Read El beso de la mujer araña Online
Authors: Manuel Puig
—Qué triste…
—Pero no terminó todavía. Ella entonces lo abraza, y llora desesperada. Y deja todo el dinero de sus joyas ahí a las monjas del hospital, para el cuidado de los pobres, y camina, y camina, como una sonámbula, y llega hasta la casita donde ellos vivieron los pocos días de felicidad, y empieza a caminar por la orilla del mar, y ya es el atardecer, y se oye a los pescadores que cantan las canciones de él, porque las escucharon y las aprendieron, y hay parejas de jovencitos mirando la caída de la tarde y se oyen aquellas palabras que él le cantó en el momento feliz del reencuentro, que cantan ahora los pescadores y escuchan las parejas enamoradas, «… estás en mí… estoy en ti… por qué llorar… por qué sufrir… Callar mi dicha quisiera, que el mundo no lo supiera… mas grita dentro de mí, esta ansiedad de vivir…», y un viejo pescador le pregunta por él, y ella le dice que se ha ido, pero que no importa, porque siempre va a estar con ellos, aunque no sea más que en el recuerdo de una canción, y ella sigue caminando sola, con la mirada en el sol que ya se está ocultando, y se oye «… estoy feliz, también lo estás… me quieres tú… te quiero más… Estoy tan enamorada, que ya olvidé lo pasado… y hoy me siento feliz, …porque te he visto… llorar… por mí…». Y como ya está casi oscuro apenas si se ve la silueta de ella, a lo lejos, que sigue caminando sin rumbo, como un alma en pena. Y de golpe se ve grande grande en primer plano la cara de ella, con los ojos llenos de lágrimas, pero con una sonrisa en los labios …. Y colorín colorado, … este cuento… se ha terminado.
—Sí…
—Qué final más enigmático, ¿verdad?
—No, está bien, es lo mejor de la película.
—¿Y por qué?
—Quiere decir que aunque ella se haya quedado sin nada, está contenta de haber tenido por lo menos una relación verdadera en la vida, aunque ya se haya terminado.
—Pero ¿no se sufre más, después de haber sido feliz y quedarse sin nada?
—Molina, hay una cosa que tener muy en cuenta. En la vida del hombre, que puede ser corta y puede ser larga, todo es provisorio. Nada es para siempre.
—Sí, pero que dure un poquito, por lo menos.
—Es que habría que saber aceptar las cosas como se dan, y apreciar lo bueno que te pase, aunque no dure. Porque nada es para siempre.
—Sí, eso es fácil decirlo. Pero sentirlo es otra cosa.
—Pero tenés que razonar entonces, y convencerte.
—Sí, pero hay razones del corazón que la razón no entiende. Y eso lo dijo un filósofo francés muy de los mejores. Así que te embromé. Y creo que hasta me acuerdo el nombre: Pascal. ¡Chupate esa mandarina!
—Te voy a extrañar, Molinita…
—Aunque sea las películas.
—Aunque sea las películas…
—…
—Siempre que vea fruta abrillantada, me voy a acordar de vos.
—…
—Y, cada vez que vea un pollo al espiedo, en una vidriera de rotisería.
—…
—Porque alguna vez me tocará a mí también, que me larguen de acá.
—Te voy a dar mi dirección.
—Bueno.
—Valentín… si alguna vez pasó algo, yo me cuidé bien de empezar, porque no te quise pedir nada, si no te salía a vos mismo. Espontáneamente, quiero decir.
—Sí.
—Bueno, pero de despedida, querría pedirte algo…
—¿Qué?
—Algo que nunca hiciste, aunque hicimos cosas mucho peores.
—¿Qué?
—Un beso.
—Es cierto.
—Pero mañana, antes de irme. No te asustes, no te lo pido ahora.
—Bueno.
—Tengo una curiosidad… ¿te daba mucha repulsión darme un beso?
—Uhmm… Debe haber sido de miedo que te convirtieras en pantera, como aquella de la primera película que me contaste.
