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Authors: Brian Lumley

El origen del mal (56 page)

BOOK: El origen del mal
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—Zek, acaba tu relato, ¿quieres?

Lo dijo con cierta brusquedad, pero fue porque Jazz no quería sentirse presa de algo que no se sentía capaz de dominar.

—¿Cómo? —dijo ella con tono de sorpresa, aunque quizá leyó sus pensamientos y por esto dijo—: ¡Ah, sí! De todos modos, casi había terminado. ¿Dónde habíamos quedado?

Jazz, enfadado consigo mismo, enfadado con todo, se lo recordó…

—Voy a resumir un poco —dijo Zek, en un tono de voz un poco más frío—; en cuanto termine, podremos bajar.

»Los señores de los wamphyri habían acudido al nido de águilas de Karen para hablar del Habitante. Pero Karen había tenido razón, puesto que el Habitante no era lo único que los tenía preocupados. También querían apropiarse de la columna de Karen. Shaithis, además, quería apoderarse de mí debido a mis dotes mágicas, ¡vete a saber por qué! El resto de la partida se sortearía a Karen y el ganador la consagraría al uso que quisiese…, después de lo cual la quemaría. Temían que el vampiro que habitaba en ella fuera madre. De ser así, si ella vampirizaba a todo el nido de águilas y pasaba huevos a todos sus lugartenientes o Viajeros raptados o recién seleccionados… no habría quien la parase con tantos "hijos" a su servicio. Karen tenía que evitar que las cosas llegasen demasiado lejos.

»En cuanto a su nido de águilas, Fess Perene, Volse Pinescu y uno de los señores de menor rango eran partidarios de producir sus propios huevos. Si Karen estaba fuera del camino, ellos estarían en condiciones de hacerlo; la progenie de los wamphyri lucharía y el vencedor se convertiría en señor del nido de águilas de Karen. Los perdedores se convertirían en siervos de los nuevos señores hasta que se les presentase la oportunidad de salir de aquel estado. Cuando los hijos de los wamphyri se encuentran sometidos, lo pasan realmente muy mal. No hay nada que satisfaga tanto a un señor como usar a su propio hijo, ya sea macho o hembra, para su propia satisfacción. La sangre de su propia estirpe, especialmente del vampiro que anida en él, constituye la mayor exquisitez que pueda paladear. Si Dramal Doombody no hubiera muerto, la vida de Karen habría sido una interminable pesadilla.

»Pero la posesión de Karen y de todas sus propiedades debía ocurrir antes de que el vampiro que había en ella alcanzase su plena madurez y cobrara todo su influjo. Era evidente que el desarrollo era lento, pero aquellos señores sabían tanto por su propia historia como por sus leyendas que es difícil desembarazarse de una mujer cuando alcanza su plena floración. Para decirlo de alguna manera, cuando se convierte en la "hembra de la especie". Así pues, sería invitada a juntarse con los wamphyri en su ataque contra el Habitante y sus fuerzas se utilizarían como carne de cañón. Cuando terminase la batalla, sin darse tregua, las unidades de Karen serían aplastadas y aniquiladas y la propia Karen sería hecha prisionera.

»Si se negaba a colaborar en el ataque contra el Habitante entonces su acto sería visto como un desprecio, como un insulto, lo que reportaría un posterior ataque a gran escala a su columna. Pero se tenía la esperanza de que se uniría, porque si su nido de águilas podía ser tomado intacto e indemne, si se podía ocupar entrando simplemente en él, muchísimo mejor.

