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Authors: Andrea Cremer

Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil, Romántico

La pesadilla del lobo (6 page)

BOOK: La pesadilla del lobo
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—Lo tendré presente —masculló Shay.

—Gracias —contestó Anika—. Antes de que te marcharas, Cala, ¿alguno de tus compañeros de manada expresó su disconformidad con lo que les había tocado en suerte? Si Ren estaba dispuesto a correr ese riesgo por ti, es de suponer que otros estarían dispuestos a ayudarnos… bajo tu mando, claro está.

«¿Lo estarían?» Pensé en Mason y en Nev. Y en Sabine. Bajo los Guardas, su vida era atroz. No dejarían pasar la oportunidad de abandonarla, ¿verdad? Y Ansel, que quería ser libre de optar por una vida con Bryn… pero estaba convencida de que mi hermano se uniría a nosotros sin pensárselo dos veces, y no sólo por eso.

«Jamás traicionaría a los Guardas. A menos que tú me lo pidieras… alfa.»

Y no sólo se trataba de Ansel. Al guardar el secreto de mi primer encuentro con Shay, Bryn había puesto en peligro su vida. Ella era tan leal como mi hermano.

—Sí —contesté—, se unirán a nosotros.

—¿Y tus padres? —preguntó Anika—. Sería de gran ayuda que los Nightshade mayores se pusieran de nuestra parte.

—Quizás… —El corazón me latía apresuradamente. Mi padre y mi madre eran alfas, mis alfas. Siempre me había sometido a su voluntad. ¿Cómo reaccionarían si su propia hija intentara dirigirlos? A los Vigilantes no les gustaban los cambios jerárquicos.

—¿Y los Bane? —preguntó Shay—. ¿Acaso no quieres reunir a todos los lobos?

—Tal vez a algunos de los Bane más jóvenes —dijo Monroe—. Pero los mayores no se unirán a nosotros.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Shay.

—Hemos tenido algunos problemas con las manadas —dijo Anika—. Emile Laroche jamás se aliaría con nosotros.

Problemas.

—Te refieres a que no se unirán a nosotros porque los Bane que se hubiesen rebelado ya están muertos —dije—. Murieron la última vez que tratasteis de forjar una alianza. Cuando murió la madre de Ren.

—¿Cómo lo sabes? —soltó Monroe.

—Encontramos los archivos de los Guardas relacionados con las manadas de los Vigilantes —dijo Shay—. Sabemos que Corrine Laroche fue ejecutada por planear una rebelión con los Buscadores.

—Pero a mí lo único que me contaron fue que Corrine murió durante una emboscada de los Buscadores en el complejo de los Bane, cuando Ren sólo tenía un año —añadí—. Hasta aquella noche en la que atacasteis a la finca Rowan éramos los únicos que sabíamos que no era verdad.

Los Buscadores guardaron silencio y palidecieron, intercambiando miradas de preocupación.

—Con razón los Vigilantes les sirven con tanta lealtad —murmuró Anika—. Los Guardas os han mentido acerca de cómo perdieron la vida quienes os rodean.

Me eché a temblar.

—Eso es lo que creía Ren, pero la noche que escapamos le dije la verdad.

Todos me miraron fijamente.

—¿Se lo dijiste? —siseó Shay— ¡No me lo habías contado!

—Es el motivo por el cual nos dejó marchar —susurré, incapaz de mirarlo a los ojos. Una parte del motivo. Pero no le conté lo demás: la desesperación de Ren, el modo en que me besó. Él estaba involucrado en este asunto y los Buscadores no nos estaban diciendo toda la verdad.

—Disculpadme —dijo Monroe repentinamente, se giró y le alejó.

—¡Monroe! —exclamó Anika, pero él ya había salido por la puerta.

—Iré a buscarlo —dijo Connor.

—Siempre ocurre lo mismo —dijo Adne, sacudiendo la Cabeza.

«¿Qué acababa de pasar?» Miré a Shay, pero él parecía tan confundido como yo.

