón, a éste se le conoce como Sargón II.

Fue Sargón II quien completó la obra de Salmanasar, llevando rápidamente a feliz término el sitio de Samaria, aunque la Biblia no toma nota del cambio de monarca y sólo se refiere a él como «el rey de Asiria».

2 Reyes 17.6.
El año noveno de Oseas, el rey de Asiria
(Sargón)
tomó a Samaria y llevó cautivos a sus habitantes
[106]
a Asiria, haciéndoles habitar en Calac
[107]
y Jabor, junto al río Gozán, y en las ciudades de la Media.

Así, en el 722 aC, llegó a su definitiva conclusión el reino de Israel, cuya existencia había durado algo más de doscientos años a partir de la rebelión triunfante de Jeroboam. Para quienes se interesan por las coincidencias, debería observarse que Israel entró en tierra de Canán cuatro siglos y medio antes al mando de un Osea (Josué), y ahora salía de ella en el reinado de otro Oseas.

Sargón adoptó un procedimiento que inició Teglatfalasar III. En vez de pacificar un territorio mediante la destrucción y el asesinato en masa, que lo convertía en menos rentable para la soberanía asiria, alcanzaba el mismo objetivo deportando a los ciudadanos principales de una nación a otra parte del imperio, al tiempo que se llevaban nuevos colonos. De ese modo, los lazos y tradiciones que atan a los pueblos a una tierra se rompían (una cuestión importante para un pueblo henoteísta que se creía abandonado por su dios), disminuyendo su voluntad de resistir y rebelarse.

En este caso, fueron deportados unos veintisiete mil israelitas. Es evidente que esta cifra no representaba a toda la población de Israel, pero sí incluía prácticamente a todas las clases dominantes: los jefes y terratenientes.

Nunca se volvió a saber de ellos, y una tradición antigua los conoce como las «diez tribus perdidas de Israel».

Las generaciones posteriores no creyeron fácilmente que las tribus a quienes Dios prometiera tantas cosas desaparecieran tan completamente, aunque los autores bíblicos atribuyeran la destrucción de tales tribus a que habían abandonado el yahvismo y adoraban a los ídolos.

Mucha gente creyó leyendas referentes a que las diez tribus seguían existiendo en alguna fortaleza remota de Asía o África, que habían fundado un reino poderoso y que algún día surgirían, resplandecientes con la religión verdadera, para rescatar a los judíos (o cristianos, según quien ideara la leyenda) oprimidos de la garra de sus opresores.

El historiador judío Josefo, que escribió ocho siglos después de la destrucción de Israel, informó de que las diez tribus seguían existiendo al otro lado del Éufrates y constituían una nación poderosa. Después, las historias fueron haciéndose cada vez más increíbles. Se dijo que las diez tribus fundaron un reino soberano en Etiopía, en Mongolia y hasta en América.

Algunos creyeron incluso que ciertas naciones modernas podían ser descendientes de las diez tribus. En algunos círculos del siglo XIX cundió la idea de que las diez tribus se convirtieron en los escitas, pueblo que en época de los griegos vivía al norte del mar Negro; los escitas se convirtieron a su vez en sajones («hijos de Isaac»), y como éstos invadieron Inglaterra, se llegó a la conclusión de que el pueblo británico era descendiente de las diez tribus. Desde luego, resulta difícil imaginar algo más estúpido que estas creencias del llamado culto «anglo-israelita».

¿Qué sucedió realmente a las diez tribus? La verdad evidente no tiene nada de romántico. En un versículo levemente mutilado, el segundo libro de los Reyes afirma que fueron deportados a «Calaj y Jabor, junto al río Gozán, y en las ciudades de la Media».

Casi con certeza, el Jabor es el río que ahora denominamos Jabur, afluente del Éufrates que desemboca en éste desde el norte. El río Jabur nace al sureste de Turquía y corre hacia el sur a lo largo de trescientos veinte kilómetros por lo que ahora es el noroeste de Siria. Desemboca en el Éufrates a unos cuarenta y ocho kilómetros al sur de la ciudad siria de Deir ez Zor. Gozán y Calaj son ciudades sobre el Jabur. Se las denomina «ciudades de la Media» no porque estuvieran en territorio medo en aquella época, sino porque cayeron bajo la dominación meda siglo y medio después, cuando el texto del segundo libro de los Reyes recibió su forma definitiva.

Lo que significa que se trasladó a los israelitas a unos setecientos veinte kilómetros al noreste, al extremo del Semicírculo Fértil. Efectivamente, sólo estaban a unos noventa y seis kilómetros al oriente de la ciudad de Jarán, donde Abraham residió de camino a Canán (v. cap, 1).

¿Y qué les ocurrió a las diez tribus que habitaban sobre el río Jabur? Nada extraordinario. Sin duda contrajeron matrimonio con gente de la región, adoptaron los dioses y costumbres del país y «desaparecieron» en el proceso de integración.

Eso es lo que suele suceder a las tribus que quedan aisladas de su territorio. ¿Qué les ocurrió a los vándalos, que en otro tiempo invadieron y conquistaron África del Norte? ¿A los alanos, que una vez tomaron Hungría? ¿A los kazares, que antiguamente dominaron Ucrania?

Other books

Lift Me Higher by Kim Shaw
Project Renovatio by Allison Maruska
Priest by Ken Bruen
The Time Portal 2: Escape in Time by Joe Corso [time travel]
Satin Island by Tom McCarthy
Wed to a Highland Warrior by Donna Fletcher
Farthest Reef by Karl Kofoed
Whatever It Takes by Gwynne Forster