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Authors: Max Brooks

Tags: #Terror, #Zombis

Guerra Mundial Z (9 page)

BOOK: Guerra Mundial Z
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¿
Y no sabía si iba a funcionar
?

Sabíamos que serviría para la rabia, y eso decían que era, ¿no? Una variedad extraña de rabia de la jungla.

¿
Quién lo decía
?

Ya sabe, «ellos», la ONU o… algo así. Así la llamaba todo el mundo, ¿no?, rabia africana.

¿
Se llegó a probar en una víctima real
?

¿Por qué? La gente se ponía vacunas contra la gripe continuamente, sin saber si eran para la cepa correcta. ¿Cuál es la diferencia?

Pero, el daño…

¿Quién iba a pensar que llegaría tan lejos? Ya sabe la cantidad de amenazas de enfermedad que teníamos por aquel entonces. Dios, era como si la peste negra fuese a asolar el planeta cada tres meses… Ébola, neumonía asiática, gripe aviar… ¿Sabe cuánta gente ganó dinero con aquellos sustos? Mierda, yo conseguí mi primer millón con unas pildoras antirradiación inútiles durante la amenaza de las bombas sucias.

Pero, si alguien descubría…

¿El qué? Nunca mentimos, ¿entiende? Nos dijeron que era la rabia, así que hicimos una vacuna para la rabia. Dijimos que la habíamos probado en Europa, y las drogas en las que se basaba se habían probado en Europa. Técnicamente, nunca mentimos; técnicamente, nunca hicimos nada malo.

¿
Y si alguien descubría que no era la rabia…
?

¿Quién iba a dar la voz de alarma? ¿Los profesionales médicos? Nos aseguramos de que fuese una medicina con receta, de modo que los médicos tuviesen tanto que perder como nosotros. ¿Quién más? ¿La FDA que permitió su comercialización? ¿Los congresistas que votaron para aceptarla? ¿El ministro de Sanidad? ¿La Casa Blanca? ¡Era una situación en la que todos ganaban! Todos podían ser héroes, todos hacían dinero. Seis meses después de que Phalanx saliese al mercado, empezaron a aparecer todas esas marcas baratas, y todas se vendieron mucho, igual que pasó con los demás accesorios, como el purificador de aire para la casa.

Pero el virus no se transmitía por el aire
.

¡Daba igual! ¡Era de la misma marca! «De los fabricantes de…» Sólo tenía que decir que «puede prevenir algunas infecciones víricas». ¡Ya está! Ahora entiendo por qué era ilegal gritar «fuego» en un cine lleno de gente; la reacción normal no es decir: «oye, no huele a humo, ¿de verdad hay un incendio?». No, la reacción es: «¡Mierda, hay un incendio, corre!». [Se ríe.] Yo hice dinero con purificadores para la casa y para el coche; ¡mi número uno en ventas fue un cacharrito que se llevaba al cuello cuando subías a un avión! Creo que ni siquiera llegaba a filtrar el polen, pero se vendía.

Las cosas iban tan bien que empecé a crear compañías falsas, ya sabe, con planes para construir fábricas por todo el país. Las acciones se vendieron tanto como las de verdad. Ya ni siquiera era la idea de la seguridad, ¡sino la idea de la idea de la seguridad! ¿Recuerda cuando empezamos a tener los primeros casos aquí, en los Estados Unidos? ¿Ese tipo en Florida que decía que lo habían mordido, pero que había sobrevivido porque tomaba Phalanx? ¡Oh! [Se levanta e imita los movimientos de alguien fornicando como loco.] Que Dios bendiga a ese puto idiota, fuera quien fuese.

Eso no fue por Phalanx. Su medicamento no protegía a la gente de nada
.

Los protegía de sus miedos, eso era lo único que vendía. Mierda, gracias a Phalanx, el sector biomédico empezó a recuperarse, lo que, a su vez, animó al mercado de valores, que así logró dar la impresión de recuperarse, ¡lo que a su vez restauró la confianza de los consumidores, que estimularon una recuperación de verdad! ¡Phalanx acabó el solo con la recesión! Yo… ¡yo acabé con la recesión!

¿
Y después? ¿Cuando los brotes se hicieron más serios y la prensa por fin informó de que no había ninguna medicina milagrosa
?

¡Joder, justamente! ¡Ésa es la puta mayor a la que habría que fusilar! ¿Cómo se llamaba, la primera que lo hizo público? ¡Mire lo que consiguió! ¡Tiró de la puta alfombra que teníamos debajo! ¡Inició la espiral! ¡Provocó el Gran Pánico!

¿
Y usted no acepta ninguna responsabilidad
?

