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Authors: Marion Zimmer Bradley

Tags: #Ciencia ficción, Fantasía

La Torre Prohibida (45 page)

BOOK: La Torre Prohibida
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Ella frunció la nariz.

—Hueles a caballo...

—Lo siento, iba a tomar un baño.

—No te disculpes. Me gusta el olor a los caballos, y en invierno nunca puedo salir a cabalgar. ¿Qué estuviste haciendo? —Cuando él se lo dijo, ella respondió—: Creí que el
coridom
podía ocuparse de eso.

—Oh, sí, pero si ellos se habitúan a verme manejar sus problemas, estarán dispuestos a recurrir a mí en vez de molestar a
Dom
Esteban. Últimamente se le ve muy cansado y demacrado. Creo que el invierno le pesa.

—También a mí —dijo Ellemir—, pero ahora tengo algo para ti que hará que esta espera valga la pena. Andrew, quería decírtelo primero que a los otros: ¡estoy embarazada! Debe haber sido poco antes del Solsticio de Invierno...

—¡Dios Todopoderoso! —dijo él, consternado y grave—. Ellemir, lo siento, amor... Debería haber sido...

Fue como un bofetón. Ella se alejó de él, mientras sus ojos centelleaban de furia.

—Yo quería darte las gracias, y ahora veo que me niegas el mayor de los dones. ¿Cómo puedes ser tan cruel?

—Espera, espera... —Se sintió confundido—. Elli, amor...

—¿Cómo te atreves a darme nombres amorosos después de... después de abofetearme de este modo?

El tendió una mano hacia ella.

—Ellemir, por favor, espera. Una vez más no entiendo, pensé... ¿Estás tratando de decirme que
te alegra
estar embarazada?

Ella se sintió igualmente confundida.

—¿Cómo podría
no
alegrarme? ¿Qué clase de mujeres has conocido? Me sentí tan feliz, tan feliz cuando Ferrika me dijo esta mañana que ahora era seguro, que no se trataba tan sólo de mi propio deseo... —Parecía a punto de llorar—. ¡Quería compartir mi felicidad y tú me tratas como a una prostituta, como si no mereciera tener un hijo tuyo!

Rompió a llorar, y Andrew la abrazó. Ella se desasió pero después empezó a llorar sobre su hombro.

Él se sintió impotente.

—Oh, Ellemir, Ellemir, ¿lograré alguna vez llegar a comprenderos? Si tú te sientes feliz por esto, entonces, también yo me siento feliz.

Advirtió que lo decía de veras, como nunca lo había hecho en su vida.

Ella se enjugó las lágrimas y alzó la cabeza, como un día de primavera, con lluvia pasajera y sol.

—¿De veras, Andrew? ¿Verdaderamente feliz?

—Por supuesto, querida, si tú lo eres. —Cualquier complicación que hubiera, sería su responsabilidad. Debía ser un hijo de él, pues si no ella se lo hubiera contado primero a Damon.

Ellemir percibió la confusión de Andrew.

—Pero ¿cómo
podría
sentirse Damon? ¡Por supuesto que comparte mi felicidad, y se alegra! —Se echó hacia atrás, le miró directamente y dijo—: ¿Esto también sería algo malo para tu gente? ¡Me alegra no conocer a ninguno de ellos!

La frecuencia de esta clase de shocks había insensibilizado a Andrew.

—Damon es mi amigo, mi mejor amigo. Entre los míos esto se consideraría una mala pasada, una traición. La esposa de mi mejor amigo sería la única mujer prohibida para mí.

Ella sacudió la cabeza.