—A lo mejor no debería participar en esta misión —dijo Anika.

—¿De verdad crees que dejaría que ocurriera sin su presencia? —Adne rio, pero con amargura—. Ha esperado años a que se presentara otra oportunidad. Ha esperado durante toda mi vida.

—Ten un poco de respeto por tu padre —dijo Anika—. Tú no comprendes cuánto ha perdido.

—¿Tu padre? —preguntó Shay y le lanzó una mirada similar a la que acababa de lanzarme a mí, como si se sintiera traicionado.

Los celos me atenazaron. ¿Cuánto habían intimado mientras yo me estaba recuperando?

Adne se ruborizó, como si acabara de revelar un secreto horrendo.

—Sí. Monroe es mi padre.

—Nunca me lo dijiste —dijo Shay—. ¿Por qué?

—No es muy importante —contestó ella, desviando la mirada.

—¿Porque lo llamas Monroe? —pregunté, frunciendo el ceño—. Yo respetaba a mi padre porque era un alfa Nightshade pero siempre lo llamé papá.

—Porque no quiero que me traten de un modo especial —dijo ella—. Y porque lo vuelve loco.

—Respeto, Ariadne —dijo Anika—. Es más importante de lo crees.

—Lo intentaré —dijo Adne, pero no parecía muy convencida.

—Pese a este desafortunado trastorno —dijo Anika, apoyando las manos en la cintura—, lo que has dicho confirma nuestras esperanzas acerca de los Vigilantes. Llevaremos a cabo la misión de acuerdo a esa información.

—¿Cuándo? —pregunte—. ¿Cuándo me reuniré con mis compañeros de manada?

—Ahora mismo. —Anika sonrió.

4

«¿Ahora mismo?» Pero eso significaba… ¿Acaso ya estaban planeando atacar a los Guardas? La idea de regresar a casa no sólo me asustaba, me resultaba imperiosa. Quería regresar junto a mi manada lo antes posible, pero ¿estaba dispuesta a luchar al lado de los Buscadores? No confiaba en ellos: eran mis captores, querían una alianza pero aún no me habían dicho nada más.

—Excelente —dijo Lydia, volviendo a entrar—. Habría supuesto una gran decepción si hubiese afilado mis puñales en vano.

Me puse tensa. El aspecto de Lydia era tan feroz que, ante su proximidad, tuve que esforzarme por no convertirme en lobo. El olor de sus ropas, el brillo del acero en su cintura… estaba entrenada para matar todo lo que ella representaba.

—¿Ahora mismo? —Shay atravesó la habitación emanando tensión y temí que estuviese a punto de convertirse en lobo. Al parecer, los Buscadores nos ponían nerviosos a ambos—. ¿Te has vuelto loca?

—Shay. —Anika hablaba en toco calmo, pero su voz se parecía al susurro de una espada desenvainada: suave y mortal—. Tu presencia aquí es importante, más de lo que podría expresar con palabras, pero yo sigo estando al mando y obedecerás mis órdenes.

—Lo ignoro casi todo acerca de ti —gruñó Shay—, ¿por qué habría de obedecerte?

Maldije en voz baja. Estaba a punto de convertirse y Lydia también parecía percibirlo. Se llevó las manos a los puñales colgados de su cintura. Solté un gruñido: en cuento los desenvainara yo también me convertiría. Miré en torno: dos contra dos: nada bueno.

—Tiempo muerto, chico —dijo Lydia—. Tómate un respiro.

Sabía que Shay no las escucharía. Sus instintos de lobo se apoderaban de él, ellas me amenazaban a mí y él me consideraba su territorio. Actuaba como si yo fuera su compañera, su alfa homóloga y eso suponía que yo era la única que podía intervenir. Aunque ansiaba derramar sangre, reprimí el impulso: no merecía la pena correr ese riesgo.

—Espera, Shay —dije, agarrándolo del brazo. El pulso le latía apresuradamente, lo percibía bajo los dedos—. Todo está bien.

