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Authors: Patrick Dunne

Tags: #Intriga

Villancico por los muertos (11 page)

BOOK: Villancico por los muertos
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Desde entonces, a lo largo de mi carrera, había tratado con restos de mucha gente muerta, pero era fácil mantener las distancias cuando habían sido reducidos a restos de huesos o incluso fragmentos de tierra, y te acababas acostumbrando a considerar esqueletos completos o momias intactas como simples estructuras o caparazones de seres humanos que existieron alguna vez. Incluso los cuerpos de las personas fallecidas de mi familia, expuestos al público en ataúdes abiertos con el rosario en las manos, siempre me daban la sensación de figuras de cera lejanamente parecidos a los de los tíos y tías que había conocido.

Sin embargo hacía muy poco tiempo que había visto a Frank Traynor vivito y coleando por las calles de Drogheda. Y ahora estaba muerto en un terreno cercano al Boyne, con la garganta acuchillada. Lo que acababa de ver era un hombre asesinado —pero, de alguna forma, no su cuerpo—. Aquello me recordó algo que ya había oído antes: «El alma no deja al cuerpo inmediatamente».

La brutalidad del asesinato era profundamente impactante.

—Incluso para estrangularle —comentó Sherry inesperadamente. Seguía tan impresionado por todo como yo.

Apagó los faros dejando el motor encendido.

—Obviamente él estaba sentado en el asiento del conductor cuando su asaltante le agarró por detrás, ahogándolo con la corbata hasta que se desvaneció, y entonces lo degolló. Quienquiera que lo hizo debió de empaparse de sangre.

Las ventanas manchadas, la linterna enfocada a la encharcada tapicería.

—Pero, ¿cómo pudo Traynor salir del coche?

—Creo que mi primera intuición era correcta. Fue arrastrado fuera y luego mutilado.

Recordé a Traynor tendido con las manos en la cara.

—Creo que además recuperó el conocimiento.

—Me temo que sí. Pero con semejante pérdida de sangre debió de ser por poco tiempo. Lo que me choca es que, quienquiera que fuese, le infringiera exactamente las mismas heridas que vimos en el cuerpo de la morgue. Lo que significa que debió de entrar allí —me miró alarmado—. Dejamos la llave a tus colaboradores durante un rato esta tarde. Deberíamos comprobarlo.

—Ya lo he hecho. No le dejaron la llave a nadie. Pero sí, alguien entró en la morgue mientras estábamos fuera. Frank Traynor.

—¿Traynor? Eso no tiene sentido. ¿Cómo estás tan segura?

—Por su
aftershave.
Me di cuenta hace un momento cuando me agaché a su lado, es el mismo perfume que había en la morgue, ¿te acuerdas?

—Pero ¿qué estaba haciendo allí?

—Eso es lo que no me termina de encajar. No creo que fuera allí para mirar a Mona —y le conté cómo la sábana del feto había sido desplazada.

—Pero, ¿por qué?

—Antes volvamos al feto. ¿Llegó a nacer?

—Sí, fue alumbrado; no hay indicios de placenta adheridos, pero es imposible determinar si el cordón umbilical fue cortado o simplemente se secó. Si nació muerto o no, es difícil de saber. Incluso si estaba técnicamente vivo durante el parto, lo que es seguro es que esa pobre cosa nunca llegó a respirar —hubiera sido físicamente imposible para ella.

—Entonces, ¿cuál dirías tú que fue la causa de la muerte?

—Múltiples anomalías funcionales incompatibles con la vida.

—Y ¿qué pudo dar lugar a esas anomalías?

Monashee en sí misma también era una zona anómala según palabras de Finian.

—Falta de formación del cerebro, para empezar.

Evoqué la masa gris puesta en la cáscara ósea.

—No llegó a separarse en dos hemisferios; durante el desarrollo del feto se produjo una interacción entre el cerebro y la formación del cráneo, lo que dio como resultado las malformaciones en la mitad del cuerpo y en la simetría de la cara, siendo una sola cuenca la más visible.

—Pero tenía dos ojos y no uno.

—Es cierto, pero unidos en uno. Se suele decir que nuestros ojos se forman separadamente el uno del otro, pero las investigaciones revelan que el campo visual de un feto comienza como uno y después se divide en dos. Si ese proceso falla aparece la ciclopia —una cavidad con un solo ojo, o quizá dos juntos contenidos en uno como en este caso, y a veces la cuenca vacía sin ninguno—. Y como habrás visto, la cuenca estaba situada en el lugar donde normalmente suele crecer la nariz y ésta por encima…, y digo «nariz», pero realmente no es más que un tubo de carne sin aberturas.

—¡Dios mío, parece una horrible broma genética!

—De alguna manera lo es. Y esa pobre cosa tiene más que su simple apariencia de ello. ¿Te acuerdas del estado de las extremidades?

—Eran apéndices acabados en muñones —recordé.

