Intrépido (39 page)

Read Intrépido Online

Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Intrépido
2.55Mb size Format: txt, pdf, ePub

Geary asintió con la cabeza.

—Comprendido, coronel. Le agradezco que haya compartido esta idea con nosotros, a pesar de que, como muy bien ha indicado, no existe ninguna certeza en este sentido. ¿Pero lo que me está diciendo es que podemos volver a poner en funcionamiento cualquiera de los sistemas síndicos a pesar de lo que hicieron? —inquirió Geary.

El comandante Rosado sonrió confiadamente.

—Sí, señor. Si quiere que lo hagamos, podemos ponerlo en funcionamiento —afirmó Rosado.

—¿Está en contacto con los equipos de exploración de las naves auxiliares de la flota?

—Sí, señor. Hay un equipo de la
Genio
que está aquí con nosotros realizando la evaluación pertinente para saber si en este lugar hay algo que podamos aprovechar —indicó Rosado.

—Estupendo. Gracias por su información. —La segunda ventana se esfumó y dejó en primer plano únicamente la escena del explorador de la Alianza que seguía revisando laboriosamente aquel despacho.

Desjani meneó la cabeza.

—Nunca pensé que vería a ningún miembro de la Marina preocupado por alienígenas de dos cabezas que pudieran aparecer caminando entre la oscuridad —ironizó la capitana.

Geary sonrió pero después su rostro volvió a ponerse serio.

—Así y todo no han sido capaces de dar con otra razón que pudiera explicar lo que hicieron los síndicos. ¿Se le ocurre a usted alguna otra razón? —indagó Geary.

—¿Maldad? ¿Algún burócrata estúpido? La gente no siempre hace las cosas por razones que tienen sentido —advirtió Desjani.

—Es cierto. Estamos en una flota, así que todos lo sabemos, ¿no es verdad? —apostilló Geary.

Desjani sonrió abiertamente y asintió con la cabeza.

—La verdad es que yo no perdería el tiempo preocupándome por eso, señor —recomendó la capitana.

—No, supongo que no, pero francamente cuesta mucho trabajo hacer lo que hicieron como para pensar que no lo hicieron por una buena razón. —Geary comprobó la hora—. Pero ahora tenemos otras cosas de las que preocuparnos.

Durante al menos la décima parte de la última hora, Geary trató de evitar dejar patente su enfado con ningún comentario. Las naves que se suponía que tenían que haber adoptado una formación en bloque hacia uno de los lados del cuerpo principal habían acabado enzarzadas en una especie de disputa por la antigüedad de sus comandantes. Así las cosas, en lugar de adoptar sus puestos asignados, algunas naves trataban de colocarse en sitios que ya ocupaban otras naves. Geary contó hasta cinco despacio y después activó su intercomunicador.

—Se advierte a todas las unidades en formación Bravo de que todo el mundo tendrá las mismas opciones de enfrentarse al enemigo. Procedan a situarse en las posiciones requeridas —ordenó el capitán.

En ese momento se estaba planteando ya tomarse algo para el dolor de cabeza, que no hacía más que acrecentársele entre ceja y ceja mientras observaba cómo aquellas naves errantes alteraban su trayectoria de una forma más o menos obediente. Todas menos la
Audaz,
que seguía acercándose peligrosamente hacia el
Resuelto,
en lo que parecía un intento por empujar a la otra nave hacia un lado de tal forma que la
Audaz
pudiese hacerse con lo que parecía el puesto de liderazgo.


Audaz,
¿ha recibido mi última orden? —Geary esperó un minuto a ver si la
Audaz
respondía, pero aquella nave de guerra seguía avanzando firmemente hacia el
Resuelto
—.
Audaz,
le advierto de que si está intentando aparearse con el
Resuelto,
tal vez debería intentar primero invitarle a una copa.

A su lado, Geary escuchó cómo la capitana Desjani casi escupe todo el café de golpe al escuchar el sardónico comentario. El capitán no recibió respuesta alguna de la
Audaz,
pero la nave finalmente se dio la vuelta y emprendió rumbo hacia el puesto que se le había asignado. Un momento después, llegó una llamada procedente del
Resuelto.

—El crucero de batalla de la Alianza
Resuelto
desea informar de que su virtud sigue intacta.

Esta vez Desjani se rió a mandíbula batiente, lo mismo que Geary. Estupendo. Ese es el tipo de cosas que indica que la moral está bien. De momento, al menos. Geary observó como el resto de naves de la formación Bravo se iban incorporando tardíamente a sus posiciones y meneó la cabeza. Menos mal que puedo hacer esto a través de simulaciones. Me gustaría poder hacerlo sobre el terreno también, pero no puedo permitirme quemar toda la cantidad de reserva de combustible que requeriría.

Geary esperó hasta que las naves más rezagadas llegaron a sus posiciones y después volvió a activar su intercomunicador.

—Aviso a todas las unidades, voy a poner sus movimientos de navío simulados en modo automático durante un rato. Quiero mostrarles qué ocurre cuando utilizamos estas dos formaciones de manera coordinada. —El capitán activó la secuencia que había estado programando durante el tránsito a través del espacio de salto.