¿Por qué? ¿Por sacar un poco de dinero…? Bueno, un poco no. [Se ríe] Sólo hice lo que se supone que tiene que hacer cualquiera: perseguir mi sueño y sacar tajada. Si quiere culpar a alguien, culpe al primero que dijo que era rabia, o al que sabia que no era rabia y nos dio la luz verde a sabiendas. Mierda, si quiere culpar a alguien, ¿por qué no empieza por todos los borregos que se revolcaron en billetes en vez de molestarse en investigar con un poquito de responsabilidad? Nunca les puse una pistola en la cabeza, ellos mismos hicieron su elección. Ellos son los malos, no yo; yo no le hice daño a nadie y, si hubo alguien lo bastante estúpido para hacerse daño solito, que le den. Por supuesto… Si hay un infierno… [se ríe entre dientes mientras habla]… No quiero pensar en cuántos de esos imbéciles me estarán esperando allí. Sólo espero que no me pidan que les devuelva el dinero.

Amarillo (Tejas, Estados Unidos)

[Grover Carlson trabaja como recolector de combustible en la planta experimental de bio-conversión del pueblo. El combustible que recolecta es estiércol. Sigo al que fuera jefe de gabinete de la Casa Blanca, mientras él empuja su carretilla por los pastos marrones.]

Claro que teníamos una copia del informe Knight-Espantajudíos, ¿quién se cree que somos, la CIA? Lo leímos tres meses antes de que los israelíes lo hicieran todo público. Antes de que el Pentágono empezase a hacer ruido, mi trabajo consistía en informar personalmente al presidente, que, a su vez, llegó a dedicar una reunión entera a analizar su mensaje.

¿
Cuál era
?

Déjenlo todo, centren todos sus esfuerzos, la típica mierda alarmista. Recibíamos docenas de informes como aquél todos los días, igual que todas las administraciones, y siempre afirmaban que su hombre del saco era «la mayor amenaza para la existencia de la humanidad». ¡Venga ya! ¿Se imagina cómo habrían sido los Estados Unidos si el gobierno federal hubiese frenado de golpe cada vez que un pirado paranoico gritaba «lobo», «calentamiento global» o «muertos vivientes»? Por favor. Lo que hacíamos, lo que hacían todos los presidentes desde la época de Washington era ofrecer una respuesta moderada y conveniente, directamente proporcional a una evaluación realista de la amenaza.

Y eso fueron los equipos Alfa
.

Entre otras cosas. Teniendo en cuenta la baja prioridad que le daba el asesor de seguridad nacional, creo que le dedicamos un tiempo bastante considerable. Produjimos un vídeo formativo para las autoridades estatales y regionales, de modo que supiesen qué hacer si se producía un brote. El Departamento de Salud y Servicios Sociales tenía una página en su sitio web explicando cómo debían reaccionar los ciudadanos con familiares infectados. Y, bueno, ¿qué me dice de lograr que la FDA aprobase el Phalanx?

Pero Phalanx no funcionaba
.

Sí, ¿y sabe cuánto tiempo habríamos tardado en inventar uno que lo hiciera? Mire cuánto tiempo y dinero se había gastado en la investigación contra el cáncer o el SIDA. ¿Querría ser usted el encargado de decirle al pueblo estadounidense que está quitándole fondos a una de esas dos investigaciones para curar una enfermedad nueva de la que la mayoría no había oído hablar? Mire lo que hemos invertido en investigación durante y después de la guerra, y todavía no tenemos ni cura, ni vacuna. Sabíamos que Phalanx era un placebo, pero nos sentíamos agradecidos, porque calmó a la gente y nos dejó hacer nuestro trabajo.

¿Qué? ¿Habría preferido que le contásemos la verdad a la gente? ¿Que no era una nueva cepa de la rabia, sino una misteriosa superplaga que reanimaba a los muertos? ¿Se imagina el pánico que habría provocado? ¿Las protestas, los disturbios, los millones en daños a la propiedad privada? ¿Acaso no ve que esos senadores cagados habrían logrado paralizarnos para poder pasar por el Congreso a toda leche una «Ley de protección contra zombis» que no habría servido para nada? ¿Se imagina el daño que habría supuesto para el capital político de aquella administración? Estamos hablando de un año de elecciones, de una batalla dura y cuesta arriba. Éramos el batallón de limpieza, los desgraciados que teníamos que barrer toda la mierda dejada por la administración anterior, y, créame, ¡en aquellos ocho años que nos precedieron se acumuló mucha mierda! La única razón por la que logramos llegar al poder fue que nuestra marioneta no dejaba de prometer «una vuelta a la paz y la prosperidad». Los estadounidenses no habrían aceptado otra cosa; pensaban que ya habían pasado por tiempos muy duros, y habría sido un suicidio político decirles que los peores aún estaban por venir.

Así que, en realidad, nunca intentaron resolver el problema
.

Oh, venga. ¿Se puede solucionar la pobreza? ¿Se puede solucionar el crimen? ¿Se pueden solucionar las enfermedades, el desempleo, la guerra o cualquier otro herpes social? Claro que no. Sólo puedes intentar que sean lo bastante manejables para que la gente siga con su vida. No es cinismo, es madurez; no se puede detener la lluvia, sólo construir un tejado y esperar que no tenga goteras o, al menos, que no gotee sobre la gente que va a votarte.

¿
Qué quiere decir eso
?

Vamos…

En serio, ¿qué quiere decir
?

Vale, como quiera, vamos al puto Barrio Sésamo. Quiere decir que, en política, te centras en las necesidades de tu base de poder. Si los mantienes contentos, ellos te mantienen en tu despacho.