—¿Cómo que todo está bien? —Todavía estaba a punto de convertirse en lobo, pero al menos ahora fijaba la atención en mí.

—Porque quiero ir —dije—, porque es necesario. —Y en cuanto pronuncié esas palabras, comprendí que decía la verdad. Aunque casi no supiera nada sobre los Buscadores, estaba dispuesta a arriesgarlo todo por mi manada, tenía que regresar junto a ella. Necesitaba luchar, desesperadamente, y si eso significaba luchar junto a los Buscadores encontraría la manera de hacer que funcionase. Al menos eso esperaba.

Shay me observaba con aire inquieto, pero por suerte me estaba escuchando. El punto hasta el cual el lobo lo había marcado me desconcertó: su reacción había sido la de un alfa que se dejaba aconsejar por otro alfa. Esa alianza forjaba líderes fuerte y decididos, y, en ese caso, sabía cómo hacer que cambiara de opinión.

—La manada, Shay —susurré—, piensa en nuestra manada.

Llamar a los lobos Haldis «nuestra» manada —la mía y la de Shay en vez de la mía y la de Ren— me puso los pelos de punta, pero funcionó.

—¿De verdad crees que esto podría salvarlos? —preguntó y comprobé que su enfado disminuía.

—Es nuestra única oportunidad. —Le mostré mis afilados caminos y él sonrió al comprender que esta alianza no significaba que tirásemos la toalla. Yo estaba negociando unas condiciones necesarias para los lobos guerreros que nos habitaban a ambos.

—Cala tiene razón —dijo Anika, y le indicó a Lydia que retrocediera—. No nos arriesgaríamos si tuviéramos otra opción. Y Cala no es la única que se arriesga, mi gente la acompañará.

Observé a la Flecha, evaluando la expresión de su rostro: decidida y resulta, los ojos brillantes ante la perspectiva de la batalla inminente. Era verdad: al regresar a Vail, los Buscadores estaban arriesgando la vida y lo hacían para salvar a los Vigilantes: mis compañeros de manada. No me los esperaba y me resultaba tanto excitante como turbador.

—Y que lo digas. —Los ojos de Lydia brillaban como los de Anike—. No me lo perdería por nada del mundo.

Al contemplarlas, de pronto me alegré de luchar a su lado, no contra ellas.

—Y a menos que nos encontremos con una situación muy propicia, algo bastante improbable —prosiguió Anika—, no lograremos rescatarlos esta noche. La misión se centrará en establecer contacto. Hemos de ir hoy porque hoy es sábado.

—¿Sábado? —repitió Shay.

—Las patrullas de los fines de semana están formadas por los compañeros de manada de Cala. —Anika me lanzó una mirada de soslayo—. ¿Estoy en lo cierto?

—Sí —asentí, pero me inquietaba que lo supiera. «¿Cómo lo averiguaron?»

—Para que esta alianza funcione hemos de empezar por obtener la confianza de los lobos jóvenes, con la intención que los Vigilantes se sumen a la rebelión a partir del contacto inicial. La presencia de Cala asegurará que la obtengamos gracias a este primer paso.

Casi sonreí, pero reprimí la sonrisa. De momento, sólo quería que los Buscadores vieran que me tomaba la batalla en serio… y que era peligrosa.

—La patrulla estará formada por una pareja: Mason o Fey y mi hermano —dije—— Se turnan patrullando los sábados.

—Ojalá esté formada por Mason y Ansel. —Shay parecía aliviado—. Quizás ésa sea la mejor pareja con la que podríamos encontrarnos.

—Pero… —Mi alegría ante la perspectiva de encontrarme con Ansel y Mason se disipó—. Cuando me separé de Ren, dijo que estaban interrogando a mis compañeros de manada. ¿Crees que vuelven a patrullar?

—¿Alguno de ellos conocía la verdadera identidad de Shay? —preguntó Anika—. ¿O que sería sacrificado durante la ceremonia?

