Incansable (29 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Incansable
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—¿Coronel? —dijo Geary.

Carabali estaba escuchando un informe mientras se le comenzó a ensombrecer el rostro.

—Mis marines no pueden desbloquear la cerradura del camarote de la capitana Kila. Han mandado buscar… —Carabali hizo una pausa para mirar a un lado y hacerle un gesto de asentimiento a alguien; acto seguido volvió a mirar a Geary—. Mis marines me informan de que se ha producido un incendio en el camarote de la capitana Kila. Al parecer, se trata del equivalente a dos cargas para despejar habitaciones.

—¿Qué probabilidades hay de que quien se encuentre en la estancia sobreviva a ese tipo de fuego?

—Cero.

La mesa guardó silencio; todos los convocados se quedaron mirando al lugar que antes ocupaba la imagen de la capitana Kila hasta que, finalmente, el mutismo fue interrumpido por el aviso de un mensaje de alta prioridad.

—¿Lo han analizado las pantallas de seguridad? —preguntó Geary.

Desjani se apresuró a hablarle a su unidad de datos, tras lo cual asintió.

—Está limpio.

Geary lo abrió y se encontró con una maraña de archivos y correos electrónicos archivados. Cuando seleccionó unos pocos al azar y los leyó, se encontró con las palabras de odio y desprecio que los firmantes le profesaban, además de muchas otras cosas.

—Esta es la prueba que la capitana Kila envió antes de suicidarse —les dijo a los demás oficiales. Desplegó uno de los antiguos correos electrónicos en el visualizador de la mesa para que todos pudieran leerlo.

Tulev fue quien hizo el primer comentario.

—Procedente del capitán Cáligo. Reitera su voluntad de seguir las instrucciones de la capitana Kila a cambio del apoyo de esta en su ascenso a comandante de la flota. ¿Podemos estar seguros de la autenticidad de este documento y del resto de mensajes que nos ha entregado Kila?

Badaya miraba enfurecido a Cáligo.

—Sin duda, es motivo más que suficiente para interrogarlo. Si el capitán Cáligo no está implicado en los ataques frustrados contra los buques de guerra de la Alianza ni en la destrucción de la Loriga, estoy convencido de que no pondrá ninguna objeción a esta oportunidad de demostrar su inocencia.

Cáligo tragó saliva y tomó la palabra.

—Como oficiales de la flota, estoy seguro de que apoyan los principios fundamentales de la misma.

—¿Eso es un sí o un no? —preguntó Duellos.

—Todo oficial tiene derecho a que su historial se valore en su totalidad y a que su honor no se cuestione sin ningún motivo… —La voz le tembló; incluso él pensaba que, de hecho, sí existían razones fundamentadas.

Desjani, con la expresión más hermética que Geary había visto nunca en su rostro, se inclinó hacia delante.

—Solo hay una cosa que podría permitirle morir con honor en lugar de como un traidor y un cobarde: díganos todo lo que sabe y el nombre de aquellos que están implicados en todo esto. Terminaremos averiguándolo igualmente, aunque tengamos que leerle el nombre de todos los miembros de la flota para comprobar su reacción en la sala de interrogatorios. Pero si habla ahora, nos ahorrará tiempo y tal vez se salven muchas naves. —Miró alrededor de la mesa—. Kila podría haber intentado activar otro gusano. Hasta que lo sepamos todo, no podemos pensar que el peligro ha pasado.

Esta vez los oficiales miraron a Cáligo entre temerosos y enfurecidos. El capitán se encogió y negó con la cabeza.

—No lo sé. Lo juro.

—¿Sabe qué sección de la red de la flota utilizaba Kila para enviar los gusanos? ¿Conoce algún identificador? ¿Quién los escribió?

—S… Sí.

La coronel Carabali escuchó otro informe.

—Mis marines han volado la escotilla del camarote de la capitana Kila para acceder al interior. Confirman que ha muerto. Están registrando la estancia por si hubiera bombas físicas y recomiendan que los expertos en el
software
de la flota busquen con minuciosidad cualquier dispositivo que pudiera activar un gusano destructivo.

—¿Hay alguien en la
Inspiradora
en quien podamos confiar para hacer eso? —preguntó Geary a los oficiales de la mesa.

—Envíe un equipo de la
Valiente
—sugirió Crésida—. Son los que más saben de
software
de toda la flota.

El comandante Landis, el oficial al mando de la
Valiente
, esbozó una sonrisa contenida.

—Mi equipo de seguridad de
software
es muy competente. Ordenaré que lo trasladen en un transbordador a la
Inspiradora
. De todos modos, yo recomendaría que se sanearan todos los sistemas de la
Inspiradora
, aunque eso llevará su tiempo.

—¿Podrá terminar antes de que saltemos hacia Atalia? —preguntó Geary.

—Sí, señor. Cueste lo que cueste, nos aseguraremos de que la
Inspiradora
esté totalmente limpia antes de realizar el siguiente salto.