»Todo esto yo lo fui sacando por partes de las mentes de Shaithis, Volse, Menor Maimbite y uno o dos más. No quería entretenerme demasiado rato con ninguno de ellos en particular, para evitar que se enterasen de mi presencia. Pero Karen estaba en lo cierto: al protegerse contra los sondeos de Karen, habían quedado plenamente accesibles a los míos. Ahora puedo decirte, Jazz, que hay muchos infiernos. Y si uno de esos infiernos es ese lugar del que nos hablaban cuando éramos niños y acerca del cual nos decían que era el sitio donde iríamos a parar por nuestros pecados, puedes tener la plena seguridad de que otros infiernos son las mentes de los wamphyri. Hay poco que distinguir entre ellos…

»En cualquier caso, la reunión se dio por terminada y Shaithis se puso de pie e hizo un discurso final. Que yo recuerde, más o menos era como sigue: "Señores y señora: con una excepción, la excepción de un voto, que corresponde al de nuestra encantadora anfítriona, la cual, según nos ha asegurado, piensa dedicar la máxima consideración a este asunto, todos los demás estamos de acuerdo en realizar una expedición de castigo contra el Habitante. Todavía tiene que fijarse la hora de este esfuerzo contra nuestro terrible y mutuo enemigo, pero mientras se decide, conviene que todos estemos prevenidos y preparados. Todos tenemos razones válidas para querer librarnos de él. Dejando aparte el hecho de que ha fijado su residencia en nuestro territorio, pues yo doy por sentado que las montañas son nuestras, y de que presta su apoyo a los Viajeros, que son nuestra presa tradicional, algunos de nosotros tenemos ofensas de tipo personal contra él.

»"Hace varios centenares de puestas de sol", continuó, "que Lesk envió a uno de sus hombres a parlamentar con el Habitante. Fue sólo a parlamentar, como hemos sabido de labios del propio Lesk, el más lúcido de todos los señores. Bien, pues aquel hombre no volvió. Lesk, justamente indignado, envió a un guerrero para poner a prueba el coraje del Habitante. Se las ingenió para captar los rayos de la reciente puesta de sol en espejos, con los cuales quemó al guerrero de Lesk y lo dejó convertido en una patata frita. Lesk, cuyos razonamientos a veces difieren de los de otras mentes menos sensibles, envió un segundo guerrero, aunque no directamente contra el Habitante. Lesk había llegado a la conclusión de que el Habitante procedía de la Tierra de los Infiernos y había sido enviado aquí para espiarnos y provocarnos, tal vez preparando el camino para una invasión a gran escala. Aquella idea se convirtió en una obsesión, es decir, acabó convencido de su lógica, especialmente al tener en cuenta que, inmediatamente después de los ataques iniciales de Lesk contra el Habitante, se vio que la Puerta que daba a la Tierra de los Infiernos se abría en la misma boca del cráter. ¿Se trataba seguramente de un preámbulo al temido ataque? Por eso envió directamente al segundo guerrero a la Tierra de los Infiernos a través de la Puerta, para dejar que los posibles invasores fueran testigos de una parte del poder de los wamphyri. No es necesario decir que el segundo guerrero no volvió. Pero no ha habido nadie que…

»"Volse Pinescu, tras haberse enterado de los descalabros sufridos por Lesk, decidió proceder a un enfoque más sutil: puso en marcha y armó a un centenar de trogloditas para que atacaran el jardín del Habitante. Debían encargarse de saquear, quemar y raptar a todas las mujeres y de asesinar a todos los hombres. Aquellos trogloditas eran toscos, no tenían nada que ver con los wamphyri, lo que equivale a decir que no se preocupaban demasiado del sol, pero sus rayos tampoco los perjudicaban mucho. Los pérfidos espejos del Habitante no le servían aquí de mucho. Sin embargo, tampoco éstos volvieron. Aparentemente, fueron sobornados. El Habitante encontró cuevas donde instalarlos y los puso bajo su protección.

