El tratado americano clásico de terapia zonal es
Zone Therapy
(1917), escrito por dos médicos: el doctor William FitzGerald, otorrinolaringólogo del Hospital de San Francisco en Hartford (Connecticut), y su colaborador el doctor Edwin Bowers. Los autores dividen el cuerpo en diez zonas verticales, cinco a cada lado, que van como cables telefónicos desde la parte superior de la cabeza hasta las puntas de los dedos de manos y pies. Dos años después, otro estadounidense, el doctor Joseph Shelby Riley, añadió dos zonas horizontales. Riley escribió cuatro libros sobre esta terapia, empezando por
Zone Therapy Simplifica
(1919). Estas líneas zonales son, por supuesto, tan imaginarias como las líneas de energía de los esquemas de acupuntura.
En la acupuntura se insertan agujas en puntos concretos del cuerpo. En la digitopuntura, otra antigua terapia china —una variante suavizada de la acupuntura— se aplica sólo presión en los puntos reflejos. Las diversas escuelas de acupuntura no se ponen muy de acuerdo en la localización exacta de estos puntos. Durante algún tiempo, a mediados y finales de los años setenta, hubo un brote de interés por la digitopuntura, debido sobre todo a que cualquiera podía aplicársela a sí mismo.
En 1976, Lippincott publicó el libro de Yukiko Irwin Shiatzu, el nombre japonés de la digitopuntura. El libro se anunció a toda página en el
New York Times Book Review
(29 de febrero de 1976).
En
Cosmopolitan
(agosto de 1975) se publicó un anuncio a toda página de un curso ilustrado de digitopuntura. «Funciona de manera similar a la acupuntura —decía el anuncio—, sólo que es más sencillo, seguro y fácil. Usted aprenderá en pocos minutos algo que le proporcionará alivio durante toda su vida». Se citaban cincuenta dolencias, entre ellas las hemorroides, los problemas de próstata, la diabetes, la presión arterial alta y el estreñimiento, para todas las cuales la digitopuntura ofrecía «ayuda eficaz para la curación». Si sufre usted mareo, lo único que tiene que hacer para librarse de él es apretar un punto de la muñeca que los chinos llaman
nei guan
o P6.
A principios de los años ochenta, a un digitopuntor de Nueva York llamado D. S. J. Choy se le ocurrió utilizar una correa para aplicar presión en el punto P6. Muy poco tiempo después, una empresa británica estaba vendiendo «muñequeras para el mar». Cada muñequera tenía un botón de plástico que aplicaba presión a la muñeca. En Estados Unidos salieron al mercado unas «muñequeras antimareo» similares, comercializadas por una empresa de Palm Beach (Florida). Aproximadamente la mitad de los pasajeros que las utilizaron en viajes en barco dijo que parecían reducir el mareo. La otra mitad no sintió ningún efecto.
La terapia zonal era una versión norteamericana de la digitopuntura, aunque sus puntos de presión se parecían muy poco a los de la digitopuntura china y japonesa. En lugar de utilizar agujas o ejercer presión con los dedos, en la terapia zonal se aplicaba presión con bandas de goma y pinzas para tender la ropa. Se aplicaban en el dedo de la mano o el pie perteneciente a la misma zona en la que se sentía dolor o algún otro síntoma molesto. La terapia zonal no insistía de manera especial en los pies.
La reflexología moderna es la rama de la terapia zonal que se centra en los pies. Eunice Ingham, una norteamericana fallecida en 1974, es para Dougans «la madre de la reflexología moderna», porque fue la primera en darse cuenta de que el pie y sus dedos tienen puntos especialmente sensibles para aplicar presión. Publicó por cuenta propia sus investigaciones en dos libros,
Stories the Feet Can Tell Thru Reflexology
(«Historias que pueden contar los pies gracias a la reflexología», edición revisada en 1938) y su secuela,
Stories the Feet Have Told Thru Reflexology
(«Historias que los pies han contado gracias a la reflexología», edición revisada en 1951).
Según Dougans, las correlaciones entre las partes del pie y el resto del cuerpo «son similares a las correlaciones existentes con puntos del iris del ojo, el oído y las manos». Sin embargo, «las zonas correspondientes en los pies son más fáciles de localizar porque ocupan más superficie y son más específicas, lo que hace que resulte más fácil trabajar en ellas».
En la reflexología actual, las zonas de la terapia zonal han sido sustituidas por doce «meridianos», a lo largo de los cuales fluye una misteriosa forma de energía que los chinos llaman ch'i. Dougans, siguiendo a los acupuntores, tiende a llamarla «energía yin/yang». Según ella, está relacionada con la energía de las manchas solares, que, en su opinión, ejerce una fuerte influencia sobre la salud. Asegura que los máximos de actividad de las manchas solares presentan correlación con epidemias como la Peste Negra en Europa y las grandes epidemias de gripe.