—Gracias, comandante Landis. Póngase a ello de inmediato. —Geary miró al capitán Cáligo, quien se había quedado inmóvil, como un conejo descubierto en campo abierto que evitase llamar la atención. Estaba claro que, a diferencia de Kila, no tenía la menor intención de suicidarse y dar un espectáculo—. Capitán Cáligo, desde este mismo instante queda relevado de su mando. A continuación se procederá a su arresto, tras el cual será trasladado a la
Ilustre
. Confío en que nos revele toda la información que ha prometido facilitarnos, algo que espero que comience a hacer antes de subir a bordo de su nuevo destino.

Cáligo se quedó mirando la mesa, sin responder.

—Capitán Cáligo, ¿me ha entendido? —le preguntó Geary con aspereza.

—Sí, señor. —Cáligo agachó la cabeza y empezó a decir algo en voz baja para registrarlo en una grabadora que tenía en su camarote. Aún no había terminado cuando llegaron los marines asignados a la
Radiante
y desactivaron el
software
de conferencias.

Después, todos permanecieron sentados, como si se hubieran quedado paralizados. Para sorpresa de Geary, fue el capitán Armus quien rompió el silencio y empezó a hablar con brusquedad.

—Capitán Geary, nunca me ha importado hablar claro cuando no he compartido su opinión. Sin embargo, hoy debo disculparme por todo lo que haya podido decir o hacer y que haya llevado a Kila o a Cáligo a pensar que sus acciones tenían justificación.

—Gracias, capitán Armus. No siempre he comprendido su oposición, pero reconozco que era algo que necesitaba. Le agradezco que en todo momento haya dicho lo que pensaba. Y no tiene ninguna responsabilidad en el comportamiento de Kila y Cáligo. —Geary miró alrededor de la mesa y comprobó la estupefacción que se había instalado en los oficiales al mando después de lo ocurrido—. Ha sucedido algo terrible. Dos de nuestros oficiales han demostrado su deslealtad a la flota. Tal vez no sean los únicos, pero tenemos los indicios necesarios para descubrir toda la trama si es necesario. Mi confianza en quienes continúan aquí es absoluta. Lo he dicho con anterioridad y no me importa repetirlo: nadie ha tenido nunca el privilegio que se me ha concedido a mí de liderar un grupo tan competente de oficiales, ni nadie ha conocido nunca el honor que es para mí encabezar una flota tan extraordinaria. Les doy las gracias por su servicio, su lealtad y su sacrificio. Haré todo lo humanamente posible para estar a la altura del honor que es para mí servir como su comandante.

No estaba seguro de cómo reaccionarían los oficiales al oír sus palabras, pero todos ellos se pusieron firmes y lo saludaron en silencio.

Geary les devolvió el saludo sin poder evitar sentirse abrumado.

—Gracias. La investigación sigue adelante. Ahora será mejor que dejemos a un lado este asunto tan vergonzoso y nos preparemos para la batalla de Atalia.

En ese momento todos lo aclamaron, tras lo cual las presencias virtuales se desvanecieron más despacio de lo habitual, pues todos los asistentes se acercaron para despedirse formalmente de Geary. Finalmente todos desaparecieron, a excepción de Desjani, que había acudido a la reunión físicamente, y Rione, cuya imagen permanecía todavía abierta.

Desjani también lo saludó, con un gesto acompañado de una inequívoca mirada de orgullo.

—¿Qué? —preguntó Geary.

—Algún día se lo explicaré —contestó la capitana con una sonrisa—. Con su permiso, señor.

—Por supuesto, capitana Desjani.

Una vez que la oficial hubo salido, Rione se sentó en silencio y hundió el rostro entre las manos.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Geary.

—Lo subestimé —respondió la copresidenta en voz baja.

—No comprendo.

Rione apartó las manos y lo miró.

—Es aún más peligroso de lo que pensaba. Son suyos. Tiene que haberse dado cuenta. Incluso me ha hecho preguntarme qué haría yo si usted anunciara que va a convertirse en el líder de la Alianza.

—No sea ridícula. Sabe muy bien lo que haría.

—Supongo. —Rione se puso de pie—. Tiene que hablar con Badaya lo antes posible. De lo contrario, podría terminar convirtiéndose en un dictador.

—Hablaré con él antes de que abandonemos Padronis.

—Bien. A lo largo de la historia de la humanidad han sido muy pocos los que han rechazado un poder como el que usted podría tener, John Geary.

—No lo quiero —insistió él— porque no estoy preparado para ejercerlo.

—Esa forma de pensar, irónicamente, es lo que haría que le entregásemos ese poder. —Se inclinó hacia él—. Respete su juramento, capitán Geary. Solo su ejemplo y su entereza podrán salvar a la Alianza. —Dicho esto, la imagen de la copresidenta también desapareció.

De regreso a su camarote, Geary se dio cuenta de que tenía otras dos decisiones que tomar y no le sobraba mucho tiempo. Lo primero que hizo al llegar a su compartimento fue llamar al puente.