»"Grigis de Grigis, por ser hijo del legendario Grigis el Escoplo, pensó en aumentar sus posesiones con las riquezas del Habitante… quizás incluso en robar todo su jardín, que domina una gran vista, como sabemos todos. O es que quizá Grigis pensó hacer algo más que esto, ya que si podía tener alguna comprensión de la magia del Habitante y de sus malditas máquinas, entonces su situación actual, sus circunstancias, se verían mucho más mejoradas. De hecho, con las armas del Habitante a su disposición, incluso sería posible que lord Grigis nos gobernara a todos. De cualquier modo, podemos estar seguros de que no es ésta su intención. En realidad, perdió a tres excelentes guerreros, a ciento cincuenta individuos entre trogloditas y Viajeros y a dos lugartenientes. Actualmente sus gentes son inadecuadas a sus necesidades. Seamos honrados con nosotros mismos: a no ser por la amenaza presentada por el Habitante, alguno de nosotros ahora podría haber encontrado los recursos para disminuir todavía más las posesiones de Grigis…

»"El interés que me guía", continuó, "es fácil de explicar: se trata de un puro y simple interés. ¡Es curiosidad! Deseo saber quién es el Habitante. ¿Un wamphyri? ¿Quizá se trata de una nueva casta nacida de las ciénagas? De ser así, ¿cómo ha llegado a ese estado? ¿Es gracias a su conocimiento de las armas, de las máquinas, de la magia? ¿Qué hace en su jardín? ¿Y por qué nosotros somos despreciados y nos vemos tan rudamente ignorados? Entonces éste es el plan: ¡vigilaremos al Habitante! Sólo nos limitaremos a esto. Lo haremos de manera encubierta, en la oscuridad de la puesta de sol, aunque sean precisas muchas puestas de sol. ¿Cómo lo haremos? A través de los ojos de nuestras criaturas familiares, de nuestros murciélagos grandes y pequeños. Desde abajo, a hurtadillas, los trogloditas agachados entre las sombras, vigilando y observando; desde arriba, a la máxima altura posible, desde donde nuestros elementos voladores puedan estar atentos a todos sus movimientos; con nuestras propias mentes, que deben estar espiándolo incesantemente.

»"La extensión de su jardín", continuó, "otros posibles habitantes aparte de él, la ubicación de sus espejos, sus armas, el número de sus servidores… hasta que sepamos de él todo lo necesario. Y cuando sepamos todas estas cosas y podamos concertar nuestro ataque de la manera más conveniente…" "Entonces ¿atacaréis?" Esto último lo dijo Karen y todos los ojos se volvieron hacia el lugar donde estaba sentada, al extremo de la larga mesa y enfrente del trono de hueso.

»Shaithis la miró lascivamente.

»"Sí, entonces atacaremos, señora. Y usted también, a menos que haya decidido no unirse a nosotros."

»Ella se limitó a sonreírle y a decir: "No tema, lord Shaithis, porque estaré con ustedes". Se oyó un suspiro. Todos estaban de acuerdo y la señora había caído en la red. O así parecía.

»A continuación se despidieron. Los primeros en marcharse fueron Shaithis y Lascula, después siguieron Lesk, Volse, Belath, Fess, Menor y todos los demás. El último en ausentarse fue Grigis. Era el orden inverso en que habían llegado, dejando al menos importante para el final. Y cuando Karen me pidió que saliera de mi escondrijo y que me reuniera con ella junto a la ventana, todo el cielo aparecía cubierto de aquellos personajes. Describían círculos inmensos, nubes oscuras de mal agüero en los niveles más inferiores, cada uno abalanzándose en picado hacia su refugio, regresando a su infierno personal.

»Me volví hacia ella y le dije: "Señora, no deberías acompañarlos y atacar al Habitante". Y para convencerla, le conté todo lo que había leído en sus mentes.

»Ella se sonrió de manera triste y extraña, como si ya supiera de antemano lo que yo le iba a decir. "Pero ¿es que no me has oído? He dicho que los acompañaré."

»"Pero…" "¡Calla! Juraría que te preocupas por mí. Y quizá yo también me preocupe por ti. Así es que decide qué armas quieres coger. Si necesitas algo, pídelo. Procúrate todo lo que puedo ofrecerte. Ahora voy a descansar. Cuando me despierte, antes de la salida del sol, entonces mantendré mi promesa."