¿
Por eso se desatendieron algunos brotes
?

Dios, hace que suene como si nos olvidásemos de ellos.

¿
Pidieron las autoridades locales más ayuda del gobierno federal
?

¿Y cuándo no nos han pedido los
polis
más hombres, más equipos, más horas de entrenamiento o más «fondos para programas de alcance social»? Esos blandengues son tan malos como los soldados, todo el día quejándose de que no tienen lo que necesitan, pero ¿acaso ellos se enfrentan al riesgo de perder su trabajo si suben los impuestos? ¿Tienen que explicarle a Peter, el de la casa adosada, por qué lo despluman para ayudar a Paul, el del gueto?

¿
No les preocupaba que se hiciese público
?

¿
Y
quién iba a hacerlo?

La prensa, los medios
.

¿Los medios? ¿Se refiere a esas redes mediáticas que eran propiedad de algunas de las empresas más grandes del mundo, compañías que se habrían hundido si otra ola de pánico golpease la bolsa? ¿Esos medios?

¿
Así que, en realidad, nunca llegaron a instigar un encubrimiento
?

No había necesidad; ellos lo encubrieron solitos. Tenían tanto o más que perder que nosotros y, además, ya habían logrado sus historias el año anterior, cuando los primeros casos aparecieron en Estados Unidos. Después llegó el invierno, Phalanx salió a la venta, y los casos descendieron. Quizá «disuadieran» a algunos periodistas más jóvenes, dispuestos a hacer su propia cruzada pero, en realidad, todo el tema estaba muy visto al cabo de unos cuantos meses. Se había convertido en algo manejable, la gente estaba aprendiendo a vivir con ello y ya ansiaba algo diferente; las grandes noticias suponen un gran negocio, y siempre hay que tener algo nuevo si buscas el éxito.

Sin embargo, había medios de comunicación independientes
.

Sí, claro, y ¿sabe quién les presta atención? Los maricones sabelotodos universitarios; y ¿sabe quién les hace caso a ésos? ¡Nadie! ¿Quién va a escuchar a una minoría marginal de la televisión y la radio públicas que no está en contacto con el público mayoritario? Cuanto más advertían aquellos intelectualuchos elitistas de que los muertos caminaban, más pasaban de ellos los estadounidenses de verdad.

Entonces, veamos si he entendido su postura
.

La postura de la administración.

La postura de la administración, sí. Ustedes le dieron al problema la cantidad de atención que creían necesaria
.

Sí.

Ya que el gobierno siempre tiene mucho a lo que enfrentarse, sobre todo en aquel momento, y lo último que deseaba el pueblo estadounidense era encontrarse con otra amenaza
.

Eso es.

Así que supusieron que la amenaza era lo suficientemente pequeña para que la manejasen los equipos Alfa en el exterior y algunos miembros más de las fuerzas del orden en el interior del país
.

Exactamente.

Aunque ya habían recibido avisos que advertían de lo contrario, que nunca podría asimilarse dentro de la vida pública y que, en realidad, se trataba de una catástrofe global en ciernes
.

[El señor Carlson se detiene, me mira con rabia y echa una paletada de «combustible» en su carretilla.]

A ver si madura.

Troy (Montana, Estados Unidos)

[Este barrio es, según el folleto, la nueva comunidad para la nueva América. Basada en el modelo
masada
israelí, desde un primer momento queda claro que este barrio se construyó con un solo objetivo en mente. Las casas descansan sobre pilares lo bastante elevados para que cada una tenga una vista perfecta sobre el muro de hormigón reforzado de sesenta metros de altura. El acceso a cada casa se realiza a través de una escalera plegable, y puede conectarse a la casa vecina por medio de una pasarela plegable similar. Las células solares del tejado, los pozos blindados, los jardines, las torres de vigilancia y la gruesa puerta corrediza de acero reforzado han convertido a Troy en un éxito instantáneo entre sus habitantes, tanto que su promotora ya ha recibido siete pedidos más desde distintas partes de los Estados Unidos continentales. La promotora, arquitecta jefe y primera alcalde de Troy es Mary Jo Miller.]

Oh, sí, estaba preocupada, me preocupaban las letras del coche y el préstamo para el negocio de Tim. Me preocupaban la grieta de la piscina, que era cada vez más grande, y el nuevo filtro no clorado que seguía dejando una capa de verdina. Me preocupaban nuestras acciones, aunque mi agente me aseguraba que no eran más que nervios de inversores novatos y que resultaban más rentables que un plan estándar 401K. Aiden necesitaba un tutor de matemáticas, Jenna necesitaba un modelo concreto de los botines de Jamie Lynn Spears para el campo de fútbol, los padres de Tim estaban pensando en pasar las Navidades con nosotros, mi hermano estaba otra vez en rehabilitación, Finley tenía lombrices y uno de los peces tenía un hongo de alguna clase en el ojo izquierdo. Aquéllas eran mis preocupaciones, y tenía más que suficiente para no aburrirme.

BOOK: Guerra Mundial Z
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