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Authors: Andrea Cremer

Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil, Romántico

La pesadilla del lobo (5 page)

BOOK: La pesadilla del lobo
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—¿De primera mano? —dije. El vello de la nuca se me erizó.

—Sí —dijo Anika—. Ése es nuestro protocolo.

Me pregunté qué harían cuando descubrieran cuán directa había sido mi participación en la muerte del otro Buscador.

—Un momento. —Shay fruncía el ceño—. ¿Quiénes son los Perdidos? Encontré esa palabra al leer
La guerra de todos contra todos.
¿Son esos que surgieron de los cuadros de mi tío?

Aunque no quería, me estremecí en cuanto Shay mencionó las criaturas que nos habían perseguido a lo largo de los tenebrosos pasillos de la finca Rowan. Sus pasos arrastrados, sus gemidos, sus miradas muertas…

—Sí, pero ahora no hay tiempo para hablar de ello —dijo Monroe, lanzándole una mirada severa antes de volver a dirigirse a mí—. Bien, en cuanto a Stuart, ¿sabes algo…?

Asentí y procuré tomar aire.

—¿Qué les pasó a nuestros agentes, Cala? —preguntó Anika—. Hemos de saber cómo murieron. Nuestras fuentes en Vail no disponen de esa información.

—¿Fuentes? —pregunté, frunciendo el entrecejo. La expresión de Monroe me impidió seguir hablando.

—Limítate a responder.

—Creo que deberíamos contextualizarlo —dijo Shay en tono alarmado.

Desprendí su mano de mi muñeca, dispuesta a huir o atacar.

—Ya conocen el contexto, Shay. Soy un Vigilante, saben lo que eso significa.

—Miera —murmuró Connor. Él y Lydia intercambiaron una mirada y ambos empezaron a acercarse a Ethan, que me observaba con la cabeza ladeada.

Adne le lanzó una mirada a Connor.

—¿Qué pasa? —exclamó.

Él sacudió la cabeza sin despegar la vista de mí.

—Estaba con Shay delante del club de Efron Bane cuando tus hombres nos persiguieron —dije, tragando saliva.

—Prosigue —dijo Monroe, apretando las mandíbulas.

—Mi tarea consistía en proteger a Shay. Maté a uno de los hombres en cuanto lo vi.

—Stuart —murmuró Lydia; ella y Connor estaban apostados junto a Ethan, como centinelas.

—¿Se ha acabado la conversación? —dijo Ethan en voz baja.

—Tranquilo —dijo Anika—. Lo importante es ganar esta guerra. Las guerras causan bajas.

—Las bajas las causan los que son como ella —dijo Ethan.

—Mírala, Ethan: sólo es una muchacha —dijo Monroe—. Recuerda lo que hablamos, los Vigilantes no son lo que parecen y puede que ella nos ayude a convencerlos de que se pongan de nuestra parte.

La suavidad de sus palabras me desconcertó. Que me llamara «sólo una muchacha» no me entusiasmaba demasiado, pero me alegré de que Monroe no quisiera vengarse. Por desgracia, no todos los presentes compartían su punto de vista. La indignación crispó el rostro de Ethan y un instante después me apuntaba con su ballesta.

—¡Baja el arma, Ethan! —gritó Anika.

Connor le arrancó el arma de las manos.

—Quizás deberías marcharte.

—Me parece que no —replicó Ethan sin mirarlo—. ¿Qué le ocurrió a Kyle?

—Aparecieron otros Vigilantes —dije. Shay se puso delante de mí impidiendo que viera a Ethan—. Dijeron que los Guardas querían vivo a Shay.

—¿Y? —preguntó Ethan.

—Llevaron a Kyle ante Efron Bane para ser interrogado —dije. Tuve que cerrar los ojos, invadida por el espanto de aquella noche, las miradas lascivas de Efron, la repugnancia que me causó el roce de sus dedos; luego esas sensaciones dieron paso a una cólera cada vez mayor. «Si vuelve a intentarlo no me quedaré quieta, no lo toleraré.»

—¿Estabas presente?

—Sí. —Me pareció que volvía a estar en el despacho, oyendo los alaridos del Buscador mientras Ren me aferraba la mano. Me estremecí.