En la versión simulada del sistema Kaliban, una fuerza síndica de gran calado aparecía de repente junto a las formaciones de la Alianza. Geary dejó que la simulación siguiera su curso y aparecieron dos formaciones de la Alianza rotando hasta adoptar unos ángulos que maximizaban su capacidad de artillería contra los extremos opuestos del enemigo, que no dejaba de abalanzarse sobre ellos.

Geary había preparado un caso corto a propósito, de tal manera que veinte minutos después, los restos de los síndicos simulados estaban ya dándose a la fuga para tratar de salvar sus vidas. Geary dejó que pasaran otro par de minutos después de que la simulación quedara pausada y luego volvió a hablar.

—Hay un par de cosas sobre las que quiero llamar su atención —indicó Geary—. En primer lugar, habrán observado que cuando se emplean de manera adecuada las formaciones independientes, se maximiza nuestra capacidad de utilizar la mayor parte de las naves y la mayor parte de nuestra capacidad de artillería contra el enemigo. Se habrán percatado también de que todas las naves de la formación Bravo golpearon al enemigo con furia precisamente por la manera en la que esa formación estaba dispuesta a lo largo del flanco enemigo. En segundo lugar, este caso que les tenía preparado funcionó porque todas las naves hicieron lo que se suponía que tenían que hacer.

Geary repasó la simulación de aquella victoria que, de puro fácil, resultaba imposible. Había sido demasiado indolora, demasiado poco complicada, pero lo cierto era que lo que quería era que las enseñanzas que se pudieran sacar de aquello quedaran claras.

—Si trabajamos como una fuerza de combate disciplinada, podremos golpear a los síndicos con tanta contundencia que ni sabrán qué es lo que está pasando. Las simulaciones y las formaciones que vamos a practicar durante las próximas semanas irán haciéndose más complejas cada vez, pero lo que quiero es que todo el mundo sepa la razón por la que estamos haciendo esto. Les prometo que esta flota puede batir a cualquier fuerza similar nueve de cada diez veces si mantenemos el mismo valor pero lo aplicamos de una manera disciplinada —explicó Geary.

Desjani alzó los dos pulgares desde el otro extremo de la sala de simulación. Geary asintió con la cabeza, deseando que todos sus capitanes de navío mostrasen la misma lealtad incuestionable.

—Eso es todo. La próxima simulación tendrá lugar dentro de dos horas. Los veré entonces. —Geary se estiró y se puso de pie—. Creo que puedo predecir, sin temor a equivocarme, que dentro de dos días todo el mundo estará ya harto de practicar estos ejercicios.

—¿De verdad cree que podremos llevar a cabo ese tipo de maniobras con formaciones independientes en una situación en la que la información llega con retardo y con un enemigo que reacciona a nuestras acciones? —preguntó Desjani.

Geary asintió con la cabeza.

—Sí. Así que se fijó en cómo se comportaba la fuerza enemiga en esa simulación, ¿eh? —examinó Geary.

—Sí, señor. Por mucho que odie a los síndicos, no creo que sean tan estúpidos como para atacar de la forma en que lo hizo esa fuerza enemiga —repuso Desjani.

Esta vez Geary le devolvió una sonrisa de oreja a oreja.

—Bueno, tal vez si tenemos suerte. Pero, no, no estoy pensando en que actúen de esa forma tan estúpida, la verdad. Aunque, sí, creo que puedo ser yo quien orqueste las operaciones. Aprendí a hacerlo bajo la supervisión de profesionales a quienes se les daba muy bien este arte. —En ese momento Geary recordó cuánto tiempo llevaban esos hombres y mujeres muertos y su sonrisa se esfumó.

Al final del día siguiente, Geary se dio cuenta de que su previsión había sido demasiado optimista al menos en un día. La mayoría de los comandantes de las naves, lastrados por sus responsabilidades de mando habituales, ya se habían cansado de simular maniobras y batallas durante una buena parte del día. No ayudaba tampoco el hecho de que Geary había dispuesto las simulaciones de tal modo que cada vez se volviesen más difíciles.

—Escuchen —los amonestó Geary después de la última práctica del día—. No sabemos cuánto tiempo tendremos antes de que los síndicos aparezcan por aquí. Tenemos que estar preparados. Eso significa que tenemos que condensar mucho trabajo en el menor tiempo posible. Hasta mañana.

Geary se volvió a desplomar sobre su asiento, con una sensación de cansancio provocada por el esfuerzo constante que suponía no solo ponerse al frente de toda esa caterva de naves que se encontraban bajo su mando sino también masajear los egos de sus comandantes.

—Tenemos noticias de la
Hechicera
—advirtió Desjani—. El yacimiento minero de la roca Ishiki debería estar en funcionamiento mañana mismo. Se espera empezar a extraer metal y, una vez hecho eso, enviarlo a las naves auxiliares a última hora de la tarde de mañana.

