Authors: Leandro Palencia
De los años veinte a cuarenta Hollywood, llenó las pantallas, especialmente en comedias y farsas, de un arquetipo que incluso hoy continúa siendo muy popular en el cine comercial: el
sissy o pansy,
el "marica" (para las mujeres masculinas las
butches
o
bull dykes).
Y eso que en la época de la Restauración inglesa los caballeros con modales afeminados y vestidos a la última moda eran considerados todo un seductor heterosexual... Los estereotipos del afeminado y de la "marimacho" colocan lo homosexual por debajo del ideal heterosexual. Pues esos estereotipos son tratados como una inversión de género. El afeminado sería una mujer en el cuerpo de un hombre y viceversa la marimacho. Gays y lesbianas quedan respectivamente desposeídos de masculinidad y feminidad. Si ninguno de ellos puede encontrar a una pareja de sexo opuesto es porque son unos desviados, amorales y pervertidos, unos seres patológicos, enfermos. Conclusión que por sí misma es contradictoria, pues si el homosexual es un invertido no es posible imputarle a la vez una inversión del objeto del deseo. Es decir, que sea un hombre al que no le atraigan las mujeres sino otros hombres. Además, tal conclusión confunde orientación sexual con identificación con los roles sexuales.
Lo que de verdad pretende la idea de inversión de géneros es presentar a lo homosexual como alguien que no pertenece a ninguno de los dos sexos biológicos, ni hombre ni mujer. De ese modo resulta mucho más fácil identificar lo homosexual, señalarlo inmediatamente y, por tanto, rechazarlo. El invertido sería el diferente con el que más vale mantener las distancias, con el que apaciguar la ansiedad por el pánico homosexual de los heterosexuales.
El afeminado o la "marimacho" serán personajes connotados más que denotados en el cine. Efecto que crea identidades más
queer
que específicamente homosexuales y que quizá como subtexto hacen pensar en el público que puedan existir otras formas de sexualidad que la convencional. Por tal ambigüedad andrógina los
sissies
han sido reivindicados por los grupos
queer
en sus prácticas culturales y políticas.
Ya desde el cine mudo estos afeminados se muestran como subalternos a lo heterosexual, un reflejo distorsionado en el espejo de la masculinidad, a la vez desafío y fortalecimiento de los rígidos roles sexuales que garantizan la diversión del público. Una risa que siempre es humillante y ofensiva gracias a sus potencialidades humorísticas. Como en
Algie the Miner
(Alice Guy, 1912), A
Woman
(Charles Chaplin, 1915),
The Soilers
(Ralph Ceder, 1923), con Laurel y Hardy, o A
Wanderer of the West
(Robin Williamson y Joseph E. Zivelli, 1927). Durante los años treinta la nebulosa de masculinidad apenas armarizada que es el afeminado se encuentra en su apogeo y se convierte en memorable a través de una serie de actores. Sus actitudes y manierismos (torpes e impulsivos), su incontrolable y enfática expresividad (quejicas y perspicaces), su manera de vestir, etc., sólo son una parodia para representar a un bufón que campa entre los héroes heterosexuales como mayordomo, superintendente de centros comerciales, burócrata, escaparatista, etc. O como su devoto amigo íntimo que a veces, extrañamente, es confundido con su rival romántico. Y es que la sexualidad de estos afeminados es neutra sino proyectando un incongruente interés por el sexo opuesto.