—Creo que tu gente no me gusta en
lo más mínimo
. ¿Crees que compartiría mi cama con alguien a quien mi esposo no conociera y amara? ¿Engendraría un niño de quien mi esposo fuera el padre, con un extraño o un enemigo? —Al cabo de un momento, agregó—: Es cierto que quería primero un hijo de Damon, pero ya sabes lo que ocurrió, y puede volver a ocurrir. Somos parientes demasiado cercanos, de modo que ahora podemos decidir no tener niños entre nosotros, ya que él no necesita un heredero de sangre Ridenow, y es probable que un niño tuyo sea más sano y más fuerte que el que pueda darme Damon.

—Ya veo. —Podía admitir que tenía cierto sentido, pero se detuvo a examinar sus propios sentimientos. Un hijo suyo y de una mujer a la que amaba. Pero no de su amada esposa. Un niño que llamaría padre a otro hombre, un niño sobre el que no tendría ningún derecho. Y ¿cómo se sentida Calista? ¿Le parecería otra marca de su distanciamiento, de su exclusión? ¿Se sentiría traicionada?

—Estoy segura de que también ella se alegrará por mí —dijo Ellemir con suavidad—. No pienses que es mi intención añadir más peso al dolor que ya tiene que soportar.

—¿Lo sabe? —dijo él, inseguro.

—No, aunque doy por supuesto que puede sospecharlo. —Vaciló—. Siempre olvido que no eres uno de nosotros. Si tú quieres, se lo diré, aunque alguien de nuestro propio mundo preferiría decírselo él.

Las complejas cortesías de este mundo lo abrumaban, pero de pronto deseó hacer lo que era correcto en su mundo adoptivo.

—Yo se lo diré —contestó con firmeza.

Pero elegiría el momento, un momento en el que ella no pudiera dudar de su amor.

Se marchó a su habitación, confundido, y mientras se preparaba para la comida de la noche, sus pensamientos hicieron un extraño contrapunto con el gesto mundano de bañarse, recortarse la barba, que, desafiando la costumbre, había empezado a dejar crecer, y vestirse con sus atildadas ropas de interior.

Su propio hijo. Aquí, en un mundo extraño, y ni siquiera un hijo de su esposa. Pero a Ellemir no le parecía raro y Damon, evidentemente, lo había sabido desde antes, y lo aprobaba.

Antes de estar listo, escuchó que había jinetes en el patio, y cuando bajó encontró a Kieran, el hermano de Damon, que volvía de una visita invernal a Thendara, con su hijo mayor, un muchacho pelirrojo y de ojos brillantes, de unos catorce años, y media docena de Guardias, servidores y acompañantes. A Andrew no le había agradado Lorenz, el hermano mayor de Damon, pero Kieran le resultó grato, y le dio tanto placer como a Dom Esteban recibir algunas noticias del mundo exterior.

—Dime cómo está Domenic —pidió el anciano, y Kieran sonrió.

—En realidad, lo vi bastante —dijo—. Kester —señaló a su hijo—, entrará este verano en el cuerpo de cadetes, de modo que me pareció mejor rechazar la oferta de ocupar el cargo de maestro de cadetes en favor de Danvan; ningún hombre puede ser maestro de su propio hijo. —Sonrió para quitar aspereza a sus palabras y agregó—: No quiero tener que ser tan duro con mi hijo como tú tuviste que serlo con el tuyo, Lord Alton.

—¿Está bien? ¿Maneja la Guardia de manera competente?

—Por lo que vi, tú mismo no podrías hacerlo mejor —dijo Kieran—. Piensa mucho y escucha con atención a mentes más sabias. Ha pedido muchos consejos a Kyril Ardáis y a Danvan, e incluso a Lorenz, aunque no creo... —y dedicó una sonrisa a Damon, porque era una broma que ambos compartían— que en realidad piense mucho mejor que nosotros de Lorenz. Sin embargo, es listo y diplomático, se ha hecho amigos adecuados y no tiene favoritos. Sus
bredin
son muchachos bien educados, tanto el joven Cathal Lindir como el otro, uno de sus hermanos nedestro... ¿se llama Dezirado, me parece?

