Hermoso Final (20 page)

Read Hermoso Final Online

Authors: Kami García,Margaret Stohl

Tags: #Infantil y juvenil, #Fantástico, #Romántico

BOOK: Hermoso Final
5.97Mb size Format: txt, pdf, ePub

Pero en ningún momento dudó de mí. Como tampoco lo hizo mi tío, ya no. De hecho, el tío Macon y Amma fueron los únicos que realmente me creyeron. Comprendían por lo que estaba atravesando porque ellos mismos habían tenido que pasar por algo parecido. No sabía si el tío Macon se repondría alguna vez de la pérdida de Lila. Y Amma parecía estar sufriendo tanto por la desaparición de Ethan como yo. También ellos habían podido ver la prueba. El tío Macon estaba allí cuando descubrí el crucigrama de Ethan por primera vez. Y Amma incluso había sentido la presencia de Ethan en la cocina de Wate’s Landing.

Por décima vez, volví a repetirlo en voz alta para todo el mundo.

—Pues claro que está en alguna parte. Ya os lo he dicho, tiene que ir a un sitio en concreto. Ha trazado una especie de plan. No se ha quedado sentado cruzado de brazos, esperando en una tumba cubierta de tierra. Está intentando volver con nosotros. Estoy segura.

—¿Cómo de segura? —preguntó Link—. No puedes estar segura, Lena. Nada es seguro excepto la muerte y los impuestos. Y cuando se dice, creo que se refiere más bien a permanecer muerto, no a volver a la vida.

No podía entender por qué a Link le costaba tanto creer que Ethan aún estuviera por aquí, y que pudiera regresar con nosotros. ¿No era Link el que tenía una parte Íncubo? Sabía tan bien como todos nosotros las cosas tan extrañas que sucedían por aquí todo el tiempo. ¿Por qué le resultaba tan difícil creer que algo tan insólito como esto pudiera suceder?

Tal vez perder a Ethan era más duro para Link que para el resto de nosotros. Tal vez no podía permitirse la idea de volver a perder a su mejor amigo, aunque sólo fuera la ilusión de él. Nadie podía imaginar por lo que Link estaba pasando.

Excepto yo.

Mientras Link y Liv continuaban discutiendo sobre si Ethan había desaparecido o no, sentí que me deslizaba en la obstinada bruma de las dudas que tanto había luchado por apartar de mi mente.

Sin embargo, no paraban de acosarme.

¿Qué pasaría si todo este asunto no fuera más que un producto de mi imaginación, tal y como Reece y la abuela insistían en decir? ¿Qué pasaría si estuvieran en lo cierto y todo se debiera a lo mucho que me costaba aceptar mi vida sin él? Pero no eran sólo ellas, el tío Macon tampoco estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para traerlo de vuelta.

Pero, si era real —si Ethan podía escucharme—, ¿qué podría decirle?

Vuelve a casa.

Estoy esperando.

Te quiero.

Nada que no supiera ya.

¿Por qué molestarse?

Me había negado a escribir, pero las palabras eran tan duras como para siquiera pensarlas ahora.

Las mismas palabras de siempre

las mismas de nada

donde nada es lo de siempre.

No había motivo para repetírmelo.

John volvió a soltarle una patada a Link, y traté de centrarme en el presente. En la cocina y la conversación. En todo lo que podía hacer por Ethan, más que en todo lo que sentía sobre él.

—Digamos entonces, sólo como hipótesis, que Ethan está… alrededor. —Liv miró a Link, que está vez se quedó callado—. Como ya he explicado, parece que unas semanas atrás decidió gastar toda su energía en convencernos de ello.

—Justo en el mismo periodo en que captaste un súbito aumento de energía en Ravenwood —le recordó John. Liv asintió, repasando las páginas de su cuaderno.

—O puede que Reece estuviera usando el microondas —murmuró Link.

—Periodo que coincidió con el momento en que Ethan movió el botón de su tumba —dije obstinada.