Por ejemplo, Fred Astaire en sus musicales con Ginger Rogers estuvo rodeado por un grupo de secundarios que podían ser entendidos como gays. La presencia de éstos con su humor desenfadado, al igual que los decorados y el vestuario, hablaban de un mundo de sofistificación y alocada diversión lejos de la cotidiana normalidad. En
La alegre divorciada,
basada en una obra de Cole Porter, o
Sombrero de
copa (1934 y 1935, ambas de Max Sandrich) los personajes de Erich Rhodes, Eric Blore, Edward Everett Horton y Franklin Pangborn eran comparsas cómicas gays que enseñaban a los protagonistas cómo actuar, vestir y triunfar en los líos del amor heterosexual. En
La alegre divorciada
nos encontramos a Horton, Rhodes y Blore. Horton es un presumido. El extravagante Rhodes, quien nunca conseguía a la chica, aunque tampoco parecía importarle, interpretaba a Tonetti, cuyas inclinaciones sexuales quedan explícitamente descritas cuando un personaje informa a otro de que «su mujer está a salvo con Tonetti. Él prefiere el espagueti». Y Blore queda definido por su «pasión innatural por las rocas». A pesar de su estatus de meras comparsas, algunos personajes afeminados se tuvieron que casar en las películas para negar su obvia sexualidad. Por ejemplo, en
Hembra
(Michael Curtiz, 1933) Ferdinand Gottschalk interpreta al afectado secretario de una poderosa ejecutiva que ayuda a los dos protagonistas heterosexuales a que se enamoren. Mientras, contra toda evidencia, Gottschalk se dedica a flirtear con una secretaria.
Los retratos del
invertido
son más diversos de lo que pudiera parecer.
Franklin Pangborn (1893-1958) es considerado la encarnación del estereotipo del afeminado nervioso y relamido.
Casa internacional
(A. Edward Sutherland, 1933) fue la más clara al respecto, cuando W.C. Fields le dice que no permita que las
flores
le enloquezcan. Desde su primera película en 1926 (
Exit Smiling,
Sam Taylor) hasta la última —
The Story of Mankind
(Irwin Alien, 1957)-, más de cien en total, sólo hizo papeles cómicos, incluso de marido "cornudo" en dos películas con Bing Crosby de 1933. Con su expresión presumida y voz quisquillosa era el perfecto dependiente, diseñador, secretario, director de hotel (este fue el papel que más repitió), etc. Sus papeles solían ser breves. Sus interpretaciones más destacadas están en muchas de las películas de Gregory La Cava. En
Bed of Roses
(1933) es una figura totalmente cómica como el extravagante y remilgado jefe de sección de un departamento de ropa interior femenina. En Al
servicio de las damas
(1936), película que potenció su fama, se muestra seductor con William Powell cuando quiere comprobar si su barba es de verdad, «¿Te importa?», le dice cuando va a tocársela. En
La muchacha de la quinta avenida
(1939) está sospechosamente complacido con su estatus de marginal ya que como le confiesa a su sorprendido jefe «Nosotros los sirvientes tenemos todo su lujo y riqueza pero ninguno de sus problemas». En
Turnabout
(Hal Roach, 1940) un genio intercambia los cuerpos del marido y su esposa. Mientras él llega al trabajo con un bolso de mano y disfruta del cotilleo con el vendedor Pangborn, ella se pone pantalones y hace alpinismo en el techo de su apartamento.
Edward Everett Horton (1886-1970) se especializó en comedias en más de 150 películas (su primer papel fue en 1922), haciendo del "personaje de la tímida Nellie" toda una institución. Una perfecta contraposición a los personajes heterosexuales pues el suyo, secundario o de apoyo, era sinónimo de homosexualidad sin connotación sexual, en el que su voz temblorosa era muy apropiada. Por ejemplo, en
Un gran reportaje
(Lewis Milestone, 1931), donde hace de un periodista "poeta" o en
La fierecilla domada
(Sam Taylor, 1929), segunda película hablada de Douglas Fairbanks, éste hace de atlético financiero que se enamora por primera vez y recibe lecciones de seducción de su mayordomo, un Horton entregado al
voyeurismo.
Apareció en casi todas las comedias de los años treinta, sobre todo en las de Ernst Lubitsch y Frank Capra. Propietario del Majes-tic Theatre en Los Angeles ayudó a muchos actores a modular su voz para el cine y en el Majestic actuaba junto a su gran amigo Pangborn. En los años cincuenta y sesenta se convirtió en una estrella infantil gracias a la narración de la serie televisiva "Fractured Fairy Tales".
Eric Blore (1887-1959), actor británico que generalmente hacía de caballero malicioso o de noble disipado. Comenzó en el cine en 1920 y se le considera un roba escenas. Sobre todo fue famoso por los musicales con Astaire y Rogers, donde su afeminamiento con monóculo y ceceo era a veces amenazador —hizo cinco de las nueve de ellos juntos-. Era un habitual de las comedias heterodoxas como
Las tres noches de Eva
(1941) y
Los viajes de Sullivan
(1942), ambas de Preston Sturges, o como secundario de lujo en películas de Laurel y Hardy, Bob Hope y los hermanos Marx. Disney eligió su voz crispada para el clásico de animación
The Wind in the Willows
(James Algar y Jack Kinney, 1949). Se casó dos veces.