—Capitana Desjani, localice al capitán Duellos y dígale que me llame con la mayor brevedad.

A continuación, Geary se sentó para digerir mejor todo lo que acababa de suceder. Le costaba creer que al fin se hubiera deshecho de los peligrosos enemigos que tenía en la flota.

En ese momento sonó la alarma de la escotilla, la cual miró con fastidio.
¿Es que no puedo disponer de cinco minutos para reflexionar sobre todo esto?,
pensó. Sin embargo, no sabía si se trataba de una visita importante.

—Adelante.

La copresidenta Rione entró en el camarote y señaló a su alrededor con gesto interrogativo. Geary comprendió al instante lo que quería decir y activó los sellos de máxima seguridad del camarote.

—¿Qué ocurre?

—Quería informarlo de que los agentes que tengo dentro de la flota no han detectado más indicios de oposición. Han estado vigilando mientras se difundía la noticia sobre Kila. No se han encontrado rastros de nuevos gusanos, ni a nadie que apoye las posturas de la capitana y de Cáligo. Asimismo, nadie parece haber dado un paso en falso que revele una afinidad de ideas con ellos.

—Me alegra saberlo. —¿En algún momento podría por fin olvidarse de ese asunto y dejar de preocuparse por tener a alguien controlando a sus oficiales por si mostraban alguna señal de representar una amenaza para la flota?—. Aunque me sentiré mucho mejor cuando los especialistas de la
Valiente
terminen de analizar los sistemas de la
Inspiradora
.

—Por supuesto.

Un zumbido insistente le indicó a Geary que alguien estaba intentando ponerse en contacto con él mediante la prioridad de mando.

—Disculpe, señora copresidenta, pero me temo que necesito responder. —Aceptó el mensaje y la capitana Desjani apareció en el panel de comunicación.

—Ningún problema —dijo Rione—. Le he dicho lo que tenía que decirle. No pretendía interrumpir su cita con su amiga especial.

Geary seguía todavía buscando una respuesta adecuada y comedida cuando la copresidenta salió del camarote.

Desjani observaba la escena con gesto hosco desde la pantalla del panel.

—Señor, le juro que estoy a esto de matar a esa mujer —dijo entre dientes mientras mantenía el pulgar y el índice a un centímetro escaso de distancia.

—Eso entrañaría una violación de las leyes de la Alianza y de las regulaciones de la flota —replicó Geary con cansancio.

—Solo si se demuestra que lo hizo a propósito. Podría darle una paliza en algún rincón oscuro y, luego, decir que no sabía quién era.

En aquel momento parecía una idea tentadora. Geary intentó quitársela de la cabeza.

—No. La necesitamos.

—¿Me da permiso para machacarla cuando ya no nos sirva para nada? —preguntó Desjani—. Por favor.

La tentación era cada vez mayor.

—No puedo prometérselo, aunque en ocasiones como esta me gustaría. ¿Qué ocurre?

—El capitán Duellos está listo para hablar con usted. Tenía bloqueadas las transmisiones entrantes, por eso no pudo ponerse en contacto con usted —añadió Desjani con tono acusador.

—Lo siento. Retiraré el bloqueo. Gracias.

—No hay de qué, señor —respondió la capitana con sarcasmo antes de que su imagen se apagase.

Geary suspiró y esperó a que apareciese Duellos. Instantes más tarde, la representación virtual del capitán tomó forma, de modo que parecía ocupar el camarote con Geary.

—¿Deseaba hablar conmigo, capitán Geary? —preguntó Duellos.

—Sí, pero antes, por favor, tome asiento. —Duellos inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y ocupó un asiento de la
Furiosa
de tal manera que su imagen pareció acomodarse en uno de los asientos del camarote de Geary.

—Me gustaría saber cómo está. Me dio la impresión de que el enfrentamiento con Kila no lo afectó demasiado, pero ¿puede decirme si de verdad se encuentra bien?

Duellos enarcó una ceja.

—Me encuentro todo lo bien que puede encontrarse un capitán sin nave.

—¿Quiere otra nave? —le preguntó Geary con franqueza—. Resulta que ahora tengo dos cruceros de batalla que se han quedado sin capitán.

—¿La
Radiante
y la
Inspiradora?
—Duellos respiró hondo—. ¿Cuál de ellos?

—¿Cuál puede capitanear? No creo que la
Radiante
le suponga un gran problema, aparte de por lo desconcertada que tiene que estar ahora mismo la tripulación.

Duellos esbozó una sonrisa vacía que dejó entrever sus dientes.

—Pero me necesita en la
Inspiradora
.

—Eso es cierto. —Geary se sentó frente a Duellos—. En la
Inspiradora
necesito al mejor, y ese es usted. No tengo ni idea de hasta qué punto Kila perjudicó a esa nave, pero podría ser un verdadero nido de serpientes. El anterior oficial al mando ha muerto; el oficial ejecutivo, el oficial de seguridad de sistemas y el oficial de comunicaciones están arrestados; y el resto de oficiales tendrá que someterse a una investigación.

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