—O puede que fuera el viento —suspiró Link.

—Es evidente que algo está sucediendo. —John movió su pie más cerca de Link, quien, ante la amenaza de una nueva patada, decidió callarse durante un rato. Sopesé lanzarle un hechizo de
Silentium
, pero no me pareció bien. Además, conociendo a Link, sería necesario algo más que magia para cerrarle la boca.

Liv continuó examinando los papeles que tenía delante.

—Pero entonces, casi enseguida, sus mensajes empezaron a cambiar. Es como si hubiera descubierto algo. Algo que tiene que hacer.

—Volver a casa —declaré.

—Lena, sé que necesitas creer que eso es lo que está sucediendo. —La voz de Amma era apenas un susurro—. Yo misma sentí a mi chico aquí, igual que tú. Pero no sabemos a qué nos llevará esto. No hay respuestas sencillas, no cuando se trata de meter o sacar a alguien del Más Allá. Créeme, si hubiera una forma fácil, yo ya la habría intentado.

Se la veía tan demacrada y exhausta. Sabía que había estado trabajando para traer a Ethan de vuelta con tanta intensidad como yo. Y eso que, en un primer momento, lo probé todo —todo y a todos—. El problema era intentar sonsacar a los Caster de Luz para que hablaran sobre despertar a los muertos. Eso sin contar con que ya no tenía tanto acceso a los Caster Oscuros como solía. El tío Macon había venido a buscarme en cuanto puse un pie en el Exilio. Sospecho que debió de hacer algún tipo de trato con el barman, un Íncubo de Sangre de aspecto furtivo que parecía capaz de cualquier cosa cuando estaba sediento de sangre.

—Pero no podemos demostrar que no se trate de eso —dije, mirando a Liv.

—Cierto. El razonamiento lógico sería pensar que donde quiera que esté Ethan, tratará de regresar… —Liv borró cuidadosamente una pequeña marca en el margen—, hasta donde tú estés. —No me miró directamente, pero entendí lo que quería decir. Liv y Ethan habían tenido una historia en común, y a pesar de que ella había encontrado a su media naranja en John, siempre ponía mucho cuidado cuando hablaba de Ethan, especialmente conmigo.

Golpeó con el lápiz.

—Primero la piedra del río. Ahora el
Libro de las Lunas
. Debe de necesitarlos para algo.

John tiró del último crucigrama hacia él.

—Si necesita el
Libro de las Lunas
, es una buena señal. Tiene que serlo.

—Es un libro altamente poderoso, en este lado o en el otro. Un libro así sería un buen objeto de negociación. —Amma acarició mis hombros mientras hablaba, y sentí que un escalofrío me recorría la espalda.

John nos miró a las dos.

—¿Una buena negociación para qué? ¿Por qué?

Amma no dijo nada. Sospeché que sabía más de lo que decía, que era lo que normalmente solía hacer. Además, hacía semanas que no había mencionado a los Antepasados, cosa extraña en ella. Sobre todo ahora que Ethan estaba a su cuidado, técnicamente hablando. Pero tenía tan poca idea de lo que le rondaba a Amma por la cabeza, como de lo que Ethan podía estar tramando.

Finalmente contesté en nombre de las dos, porque sólo había una respuesta posible.

—No lo sé. Y desde luego, no puedo preguntárselo.

—¿Por qué no? ¿No puedes hacer un hechizo? —John parecía frustrado.

—No funcionan así. —Ojalá fuera posible.

—¿Una especie de hechizo Revelación?

—No hay nada sobre lo que lanzarlo.

—¿Su tumba? —John miró a Liv, pero ella sacudió negativamente la cabeza. Nadie tenía la respuesta, porque ninguno de nosotros había tenido que enfrentarse a algo así antes. ¿Un hechizo sobre alguien que ni siquiera estaba en este plano de existencia? ¿Una especie de despertar de los muertos —como el que Genevieve había realizado al principio causando todo este embrollo, y que yo había vuelto a repetir, más de cien años después—, quién podría hacer algo así?