Dougans habla también de la influencia del campo magnético de la Tierra sobre los enfermos mentales. Dado que la Luna influye en las mareas y que el 75 por ciento del cuerpo humano es agua, razona Dougans, es fácil de entender que la luna llena haga aumentar «la piromanía, la cleptomanía, la conducción peligrosa, el alcoholismo homicida» y otras formas de conducta psicótica. Como bien saben los lectores del
Skeptical Inquirer
, numerosos estudios han demostrado que la luna llena no provoca tales efectos, a pesar de la opinión contraria de muchas enfermeras.
En el librazo de Dougans hay vistosas tablas que identifican docenas de puntos de presión situados en los dedos, las plantas y los costados de los pies. El dedo gordo, por ejemplo, tiene puntos conectados mediante meridianos con el hipotálamo, el cerebro, la apófisis mastoides, la médula espinal y la glándula pituitaria. Los dedos segundo y tercero están conectados con los ojos. El tercero y el quinto conectan también con el oído. Pero las puntas de los cinco dedos del pie se encuentran en meridianos que conducen a los senos nasales y a los dientes: «los incisivos en el dedo gordo; incisivos y caninos en el dedo segundo; premolares en el dedo tercero; molares en el cuarto dedo; muelas del juicio en el quinto dedo». Los hombros, el corazón y los pulmones disponen de puntos de presión en la bola de la planta del pie. Un punto del talón está conectado con el nervio ciático. Y así sucesivamente.
Docenas de páginas contienen vistosas imágenes que explican cómo se aplica presión con los dedos en los puntos reflejos para aliviar el dolor y otros síntomas. La reflexología, nos explica Dougans, no cura las causas de enfermedades terminales como el cáncer y el sida, pero alivia el dolor asociado con dichas enfermedades. Además, si se practica de manera habitual, la reflexología evita la aparición de las citadas enfermedades. Se lo puede hacer uno en sus propios pies, tal como explica el libro, pero Dougans insiste en que para obtener los mejores resultados hay que acudir a un reflexólogo experto. Los tratamientos pueden durar semanas e incluso meses, y algunos pacientes responden mejor que otros.
¿Es posible que los editores de
Barnes & Noble
se tragaran toda esta música celestial? Por supuesto que no. En lo único que creen es en la gananciología.
Poseo un curioso librito titulado
Zone Therapy, or Relieving Pain and Sickness by Nerve Pressure
(«Terapia zonal, o cómo aliviar el dolor y la enfermedad mediante presión en los nervios», 1928). El autor es Benedict Lust, un prolífíco escritor que está considerado como el padre de la naturopatía norteamericana. Uno de sus numerosos libros es una
Enciclopedia naturópata universal
profusamente ilustrada. Tiene 1.416 páginas. Lust dirigió la Escuela Americana de Naturopatía y Quiropráctica, en el 236 de la calle 35 Este de Nueva York. La escuela publicaba una revista,
Nature's Path
, dedicada a métodos de sanación sin tener que acudir al médico. En años posteriores, Bernarr Macfadden, con su revista
Physical Culture
y sus numerosos libros, entre ellos una
Enciclopedia de cultura física
en cinco volúmenes, se convirtió en el principal promotor de la naturopatía en nuestro país.
Lust sigue los pasos del doctor FitzGerald, utilizando gomas elásticas y pinzas de tender ropa para aplicar presión en los dedos de manos y pies. Para evitar la caída del pelo recomienda «frotar con fuerza las uñas de ambas manos, una contra otra, en un movimiento lateral, durante tres o cuatro minutos cada vez, a intervalos durante todo el día. Esto estimula la nutrición en todas las zonas, y mejora la circulación en todo el cuerpo, lo cual, como es natural, se refleja en la circulación del cuero cabelludo».
Sorprendentemente, la reflexología está disfrutando de un discreto resurgimiento. En mi pueblecito natal, Hendersonville (Carolina del Norte), una reflexóloga fue entrevistada recientemente por nuestro periódico local, que la trató muy favorablemente. El 29 de marzo de 1998, el Parade, suplemento dominical del periódico, publicaba un anuncio a media página de un vídeo titulado
Reflexology: The Timeless Art of Self-Healing
(«Reflexología: el antiquísimo arte de la autosanación»). Por los 22,96 dólares que costaba te daban, además, una tabla de reflexología para llevar en la cartera.
«¿Pellizcarse los dedos de los pies para aliviar la sinusitis?», preguntaba el anuncio del Parade. «¿Apretarse el talón para aliviar la ciática? ¿Masajear la planta del pie para calmar un estómago inquieto? […] Según los que practican la reflexología, las plantas de los pies son mapas del cuerpo entero. Contienen miles de diminutos nervios llamados "reflejos" que se corresponden con todos los órganos, glándulas y funciones corporales. Presionando o masajeando estos puntos específicos […] usted puede revitalizar y equilibrar la energía de su cuerpo, estimular la curación natural, y muchas cosas más. Ahora, la prestigiosa reflexóloga Ann Gillanders le explica los beneficios que puede obtener en este vídeo fácil de entender».
