Albert Speer (100 page)

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Authors: Memorias

Tags: #Biografía, Historia

BOOK: Albert Speer
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Por razones propagandísticas, Goebbels intentó en vano cambiar el estilo de vida de las personalidades del Reich: «Bormann promulga un edicto en el que aboga por una mayor sencillez de los dirigentes del Partido en sus apariciones públicas, sobre todo en los banquetes. Se trata de una advertencia al Partido para que predique al pueblo con el ejemplo. Este edicto resulta muy oportuno. Esperemos que sea acatado, aunque me he vuelto un poco escéptico sobre este particular». (Diario de Goebbels, 20 de febrero de 1942)

El edicto de Bormann no surtió efecto. Más de un año después, el 22 de mayo de 1943, Goebbels escribía en su diario: «Dada la tensa situación interna, es natural que el pueblo no pierda de vista a los que considera personalidades. Por desgracia, eso no importa a todas las personalidades, y muchas de ellas llevan una existencia que de ningún modo se puede considerar acorde con la actual situación».

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Según el punto número 18 del Protocolo del
Führer
del 20 de junio de 1944, «expuse al
Führer
que actualmente hay cerca de 28.000 trabajadores ocupados en la construcción de sus cuarteles generales».

Según mi carta del 22 de septiembre de 1944 al asistente de Hitler, se gastaron 36.000.000 de marcos del Reich en la construcción de búnkers en Rastenburg, 13.000.000 más en los de Pullach, cerca de Munich, que servían para la seguridad de Hitler durante sus estancias en esta ciudad, y otros 150.000.000 para la instalación de unos búnkers especiales («Gigante») cerca de Bad Charlottenbrunn. Según mi carta, estas obras requirieron 257.000 m
3
de hormigón armado (incluyendo cantidades menores de mampostería), 213.000 m
3
de galerías excavadas, 58 km de carreteras, seis puentes y 100 km de tuberías. Sólo el proyecto «Gigante» consumió más hormigón que el que se utilizó en 1944 para construir refugios antiaéreos destinados a la población civil.

Estas obras se realizaron en la misma época en que me vi obligado a escribir a Hitler (carta del 19 de abril de 1944): «Sólo con un gran esfuerzo se pueden satisfacer a la vez las necesidades más elementales de alojamiento de los trabajadores alemanes y extranjeros y las que impone la reconstrucción de nuestras fábricas de armamentos».

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Mi delegado para Franconia, el ingeniero jefe Wallraff, se opuso a Göring por orden mía, pues las obras de Veldenstein no estaban autorizadas, y este lo envió a un campo de concentración, en el que permaneció hasta que fue puesto en libertad por exigencia nuestra, basándonos en el decreto del
Führer
del 21 de marzo de 1942.

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Estas obras ocupaban a los mejores especialistas y consumían un acero valiosísimo y de larga elaboración. Argumenté, en contra de la opinión de Hitler, que «era mejor construir una sola planta hidrogena-dora en unos cuantos meses que terminar varias en el triple de tiempo, pues si se construye una de estas plantas más rápidamente, empleando a toda la mano de obra disponible, podrá suministrar carburante durante muchos meses, en tanto que, de continuar como hasta ahora, no se podrá contar con el primer carburante adicional hasta pasado mucho más tiempo». (Discurso del 18 de abril de 1942)

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De la Planificación Central.

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En aquella época, mis colaboradores me enseñaron informes de la actividad del ministro socialista de Trabajo Ernest Bevin, quien había organizado en Inglaterra a toda la mano de obra en forma de batallones que enviaba a los lugares en los que era necesaria. Posteriormente, en los años de prisión, leí más sobre aquella extraordinaria capacidad de organización: «El rendimiento industrial bélico de Inglaterra fue mayor que el de cualquier otro país beligerante. Toda la población civil inglesa, incluidas las mujeres, era en realidad un gigantesco ejército de trabajadores que, sin consideración alguna, como si se tratara de tropas en combate, era llevado de un lado a otro del país y empleado donde hiciera falta. Esta movilización total de la mano de obra inglesa fue obra de Bevin». (De un artículo del
Mercator
sobre Bevin, 1946)

Un registro de Goebbels del 28 de marzo de 1942 muestra que también nosotros consideramos al principio la posibilidad de movilizar las reservas de trabajadores alemanes: «A Sauckel lo han nombrado delegado general de Trabajo del Reich. […] No debería resultar muy difícil movilizar por lo menos a otro millón de trabajadores; bastará con actuar enérgicamente y no amedrentarse ante las dificultades».

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Me siento corresponsable de la desafortunada política de trabajo de Sauckel. A pesar de nuestras diferencias de opinión, yo me mostraba siempre conforme con las deportaciones en masa de obreros extranjeros a Alemania que él organizaba.