Billy De Wolfe (1907-1974) fue un actor cómico de vodevil que ganó popularidad en
nightclubs
y revistas de Broadway a finales de los años treinta y principios de los cuarenta interpretando a rimbombantes personajes afeminados. Su actuación más conocida es como Mrs. Murgatroyd en el musical
Cielo azul
(Stuart Heisler, 1946) donde representaba a una señora de mediana edad que con mostacho, maquillada y sombrero de flores se ponía a almorzar tras un duro día de compras. En los sesenta y setenta fue muy famoso en la televisión por su humor
camp.
Aun siendo las pruebas circunstanciales, varios historiadores han afirmado que los cuatro actores anteriores fueron en la vida real gays o bisexuales.
En los años cuarenta el afeminado abandona su posición cómica por otra de amenaza a las normas heterosexuales, como el personaje de Judith Anderson en
Rebeca
(Alfred Hitchcock, 1940) o de Clifton Webb en
Laura
(Otto Preminger, 1944), aunque todavía era posible encontrar al
sissy
Grady Sutton en
Levando anclas
(George Sidney, 1945).
La costilla de Adán
(George Cukor, 1949) muestra a David Wayne como el mejor amigo de Katharine Hepburn: conspirativo, frivolo y sensiblero frente a los valores masculinos que encarnaba el varonil Spencer Tracy de compañerismo, sensibilidad e ingenio. A finales de esa década y principios de los cincuenta los afeminados comienzan a escasear aunque su presencia persista. Especialmente en actrices equivalentes a tales estereotipos como Hope Emerson o Agnes Moorehead, especializadas en papeles de mujeres casi fálicas o lesbianas: matronas de prisiones, tías solteronas, etc. Hay que señalar que la mujer que imita a un hombre tiene menor carga negativa. La mujer como
hombre invertido
da lugar a dos estereotipos básicos. El primero como supersexuada, perversa y loca y el segundo como neurótica, reprimida y autoritaria. Próximos a los anteriores afeminados fueron los cómicos cobardicas al estilo de Bob Hope o los papeles de Jerry Lewis. Parker Tyler se refiere a este último como el "sissy-boy clown", sobre todo en
Delicado Delincuente
(Don McGuire, 1957). Soseras como Monty Woolly, Tony Randall —en sus películas con Rock Hudson y Doris Day— o Paul Lynde actualizarán a partir de los años cincuenta la otrora omnipresente figura.
Paul Lynde (1926-1982) fue compañero de clase de Charlton Heston en la Universidad y muy popular por sus papeles televisivos —ya en series en los años sesenta como
Embrujada,
ya como concursante de programas en la década siguiente— en los que ofrecía una imagen gay y
camp
cómica. En contraste con su verdadera personalidad, atormentada por problemas de sobrepeso, soledad y un alcoholismo crónico que le causó varios enfrentamientos y despidos. Sus películas más destacables son el musical
Un beso para Birdie
(George Sidney, 1963), la comedia erótica
Adán también tenía su manzana
(David Swift, 1963) o
Una sirena sospechosa
(Frank Tashlin, 1966). Sobre su personaje en esta última manifestó: «Mi escena de travestismo constituyó uno de los momentos más brillantes de la película. Sin embargo, mi papel era más extenso hasta que se decidió que me disfrazaría. Después de vestirme, ponerme una peluca y maquillarme, quisieron eliminar a mi personaje». Lynde nunca admitió que fuera gay. En 1965 estuvo envuelto en un incidente que pudo haber destruido su carrera. Tras una noche de farra Jim Davidson, un joven aspirante a actor, cayó de la octava planta del hotel de San Francisco en el que se hospedaba Lynde. El accidente se mantuvo en silencio por la policía y la prensa. Lynde pasó sus últimos años enfermo de una misteriosa enfermedad.