Un anuncio más reciente publicado en
Parade
(3 de enero de 1999) logra combinar la reflexología, la digitopuntura y la magnetoterapia. Por 12,90 dólares usted puede comprar un par de «Therasoles». Estos artilugios se describen como «plantillas magnéticas de acupresión». Cada plantilla
Therasole
tiene más de quinientas «protuberancias de acupresión», diseñadas para «estimular las terminaciones nerviosas de los pies que se correlacionan con todas las partes del cuerpo». Como detalle adicional, cada
Therasole
contiene cinco discos magnéticos «estratégicamente situados». ¿Es que el Parade no tiene vergüenza?
Aunque la reflexología suele limitarse a aplicar presión a los pies, últimamente hay quien asegura que también se puede curar mediante presión y masaje en las manos. A finales de los años setenta y principios de los ochenta, el National Enquirer y otras revistas sensacionalistas publicaron anuncios a toda página, e incluso a doble página (el 20 de diciembre de 1977, por ejemplo), de un libro de Mildred Carter titulado
Hand Reflexology: Key to Perfect Health
(«Reflexología en la mano: La clave de la perfecta salud»). Los anuncios comenzaban diciendo en grandes caracteres: «¡Ahora! Permítame demostrarle cómo la reflexología en la mano puede aliviar al instante dolores en todo el cuerpo. […] Curar enfermedades concretas. Un método sencillo que no implica gastos […] ni equipo especial (sólo sus manos). […] Lo puede utilizar cualquiera con absoluta seguridad».
«Sí, querido amigo —seguía el anuncio—. Quiero hablarle de un método que puede detener al instante el dolor en todas las partes del cuerpo. […] Sea cual sea la dolencia que usted sufre, con sólo apretar o frotar ciertos centros de alivio en las manos se puede aliviar del todo el dolor y, en la mayoría de los casos, aliviar la causa». Una tabla indica los puntos de presión en la mano. Los testimonios de curaciones milagrosas, sacados del libro de Carter, son aun más sensacionales que los de la contracubierta del libro de Mary Baker Eddy,
Science and Health
.
Una señora de 45 años, sorda desde los seis años, oyó normalmente después de veinte minutos de frotarse la mano. Un tumor fibroide uterino desapareció al instante. Un caso de asma bronquial y una dolorosa úlcera de estómago se curaron en cinco minutos.
Carter dice que devolvió la normalidad a su senil madre, de 86 años, frotándole la mano. Un dolor de vesícula biliar desapareció en un momento. Carter asegura que se pueden curar al instante las resacas, el dolor de hemorroides, los dolores de muelas, los problemas de visión, los trastornos de próstata y la esclerosis múltiple. También se interrumpió el desarrollo de unas cataratas. La lista de curaciones sigue y sigue. El anuncio incluye una fotografía de un hombre que evita la caída del pelo frotándose las uñas exactamente como prescribía Lust.
El 26 de octubre de 1980, el prestigioso
New York Times Book Review
publicó un anuncio a toda página de una nueva variante de la acupresión llamada «mioterapia». Esta insólita terapia fue descubierta y bautizada por Bonnie Prudden, directora del Instituto de Mioterapia de Stockbridge (Massachusetts). Se la presenta como «experta en salud física de fama mundial» y directora de un programa de ejercicios en televisión. El anuncio dice que descubrió la mioterapia en 1976, cuando trabajaba con un tal doctor Desmond Tivy en el campo de la «terapia de inyección de puntos desencadenantes», que vaya usted a saber qué es.
El anuncio de Bonnie presenta una larga lista de dolencias crónicas que se pueden suprimir mediante presión en lo que ella llama «los puntos desencadenantes» del cuerpo. A diferencia de la acupuntura, la digitopuntura, la terapia zonal y la reflexología, la mioterapia sostiene que cada persona posee un «mapa» diferente de puntos desencadenantes. Su libro
Pain Erasure: The Bonnie Prudden Way
(«Eliminación del dolor: El método Bonnie Prudden»; Nueva York: M. Evans & Co). explica cómo localizar los puntos desencadenantes aplicando presión en diversos puntos del cuerpo hasta que se nota un dolor agudo. Al parecer, la mioterapia no llegó a cuajar.
Tengo recortado un chiste que se publicó en
Argosy
(junio de 1974), en el que se ve a un médico hablando con un paciente: «La medicina ortodoxa no conoce ninguna cura para su dolencia —está diciendo—. Por suerte para usted, yo soy un chiflado».
Addendum
Bruce Barton, periodista norteamericano más conocido por su popular biografía de Jesucristo titulada
The Man Nobody Knows
, decía lo siguiente sobre la reflexología en
Everybody's Magazine
, revista dirigida por él. Cito del libro de Lust: