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Authors: Geoffrey Chaucer

Cuentos de Canterbury (44 page)

BOOK: Cuentos de Canterbury
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»Por lo que respecta al quinto argumento, que la mujer supera al hombre en mal consejo, Dios sabe que está aquí fuera de lugar. Compréndelo: pides consejo para obrar el mal; y si obras de este modo y tu mujer refrena tu malvado propósito y te convence con argumentos y buenos consejos, es dig na de loa y no de vituperio. Así debes captar el pensamiento del filósofo cuando afirma: La mujer supera al hombre en malvado consejo.

»Y como quiera que vituperas todos los argumentos de las mujeres, te mostraré con numerosos ejemplos cómo muchas se han comportado estupendamente y sus consejos han sido provechosos y saludables. También algunos hombres han afirmado que los consejos de las mujeres han sido excesivamente costosos o escasamente dignos de loa. También algunos afirman que el consejo femenino es de elevado coste o de poco valor. Pero aunque existan muchas mujeres malvadas y de pérfido consejo, con todo, los hombres han encontrado numerosas mujeres que aconsejan con gran sabiduría y discreción.

»Mira cómo Jacob obtuvo la bendición de su padre, Isaac, y la primacía sobre el resto de sus hermanos gracias a los buenos consejos de su madre, Rebeca. Los buenos consejos y conducta de Judit libraron a su ciudad natal, Betulia, de las manos de Holofernes, que la había sitiado con intención dé arrasarla. Abigail libró a su marido, Nabal, del rey David, que pretendía su muerte y, con su buen consejo y comprensión, aplacó la cólera del rey. El pueblo de Dios prosperó bajo el rey Asuero por el buen consejo de Ester
[338]
.

»Se podían dar otros muchos ejemplos de buen consejo femenino. Además, cuando Dios creó a Adán pensó: "No es bueno que el hombre esté solo; démosle alguien semejante a él que le ayude"
[339]
. Si las mujeres no fueran buenas y sus consejos útiles y justos, el Señor, Dios de los cielos, no las habría creado, ni las habría denominado ayuda del hombre, sino confusión del mismo. Y lo que antiguamente dijo un sabio viene aquí muy a cuento: "El jaspe es mejor que el oro; la sabiduría, mejor que el jaspe; la mujer, preferible a la sabiduría, y mejor que la mujer, nada."

»Podría arguir, señor, muchos otros razonamientos para demostrarte que existen muchas mujeres buenas, de consejo acertado y prudente. Y así, si quieres confiar en mi consejo, señor, te prometo que tendrás a tu hija sana y salva, y, además, conseguiré que salgas con honor de este embrollo.

Melibeo, después de escuchar el discurso de Prudencia, su esposa, dijo:

Ahora veo cuán verdadero es el dicho de Salomón. Él afirma que las palabras proferidas con discreción y orden son como panales de miel que proporcionan dulzura al espíritu y salud corporal
[340]
. Mujer, tus dulces palabras, y también porque he comprobado tu tremenda honradez y discreción, me mueven a dejarme guiar en todo por tu consejo.

—Ahora, señor —dijo Prudencia—, ya que te dignas dejarte llevar por mi opinión, quiero manifestarte cómo has de proceder al elegir tus consejeros.

»En primer lugar debes pedir al Altísimo en todas tus obras que Él sea tu primer consejero, instructor y consolador, al igual que Tobías mandaba a su hijo: "Bendecirás a Dios y le pedirás que encamine tus pasos en todo tiempo
[341]
. Procura, pues, que tus decisiones tengan como punto de mira al Señor. Santiago declara: "Si cualquiera de vosotros ha menester sabiduría demándela a Dios"
[342]
.

»Después de esto te autoconsultaras y examinarás bien tus pensamientos para ver qué es lo más provechoso para ti. Y luego apartarás de tu corazón tres cosas que se oponen a un consejo correcto, a saber: ira, codicia y atolondramiento.

»En primer lugar, y por muchas razones, el que se aconseja consigo mismo ha de carecer de ira. Lo primero es que el iracundo siempre se cree capaz de hacer lo que no puede. En segundo lugar, el colérico no puede discernir adecuadamente. En tercer lugar, según Séneca, "el airado y enojado no puede hablar de algo sin vituperarlo
[343]
. Y así, con sus malvadas palabras, induce a otros a la cólera.

»Tal como afirma el apóstol, debes apartar la codicia de tu corazón: "La codicia es la raíz de todos los males"
[344]
. Ciertamente, puedes creer que el codicioso no logra juzgar ni pensar, sino únicamente satisfacer su codicia, sin que jamás pueda encontrarse satisfecho, ya que cuanto más tenga, más codiciará.

