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Authors: Alfonso Ussia

Tags: #Humor

La albariza de los juncos (15 page)

BOOK: La albariza de los juncos
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—¿Y usted cree, Tomás, que soy un marica de feria, y un pitoflojo, que la señora marquesa viuda es una cochina beata?

—Usted para mí es un señor como no hay otro, y la señora marquesa viuda, una santa de altar de catedral.

En ese momento de mi conversación con Tomás, reconozco que sentí el temblor de la emoción, y a punto estaba de llorar cuando recordé la sabia reserva que tiene Mamá por el llanto. «Llorar es de pobres.» No obstante, y para agradecer al leal empleado su fidelidad para con nosotros, palmeé sus anchas espaldas con un doble impacto efusivo y le dije lo que espera el soldado que ha ganado una medalla cuando su general se la impone.

—Gracias, Tomás.

Pero no puedo vivir con la amenaza de Olimpia. Esa grúa con granos es muy capaz de estropearme el futuro. En vista de ello, voy a ausentarme por una temporadita de La Jaralera.

Dejo a Mamá en buenísimas manos, con un servicio que la adora —ahí está la opinión de Tomás-, y en una situación económica que ni las Koplowitz juntas.

En un mes, más o menos, volveré. Ahora me tengo que ir. Sólo Mamá sabrá mi paradero, mi razón y mis señas. De aquí a Lisboa —allí es muy difícil encontrarse con la rusa del Bajo Llobregat-, y de Lisboa a mi escondite.

Y a descansar. Que ya es hora. También Dios es justo cuando premia a los marqueses.

Epílogo

El marqués de Sotoancho se ha retirado a descansar. Demasiado esfuerzo para un hombre como él, no precisamente educado para el trabajo diario y sistemático. Pero le ha divertido escribir, y mucho me temo que se haya aficionado.

Ha dejado pendiente una cuestión de suma importancia. La continuidad dinástica, que no queda asegurada. Al marqués no se le conocen excesivos lances amorosos. En estas páginas sólo ha recordado una travesura sexual cuando era joven. Se tiró a la hija del administrador, más por respuesta a un abuso de confianza de éste que a un deseo apasionado. El administrador de entonces, Alcoceba, se compró un Mercedes con el dinero que se embolsó por su cuenta y riesgo tras una esplendorosa cosecha de remolacha. Sotoancho, para fastidiarle, engatusó y se acostó con su hija, pero no tropezó dos veces.

Como padre intelectual del marqués de Sotoancho, me asaltan varias dudas que hoy por hoy no puedo esclarecer. ¿Le gustan a Sotoancho las mujeres? ¿Es un cuello frío, o como lo calificó su ex novia Olimpia de Bolka-Romanov y Repullés, un «pitoflojo»? Me atormenta su falta de definición y siento la angustia del futuro incierto. Si Sotoancho no se casa, con toda seguridad los títulos, La Jaralera y El Acebuchal pasarán a sus primos. La marquesa viuda, su madre, comparte esta preocupación, pero no hace nada para solucionar el grave problema. Es más; creo que guiada por un extraño egoísmo, prefiere ser la última mohicana de un mundo que puede desaparecer. Y Sotoancho, que no necesita presión para mantener su distancia con las mujeres, se deja llevar, aunque en determinados momentos, en instantes precisos, en ráfagas de responsabilidad inmediata, se muestre dispuesto a asumir el papel de heredero y la voluntad de añadir una ramita más a su frondoso árbol genealógico. En el fondo, a Sotoancho, que ha salido más a la madre que al padre, le gustaría tener la hombría de sus antiguos. Y una revelación que pudiera interesarles a ustedes y que muy probablemente se conocerá en el futuro: el padre de Sotoancho le ponía a su mujer unos cuernos monumentales. Se deja entrever en estas
Memorias
dicha posibilidad, pero no del todo. Sotoancho no quiere indagar porque se teme lo peor. No obstante, a medida que ha escrito estas páginas, al marqués le aumenta la admiración paterna. No se le puede decir porque quiere y venera a su madre, pero el marqués difunto estaba de su mujer hasta el gorro.

