Dialéctica erística o el arte de tener razón (3 page)

BOOK: Dialéctica erística o el arte de tener razón
8Mb size Format: txt, pdf, ePub
Estratagema 2

Usar la
homonimia
para extender la afirmación enunciada a lo que puede comprenderse igualmente bajo el mismo nombre, pero que poco o nada tiene que ver con el asunto del que se está tratando; después, a continuación, se refuta triunfalmente la afirmación tomada en este sentido haciendo que parezca que se ha refutado la primera.

Anotación
.
Sinónimas
son dos palabras para e l mismo concepto;
homónimos
dos conceptos designados mediante la misma palabra (ver Aristóteles,
Tópicos
, Lib. I, cap.13). Bajo, agudo, alto, utilizados a veces para calificar cuerpos y otras para los tonos de voz, son
homónimas
. Honrado y probo son
sinónimos
.

Se puede considerar esta estratagema como idéntica al sofisma
ex homonymia
, sin embargo la obviedad de tal sofisma no engañará en serio.

Omne lumen potes extingui

Íntel ectus est lumen

intellectus potest extingu
[11]

Aquí se nota enseguida que hay cuatro
termini
:
lumen
en sentido propio, y
lumen
entendido metafóricamente. Por otra parte, en casos más sutiles engaña; concretamente, en aquellos en los que los conceptos se designan con la misma expresión y están emparentados, pudiéndose intercambiar uno por otro con facilidad.

Ejemplo 1)
[12]

A. "Aún no está usted muy iniciado en los misterios de la filosofía kantiana".

B. "Ah, mire usted, de donde hay misterios no quieto saber nada".

Ejemplo 2)

Censuro el principio del honor, juzgando incomprensible que quien sufre una ofensa quede deshonrado a menos que no la repare con una ofensa aún más grande, o mediante la sangre del ofensor o la propia. Para fundamentar esto aduzco que el verdadero honor no puede ser manchado por lo que uno sufra, sino únicamente por aquello que uno haga; pues a cualquiera puede tocarle en suerte sufrir de todo. - El adversario atacó directamente al fundamento mostrándome triunfalmente que si se acusase falsamente a un comerciante de estafa, de irresponsabilidad, o de negligencia en sus negocios, se le atacaría su honor, que habría sido únicamente manchado con lo que padeciese; y que esto solamente podría repararse en cuanto que se consiguiesen el castigo y la retractación pública de los agresores.

De este modo, con el uso de la homonimia, suplanta
el honor burgués
, o
buen
nombre
cuya mancha acontece por la calumnia, por el concepto del honor caballeresco, conocido también como
point d'honneur
, cuya mancha acontece por ofensa. Y colmo un ataque al primero no podría quedar impune, sino que debería ser reparado mediante pública retractación, del mismo mudo y con el mismo derecho, se repararía un ataque al segundo mediante otra ofensa aún mayor o mediante el duelo. Aquí tenemos, pues, la mezcla de dos cosas esencialmente distintas favorecida por la homonimia de la palabra honor y, además, también una
mutatio controversias
(cambio del asunto principal de la controversia) ocasionada asimismo por la homonimia.

Estratagema 3

Tomar la afirmación
[13]
que ha sido formulada en modo relativo,
relative
, como si lo hubiera sido en general,
simpliciter, absolute
, o por lo menos, entenderla bajo otro aspecto muy distinto al de su verdadera intención para seguidamente refutarla según este último. El ejemplo de Aristóteles es: "el moro es negro, por lo que a sus dientes se refiere, blanco; por lo tanto es negro, pero no negro a la vez". - Éste es un ejemplo imaginario que no engañará de verdad a nadie; tomemos en cambio, otro de la experiencia real.

Ejemplo 1. En una conversación sobre filosofía, admito que mi sistema defiende y alaba a los quietistas. Poco después, recae la conversación en Hegel, y aseguro que, en general, no ha escrito más que disparates, o que, al menos, hay en sus escritos partes en las que el autor ha puesto la palabra y el lector debe añadirle el sentido. Él adversario no se aventura a rebatirlo
ad rem
, sino que se conforma con el uso del
argumentum ad
hominem
: "yo había alabado a los quietistas y éstos, en cualquier caso, también escribieron muchos disparates".

Admitiendo este hecho, corrijo al adversario añadiendo que no admiro a los quietistas como filósofos y escritores, es decir, no por sus aportaciones teóricas, sino como a hombres, por sus acciones y, simplemente, en un sentido práctico; con respecto a Hegel, me refería a sus aportaciones teóricas. Con esto se paró el golpe. Las tres primeras estratagemas están emparentadas; tienen en común el hecho de que el adversario habla en realidad de otra cosa distinta de la que se manifestó. Incurre en una
ignoratio elenchi
[desconocimiento de la refutación] aquél que se deja desarmar de esta manera.