Dado que el libro de Edward L. Homse titulado
Foreign Labor in Nazi Germany
(Princeton, 1967) facilita detalles exhaustivos sobre la pequeña guerra particular que se desarrolló pronto entre Sauckel y yo, me limitaré a tratar los puntos esenciales. También presenta una imagen acertada el libro del doctor Alian S. Milward
The new Order and the French Economy
(Londres, 1969).

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9 de noviembre de 1941. Véase el volumen XXIII, pág. 553, de la edición inglesa de las actuaciones del Tribunal Militar Internacional.

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El 28 de enero de 1944, es decir, dos años después, pude echar en cara a Sauckel lo siguiente: «Veo en una noticia de prensa que en Inglaterra el trabajo de la mujer ha avanzado mucho más que aquí. De un total de 33.000.000 de personas que tienen entre 14 y 65 años, 22.300.000 prestan servicio militar o trabajan en la industria. De las 17.200.000 mujeres, 7.100.000 trabajan todo el día, en tanto que otras 3.300.000 lo hacen a media jornada. Así pues, 10.400.000 mujeres, el 61% de las inglesas en edad de trabajar, están empleadas en la industria. En Alemania, en cambio, hay cerca de 31.000.000 de mujeres entre los 14 y los 65 años, y sólo trabajan, la jornada entera o media jornada, 14.300.000, lo que equivale al 45%. Por lo tanto, el porcentaje de mujeres ocupadas en Alemania es muy inferior». Así pues, poseíamos todavía una reserva no utilizada de un 16%, lo que equivalía a 4.900.000 mujeres alemanas. (Documento 006 Sp del proceso de Nuremberg)

En aquella época yo no sabía aún que antes de comenzar la guerra, en junio de 1939, el subsecretario del Ministerio de Trabajo, Syrup, había presentado al Consejo de Defensa del Reich un proyecto para movilizar a 5.500.000 mujeres desocupadas y emplearlas en la industria bélica, en la que ya trabajaban 13.800.000 mujeres. Además, estimaba posible el traslado de 2.000.000 de mujeres de distintas ramas de la industria a la del metal, a la química y a la agricultura. (Acta de la sesión celebrada el 23 de junio de 1939 por el Consejo de Defensa de Reich. Documento n.° 3787 PS del proceso de Nuremberg)

La puesta en práctica del proyecto de 1939 habría bastado para cubrir nuestro déficit de trabajadores por lo menos hasta 1943.

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De la proclama de Sauckel del 20 de abril de 1942. (Documento 016 del proceso de Nuremberg)

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Según Webster y Frankland,
The Strategic Air Offensive against Germany
(Londres, 1961), vol. IV, página 473, en 1939 había en Inglaterra 1.200.000 personas empleadas en el servicio doméstico, número que en junio de 1943 se había reducido a 400.000. En Alemania, esta cifra pasó de 1.582.000 personas el 31 de mayo de 1939 a 1.442.000 el 31 de mayo de 1943.

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Estas cifras proceden del discurso que pronuncié el 18 de abril de 1942 ante los consejeros económicos regionales. Frente a una producción de 31.200.000 toneladas de acero en 1942, el armamento llegó a perder 2.800.000 toneladas.

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Körner era íntimo amigo y subsecretario de Göring.

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Hasta entonces, esta misión había sido desempeñada en el Ministerio de Economía por el general Hannecken, cuya posición era muy débil, tanto frente a Hitler como frente a Göring.

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Los representantes de la acusación del Tribunal de Nuremberg consideraron esta reserva a la hora de adoptar decisiones como una prueba de cargo contra Göring. Durante mi interrogatorio declaré, con la conciencia tranquila: «No habría podido recurrir a Göring, pues teníamos que realizar un trabajo práctico». La acusación estimó que mis palabras eran dignas de crédito.

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En la primera sesión de la Central de Planificación, celebrada el 27 de abril de 1942, se asignó al armamento del Ejército de Tierra, de la Luftwaffe y de la Marina una cuota de acero bruto de 980.000 toneladas de los dos millones de nuestra producción mensual, lo que la aumentaba del 37,5% al 49%; es decir, que la asignación de la Primera Guerra Mundial fue sobrepasada en un 46,5%. (Acta de la sesión del 27 de abril de 1942) En mayo de 1943 habíamos situado esta cifra en el 52%. (Acta de la sesión del 4 de mayo de 1943) Así pues, en 1943 el armamento recibió 5.900.000 toneladas más de acero bruto que antes de iniciar mi actividad; debe tenerse en cuenta que también la producción de acero era superior (1.300.000 toneladas más).

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En Wagenführ,
Die Deutsche Industrie im Krieg 1939-1945
, se realiza un estudio comparativo de las restricciones para fabricar bienes de consumo en Inglaterra y en Alemania. Partiendo de un 100% en 1938, en 1940 el porcentaje continuaba inalterable en Alemania, mientras que en Inglaterra se había reducido al 87%; en 1941, esta cifra era del 97% en Alemania y del 81% en Inglaterra y, en 1942, del 88% y del 79%, respectivamente. Debe tenerse en cuenta que en Inglaterra aún había paro antes de la guerra, por lo que el nivel de consumo de la población debió de ser más bajo que en Alemania.