—Desiderio —dijo
Dom
Esteban con una sonrisa de alivio—. Me alegra oír que también Dezi está bien y a salvo.

—Oh, sí, los tres andan siempre juntos, pero no peleando ni con prostitutas ni molestando. Son más serios que tres monjes. Se diría que Domenic ha advertido, como si tuviera tres veces su edad, que un hombre tan joven al mando será vigilado día y noche. Tampoco son pedantes o solemnes...el joven Nic siempre está riéndose o bromeando, pero de todos modos se hace cargo de su responsabilidad —les contó Kieran.

Andrew, recordando al alegre joven que lo había respaldado durante la boda, quedó complacido con la noticia de que a Domenic le iba tan bien. En cuanto a Dezi, bien, tal vez una tarea de responsabilidad y el hecho de saber que Domenic reconocía su status familiar, aunque el anciano no lo hiciera, tal vez le ayudara finalmente a encontrarse a sí mismo. Eso esperaba. Sabía lo que se sentía cuando uno no pertenecía a ninguna parte.

—¿Hay otras novedades, cuñado? —preguntó Ellemir ansiosamente, y Kieran sonrió.

—Sin duda —dijo—, debí haber prestado atención a los chismes de las damas de Thendara, hermana. Déjame pensar... Hubo un tumulto en la calle donde está la Casa del Gremio de las Amazonas Libres, y, según dicen, parece que un hombre protestó diciendo que su esposa había sido llevada allí en contra de su voluntad...

—Eso no es verdad —dijo Ferrika con furia—. Perdón,
Dom
Kieran, ¡pero una mujer debe ir por sí misma allí para pedir que la admitan!

Kieran rió con buena voluntad.

—No lo dudo,
mestra
, pero eso se dice en Thendara, y parece que él envió mercenarios armados para que la llevaran de vuelta, y dicen también que su esposa luchó junto con las Amazonas defendiendo su casa, y que le hirió. El relato crece con cada boca que lo repite. Sin duda, algún día dirán que ella le mató y que clavó su cabeza en la pared. Alguien exhibía en el mercado el cuerpo de un potrillo con dos cabezas, pero mi criado me dijo que era una farsa, y bastante torpe además. En su juventud, fue aprendiz de un talabartero y conoce todos los trucos. Y, esperad que piense un momento... oh, sí. Mientras cabalgaba por las montañas, oí hablar de un campo de
kireseth
florecido durante los días cálidos, no un verdadero Viento Fantasma del verano sino una floración invernal.

Dom
Esteban asintió, sonriendo.

—Es raro, pero suele suceder, y es un buen augurio —dijo.

Calista le explicó a Andrew, en voz baja:

—El
kireseth
es una flor que florece raramente en estas montañas. Con el polen y las flores preparamos el
kirian
. Cuando florece, en medio del verano, con el calor y el viento de las montañas, baja desde la altura como un viento de locura al que llaman Viento Fantasma. Bajo su influjo, los hombres hacen cosas extrañas, y cuando hay un verdadero Viento Fantasma, hacemos sonar las alarmas y nos encerramos en nuestras casas, pues las bestias corren enloquecidas por los bosques, y a veces no-humanos bajan de las montañas y atacan a los humanos. Una vez, cuando era niña, los vi —dijo estremeciéndose.

Dom
Esteban prosiguió:

—Pero una floración invernal no puede durar lo suficiente para ser algo serio. Los aldeanos pueden olvidarse de arar y sembrar, tal vez dejen sus campos desatendidos durante uno o dos días para hacerse los tontos, pero al cabo de unas pocas horas la lluvia asienta el polen. Lo peor que he escuchado durante una floración invernal fue que los lobos carroñeros del bosque se volvieron audaces... el polen afecta tanto el cerebro humano como el de los animales... y se aproximaron a los campos a atacar a hombres y bestias por igual. En general, una floración invernal es algo así como unas vacaciones inesperadas.