»Y así lo hizo. Me acompañó a buscar mi salvoconducto; las dos disponíamos de un animal volador, que nos llevó directamente por encima de las montañas hasta la Tierra del Sol. Y cuando volvió a salir el sol, me dijo adiós y volvió a enviar a los animales a casa. Fue la última vez que la vi. Al contemplarla mientras se perdía de vista no pude por menos de sentir piedad por ella.

»Al cabo de algún tiempo Lardis y sus Viajeros me encontraron… y ahora ya te lo he contado todo…

Al cabo de un rato Jazz dijo:

—Hay un par de cosas más que me gustaría preguntarte. Una está relacionada con el guerrero que causó la destrucción de Perchorsk. De acuerdo, ya lo has contestado, era un ser creado por Lesk, pero todavía hay otras cosas. El gran murciélago, el lobo, aquella cosa metida en el recipiente…

Zek se encogió de hombros.

—Es posible que el murciélago y el lobo se introdujeran accidentalmente. El murciélago, cegado por la luz, voló al interior de la esfera. Como nosotros, se vio guiado en una dirección a través de la Puerta. Lo mismo ocurrió con el lobo, que era viejo y estaba casi ciego. En cuanto a la cosa metida en el recipiente de vidrio, era un vampiro. Tal vez se trate de una coincidencia, pero entre sus antepasados figuraba un lobo y un murciélago. En su estado metamórfico es probable que adquiriese características de los dos. Sus rasgos de babosa son típicos de su origen en las ciénagas. Quizás atravesó la Puerta porque iba en busca de una presa. Quién sabe…

Los ojos cansados de Jazz parpadearon un momento y dijo:

—Es demasiado complicado para mí. Cuando parece que estoy entendiéndolo, vuelvo a ofuscarme. Supongo que lo que pasa es que estoy agotado. Una última cosa: ¿qué ha pasado con los demás que vinieron de Perchorsk, los hombres que llegaron aquí antes que tú?

—No se me ha dicho nada acerca de ellos —dijo Zek con una mueca—. Khuv, que es un perro mentiroso, ni los mencionó siquiera, pero yo supe de ellos por Karen. Belath se hizo cargo del primero que entró. Ha experimentado una mutación y actualmente es uno de los guerreros de Belath. El otro era un hombre que se llamaba Kopeler. Lo conocía de antes.

—¡Ah, sí! Ernst Kopeler —dijo Jazz—. Es un «esper».

Zek asintió con un gesto de la cabeza.

—Sabía leer el futuro. Cuando cruzó la Puerta, los murciélagos familiares de Shaithis lo vieron y Shaithis se apoderó de él… pero antes de que pudiera utilizarlo, Kopeler se disparó un tiro. Si yo hubiera podido leer el futuro, posiblemente habría hecho lo mismo.

Jazz asintió con la cabeza y dijo:

—Ya es hora de bajar. Todavía tengo que hacer un rato de entrenamiento de armas. Y después… ¡te deseo tanto! De momento todavía puedo aguantarme, por supuesto, pero no por mucho rato.

Lobo, que se había pasado un buen rato quieto y en silencio, de pronto comenzó a aullar por lo bajo y con voz ronca. Las orejas se le movían nerviosamente y acabó dejándolas gachas a nivel horizontal con la cabeza.

—¿Qué…? —dijo Zek poniéndose tensa y mirando con aire asustado.

De pronto Jazz advirtió la calma que reinaba alrededor y vio que la niebla que bajaba de las montañas iba espesándose. Zek se abrazó a él y se quedó con los ojos muy abiertos.

—¿Qué ocurre? —dijo Jazz con voz ronca.

—Jazz! —dijo Zek en un murmullo—. ¡Oh, Jazz!

Entornó los ojos y se llevó su mano fina a la frente.

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