—¿Fuiste tú quien lo interrogó? —Parecía calmo, demasiado calmo.

—No.

—Entonces, ¿quién?

—Basta ya, Ethan —lo interrumpió Monroe—. Sabes qué le ocurrió a Kyle. Lo vimos en la finca Rowan. Se acabó, olvídalo.

—¡Tengo derecho a saber qué le ocurrió a mi hermano! —exclamó Ethan, lanzándole una mirada furiosa.

«¿Su hermano?» Sus miradas llenas de odio, su hostilidad permanente… ahora todo cobraba sentido. Sentí compasión por él y tuve que carraspear al recordar el rostro de Ansel.

—Lamento que hayas perdido a tu hermano. Yo tengo un hermano, si algo le sucediera… —«¿Qué les estaría sucediendo a mi hermano y a Bryn, que era como si fuera mi hermana?»

—Dime qué ocurrió…

—Espectros —contesté rápidamente—. Siempre utilizan espectros para interrogar a los prisioneros.

—¿Espectros? —exclamó con voz ahogada—. ¿Lo entregaron a los espectros?

Ethan cerró los ojos durante un instante, luego se llevó la mano a la cintura. Vi un destello de acero cuando desenvainó el puñal. Me puse tensa, dispuesta a convertirme en lobo.

—Y tú estabas allí —siseó—. Él se ha convertido en un Perdido y tú estabas allí. ¡Podrías haberlo impedido, so perra desalmada!

La ira y la pena brillaban en su mirada, y dio un paso hacia mí con el puñal en la mano. Cuando me disponía a abalanzarme sobre él, Monroe se interpuso entre ambos. En ese preciso instante Shay se agazapó en el suelo: un lobo de pelaje pardo dorado dispuesto a defenderme. Le mostró los afilados dientes a Ethan y soltó un gruñido.

Echan palideció.

—Y fuiste tú quien convirtió al Vástago en un monstruo, te despellejaré y me haré un abrigo con tu piel.

Cuando Ethan se lanzó hacia delante, Shay tensó los músculos y aplastó las orejas.

—¡No! —gritó Anika.

Monroe aferró a Ethan de la cintura.

—¡Lydia, Connor, lleváoslo de aquí! —rugió, refrenando al hombre que luchaba por zafarse—. Luego solucionaremos este asunto.

Ethan soltaba escupitajos y maldiciones. Ambos Buscadores corrieron a ayudar a su líder y lograron arrastrar al hombre que chillaba y sollozaba fuera de la habitación. Oí sus gritos desesperados mientras se lo llevaban.

Monroe sacudió la caben con expresión apenada y miró a Shay, que seguía agazapado con la mirada clavada en la puerta.

—Por favor —suspiró.

—Cambia de aspecto, Shay —murmuré—, ahora. —Entonces un joven volvió a estar a nuestro lado, pero su mirada aun expresaba cautela.

—Si alguien le hace daño lo lamentarás —le dijo a Monroe.

—Nadie le hará daño.

Me inquietaba que hablaran como si yo no estuviera presente. Comprendía, incluso apreciaba que Shay quisiera protegerme, pero yo era una guerrera, no necesitaba protección y el resentimiento se apoderó de mí.

—Te aseguro que no volverá a ocurrir un incidente como ese —dijo Monroe.

—Lamento lo ocurrido —dije de pronto; ya no estaba dispuesta a permanecer muda mientras hablaban de mi destino—. Sé que quizá no signifique nada para ti.

Eché un vistazo a la puerta abierta a través de la que arrastraron a Ethan.

—O para él —añadí.

—Significa algo si lo dices con sinceridad —repuso Monroe, contemplando mi expresión preocupada con aire pensativo—. Tardará bastante en confiar en ti. Si es que alguna vez llega a hacerlo.

—Esto no funcionará —Shay caminaba de un lado a otro con los puños apretados—. No llegaremos a ninguna parte si uno de vosotros no deja de tratar de matarla.

Tenía razón. No podía ayudar a mi manada si debía evitar que un Buscador vengativo me clavara un puñal en la espalda.