No es admisible que a estas alturas de su vida, Sotoancho continúe soltero. Su fracasada unión con Olimpia de Bolka-Romanov y Repullés está de sobra justificada. Pero un heredero responsable, ante el paso atrás de su relación con Olimpia, tendría que haber reaccionado con un gesto decidido hacia delante. Y no lo protagoniza. Huye, se esconde y deja el asunto pendiente. Lo malo es que la situación de vacío dinástico no le preocupa a la marquesa viuda. Para ella, con ochenta y siete años, lo que venga detrás nada le afecta. Para mí, que los he creado, esa postura se me antoja intolerable y estoy avergonzado de ambos. Me han podido.

Todo queda, pues, pendiente del futuro. Nada se puede predecir, porque ambos, Sotoancho y su madre, son difíciles de manejar. Para mí, que el marqués es flojo de muelle, pero se trata de una opinión, todo lo respetable que se quiera, pero opinión al fin y al cabo. También intuyo que la marquesa viuda es una reprimida, una soberbia y una beata, pero tampoco la conozco lo suficientemente bien como para asegurarlo.

Ha estallado mayo en el campo de la Baja Andalucía. Me encantaría visitar La Jaralera, pero no sé el camino que hay que tomar para llegar a su puerta. No es cosa de caminar por toda la linde de Cádiz y Sevilla con el fin de toparse con ella. Si Sotoancho no ha exagerado, las riberas del Guadalmecín estarán vivas de flores, la sierra de La Manchona abarrotada de venados y cochinos -¿habrá curado el lince sus heridas?-, los sembrados ricos de esperanza y la albariza de los juncos, vibrante y bulliciosa.

En la casa, la marquesa viuda veraneando en el ala norte. El servicio atento. La gente del campo, dispuesta y afanosa, y el marqués, en paradero desconocido. En la albariza, los patos, las garzas, las gallaretas y los calamones. Y aquí yo, despistadísimo, ciego ante el futuro de una especie que se resiste a la extinción y juega con el futuro de todos.

Alfonso Ussía

Fin

ALFONSO USSÍA nació en Madrid en 1948, hijo de Luis Ussía Gavaldá y de Asunción Muñoz-Seca Ariza, Condes de los Gaitanes. Es nieto del dramaturgo Pedro Muñoz Seca. Comenzó escribiendo poesía satírica desde muy joven, al tiempo que leía y aprendía casi de forma autodidacta. Estudió en los famosos colegios Alameda de Osuna y colegio del Pilar. Cursó la carrera de Derecho hasta que se vio obligado a realizar el servicio militar. Dos años después, a su regreso, ingresó en Ciencias de la Información, aunque lo abandonaría al poco tiempo.

Su primer trabajo fue en el Servicio de Documentación de Informaciones, siendo director Jesús de la Serna y subdirector Juan Luis Cebrián. Pronto le publicarían su primer artículo en la revista Sábado Gráfico. Más tarde, y a raíz de otras publicaciones en la revista respaldadas por Eugenio Suárez, Torcuato Luca de Tena le propuso un trabajo en el diario ABC.

Aunque la mayor parte de su carrera como columnista la pasó en el diario ABC, trabajó para los periódicos Diario 16 y Ya, y las revistas Las Provincias, Litoral y El Cocodrilo, siendo director de ésta última.

A lo largo de su dilatada carrera como escritor y columnista, ha colaborado también en programas radiofónicos y de televisión como Protagonistas y La Brújula, ambos en Onda Cero, y Este país necesita un repaso de Telecinco, con Antonio Mingote, Antonio Ozores, Chumy Chúmez, Luis Sánchez Polack (Tip) y Miguel Durán de compañeros. Además ideó las series de televisión El marqués de Sotoancho (2000) y Puerta con puerta (1999).

Ha creado, además, numerosos personajes humorísticos, como Floro Recatado, el doctor Gorroño y Jeremías Aguirre, a los que pone voz en la radio. Pero sin duda alguna su personaje más relevante y conocido es el marqués de Sotoancho, un peculiar señorito de la Baja Andalucía al que da vida en sus obras junto a la marquesa viuda y el servicio de La Jaralera, una residencia ficticia ubicada entre las provincias de Cádiz y Sevilla.

En la actualidad, combina su trabajo de columnista en el diario La Razón y el semanario Tiempo con las tertulias del programa radiofónico La Mañana en la cadena COPE.

Fuente: es.wikipedia.org

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