En todos los ejemplos mostrados es verdadero lo que aduce el adversario, pero no está realmente en contradicción con la tesis, la contradicción es sólo aparente; así, quien es atacado deberá negar la consecutividad de la conclusión del adversario, es decir, que de la verdad de su tesis se desprenda la falsedad de la nuestra. Es, pues, refutación directa de su refutación por
negationem consecuentiae
[negación de la consecutividad].

No admitir premisas verdaderas porque se prevé su consecuencia. Contra esto, los dos medios siguientes, reglas 4 y 5.

Estratagema 4

Cuando se quiere llegar a una conclusión, no hay que dejar que ésta se prevea, sino procurar que el adversario admita las premisas una a una y dispersas sin que se dé cuenta durante el transcurso del diálogo; de lo contrario, lo impedirá con todos los medios a su alcance. O, cuando es dudoso que el adversario vaya a aceptarlas, se formulan primeramente las premisas de esas premisas; se hacen prosilogismos; entonces se deja que admita unas cuantas premisas desordenadas de tales prosilogismos enmascarando así la jugada hasta que haya admitido todo lo que queríamos. Luego se procede recapitulando el asunto desde atrás. Esta regla la da Aristóteles,
Tópicos
VIII,1, No necesita ejemplo alguno.

Estratagema 5
[14]

Pueden usarse premisas falsas para demostrar la propia tesis cuando el adversario no admita las verdaderas, es decir, o por. que no reconozca su verdad, o porque ve que de el as se seguiría como conclusión inmediata nuestra tesis. Se toman entonces proposiciones que de suyo son falsas, pero verdaderas
ad hominen
, y se argumenta
ex
concessis
, según la manera de pensar del adversario, pues lo verdadero puede seguirse también de premisas falsas, si bien nunca de verdaderas lo falso. Por otra parte pueden refutarse tesis falsas del adversario mediante otras tesis también falsas pero que él sostiene como verdaderas: puesto que hay que tratar con él, debe utilizarse su propia forma de pensar. Por ejemplo, si pertenece a alguna secta con la que estamos en desacuerdo podemos utilizar contra él las máximas de la secta como principia. Aristóteles,
Tópicos
VIII, C. 9.

Estratagema 6

Se encubre una
petitio principi
[petición de principio] postulando aquello que se debe demostrar, 1) usando otro nombre, por ejemplo, en vez de "honor", "buen nombre", en vez de "virginidad", "virtud" etc.; o también, utilizando conceptos intercambiables: animales de sangre roja, en vez de animales vertebrados; 2) dando por supuesto en general aquel o que es muy discutible en un caso particular; por ejemplo, se afirma la inseguridad de la medicina postulando la inseguridad de todo saber humano; 3) o viceversa dos cosas consecuentes la una de la otra, si hay que demostrar la primera, se postula la segunda; 4) si para demostrar el universal, se hace que se admitan todos los casos singulares (la contraria a la número 2) (Aristóteles,
Tópicos
VIII, c. ll).

El último capítulo de los
Tópicos
de Aristóteles contiene buenas reglas sobre el
ejercicio
de la dialéctica.

Estratagema 7

Cuando la discusión se dirige de manera algo formal y rigurosa y deseamos que se nos comprenda muy claramente, si hemos enunciado una afirmación y debemos probarla, procederemos
preguntando
al adversario para poder deducir de sus respuestas la verdad de nuestra afirmación. Este método
erotemático
fue sobre todo utilizado por los antiguos (se le l ama también
socrático
); a él se refiere la presente estratagema y algunas que después la seguirán. (Todas ellas libremente adaptadas según el
Líber de elenchis
sophistichis,
c. 15 de Aristóteles).

Preguntar mucho de una vez y sobre muchas cosas para ocultar lo que en realidad queremos que admita el adversario y, además, extraer rápidamente de lo admitido la propia argumentación, pues quienes son lentos en comprender no pueden seguirla con precisión y pasarán por alto los fallos o lagunas en las deducciones de las pruebas.

Estratagema 8

Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en cólera, pues obcecado por ella, no estará en condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias ventajas. Se le encoleriza tratándole injustamente sin miramiento alguno, incomodándole y, en general, comportándose con insolencia.

Estratagema 9

No establecer las preguntas en el orden requerido por la conclusión a la que se desea llegar con ellas, sino desordenadamente; el adversario no sabrá a dónde queremos ir a parar y no estará preparado para prevenir la conclusión; además, dependiendo de como vayan resultando sus respuestas, éstas podrán utilizarse para extraer conclusiones diversas, incluso contradictorias. Esta estratagema se asemeja a la 4. en cuanto que debe enmascararse su procedimiento.

Estratagema 10

Si se advierte que el adversario niega intencionadamente aquel as preguntas cuya; respuestas afirmativas podrían ser utilizadas en beneficio de nuestra tesis, hay que preguntarle lo contrario de lo que debemos haciendo como si esto fuese lo requerido para defenderla; o por lo menos presentarle ambas opciones a elegir, de manera que no note cuál de las dos es la que se desea que afirme.