—Yo no soy la mujer pantera.
—Es cierto, no sos la mujer pantera.
—Es muy triste ser mujer pantera, nadie la puede besar. Ni nada.
—Vos sos la mujer araña, que atrapa a los hombres en su tela.
—¡Qué lindo! Eso sí me gusta.
—…
—Valentín, vos y mi mamá son las dos personas que más he querido en el mundo.
—…
—¿Y vos te vas a acordar bien de mí?
—Aprendí mucho con vos, Molinita…
—Estás loco, si yo soy un burro…
—Y quiero que te vayas contento, y tengas buen recuerdo de mí, como yo lo tengo de vos.
—¿Y qué es lo que aprendiste de mí?
—Es muy difícil de explicar. Pero me has hecho pensar mucho, esto te lo aseguro…
—Tenés siempre calientes las manos, Valentín.
—Y vos siempre frías.
—Te prometo una cosa, Valentín, … que siempre que me acuerde de vos, va a ser con alegría, como vos me enseñaste.
—Y prometeme otra cosa… que vas a hacer que te respeten, que no vas a permitir que nadie te trate mal, ni te explote. Porque nadie tiene derecho a explotar a nadie. Perdoname que te lo repita, porque una vez te lo dije y no te gustó.
—…
—Molina, prometeme que no te vas a dejar basurear por nadie.
—Te lo prometo.
—…
—¿Ya guardás los libros, tan temprano?
—…
—¿No esperás que apaguen la luz?
—…
—¿No te da frío sacarte la ropa?
—…
—Qué lindo sos…
—…
—Ah…
—Molinita…
—¿Qué?
—Nada… ¿no te hago mal?
—No… Ay, sí, así sí.
—¿Te duele?
—Mejor como el otro día, dejame levantar las piernas. Así, sobre los hombros.
—…
—Así…
—Callado… callado un ratito.
—Sí…
—…
—…
—Valentín…
—¿Qué?
—Nada… nada…
—…
—Valentín…
—…
—Valentín…
—¿Qué pasa?
—No, nada, una pavada… que te quería decir.
—¿Qué?
—No, mejor no.
—Molina, ¿qué es?, ¿me querías pedir lo que me pediste hoy?
—¿Qué?
—El beso.
—No, era otra cosa.
—¿No querés que te lo dé, ahora?
—Sí, si no te da asco.
—No me hagas enojar.
—…
—…
—Gracias.
—Gracias a vos.
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—Valentín…
—…
—Valentín, ¿ya te dormiste?
—¿Qué?
—Valentín…
—Decime.
—Tenés que darme todos los datos… para tus compañeros…
—Como quieras.
—Tenés que decirme todo lo que tengo que hacer.
—Bueno.
—Hasta que lo aprenda todo bien de memoria…
—De acuerdo. … ¿Era eso lo que me querías decir hace un rato?
—Sí…
—Pero una cosa, y esto es muy, muy en serio… Valentín, ¿estás seguro de que no me interrogarán al salir?
—Estoy seguro.
—Entonces voy a hacer todo lo que me digas.
—No sabés la alegría que me das.
Informe sobre Luis Alberto Molina, procesado 3.018, puesto en libertad condicional el 9 del corriente mes, a cargo del servicio de vigilancia CISL en colaboración con el servicio de vigilancia telefónica TISL
Día 9. Miércoles.
El procesado fue puesto en libertad a las 8.30 y llegó a su casa a las 9.05 de la mañana, en taxímetro, solo. No salió en todo el día de su domicilio, calle juramento 5020, se asomó a la ventana varias veces, mirando en direcciones varias, pero quedando varios minutos mirando fijo hacia la dirección noroeste. El departamento está situado en un tercer piso y no tiene casas altas enfrente.