—Puede que Ethan esté afligido y enfadado, pero sigue obedeciendo mis órdenes —dijo Anika—. Nadie hará daño a Cala mientras esté bajo mi protección.

—¿Bajo tu protección? —exclamé, arqueando las cejas.

A lo mejor Shay tenía razón y esta alianza jamás funcionaría. Los alfa no necesitaban protección. Los Buscadores no comprendían mi mundo y tampoco a mí, pero ¿acaso existía una manera de salvar a Ansel, a Bryn y a los demás a solas?

Anika me lanzó una sonrisa irónica.

—Me temo que eso es lo que te ha tocado en suerte, Vigilante. Al menos lograste convencer a los demás de tu lealtad.

—Soy leal a mi manada —repliqué automáticamente y luego me estremecí. «La manada que abandoné.» Pensé en la pena enloquecida de Ethan y me pregunté si en su lugar hubiera reaccionado de otro modo. ¿Podría perdonarle? Quizá no haya matado a Kyle con mis propias manos, pero estaba muerto porque yo había cumplido con mi tarea. No podía culpar a Ethan por convertirme en el blanco de su ira.

«No tengo otra opción; esta alianza debe funcionar.»

Shay me cogió las manos y su calidez hizo que olvidara mis ideas tenebrosas. Lo miré a los ojos y recordé por qué había estado dispuesta a abandonar Vail. Mi resentimiento anterior se desvaneció y le acaricié la muñeca con el pulgar. Su sonrisa me aceleró el pulso.

—Les ayudaremos, Cal —dijo en voz baja—. He vuelto, y eso es lo que haremos. Ayudaremos a Ansel, a toda la manada.

Asentí, pero no logré devolverle la sonrisa. Al ver nuestras manos entrelazadas, Monroe frunció el ceño. Intimidada, solté la mano de Shay y me pregunté si todos los Buscadores detestaban la idea de que su precioso Vástago pudiera amar a una Vigilante. La idea me llenó de preocupación. Si fuera así, ¿cambiaría lo que Shay sentía por mí?

—Es lo que todos deseamos —dijo Anika—. Pero hemos de saber algo más antes de seguir adelante. ¿Cuánto hace que tienes planes de rebelarte contra los Guardas?

«¿Que cuánto hace qué?»

—Bien… yo… —tartamudeé. No había planeado nada, todas mis decisiones estaban relacionadas con salvar a Shay, decisiones instantáneas. Y el resultado fue el caos más absoluto.

—La obligaban a casarse con alguien —dijo Shay en tono asqueado—. A los diecisiete años, ¿no te parece increíble?

Monroe hizo un gesto afirmativo y se dispuso a responder, pero era como si me hubiesen pegado un puñetazo en el estómago. «¿Por qué siempre volvemos a hablar de mí y de Ren? ¿Acaso Shay no comprende el sacrificio que hizo al dejar que me marchara?»

—Eso no es lo que… —Me interrumpí. No tenía ganas de ventilar los problemas de mi relación en público.

—Sé que eso no es todo —dijo Shay, y vi brillar sus afilados caninos—. Pero es importante. Esa ceremonia, el hecho de tener que estar con él… era una locura.

—¿Cómo puedes decir esas cosas de él? —dije en tono brusco—. Ren trató de ayudarnos, mintió por nosotros y los Guardas lo saben. ¡Podrían matarlo!

No, era aún peor. Y al comprender esa espantosa verdad mi cólera aumentó. Bajé la vista y continué:

—Lo matarán. —Y no me molesté en ocultar mi dolor cuando volví a mirar a Shay sin parpadear, pese a tener los ojos llenos de lágrimas.

Shay palideció, las venas del cuello le palpitaban, pero quien reaccionó ante el nombre de Ren fue Monroe.

—¿Ren? —exclamó, boquiabierto y me di cuenta de que procuraba hablar en tono neutral—. ¿Te refieres a Renier Laroche?

—¿Sabes quién es? —pregunté, sorprendida.

—He oído hablar de él —contestó en tono brusco.

Anika observaba atentamente a Monroe.

—Eso es interesante, podría resultar vital, ¿no te parece?