Sacudí la cabeza.

—¿Y qué importa? Ethan lo necesita y tenemos que conseguírselo como sea. Eso es lo único importante.

Amma metió baza.

—Además, sólo hay una clase de trato que mi chico pueda hacer allí. Sólo una cosa que quiera por encima de todo. Y ésa es poder regresar a casa de nuevo, tan seguro como que hay sol.

—Amma tiene razón. —Les miré a todos—. Tenemos que hacerle llegar el libro.

Link se sentó muy erguido.

—¿Estás segura, Lena? ¿Éstas absolutamente segura, tan segura como la muerte y los impuestos, de que es Ethan quien está enviando esos mensajes? ¿Qué pasa si se trata de Sarafine? ¿O incluso del Coronel Sanders? —Se estremeció.

Sabía a quién se refería. A Abraham con su arrugado traje blanco y su corbata de lazo. El mismísimo Satán, al menos por lo que concernía al condado de Gatlin.

Ése, sin duda, sería el peor escenario imaginable.

—No es Sarafine. Lo sé.

—¿Lo reconocerías si fuera ella? —Link se pasó la mano por el pelo que salía disparado en todas las direcciones posibles—. ¿Cómo?

Entonces, a través de la ventana, pude observar cómo el Volvo del señor Wate entraba por el sendero. Comprendí que la conversación había terminado, mucho antes de que las manos de Amma se tensaran sobre mis hombros.

—Simplemente lo sabría.

¿O no?

Me quedé mirando el estúpido crucigrama como si pudiera encontrar algún tipo de respuesta en él, cuando lo único que conseguía era reafirmarme en lo poco que sabía.

La puerta principal se abrió al tiempo que la trasera se cerraba de golpe. John y Liv debieron desaparecer por ella. Me preparé para lo inevitable.

—Buenas tardes, chicos. ¿Estáis esperando a que Ethan vuelva a casa? —El señor Wate miró a Amma esperanzado. Link se puso en pie para saludarle, pero yo miré para otro lado. Se me hacía insoportable tener que darle una respuesta falsa.

Más que nada. Mucho más de lo que piensa.

—Sí, señor. Aunque esperar no es precisamente la palabra. Yo más bien diría aburrido hasta el tuétano por no tener a Ethan por aquí. —Link trató de sonreír, pero incluso él parecía estar a punto de llorar.

—Anímate, Wesley. Le echo de menos tanto como tú. —El señor Wate alargó una mano para acariciar el pelo en punta de Link. Luego abrió la despensa y miró en su interior.

—¿Has tenido hoy noticias de nuestro chico, Amma?

—Me temo que no, Mitchell.

El señor Wate se detuvo en seco, paralizado, con una caja de cereales en la mano.

—Tenía medio pensado conducir yo mismo hasta Savannah. No tiene sentido que esté perdiendo clases tanto tiempo. Algo no va bien. —Su rostro se ensombreció.

Concentré mi mirada en la alta y delgada figura de Mitchell Wate, como había estado haciendo constantemente desde que Ethan murió. Una vez que lo tuve fijado en mi visión, empecé a recitar lentamente las palabras del hechizo de
Oblivio
que la abuela me había enseñado para que repitiera cada vez que viera al padre de Ethan.

Él se me quedó mirando con curiosidad. Mis ojos ni siquiera parpadearon. Sólo mis labios empezaron a moverse a medida que murmuraba las palabras que se formaban en mi mente.

Oblivio, Oblivio, Non Abest.

Oblivion, Oblivion, Él No Se Ha Ido.

Una burbuja pareció expandirse dentro de mi pecho en el momento en que pronuncié el hechizo, hasta salir a través de mí hacia el padre de Ethan, y alcanzarle al otro lado de la habitación, envolviéndole. Dio la sensación de que la cocina se estrechaba y contraía y, durante un instante, pensé que la burbuja iba a estallar.