»Asimismo, señor, has de apartar de tu corazón al atolondramiento, pues estarás incapacitado para juzgar una idea repentina con criterio recto; al contrario, debes examinarla con frecuencia. Pues, tal como escuchaste con anterioridad, el refrán corriente dice que «quien pronto decide, pronto se arrepiente». Por supuesto, señor, el hombre no siempre se halla en idéntica disposición, ya que, en ocasiones, cosas que parecen buenas de realizar, otras veces se consideran de modo contrario.

»Una vez te hayas aconsejado contigo mismo y llegado a una decisión después de prolongada deliberación, debes ante todo guardar secreto. No reveles a nadie tu decisión, a menos que estés seguro de que, al hacerlo, mejore tu situación. Jesús de Sirach lo advierte: "No reveles tu secreto o tu locura ni a amigo ni a enemigo, pues todos te escucharán, te pondrán buena cara y te alabarán en tu presencia, pero te menospreciarán a tus espaldas"
[345]
.

»Otro sabio afirma: "Resulta dificil hallar quien sea capaz de guardar un secreto." Y en el
Libro
[346]
se lee: "Mientras almacenas tu secreto en tu corazón, lo guardas en una prisión; si lo descubres a otro, te tenderá una trampa." Y, por consiguiente, es preferible esconder tu consejo en el interior de tu corazón que rogar que tenga los labios sellados al que se lo revelaste.

»Séneca
[347]
afirma: "Si aconteciera que no pudieras ocultar tu consejo, ¿cómo osas rogar a una persona que lo guarde con seguridad?" Con todo, si estás convencido que el revelar un secreto a alguien te va a colocar en situación más ventajosa, entonces lo manifestarás del modo siguiente. En primer lugar tu expresión no delatará si deseas la paz o la guerra, o eso o aquello, sin dejar traslucir tu voluntad e intenciones. Has de saber que, por lo general, los consejeros son amantes de la lisonja, y especialmente los de los grandes señores, en consecuencia, procuran proferir siempre cosas agradables y gratificantes, aunque sean falsas o inútiles. Por ellos los hombres afirman que el hombre rico recibe buen consejo en contadas ocasiones, a no ser el suyo propio.

»A continuación ponderarás quiénes son tus amigos y tus enemigos. Busca, entre los primeros, el más fiel, prudente, anciano y experto en aconsejar. Consúltale según convenga.

»Primero debes llamar a los amigos leales. Salomón afirma que así como el corazón de un hombre se deleita en un sabor que es dulce, del mismo modo el consejo de un amigo leal proporciona dulzura al alma. También dice que "no existe nada comparable a un verdadero amigo"
[348]
. Ciertamente, ni el oro ni la plata se pueden comparar con la buena voluntad de un amigo auténtico
[349]
. Y también afirma que "un verdadero amigo es un baluarte inexpugnable, y encontrar a uno es un tesoro inapreciable"
[350]
.

»A continuación deberás también tener en cuenta si esos auténticos amigos están dotados de prudencia y discreción. En el
Libro
se lee: "Recurre al consejo de los prudentes"
[351]
. Y por tal motivo pídelo a tus amigos maduros que han acumulado dilatada experiencia y presenciado muchas cosas, y son de probada fiabilidad. También en el
Libro
se lee que "la sabiduría radica en los viejos, y la prudencia, en la longevidad"
[352]
. Y Tulio asegura: "Las grandes hazañas no siempre se llevan a término con la fuerza o con la actividad corporal, sino con el buen consejo, con la autoridad de las gentes y con el saber; estas tres cosas no disminuyen con los años, sino que se acrecientan y fortalecen a diario"
[353]
.

»Y, además, tendrás siempre presente esta norma general. En primer lugar recurre al consejo de pocos amigos, pues Salomón asegura: "Aunque tengas muchos e íntimos amigos, escoge entre mil a quien te ha de aconsejar"
[354]
. Pues aunque de entrada sólo te confies a unos pocos, siempre puedes aconsejarte con más en caso de necesidad. Pero comprueba siempre que tus confidentes reúnan las susodichas tres condiciones, a saber: autenticidad, prudencia y vasta experiencia. Y nunca obres bajo los dictámenes de un solo confidente, pues a veces conviene ser aconsejado por muchos. Ya lo declara Salomón: "La salvaguardia de las cosas radica en tener muchos consejeros"
[355]
.

»Ahora que ya sabes en dónde buscar tus confidentes, te enseñaré qué clase de consejos debes seguir. De entrada, evita los consejos necios. Pues Salomón afirma: "No sigas la opinión de los necios, pues sólo aconsejan según los dictámenes de su inclinación y sus apetitos"
[356]
. El
Libro
declara: "El necio se distingue por pensar mal de todo el mundo con ligereza, y con igual ligereza se imagina en posesión de todas las virtudes"
[357]
.