—Genial. —Geary le echó un vistazo al mensaje—. ¿La roca Ishiki? Ah, esa. El asteroide. No es así como la llaman los síndicos, ¿no?

—No. No había ninguna razón para molestarse en descubrir cómo la llamaban los síndicos. Ishiki es el nombre del veterano oficial que efectuó el primer reconocimiento y evaluó por primera vez el yacimiento minero que había allí —informó Desjani.

—Entonces es un nombre tan bueno como cualquier otro —admitió Geary. Acto seguido llamó a la
Hechicera
—. ¿Capitana Tyrosian? Si el tiempo lo permite, me gustaría que uno de sus establecimientos de maquinaria fabricara una pequeña placa que identifique el yacimiento minero del asteroide como la roca Ishiki. La pondremos en alguna parte ahí abajo.

Durante un breve momento Tyrosian pareció sorprendida, pero después esbozó una sonrisa.

—El jefe Ishiki seguramente lo agradecerá, señor. ¿Quiere que haya alguna ceremonia para la imposición de la placa? —inquirió Tyrosian.

—Si quiere improvisar algo, siéntase libre de hacerlo. Todo el mundo en esta flota se está dejando la piel, así que podemos utilizarlo como excusa para divertirnos un poco —señaló Geary.

—Sí, señor. Hay algo de metal bueno en esa roca. ¿Cuánto tiempo tendremos para explotarlo? —preguntó Tyrosian.

Geary se quedó pensando en qué respuesta dar.

—Eso sigue siendo algo que no ha quedado determinado por el momento. Trabajen como si tuvieran que hacerlo a toda prisa, pero si fuera posible querría llenar de materias primas las carboneras de las naves auxiliares antes de marcharnos —informó Geary.

Tyrosian arqueó las cejas.

—Eso va a ser mucho, capitán Geary. Al ritmo que estamos extrayendo y transportándolas aquí tardaríamos semanas —precisó Tyrosian.

—No puedo prometerle que tengamos semanas, pero aprovecharemos todos los días que podamos —aseguró Geary.

—Me siento obligada a recordarle a usted también que todo el peso adicional que carguemos afectará negativamente a la capacidad de maniobra de mis naves. Sobre todo a la
Titánica
, que es la más grande. Pero la
Hechicera
, la
Genio
y la
Trasgo
se volverán mucho más torpes también.

Geary empezó a notar un dolor cada vez más familiar detrás de los ojos.

—¿Hasta qué punto empeoraría la capacidad de aceleración de la
Titánica
si llenamos las carboneras de materias primas hasta arriba? —inquirió Geary.

Tyrosian miró hacia uno de los lados, al parecer mientras tecleaba algo en su panel de mandos.

—Esta es la capacidad de la
Titánica
a plena carga, capitán Geary —informó Tyrosian.

Geary resoplaba mientras leía los datos que le había enviado la capitana Tyrosian.

—Vamos, que sería como un cerdo volador, ¿no? —resumió Geary.

—Normalmente usamos el término «elefante volador». Un cerdo volador tendría probablemente mucha más capacidad de maniobra que la
Titánica
a plena carga —matizó Tyrosian.

—Gracias. Agradezco que me avisen de los peligros —reconoció Geary. Tyrosian miró con gesto inquisitivo.

—¿Sigue queriendo que llenemos las carboneras de la
Titánica
. señor? —incidió.

Geary se frotó el espacio existente entre sus ojos como si intentara aplacar las pulsaciones.

—Sí. Si podemos fabricar lo que necesitamos a largo plazo, no importa lo rápido que nos movamos a corto plazo. Si tengo que elegir, prefiero estar preparado a largo plazo —aseveró Geary.

—Sí, señor. Lo que usted necesite, nosotros se lo hacemos —afirmó Tyrosian.

El viejo lema de los ingenieros de la flota, que no había cambiado desde los tiempos de Geary, le arrancó una sonrisa.

—Gracias, capitana Tyrosian. Sé que siempre puedo contar con usted y con sus naves. —Aquel comentario hizo que Tyrosian también sonriera.

Geary se dirigió de vuelta a su camarote, con el buen sabor de boca que le había dejado su intercambio de impresiones con la capitana Tyrosian, pero todavía con ganas de relajarse un poco y olvidarse por un momento de las exigencias inherentes al mando de la flota. Sin embargo, al llegar a su camarote se encontró a alguien esperando en el exterior de la escotilla.

—Señora copresidenta. —Geary esperaba que su cansancio y falta de ganas de conversar no hubieran quedado demasiado patentes—. ¿A qué debo el honor de su presencia?

Rione inclinó la cabeza a modo de reconocimiento del saludo y después gesticuló hacia la escotilla.

—Me gustaría hablar con usted en privado, capitán Geary —solicitó la copresidenta.

Other books

Wolf Bite by Heather Long
Tame: Carter Kids #3 by Walsh,Chloe
The Azalea Assault by Alyse Carlson
The Whispering Trees by J. A. White
Thrust by Piccirilli, Tom
Willie's Redneck Time Machine by John Luke Robertson