—Eso es lo que se conoce como focomelia —los huesos más largos no se desarrollan—. Los dedos de manos y pies estaban fusionados, una condición llamada sindactilia. Parece ser un caso de crueldad extrema de la naturaleza, haciendo converger una multiplicidad de anormalidades congénitas para garantizar que niños con malformaciones no puedan sobrevivir. Con éste, ni siquiera hizo falta. El crecimiento anormal del cráneo —denominado turricefalia— provocó que éste creciera hacia arriba, lo que debió de causar terribles molestias a la madre a la hora del parto.

Dar a luz. La idea de que hubiera alumbrado a semejante criatura me provocaba escalofríos, un miedo atávico femenino, quizá.

—Todavía no me has dicho qué es lo que causa semejantes deformidades.

—Algunas veces es simplemente una rara mutación —sucede más veces de las que se cree—, pero normalmente el embrión se malogra al principio del embarazo. Otras veces es hereditario, un gen recesivo que emerge cada ciertas generaciones en una familia. Otras, está causado por las drogas o la radiación. Le haremos un test de ADN para ver si podemos averiguar cuál fue el cromosoma exacto que le causó el problema.

—Eso puede ser engañoso. El mismo proceso que conserva los cuerpos de turba también trasmuta su ADN.

—Hum… me había olvidado de eso. Pero quizá la adipocira haya conservado algunas de las células del bebé intactas.

—Quizá, pero dudo que podamos extraerle ADN a Mona, y entonces no podremos probar que son madre e hija.

—E hijas, hablando con propiedad.

—Determinar su edad podría ser un comienzo, ¿no?

—Estoy seguro de que tramas algo, Illaun. ¿De qué se trata?

—EMA. En mi trabajo no nos importa esperar semanas o meses para obtener la datación del carbono 14…, pero con la EMA se pueden acelerar las cosas. La Espectrometría Masiva Acelerada, un proceso en el que un miligramo de materia carbonizada puede ser fechado en una hora, a diferencia del método convencional de ir midiendo algunos gramos durante varios días. Tú tienes prioridad para realizar los EMA en el laboratorio de radiocarbono de la universidad de Dublín. Podrías extraer tejido de ambas muestras de restos y analizarlas. Si Monashee tiene que ser preservado como zona arqueológica, cuanto antes podamos contar con esa información, mejor.

—Es jodidamente caro. Sólo lo solicitaría en caso de que estuviera relacionado con un crimen.

—Lo está. Un posible asesinato en serie. Lo que implica que necesitas estar absolutamente seguro de que el cuerpo encontrado en la turba es tan antiguo como parece.

Sherry suspiró.

—Lo haré, pero ¿quién va a pagarlo?

—El Museo Nacional, aunque todavía no lo sepan. Otra cosa: creo que Mona tiene algo en la mano —y le expliqué que había insertado la cuchilla de mi navaja entre sus dedos.

—Ah, me preguntaba por qué tendría el puño apretado —comentó—. Intenté forzarle la mano para que la abriera, pero no quise arriesgarme a romperle los dedos. Creo que deberíamos esperar a los resultados de los rayos X, antes de decidir qué hacer.

—Házmelo saber en cuanto los tengas.

Sherry agitó su dedo índice.

—Recuerda, Illaun, un favor merece otro a cambio.

¿Qué quería decir?

—Seguro.

Echó una ojeada a la vieja morgue, cuya negra silueta rectangular destacaba contra la brillante aureola del cielo.

—O sea, que alguien más, aparte de Traynor, estuvo hoy ahí dentro. Puede que incluso fuera él mismo quien lo llevó.

—Es posible, supongo.

—¿Alguna sugerencia más sobre el mensaje de dentro de la felicitación navideña?

Llevaba todo el rato sin quitármelo de la cabeza, esperando poder prestarle atención. Reflexioné durante unos segundos.

—Concupiscencia tiene que ver con lujuria, creo, deseo físico, pero también, y en general, con otros apetitos. Creo que el sentido de la frase significa: «Éste es el castigo para aquellos que son culpables de lujuria».

—Bueno, no sé nada referente a la libido de Traynor, o a sus métodos empresariales, pero estoy casi seguro de que fue por excavar en ese terreno por lo que fue asesinado.

Sherry volvió a encender los faros.

—Y quienquiera que lo mató, tampoco estará de acuerdo con que lo hagas tú.

—¿Estás diciéndome que estoy en peligro?

—Sólo digo que deberías ir con más cuidado en lo que al terreno se refiere.

—Aprecio tu preocupación, Malcolm —le contesté mientras me bajaba del Range Rover.

Cuando se marchó, fui hasta mi coche y al pulsar el mando a distancia para que se abriera, noté algo raro. Las puertas estaban abiertas. ¿Lo habría dejado yo así? Me quedé fuera unos segundos, mirando a través de las ventanillas delanteras y traseras. No había nadie dentro. «Has visto demasiadas películas de miedo, Illaun. Entra en el coche de una vez».

Entonces oí a alguien respirar. Un escalofrío de terror me recorrió la espalda. Me di la vuelta para mirar hacia la morgue. La entrada estaba sumida en penumbra. La respiración venía de allí. Había algo raro en ella, como si alguien con la nariz tupida y la garganta irritada tratara de coger aire con mucha dificultad, sorbiéndolo. ¿Era un animal? ¿Un perro, quizá?