Entonces sentí el aire chasquear a nuestro alrededor, y de repente todo terminó, y el aire fue aire nada más, y todo pareció volver a la normalidad.

A la normalidad dentro de cómo estaban las cosas.

Los ojos del señor Wate refulgieron, volviéndose vidriosos. Se encogió de hombros, me sonrió y metió una mano dentro de la caja de cereales.

—En fin, ¡qué se le va a hacer! Es un buen chico. Pero si Ethan no sale pronto de casa de Caroline, se va a quedar muy atrasado en el instituto cuando vuelva. A este paso tendrá que hacer deberes hasta las vacaciones de primavera. ¿Querrás decírselo por mí?

—Claro que sí, señor. Se lo diré. —Sonreí, apartando una traicionera lágrima con mi mano antes de que pudiera rodar por mi mejilla—. Se lo diré la próxima vez que hablé con él.

Ése fue el momento en que Amma estuvo a punto de soltar la sartén con las chuletas de cerdo sobre el fogón. Link sacudió su cabeza.

Me di la vuelta y salí de allí lo más rápido que pude. Traté de no pensar en ello, pero las palabras me siguieron, como una maldición, como un maleficio.

Oblivion ojos sobre una caja de cereales,

la cálida ceguera de un padre

tan perdido y el último en saber

tan perdido y el último en amar

al último chico perdido

ni siquiera puedes ver

una burbuja

una vez que

revienta.

Traté de apartar las palabras.

Pero no se puede
desreventar
una burbuja.

Hasta yo lo sabía.

20
Un trato con el diablo

—E
sto es una locura. Ni siquiera tenemos ese estúpido
Libro de las Lunas
. ¿Estás segura de que el
Barras y Estrellas
no decía nada más?

Link estaba otra vez sentado en el suelo, con sus pies asomando por debajo de la mesa, en esta ocasión la del estudio de Macon. No habíamos hecho ningún progreso, pero aquí estábamos de nuevo. Nueva mesa. Misma gente. Mismos problemas.

Sólo la presencia de mi tío Macon, medio oculto entre las parpadeantes sombras de la chimenea, añadía algo nuevo a la conversación. Eso, y el hecho de que habíamos dejado a Amma en Wate’s Landing para que pudiera echar un ojo al padre de Ethan.

—No puedo creer que yo esté diciendo esto, pero tal vez Link tenga razón. Incluso aunque todos estuviéramos de acuerdo, incluso aunque supiéramos que no nos queda más salida que enviar el
Libro de las Lunas
a Ethan, seguirá dando igual. No sabemos dónde está, ni tampoco cómo hacérselo llegar. —Liv se atrevió a decir lo que todo el mundo pensaba.

Me quedé callada, retorciendo mi collar de amuletos entre los dedos.

Fue Macon quien finalmente respondió.

—Sí. Bueno. Todo eso son dificultades, pero no imposibilidades.

Link se irguió.

—Sí, claro, pero en mi opinión todo ese rollo de la muerte es algo más que difícil, señor. Por supuesto, lo digo sin ánimo de ofender, señor Ravenwood.

—Encontrar el
Libro de las Lunas
no es totalmente descartable, señor Lincoln. Supongo que no hace falta que le recuerde dónde estaba la última vez que lo vimos y quién se quedó con él.

—Abraham. —Todos sabíamos de quién estaba hablando, pero fue Liv quien lo dijo—. Lo tenía con él en la Decimoséptima Luna, en la cueva. Y lo utilizó para llamar a los Vex, justo antes…

Other books

Call Me Ismay by Sean McDevitt
The Pledge by Helen Mittermeyer
Homecoming by Janet Wellington
The Elephant Vanishes by Haruki Murakami
Call Me Home by Megan Kruse
Miranda's Revenge by Ruth Wind
I Can Hear You by Hannah Davenport