nundinae.
Días de mercado, que tenían lugar cada ocho días; el singular,
nundinus
, se utilizaba mucho menos que el plural, nundinae. Bajo circunstancias normales los tribunales estaban abiertos en nundinae, pero no las asambleas.
nundinum
. El intervalo entre un día de mercado y el siguiente: la semana romana era de ocho días. Excepto las calendas, las nonas y los idus, los días del calendario romano no tenían nombres; en los calendarios se les asigna una letra entre la A y la H, y, presumiblemente, A era el día de mercado. Cuando las calendas de enero coincidían con el día de mercado, el año se consideraba aciago, pero eso no ocurría muy a menudo a causa de las intercalaciones y al hecho de que la serie de letras que marcaban los ocho días continuaba sin interrupción entre el último día del año viejo y el primero (calendas) del año nuevo.
obstruccionista.
Palabra moderna para una actividad política tan antigua por lo menos como el Senado de Roma. Consistía, entonces como ahora, en «prolongar la discusión de una moción de modo que no se pudiera votar»; el obstruccionista peroraba sin parar acerca de todo, desde su infancia hasta los planes que tenía para su funeral, y de este modo impedía que otros hombres hablasen hasta que el peligro político hubiera pasado. ¡E impedía también la votación!
opus incertum
. La manera más antigua que tenían los romanos para fabricar paredes compuestas. Se construía una superficie de piedrecitas irregulares unidas con mortero con una cavidad hueca dentro; este hueco se rellenaba con mortero compuesto de pozzolana negra y cal mezcladas con un añadido de escombros y piedras pequeñas (llamado
caementa
). Incluso en la época de Sila,
opus incertum
seguía siendo el modo más popular de construir una pared. Probablemente fuera también más barato que hacerla de ladrillo.
ordo equester
. Nombre dado a los
caballeros
(véase) por Cayo Graco.
orichalcum.
Latón.
Oro de Tolosa.
Quizás varios años después del 278 a. J.C. un segmento de la tribu de los volcos tectosagos regresó desde Macedonia a su tierra de origen, en las cercanías de la Tolosa aquitana (la moderna Tolosa), transportando el botín acumulado tras el saqueo de numerosos templos. Este botín fue fundido y almacenado en los lagos artificiales que salpicaban los alrededores de los templos de Tolosa; el oro se dejó intacto debajo del agua, mientras que la plata se fue sacando a intervalos regulares; le habían dado la forma de gigantescas piedras de molino que utilizaban para moler el trigo. En el año 106 a. J.C. el cónsul Quinto Servilio Cepión recibió la orden durante su consulado de hacer la guerra contra los germanos emigrados que se habían establecido alrededor de Tolosa. Cuando llegó a la zona se encontró con que los germanos ya no estaban, porque se habían peleado con sus anfitriones, los volcos tectosagos, que les habían ordenado que se marchasen. En lugar de librar una batalla, el cónsul Cepión encontró una inmensa cantidad de oro y plata en los lagos sagrados de Tolosa. La plata ascendía a diez mil talentos (250 toneladas inglesas), incluidas las piedras de molino, y el oro a quince mil talentos (370 toneladas inglesas). La plata fue transportada hasta el puerto de Narbo y desde allí se llevó en barco a Roma, después de lo cual las carretas regresaron a Tolosa y se cargaron de oro; el convoy de carretas iba escoltado por una cohorte de legionarios romanos, unos quinientos veinte hombres. Cerca de la fortaleza de Carcaso los bandidos atacaron el convoy; la escolta de soldados fue masacrada y el convoy desapareció, junto con su preciosa carga, y nunca volvió a verse.
En aquella época no se sospechó de Cepión el cónsul, pero después del odio que suscitó debido a su conducta en la batalla de Arausio un año después, empezó a correr el rumor de que Cepión el cónsul había organizado el ataque al convoy y había depositado el oro en Esmirna a su nombre. Aunque nunca fue sometido a juicio por el atraco del gran convoy, sí que se le juzgó por la pérdida de su ejército; se le declaró culpable y fue enviado al exilio. Optó por pasar el exilio en Esmirna, donde murió el año 100 a. J.C. La historia del Oro de Tolosa se narra en fuentes antiguas, que no afirman categóricamente que el cónsul Cepión lo robase. Sin embargo parece lógico. Y no cabe duda de que los Servilios Cepiones que sucedieron a Cepión el cónsul hasta los tiempos de Bruto (el último heredero) fueron fabulosamente ricos. Ni tampoco cabe duda de que la mayor parte de Roma consideró a Cepión el cónsul responsable de la desaparición de más oro del que poseía el Tesoro de Roma.
padres conscriptos
. Cuando fue fundado por los reyes de Roma (según decía la tradición, por el propio Rómulo), el Senado estaba formado por cien patricios que recibían el título de
patres
(padres). Luego, cuando se añadieron senadores plebeyos durante los primeros años de la República, se decía que eran
conscripti
(elegidos sin otra alternativá). Cuando los miembros patricios y plebeyos estuvieron juntos se les llamó
patres et conscripti
; poco a poco estos dos términos, que empezaron utilizándose para establecer una distinción, se acabaron juntando, y a todos los miembros del Senado se les llamaba simplemente los padres conscriptos.