»Rehúye asimismo la aparición del adulador que, en vez de declarar la verdad de las cosas, procura alabarte y lisonjearte. Ya lo dijo Tulio: "La lisonja es la peor de las pestilencias de la amistad
[358]
El
Libro
declara: "Rehúye y teme más las dulces y lisonjeras palabras del adulador que las acres recriminaciones de un amigo que te canta las verdades."

»Salomón
[359]
afirma que las palabras del adulador constituyen una insidia para cazar a los inocentes. También opina que quien profiere dulces y placenteras palabras a un amigo le está tendiendo una red bajo sus pies para atraparle. Y, por consiguiente, afirma Tulio: "No dejes que tus oídos sean propensos a los aduladores y no te dejes aconsejar por palabras lisonjeras"
[360]
.

»Y Catón comenta: "Pondera bien y rechaza las palabras agradables y dulces"
[361]
.

»Rehúye igualmente el consejo de tus enemigos con los que te hubieras reconciliado. El
Libro
proclama que nadie retorna incólume al favor de su antiguo enemigo
[362]
. E Isopo declara: "No confies en aquel con quien guerreaste o tuviste enemistad, y no le descubras tu secreto." Y Séneca nos describe el por qué: "Es imposible que no quede rescoldo donde hubo gran fogata largo tiempo"
[363]
.

»Por consiguiente, Salomón aconseja: "Jamás confies en tu antiguo adversario"
[364]
. A pesar de que el enemigo se haya reconciliado, dé señales de humildad y doblegue la cerviz, jamás has de fiarte de él. Sin duda, simulará mansedumbre para provecho propio y no por afecto hacia ti, creyendo, ya que no le hubiera sido posible lograrlo por las armas, poderte vencer con esta falsía.

»Ya lo advierte Pero Alfonso: "No frecuentes la compañía de tus antiguos enemigos, pues te devolverán mal por bien"
[365]
.

»Evita igualmente el mal consejo de tus servidores que te tributan grandes muestras de reverencia, porque bien puede suceder que obren impulsados por temor y no por afecto. Ya afirmó con fundamento el filósofo: "Nadie es completamente sincero con quien le teme mucho." Y Tulio corrobora: "Por grande que sea el poder de un emperador, no dura mucho si su pueblo no alberga más amor que temor"
[366]
.

»Elude también el consejo de los proclives al vino, ya que son incapaces de guardar un secreto. Salomón lo afirma: "Donde la embriaguez campa, no hay nada secreto"
[367]
.

»Desconfia sobremanera de los que te aconsejan una cosa en privado y otra opuesta en público. Casiodoro
[368]
sentencia que es una falsía el fingir hacer o decir algo en público y obrar lo contrario en privado. También has de sospechar de los consejos de los malvados, pues el
Libro
sentencia: "El consejo de los malvados está repleto de fraude"
[369]
.

»David añade: "Bienaventurado el que no sigue el consejo de los malos"
[370]
.

»Evita asimismo el consejo de los jóvenes, pues carece de madurez.

»Ahora que te he indicado, señor, de quiénes deben aconsejarte, te explicaré —de acuerdo con el pensamiento de Tulio
[371]
de qué modo has de analizar el que te den. Ante todo, en el estudio de tu consejero debes tener en cuenta muchas circunstancias. En primer lugar, has de considerar que en lo que te propongas y sobre lo que verse el consejo, debes manifestar y sostener la verdad, a saber, has de relatarlo de modo claro. Pues el que habla con falsedad no puede recibir buen consejo acerca de un asunto sobre el que miente.

»A continuación ponderarás si lo que piensas ejecutar con el consenso de tus consejeros sigue los cánones de lo razonable, y si cae dentro de tus posibilidades, y si la mayoría y lo más selecto de tus consejeros están o no de acuerdo contigo.

»Seguidamente debes considerar si el odio, la guerra, la paz, el perdón, el provecho o el daño serán las secuelas del consejo tomado. De entre ellas seleccionarás la más provechosa y dejarás las otras.

»Luego ponderarás de qué raíz se genera el asunto deliberado y el fruto capaz de engendrar y producir. También considerarás el origen de todas esas causas que las producen.

»Y cuando hayas examinado tu consejo del modo que te acabo de comentar, y detectado la parte mejor y más provechosa, y recibido la aprobación de mucha gente sabia y experimentada, entonces considerarás si lo puedes ejecutar y llevarlo a feliz término. Resulta indudable: no es razonable que uno empiece algo que no tenga posibilidades de realizarlo adecuadamente; asimismo nadie debe echar sobre sus espaldas fardo que no pueda llevar. Ya reza el refrán: "Quien mucho abarca, poco aprieta." Y Catón añade: "Intenta ejecutar lo que caiga dentro de tus posibilidades, no sea que la carga se te vuelva tan insoportable que te veas precisado a abandonarla"
[372]
.

»Y si se te planteara la duda entre ejecutar algo o no, opta por padecer antes de empezarlo. Pedro Alfonso comenta:

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