Andrew recordó que Damon le había advertido que no debía tocar ni oler las flores de
kireseth
que había en el cuarto de destilación.

—Tiene otro efecto derivado —dijo Ferrika, con una sonrisa—. En esa aldea habrá más trabajo para la comadrona cuando llegue el otoño. Las mujeres que han decidido no tener más niños, e incluso las matronas que tienen hijos adultos suelen quedar embarazadas.

Dom
Esteban soltó la carcajada.

—Ah, sí, cuando yo era joven solían bromear en las bodas, si el matrimonio había sido concertado por las familias o si la novia no estaba bien dispuesta. Un verano hubo una boda, lejos, hacia el norte, cerca de Edelweiss, y durante la fiesta sopló el Viento Fantasma. La celebración fue muy ruidosa, con mucha bebida y... bien, fue indecorosa, y duró varios días. Lamentablemente yo era demasiado joven para sacarle buen provecho, pero recuerdo haber visto muchas cosas que habitualmente se ocultaban a los ojos de los niños. —Se enjugó algunas lágrimas provocadas por la risa—. Y después, más de medio año más tarde, nacieron muchos niños cuya filiación era, por así decirlo, incierta. Ahora ya no se hacen esas bromas en las bodas.

—¡Qué espantoso! —dijo Ferrika, con una mueca de disgusto, pero Damon no pudo evitar reírse, pensando en esa boda cuyos juegos y bromas vulgares, que no eran en serio, se había convertido en una orgía bajo el influjo del Viento Fantasma.

—No creo que a
ellos
les resultara divertido —dijo Ellemir con seriedad, y
Dom
Esteban respondió:

—No, por cierto que no,
chiya
. Tal como te dije, ¡ya no se hacen esas bromas en las bodas! Pero sin duda, en las montañas se decía que en verano, cuando soplaba el Viento Fantasma, alguna gente de los Dominios solía hacer un festival, un antiguo festival de la fertilidad. Eran días de barbarie, tal vez anteriores al Pacto, tal vez anteriores incluso a las Épocas de Caos. —Y agregó—: Pero, por supuesto, una floración invernal no es nada serio.

—Ni tampoco nada para reírse —dijo Ferrika— ¡Al menos para las mujeres que descubrirán que están embarazadas de niños que no deseaban!

Andrew vio que Ellemir fruncía un poco el ceño en gesto de perplejidad. Con facilidad pudo captar sus pensamientos: ¿Acaso era posible que una mujer
no
deseara un niño?

—A mí me gustaría que hubiera alguna floración invernal por aquí —dijo Calista—. Debo preparar más
kirian
, porque ya casi no nos queda nada, y debemos tenerlo siempre en la casa.

Uno de los mayordomos, que comía en una mesa lateral para estar a mano si se le necesitaba, alzó la cabeza y dijo con voz rústica y servicial:


Domna
, si eso es lo que deseas, hay flores de
kireseth
en la ladera que está junto al campo de pastoreo donde nacieron las yeguas mellizas, la ladera en la que está el antiguo puente de piedra. No sé si todavía están en flor, pero mi hermano las vio cuando pasó por allí hace tres días.

—¿De veras? —Dijo Calista—. Te lo agradezco, Rimal. Si el clima se mantiene, aunque no es probable, mañana iré hasta allí y repondré mi provisión.

Esa noche no llovió ni nevó y, después del desayuno, cuando Kieran Ridenow ya había partido —
Dom
Esteban lo había instado a quedarse durante algunos días, pero él había dicho que debía aprovechar el buen tiempo—, Calista ordenó que ensillaran su caballo.
Dom
Esteban frunció el ceño al verla ataviada con su falda de montar.

—Esto no me gusta, Calista,'
chiya
. Cuando yo era joven todos decían que ninguna mujer debía cabalgar sola por las montañas cuando el
kireseth
estaba en flor.

Calista se rió.

—¿Padre, de veras piensas...?

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