Estratagema 11

Si hacemos una inducción y el adversario admite como válidos los casos particulares mediante los que se prueba, no debemos preguntarle si también admitirá la verdad general que puede concluirse de aquel os, sino que debemos introducirla a continuación como si se tratase de algo ya establecido y admitido anteriormente; porque puede ser que así lo crea, y también los presentes tendrán la misma impresión, pues se acordarán de las muchas preguntas hechas sobre los casos particulares, que de alguna manera habrían tenido que conducir a tal conclusión.

Estratagema 12

Si la conversación versa sobre un concepto general que carece de nombre propio y tiene que designarse trópicamente mediante una similitud, enseguida hemos de elegir nosotros el símil, de manera tal que sea lo más ventajoso posible para nuestra afirmación. Así, por ejemplo, los nombres con que en España son designados los dos partidos políticos,
serviles
y
liberales
, los eligieron, evidentemente, estos últimos. El nombre de "protestantes" lo eligieron el os; el de "evangélicos", también; pero el de "herejes", los católicos. sirve también para nombrar las cosas de manera que resulten más apropiadas a nuestro interés: por ejemplo, si el adversario ha propuesto un
cambio
, se le l amará
innovación
, pues se trata de una palabra aborrecida. Actuaremos de manera contraria si somos nosotros quienes hacemos la propuesta. En el primer caso se llama a lo opuesto "orden establecido"; en el segundo, "un pel ejo". Aquel o que alguien desintencionada e imparcialmente llamaría algo así como "culto" o "doctrina pública de la fe", otro que quisiera hablar en su favor, lo llamaría "piedad" o "beatitud", y un enemigo, "hipocresía" o "superstición". En el fondo se trata de una sutil
petitio principii
, ya que con la palabra, en la denominación utilizada, damos ya por supuesto aquel o que queremos probar y que luego derivamos mediante un simple juicio analítico. A lo que uno denomina "asegurar su persona", "poner bajo custodia", su enemigo lo llama "encerrar".

Un orador traiciona previamente su intención por medio del nombre que da a las cosas. - Uno dice "la espiritualidad"; otro, "los curas". Entre todas las estratagemas ésta es instintivamente la que más se usa. Fervor religioso - fanatismo; desliz o galantería - infidelidad; equívoco - indecencia; contratiempo - bancarrota; "por medio de influencia y relaciones" - "mediante corrupción y nepotismo"; "sincero reconocimiento" - "buena retribución".

Estratagema 13

Para lograr que el adversario admita una tesis debemos presentarle su opuesta y darle a0 elegir una de las dos, pero teniendo la desfachatez de proclamar el contraste de forma estridente, de modo que, para no ser paradójico, tenga que decidirse por nuestra tesis que parecerá muy probable en comparación con la otra. Por ejemplo: el adversario debe admitir que uno tiene que hacer todo lo que su padre le dice; así es que le preguntamos: "¿se debe obedecer a los padres en todas las cosas, o desobedecerles?" - O cuando se dijo con respecto a algo "a veces", preguntamos si es que con "a veces" se entienden pocos casos o muchos; él dirá "muchos". Es como si comparamos el gris con el negro, y lo llamamos blanco, y luego con el blanco y lo llamamos negro.

Estratagema 14

Una jugada descarada es la siguiente: cuando el adversario ha respondido a varias preguntas sin favorecer la conclusión que teníamos pensada, se enuncia y se exclama ésta triunfalmente como si ya estuviera demostrada, aun sabiendo que no se sigue de las respuestas dadas por el adversario. si éste es tímido o tonto, y nosotros poseemos el suficiente descaro y una buena voz, puede salir bien la jugada. Esta estratagema pertenece a la
fal acia non causae ut causae
[engaño producido al tomar lo no fundamentado por el fundamento].

Estratagema 15

Si hemos expuesto una tesis paradójica, pero nos encontramos en dificultades para demostrarla, presentamos al adversario otra tesis correcta, aunque no del todo evidente, para que la acepte o la refute como si de el o quisiéramos obtener la prueba; si sospechando alguna treta la rechaza, entonces lo reducimos
ad absurdum
[al absurdo] y triunfamos; pero si la acepta, habremos dicho entretanto algo razonable, y ya veremos cómo sigue adelante el asunto. O utilizamos aquí la estrategia precedente y aseguramos que con eso ha quedado demostrada nuestra paradoja. Para esto hace falta una insolencia extrema que, si bien la proporciona la experiencia, también hay gente que la pone en práctica instintivamente.

Other books

Quotable Quotes by Editors of Reader's Digest
Legacy & Spellbound by Nancy Holder
Bad Blood by Shannon West
Unchained by C.J. Barry
The Root Cellar by Janet Lunn
The Bone Yard by Jefferson Bass