{151}
Acta de reuniones del
Führer
del 28-29 de junio de 1942, punto 11.

{152}
Actas de reuniones del
Führer
del 5-6 de marzo de 1942 (punto 12), 19 de marzo de 1942 (punto 36), 13 de mayo de 1942 (punto 20) y 18 de mayo de 1942 (punto 9). La Crónica del 21 de mayo de 1942 habla de la declaración de bancarrota de Dorpmüller y de su oferta de proponerme como «director absoluto de transportes».

{153}
Las explicaciones de Hitler han sido sacadas de una copia escrita de varias páginas del Acta de reuniones del
Führer
del 24 de mayo de 1942.

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En 1942 logramos producir 2.637 locomotoras, mientras que en 1941, debido a la variedad de los tipos fabricados, la cifra fue de 1.918. En 1943 produjimos 5.243, 2,7 veces la cantidad de 1941 y el doble del año precedente.

{155}
Acta de reuniones del
Führer
del 30 de mayo de 1942.

{156}
Crónica del 6 de mayo de 1942.

{157}
Crónica de 1942: «El ministro regresó en avión a Berlín el 4 de junio. […] Por la tarde se celebró en la Harnackhaus una conferencia acerca de la desintegración del átomo, así como sobre el desarrollo de la máquina de uranio y del ciclotrón».

{158}
El 19 de diciembre de 1944 le escribía al profesor Gerlach, encargado de la dirección del proyecto del uranio: «Puede usted contar en todo momento con mi apoyo para vencer cualquier dificultad que encuentre en su trabajo. A pesar del tremendo esfuerzo que exige el armamento de todas los cuerpos de la nación, aún nos es posible proporcionarle los medios relativamente modestos (!) que necesita».

{159}
En el acta de mi conversación con Hitler del 23 de diciembre (punto 15) únicamente se consigna: «El
Führer
ha sido informado brevemente de la conferencia celebrada sobre la desintegración atómica y del apoyo que hemos prestado».

{160}
Crónicas del 31 de agosto de 1943 y de marzo de 1944. En 1940 se habían confiscado en Bélgica 1.200 toneladas de mineral de uranio. No se forzó el incremento de nuestra producción de uranio en Joachimstal.

{161}
De 1937 a 1940 el Ejército de Tierra gastó 550 millones de marcos en el desarrollo del gran cohete, aunque tampoco en este proyecto habría sido posible tener éxito, ya que el principio de división establecido por Hitler incluso en el ámbito de la investigación hacía que existieran distintos grupos que trabajaban de modo independiente y a menudo en direcciones opuestas. Según la Crónica del 17 de agosto de 1944, además de los tres Ejércitos que componían la Wehrmacht, otras organizaciones, como las SS, Correos, etc., disponían de sus propios aparatos científicos. En cambio, en Estados Unidos, por ejemplo, todos los físicos atómicos estaban reunidos en un mismo organismo.

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Según L. W. Helwig:
Persönlichkeiten der Gegenwart
(1940), Lenard combatió las «teorías de la relatividad de espíritu extranjero». En su obra de cuatro volúmenes
Die Deutsche Phystk
(1935), Helwig sostiene que la física «ha sido limpiada de todas las excrecencias malignas que, de acuerdo con lo que establece la doctrina racial, han sido reconocidas como productos del espíritu judío, que el pueblo alemán debe evitar por no ser digno de su raza».

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Las 94 actas de reuniones del
Führer
, conservadas íntegramente con sus 2.222 puntos, ilustran con claridad el alcance de estas reuniones, después de las cuales yo dictaba a alguien un resumen de los temas generales, al tiempo que Saur y el resto de mis colaboradores hacían lo propio en sus respectivas esferas. Sin embargo, estos resúmenes no reflejan con exactitud lo que pasaba en las reuniones, pues, por razones de autoridad, preferíamos encabezar los acuerdos adoptados con la fórmula: «El
Führer
ha decidido» o «En opinión del
Führer
», incluso aunque para llegar a ellos hubiéramos debido discutir fatigosamente con él o cuando lográbamos presentarle alguna propuesta de manera que no despertase su desconfianza; mi táctica en este sentido era la misma de Bormann. Según se desprende de las actas de las reuniones, en 1942 me entrevisté con Hitler veinticinco veces —veinticuatro en 1943— para conferenciar sobre armamentos. En 1944 las visitas se redujeron a trece, señal evidente del paulatino descenso de mi relevancia. En 1945 sólo tuve ocasión de hablar con Hitler dos veces sobre cuestiones de armamento, pues, a partir de febrero de ese año, le dejé el campo libre a Saur. Véase también: W. A. Boelcke (ed.),
Deutschlands Rüstung im Zweiten Weltkrieg. Hitlers Konferenzen mit Albert Speer
. Francfort del Meno, 1969.

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