Llamó por teléfono a las 10.16, preguntó por Lalo, y cuando éste atendió hablaron varios minutos, en femenino, dándose varios nombres diferentes que se intercambiaban a lo largo de la conversación, por ejemplo Teresa, Ni, China, Perla, Caracola, Pepita, Carla y Tina. El nombrado Lalo ante todo insistió en que el procesado contara sus «conquistas» en el penal. El procesado contestó que eran todas mentiras las cosas que se contaban sobre las relaciones sexuales en los penales y que no había tenido ninguna «diversión». Prometieron verse el fin de semana para ir al cine. Cada vez que se llamaban por un nuevo nombre se reían.
A las 18.22 el procesado llamó por teléfono a una señora a la que llamó tía Lola. Habló largo rato con ella, evidentemente una hermana de su madre, hablaron ante todo de la salud de la madre del procesado, y de la imposibilidad de que esa señora la fuera a cuidar, porque por su parte también estaba enferma.
Día 10. Jueves.
El procesado salió a la calle a las 9.35 de la mañana, se dirigió a la tintorería situada en la esquina de Pampa y Triunvirato, es decir a dos cuadras de su casa. Depositó un atado grande de ropa. Después fue al almacén a media cuadra de allí, doblando por Gamarra. De vuelta a su casa se detuvo en un kiosco a comprar cigarrillos, el situado sobre la calle Ávalos casi llegando a Pampa. De allí volvió a su casa. A las 11.04 recibió llamado de parientes a quienes llamó tío Arturo
y
tía María Esther, quienes le auguraron buena suerte. Enseguida llamó una persona de voz joven, llamada Estela, presuntamente prima, porque le pasó el tubo a su madre, a la que el procesado llamó a veces Chicha y a veces tía Chicha. Lo felicitaron por haber salido antes de cumplir la condena, debido a buena conducta. Lo invitaron a almorzar el próximo domingo, hubo extraños intercambios de frases pero pueden deberse a que le repetían cosas que el procesado decía de niño al pedir más comida. El procesado, ante el ofrecimiento no muy claro de qué querían comer, contestó que «calne de leones». Todo parece ser simple jerga infantil, pero recomendamos atención. A las 17, pese al frío, el procesado abrió la ventana, y allí se quedó largo rato observando —como en el día de ayer— hacia el noroeste. A las 18.46 le telefoneó el mismo Lalo del día anterior, lo invitó a dar una vuelta en el auto de una amiga, el procesado aceptó con la condición de estar de vuelta en casa a las 21 para cenar en compañía de su madre y su tía. Ésta, de nombre Cuca, vive en el departamento y sale de compras a la mañana a la panadería y lechería, y de tarde a veces también, al supermercado situado a seis cuadras de allí en la esquina de avenida Triunvirato con Roosevelt. Minutos después bajó el procesado, esperó en la puerta y llegaron en un Fiat dos sujetos, no un hombre y una mujer como anunciado. Uno de ellos, de unos 40 años, abrazó ni bien bajó del auto al procesado, lo besó en ambas mejillas con visible emoción, mientras que el otro no bajó permaneciendo al volante, y dio la impresión de que no conocía al procesado, por el modo en que se dieron la mano. Sujeto de unos cincuenta años. El recorrido del coche fue directo a Avenida Cabildo, por Pampa, remontaron Cabildo hasta Pacífico y siguieron Santa Fe, luego Retiro, Leandro Alem, Plaza de Mayo, Avenida de Mayo, Congreso, Callao, Corrientes, Reconquista, y varias calles del barrio de San Telmo, parando breves momentos el coche delante de nuevos locales de café-concert que en los últimos años están prolife- rando en la zona. También delante de casas de antigüedades. El procesado en varias ocasiones se dio vuelta, en actitud de sospecha, evidentemente avistó que lo seguían. Del barrio de San Telmo el coche siguió sin detenerse hasta el domicilio del procesado.
Referente a la observación hecha ayer por miembros de la TISL sobre la necesidad de estudiar atentamente el posible código escondido en los nombres femeninos usados por el procesado con el mencionado Lalo, se señala que el tono de las conversaciones es de broma y extremadamente desordenado. De todos modos se prestará la debida atención.