Vi moverse algo, una difusa forma blanca venía hacia mí. No podía moverme. El terror me había paralizado, anclando mi cuerpo al suelo.

«Métete en el coche, ya, Illaun».

Conseguí arrancarme de mi condición de «estatua de hielo», alcancé la puerta del coche ya abierta, me lancé dentro dando un portazo, a la vez que cerraba todos los seguros. No lograba meter la llave para arrancar. ¡Mierda! Paré un segundo y respiré. La llave se metió en la ranura. Forcé el motor hasta que rugió, encendí los faros y salí derrapando por el aparcamiento hasta la salida. Al pasar delante de la morgue, vi una sombra distorsionada que se proyectaba en la fachada. Más que cualquier otra cosa, me recordó a un cangrejo o un escorpión, con las pinzas extendidas para protegerse.

Capítulo 9

De camino a mi casa en Castleboyne, no dejaba de asaltarme la sensación de que había dos seres conmigo en el coche. A veces estaban sentados juntos en el asiento de atrás: Mona con su cara borrosa y deforme, y Traynor con la sonrisa embadurnada de sangre y las cuencas de los ojos vacías; otras, imaginaba la presencia de uno u otro en la oscuridad del asiento de al lado, temiendo que las luces de un vehículo en dirección contraria pudieran iluminarlo y descubrirme cuál de los dos estaba sentado ahí.

Por eso, cuando el teléfono sonó y oí la voz de mi madre al otro lado, me sentí tan aliviada que paré en el arcén y la dejé que me contara sin interrumpirla todo lo que había estado haciendo durante el día, la gente con la que se había encontrado mientras iba de compras, los cotilleos que había oído, y qué regalo estaba pensando comprar a su nieto por Navidad.

—¿Tú qué opinas?

Me di cuenta de que no le había estado prestando atención, sino simplemente reconfortándome con el sonido de su voz.

—¿Estás ahí, Illaun?

—Sí, mamá. La cobertura se ha perdido durante unos segundos. ¿Qué es lo que estás pensando en regalarle a Eoín?

—Una tienda inflable. Así podrá jugar dentro de la casa y en el jardín.

—Estoy segura de que le va a encantar. Pero consúltalo con Greta, no vaya a ser que ya tenga una.

—Lo haré. Y me gustaría esperar hasta que él llegue para adornar el árbol; estoy segura de que le divertirá.

—Sí, seguro que sí.

—¿Sabes que Richard quiere que venga tu padre en Navidad, aunque sólo sea por un día? —lo había dicho a continuación, como para dar la impresión de que se le acababa de ocurrir; pero era parte de su estrategia.

—Sí, mamá. Pero eso no va a pasar, ya lo sabes.

—Me siento tan mal por ello, Illaun —su voz sonaba temblorosa—. Era la época del año favorita de Paddy…

—Ya lo hemos discutido miles de veces. Yo hablaré con Richard, ¿de acuerdo?

Ella intentaba no llorar.

—De acuerdo, cariño. En realidad llamaba para preguntarte si has comido. He sacado unos filetes de cerdo. Puedo tenerlos preparados para cuando llegues.

Ya había comido carne asada esa mañana, gracias. Y mi estómago estaba todavía un poco revuelto por todo lo que había visto.

—Déjalo en la nevera, si no te importa. Puede que lo tome más tarde.

—¿Qué tal el trabajo?

Mi madre seguía creyendo que, si no tenía hambre, era porque el trabajo no me iba bien.

—No es por eso. Es que he hecho una comida bastante fuerte.

—¿Eso es todo? ¿Estás segura?

Las apariciones estaban volviendo a materializarse. Ella las había diluido, pero ahora las estaba invocando otra vez.

—Oh, mamá. Déjalo estar, por favor.

—De acuerdo, cariño. No hace falta que te pongas así.

—Lo siento. Ahora me tengo que ir. Te veo luego.

Puse el teléfono en el modo silencio, encendí la radio y volví a la carretera. Con el acompañamiento de la
Cabalgata de las Valkirias
que sonaba con estruendo por los altavoces, una enorme figura apareció entre los árboles y se lanzó contra el coche. Casi me fui a la cuneta tratando de esquivarla, pero me di cuenta, justo a tiempo, de que era la sombra de un poste de teléfonos ampliada por efecto de los faros de un camión que se acercaba por una curva próxima. Mi corazón estaba a punto de estallar. Bajé el volumen y lo apagué.

«Illaun, trata de calmarte».

No era típico de mí. Al creer que me acosaban las sombras, estaba permitiendo que mi mente se sugestionara con ideas estrafalarias: que Mona se estaba vengando de Traynor por haber violado su lugar de reposo, por ejemplo, o que se estaba tomando la revancha por el daño que le habían infligido.

No obstante, mis pensamientos no parecían menos ridículos que insinuar que Malcolm Sherry o yo habíamos asesinado a Traynor. Y ésa era una conclusión inevitable teniendo en cuenta que éramos las únicas personas que sabíamos qué tipo de heridas había recibido, siglos antes, el cuerpo de la turba. A menos que Sherry estuviera en lo cierto y alguien hubiera entrado en la morgue con Traynor.

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