Monroe desvió la mirada, pero hizo un gesto afirmativo.

—Dinos algo más sobre esa ceremonia —prosiguió Anika—, nos ayudaría a saber a qué nos enfrentamos en Vail.

—Cala y Ren debían formar una nueva una manada en primavera —dijo Shay, lanzándome una mirada furiosa—. Otro equipo de Vigilantes para proteger la caverna de Haldis. Una de esas uniones concertadas por los Guardas.

Le devolví la mirada, pero me mordí la lengua. ¿Acaso no había escapado de la unión abandonando a Ren, arriesgándolo todo ayudar a Shay a escapar? ¿Qué otras pruebas quería?

—Estamos familiarizados con esa costumbre —dijo Monroe—. ¿Estabas huyendo de él?

—No, no de él. —Vi que Shay apretaba los puños, y aunque suponía una mezquindad, sentí cierta satisfacción—. Los Guardas iban a obligarnos a matar a Shay, como una parte de la unión. Lo descubrí en el bosque, maniatado. Tuve que salvarlo.

Shay ya no me miraba y la satisfacción se convirtió en culpa. Y encima Adne le había cogido la mano y le susurraba algo al oído. «Estupendo: ahora soy una zorra desvergonzada y ella se conviene en su buena amiga. Buen trabajo, Cala.»

—El sacrificio —dijo Monroe—. Sabíamos lo que ocurriría en Samhain, pero no dónde. Logramos rastrear al Vástago hasta la finca Rowan.

—Para nosotros fue una suerte —dije, estremeciéndome al pensar lo que podría haber ocurrido si los Buscadores no hubiesen aparecido aquella noche.

—Los Guardas, ¿os seguían la pista? —preguntó Monroe.

—Ordenaron a los Bane que nos persiguieran.

—¿A toda la manada? —Anika frunció el entrecejo—. ¿Cómo lograsteis eludirlos?

Shay suspiró, como si reconociera un punto importante.

—Ren nos ayudó a escapar. Nos alcanzó en el bosque y nos dejo marchar, evitó que el resto de la manada nos atrapara.

—¿Os ayudó? —Monroe me lanzó una mirada indescifrable.

—Sí —susurré. Me costaba respirar: cada instante de esa noche era como una piedra que me aplastaba el pecho, me asfixiaba.

Adne seguía observándonos.

—Es una buena noticia —dijo Monroe.

—Sí. —Anika esbozó una breve sonrisa—. Es un buen augurio para nuestros planes.

—¿Me he perdido algo? —preguntó Connor, entrando en 1a habitación y tomando nota de las manos entrelazadas de Adne y Shay—. A que lo adivino: el Vástago te ha hecho una propuesta matrimonial.

—Ella conoce a Renier Laroche —dijo Adne, sonriendo ante la expresión disgustada de Connor y sin soltar la mano de Shay—. Ambos lo conocen.

Shay hizo una mueca, le soltó la mano y me miró de soslayo. Le sonreí y su expresión se dulcificó.

—¡Qué interesante! —dijo Connor, soltando un silbido. Su enfado dio paso a la sorpresa e intercambio una mirada significativa con Adne. «¿Por qué todos los Buscadores lo saben todo sobre Ren?»

—De momento, eso no nos incumbe —dijo Monroe en tono cortante—. ¿Dónde está Ethan?

—Lo envié al destacamento de los Segadores —respondió Connor—. Creo que el puesto de avanzada está a una distancia suficiente.

—Estuvo patrullando hasta ahora. —Monroe frunció el ceño—. No le corresponde volver a patrullar hasta esta noche.

Connor se encogió de hombros.

—Lydia también consideró que era una buena idea. Ethan necesita ocupar la mente en algo y, además, sabes que es nuestro mejor francotirador.

Monroe asintió y contempló a Shay con expresión grave.

—Comprendo el motivo por el que estabas a punto de atacar a Ethan, pero será mejor que no te conviertas en lobo mientras estés entre nosotros, a menos que estemos en el campo de batalla. Aquí hay un montón de soldados entrenados para dispararle a un Vigilante ante la menor provocación y hacer preguntas después.

BOOK: La pesadilla del lobo
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