Día 11. Viernes.
A las 11.45, llamada de sujeto de voz cascada, el procesado lo llamó «padrino», por la tensión del tono pudo parecer en un momento llamada sospechosa, la voz parecía fingida, pero el tema fue la conducta futura del procesado. El «padrino», que pareció en realidad serlo, recomendó buena conducta en la calle y sobre todo en el trabajo, le recordó al procesado que su encarcelamiento se debió a relaciones con un menor en la tienda donde trabajaba como vidrierista. La conversación terminó muy fríamente, casi con ofensa de ambas partes. A los pocos minutos llamó el mencionado Lalo, como de costumbre se dijeron varios nombres femeninos diferentes, esta vez de actrices, se supone, porque se apodaban Greta, Marlene, Marilyn, Merle, Gina, Jedi (?). No daba la impresión de tratarse de un código, sino broma corriente entre ellos, se repite. El tono fue animado, el amigo comunicó al procesado que unos conocidos estaban por abrir boutique de varias vidrieras y no habían llegado a un acuerdo de dinero con otro vidrierista por dificultades de presupuesto. Dio el teléfono y dirección del procesado, para llamar lunes próximo, 42-5874 y Berutti 1805 respectivamente.
A las 15 salió el procesado y caminó hasta Cabildo, más de veinte cuadras, y entró al cine General Belgrano, había muy poca gente en la sala, se sentó solo, no habló con nadie, antes de salir fue a orinar al baño, donde no fue seguido para evitar sospechas, dado lo estrecho del recinto, y salió rápidamente. Volvió caminando a su casa, por otra calle paralela, y parando en varias esquinas, mirando con atención a las casas y negocios. Entró a su casa pocos minutos antes de las 19.
Poco después telefoneó a un lugar donde contestaron diciendo «Restaurant» y luego un nombre que fue imposible distinguir por el fondo de voces y ruidos de un mostrador de bar o restaurant. El procesado pidió hablar con Gabriel. Enseguida vino éste al aparato, demostró gran asombro y sorpresa, pero fue a continuación muy afectuoso. Su voz era varonil y posiblemente de barrio bajo de la capital. Quedaron en llamarse a la misma hora, si el procesado no podía ir al restaurant a la hora de entrada del llamado Gabriel, que suponemos que puede ser mozo del establecimiento. Apuntamos ambigüedades de ciertos pasajes de la conversación, definitivamente será fundamental establecer identidad de Gabriel. Enseguida después el procesado se asomó a la ventana sin abrirla, debido al frío, seguramente, pero sí corrió la cortina, y permaneció varios minutos mirando fijo pero como de costumbre no a las calles sino más arriba. Como las veces anteriores, también en este día miró hacia el noroeste, es decir hacia la confluencia de las calles Juramento y Bauness, o sea —para dar orientación más precisa— hacia el barrio de Villa Devoto donde se halla situada esta Penitenciaría.
Día 12. Sábado.
Salió con su madre y su tía, tomaron taxi, llegaron al cine Gran Savoy de la avenida Cabildo a las 15.25. Estuvieron sentados juntos y no hablaron con nadie. Salieron a las 17.40 y esta vez tomaron colectivo en la esquina de Monroe y Cabildo. Bajaron a una cuadra de su casa, caminaron riendo. Pararon en una panadería y compraron masas. A las 19 el procesado llamó al restaurant, esta vez fue posible oír claramente Restaurant Mallorquín, el presunto Gabriel vino al teléfono y el procesado dijo no poder ir a verlo porque debía acompañar a su madre. Gabriel dijo que el lunes estaría en turno de día, pero que mañana domingo el restaurant estaría cerrado, como de costumbre. Pareció algo disgustado por la postergación. Como ya consta en otro informe, se procedió, mediante el servicio CISL de esa zona, a averiguar la identidad de Gabriel. Mañana llegará informe a esta oficina, según dispuesto.