Panonia
. Tierra muy rica y fértil que se extendía por el este de la moderna Austria y Hungría hasta el río Tisa. Sus gentes eran ilíricos de raza y estaban organizados en tribus que vivían en poblados y se dedicaban a la agricultura y al pastoreo. Los modernos Drava y Danubio eran sus principales ríos.
paterfamilias
. El cabeza de la unidad familiar. Su derecho a hacer lo que le placiera con los diversos miembros de su familia estaba muy protegido por la ley.
pater patriae
. Padre de la patria.
patricios, patriciado.
El patriciado era la aristocracia de los orígenes de Roma. Para un pueblo como el de los romanos, consciente de su cuna y venerador del linaje, la importancia de pertenecer a una estirpe de patricios ha de tenerse muy en cuenta. Las familias patricias más antiguas eran aristócratas antes de los reyes de Roma, y la más moderna de todas (los Claudios) parece que surgió al principio de la República. Durante toda la República mantuvieron el título de patricios, así como un prestigio que era inalcanzable para cualquier plebeyo; pero a pesar de la nobleza, surgió una «nueva aristocracia» que se ennobleció situándose por encima de la condición plebeya por el hecho de tener cónsules en la familia. Sin embargo, en el último siglo de la República un patricio gozaba de poco prestigio aparte de su sangre; la riqueza y la energía de las grandes familias plebeyas habían erosionado inexorablemente los primitivos derechos de los patricios. Sila, que era patricio, parece que intentó, en aspectos poco importantes, elevar a los patricios por encima de sus hermanos plebeyos, pero no se atrevió a legislar privilegios importantes. Sin embargo los títulos y los privilegios que establecía la constitución le importaban un bledo a la mayoría de los romanos: sabían que el patricio era mejor. Durante el último siglo de la República, las siguientes familias patricias seguían produciendo senadores y algunos pretores y cónsules: los Emilios, Claudios, Cornelios, Fabios (pero sólo por adopción), Julios, Manlios, Pinarios, Postumios, Sergios, Servilios, Sulpicios y Valerios.
patrón, patronazgo
. La sociedad romana de la República estaba organizada en un sistema de patronazgo y clientela (véase también
cliente
). Aunque quizás los negociantes más pequeños y los humildes de Roma no siempre participaban en dicho sistema, éste, no obstante, prevalecía a todos los niveles de la sociedad, y no todos los patronos procedían de las esferas más elevadas de la sociedad. El patrono se comprometía a ofrecer protección y favores a aquellos que se reconocían como clientes suyos. Los esclavos libertos estaban bajo el patronazgo de sus antiguos amos. Ninguna mujer podía tener clientes. Muchos patronos eran a su vez clientes de un patrono más poderoso que ellos mismos, lo cual técnicamente hacía que sus clientes fueran también clientes de su propio patrono. El patrono podía pasarse años sin hacer nada por obtener ayuda o apoyo de su cliente, pero un día el cliente sería llamado a hacerle un favor a su patrono: votar por él, hacer campaña a su favor o llevar a cabo alguna tarea especial. Era costumbre que el patrono recibiera a sus clientes al amanecer en su casa en los días que el calendario marcaba como de «negocios»; en aquellas sesiones matinales los clientes le pedían ayuda o favores, o asistían sólo para presentar sus respetos u ofrecer sus servicios. Un patrono rico y generoso a menudo regalaba dinero a sus clientes cuando se reunían en esas ocasiones. Si un hombre se hacía cliente de otro hombre al que en otro tiempo hubiera odiado hasta el punto de existir entre ellos una enemistad implacable, dicho cliente a partir de entonces serviría a su antiguo enemigo, ahora su patrono, con completa fidelidad incluso hasta la muerte (por ejemplo César el dictador y Curión el joven).
pavo.
Pavo real. Cayo Mario llamó a César «pavo».
peccatum.
Pecado venial.
peculatus.
Malversador. Cesar llamó así a Catulo cuando acusó a éste de haber malversado los fondos para construir el templo nuevo de Júpiter.
peculium.
Cantidad de dinero que se pagaba como salario o regularmente a una persona que no podía poseerlo legalmente; un esclavo, por ejemplo, o un niño menor de edad que ganase intereses o dividendos. El
peculium
era, por tanto, retenido por el guardián legal o por el amo de la persona hasta que dicha persona era libre de manejarlo por sí mismo.
pedarius.
