Authors: Dominique Lapierre
Ayudando a los supervivientes de la tragedia de Bhopal
La noche del 2 de diciembre de 1984, la explosión de una fábrica de pesticidas en la ciudad de Bhopal mató a cerca de treinta mil personas e hirió a quinientas mil.
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Muchas víctimas, casi todas muy pobres, nunca han sido curadas adecuadamente. Javier Moro y yo hemos explicado su calvario en nuestro libro
Era medianoche en Bhopal
. Con lo que hemos conseguido de los derechos de autor y con el apoyo de la Fundación Pro Victimis he creado una clínica ginecológica para las mujeres que, veinticinco años después de la catástrofe, han desarrollado tumores en el útero o en los ovarios, o traen al mundo niños con malformaciones.
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Víctimas indignadas que siguen muriendo
En cada aniversario de la tragedia, los supervivientes se manifiestan contra la empresa norteamericana Union Carbide y su presidente, de quien queman imágenes. Apoyo enérgicamente a estas heroicas mujeres.
Mi libro ha impedido que en todo el mundo se construyeran otras cinco fábricas similares a la de Bhopal. Todos deberíamos gritar: «¡No queremos otro Bhopal!».
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Dado que los residuos tóxicos de la explosión envenenaron las capas freáticas que alimentan los pozos, contribuyo al suministro de agua potable mediante camiones cisterna.
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La gratitud de la India oficial hacia su Hermano Mayor
Cincuenta mil niños de Bengala escribieron a la presidenta de la India para pedirle que concediera a su Hermano Mayor Dominique el Padma Bhushan, el Ornamento del Loto, la máxima distinción civil india. El 5 de mayo de 2008, la señora Patil me hace entrega del prestigioso premio.
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En Calcuta, el alcalde K.K. Basu nos confiere la ciudadanía honorífica a Dominique y a mí.
Pero lo que me hace más feliz aún que estos reconocimientos oficiales es el regalo de los niños de nuestro centro de rehabilitación de Kathila: un
rickshaw
y una campanilla, símbolos del coraje de los habitantes de Calcuta, que han rebautizado toda la ciudad como «Ciudad de la Alegría».
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El conmovedor homenaje de los niños de mi amada India
«Salvar a un solo niño es como salvar al mundo», decía la Madre Teresa. Las manos unidas de este niño con una grave minusvalía, tratado y formado en uno de nuestros centros, encarna toda la gratitud de mi querida India por la infatigable cruzada de solidaridad y amor que mi mujer, Dominique, y yo hemos emprendido para aliviar el sufrimiento.
A veces corro el riesgo de asfixiarme bajo la pirámide de guirnaldas de flores que me ofrecen los enfermos curados.
Cada nuevo encuentro con nuestros pequeños protegidos del centro de Belari es uno de los momentos más conmovedores de nuestras visitas.
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