—No —contesté—. No lo sabían. —Sentí una punzada de culpa, como una puñalada entre las costillas. ¿Los había puesto en peligro? Pensé en Bryn, y en la última vez que la había visto.

«—¿Estás preparada? —preguntó Bryn. Me lanzó una brillante sonrisa, pero percibí un dejo de temor en su voz.

»—No sé si ésa es la pregunta adecuada —contesté, volviendo a contemplar el anillo—. Éste es mi lugar. Siempre he sabido cuál es mi camino. Ahora debo recorrerlo.

»—Quiero que sepas que estaré justo detrás de ti. —Bryn me cogió del brazo—. La manada no permitirá que te pase nada malo.

»—No se os permite participar —afirmé, dejando que me condujera escaleras abajo, hacia el bosque.

»—¿Crees que podrían detenernos si tú tienes problemas? —dijo, pegándome un codazo que me hizo sonreír.»

Si ahora la que corría peligro era ella, nadie podría impedir que le ayudara.

«—Te quiero, Cal. —Me besó la mejilla y se dirigió hacia el círculo de antorchas.»

Me sentía feliz, quería convertirme en lobo y aullar para convocar a la manada que había abandonado. «Yo también te quiero, Bryn. Iré a buscarte.»

—Que no lo sepan es un punto a nuestro favor —estaba diciendo Anika—. Una vez que los Guardas hayan llegado a la conclusión de que tú y Shay erais los únicos miembros del complot, lo más probable es que quieran que todo vuelva a la normalidad. Querrán convencer a los Vigilantes de que todo está bien, porque querrán evitar que piensen que han perdido el control.

Asentí y me tragué el nudo de la garganta.

—Pero Ren… ellos sabrán que mintió. —Mis compañeros de manada ignoraban lo que yo había hecho y quién era Shay, pero Ren lo sabía. ¿Significaba que era demasiado tarde para salvarlo?

—No sabemos con claridad qué ha ocurrido entre los Guardas y los Vigilantes desde que atacamos la finca Rowan —prosiguió Anika—. Esperamos tener más información antes de poner en práctica la siguiente fase del plan. Incluso si no os encontráis con los lobos que esperáis encontrar, aclarar la confusión generada durante la pasada semana será una ventaja. Esta noche la pareja de exploradores se reunirá con uno de nuestros contactos.

—¿Tenéis contactos en Vail? —preguntó Shay—. ¿Te refieres a espías?

—Así es —contestó Anika.

—¿Dónde están? —Me devané los sesos y me pregunté cómo podría haber Buscadores en Vail que no habíamos identificado. Parecía imposible.

—Ahora mismo solo hay dos —dijo ella—. Uno en el instituto y el otro en la ciudad.

—¿En el instituto? ¡Eso es imposible! —exclamé, revisando mentalmente las caras y los olores de mis compañeros de clase, los profesores y el personal del Instituto Mountain: ninguno encajaba en el guión.

—Sí, lo es. —Anika rio.

—Si hubiera Buscadores en el instituto lo habría sabido, los Guardas lo habrían sabido.

—Pues si hubiésemos sido lo bastante estúpidos para utilizar a los nuestros como espías, habríamos perdido esta guerra antes de que empezara.

Quien pronunció esas palabras era alguien nuevo, y hablaba en tono apagado. Me giré y vi a una extraña figura en el umbral. Un montón de libros y de rollos de papel le ocultaban el rostro.

—Necesito un poco de ayuda —dijo. Adne soltó una risita y se apresuró a coger los pergaminos que se deslizaban de la parte superior del montón.

—Hola, Adne. —El recién llegado sonrió. Ahora que veía su cara me sentí aún más confusa. Era un hombre joven, no mayor que Shay. Unos gruesos anteojos negros volvían su rostro aún más llamativo, pero su rasgo más notable eran sus cabellos: unos remolinos de color ébano y cobalto formaban ondas agitadas justo encima de sus cejas.

Entró en la habitación tropezando, impulsado hacia delante por el peso del montón de libros y papeles y los desparramó en la mesa.

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