Senador de las filas de atrás (véase
Senado
).
perduellio
. Alta traición. Hasta que primero Saturnino y después Sila volvieron a definir el término traición y promulgaron nuevas leyes al respecto, la
perduellio
era la única forma que tenía la traición en el derecho romano. Lo bastante antiguo como para haber existido ya en tiempos de los reyes de Roma, conllevaba un asunto muy engorroso que requería un juicio o un proceso de apelación en la Asamblea de las Centurias.
peristilo.
Jardín cerrado o patio que estaba rodeado por una columnata y constituía la zona al aire libre de una casa.
phalerae.
Discos de plata o de oro redondos, grabados con cincel y decorados, de unas 3 o 4 pulgadas (de 75 a 100 milímetros) de diámetro. En origen los llevaban como insignias los caballeros romanos, y también formaban parte de las galas de su caballo. Poco a poco se convirtieron en condecoraciones militares que se concedían por actos de bravura excepcional en la batalla. Normalmente se otorgaban en series de nueve (tres filas de tres cada una) montados sobre un arnés de cuero decorado hecho con correas para llevarlos sobre la cota de malla o la coraza.
Picenum
. Parte oriental de la península Itálica que más o menos ocupaba la zona del músculo de la pantorrilla en la pierna que es la península Itálica. Su límite occidental lo formaba la cordillera de los Apeninos; limitaba al norte con Umbría, y con Samnio al sur. Los primitivos habitantes eran de estirpe italiota e ilírica, pero existía la tradición de que los sabinos habían emigrado al este de la cordillera de los Apeninos y se habían asentado en Picenum llevándose consigo a su dios tutelar Pico, el pájaro carpintero, del que había tomado el nombre la región. Una tribu de galos llamados senones se estableció también en la zona en la época en que Italia fue invadida por el rey Breno 1, en el año 39 a. J.C. Políticamente Picenum se dividía en dos partes: el norte de Picenum, íntimamente aliado con el sur de Umbría, estaba bajo el dominio de la gran familia que tenía por nombre Pompeyo; y el Picenum que quedaba al sur del Flosis, o río Flussor, quedaba bajo el dominio de otros pueblos aliados con los samnitas.
pilus prior
. Véase
centurión
.
pipinna
. Pene de niño pequeño.
Pisidia, pisidiano.
Esta región quedaba al sur de Frigia y era todavía más salvaje y más atrasada que ésta. Extraordinariamente montañosa y llena de lagos, se decía que tenía un clima muy saludable. Existía poca industria y escasos asentamientos populosos; el campo estaba cubierto por espesos bosques de magníficos pinos.
Sus pobladores eran, al parecer, una antigua rama indígena emparentada con los tracios y su idioma era único. Los pocos pisidianos que llegaron a conocimiento de Roma y de los romanos fueron famosos por sus extravagantes creencias religiosas.
Plebeya, Asamblea
. Véase
asamblea.
plebeyo, plebe
. Todos los ciudadanos romanos que no eran patricios eran plebeyos, es decir, pertenecían a la plebe. En los primeros tiempos de la República ningún plebeyo podía ser sacerdote, magistrado ni siquiera senador. Esta situación duró muy poco tiempo; una a una las instituciones exclusivamente patricias fueron derrumbándose ante el empuje de la plebe, que superaba por mucho el número de patricios y amenazó varias veces con secesionarse. Hacia el final de la República había poca, si es que había alguna, ventaja por el hecho de ser patricio… excepto que todos sabían que los patricios eran mejores.
plebiscito.
Nombre correcto de una ley promulgada en la Asamblea Plebeya.
población de Roma.
Enojosa cuestión sobre la que se ha vertido mucha tinta por parte de los eruditos modernos. Yo creo que existe una tendencia a calcular por lo bajo el número de personas que en realidad moraban dentro de la propia Roma, y son pocos, si es que hay alguno, los eruditos que admiten que el número alcanzase el millón. El consenso general parece ser de medio millón. Sin embargo sí que conocemos las dimensiones de la ciudad republicana dentro de las murallas Servias: más de un kilómetro de anchura y más de dos kilómetros de longitud. Entonces, como ahora, Roma era una ciudad cuyos moradores vivían en apartamentos, y eso nos da una consistente pista sobre la población real. De ciudadanos romanos —es decir, varones inscritos en las listas del censo— había quizás un cuarto de millón, a lo que hay que añadir las esposas, los hijos y además los esclavos. Una casa que no tuviera por lo menos un esclavo a su servicio se encontraba en la más absoluta penuria; parece ser que el proletariado también poseía esclavos. Luego estaban los no ciudadanos, de los cuales Roma tenía verdaderas hordas, con sus mujeres, hijos y esclavos: judíos, sirios, griegos, galos, de todas clases. Roma rebosaba de gente, las ínsulas eran multitudinarias. Entre no ciudadanos, sus esposas, hijos y esclavos debía de elevarse el número de ese cuarto de millón de ciudadanos hasta bien por encima del millón. De otro modo las ínsulas habrían estado medio vacías y la ciudad cubierta de parques. Yo creo que la cifra podría establecerse más bien en dos millones.