Read El zen es la mayor patraña de todos los tiempos Online

Authors: Kodo Sawaki

Tags: #Autoayuda, Esoterismo.

El zen es la mayor patraña de todos los tiempos (3 page)

BOOK: El zen es la mayor patraña de todos los tiempos
3.92Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

En su ordenación, algunos monjes se preguntan: “¿Seré realmente capaz de llevar la vida de monje durante el resto de mis días?”. ¡No te crees preocupaciones innecesarias! Sé sencillamente un monje sólo por este día. Sé a diario monje por un día. Así podrás vivir tu vida de monje, día a día.

Cada día es el primero de la vida. Vive este día como si hubieras venido al mundo en este día.

Tienes tu propia tarea. El día de hoy presenta su propia tarea. Si abres los ojos a este instante –aquí y ahora, y en constante movimiento– te darás cuenta de que nada falta en él. El día de hoy es por completo el día de hoy: completo y concluso.

Incluso a mi edad, soy todavía un principiante en el zazen. Si por el contrario empezamos a tenernos por experimentados, nos engañaremos a nosotros mismos. ¿“Zazen para veteranos”? ¡No digas chorradas! El zazen ha de ser siempre totalmente nuevo. Por eso lo mejor es practicarlo siempre con espíritu de principiante. No creas que tu práctica ha madurado una vez que te has convertido en “veterano”.

Sé siempre un principiante en zazen. Nunca olvides cómo te sentías la primera vez que pisaste la sala de meditación. Este sentimiento de respeto nos acerca mucho al zazen. Nunca olvides tu primer zazen, no te conviertas en un “profesional” del zazen.

Tu práctica no va a avanzar únicamente porque te vayas haciendo mayor. Haz zazen ahora, mientras seas lo bastante joven para ello. Lo que hagas, hazlo siempre con espíritu lozano y con todas tus fuerzas.

Nunca descubres a Buda de manera definitiva. Siempre has de descubrir un Buda nuevo, una y otra vez. No hay tiempo para hacer descansos. Siempre has de escuchar una enseñanza totalmente nueva. Buda llena todo el ilimitado universo. La pregunta es: ¿cuánto de él alcanzamos a ver? Nunca debemos perder de vista a Buda. También cuando leemos a Marx o Engels hemos de reconocer ahí a Buda.

Buda significa la vida que vivimos conforme a la gran naturaleza. Buda significa el hecho de que el universo vive en sí. Cada minuto y segundo de tu vida tu cuerpo humano vive esta vida universal, ni una fracción de ella te pertenece a ti personalmente. A esto se le llama el rostro verdadero. Ser Buda significa vivir la vida de tu verdadero rostro y no tu vida personal, individual. Por eso no hay recesos para un Buda.

Creer en la red de causas y efectos significa creer en lo ilimitado. Significa creer en el continuo cambio de lo ilimitado. Dentro de este cambio ilimitado, nuestra vida no es más que un simple fotograma.

Existe una gran contradicción entre la ley de la causalidad y la sucesión de instantes independientes que surgen y se desvanecen: el surgir y desvanecerse a cada instante significa que este momento es completamente diferente del anterior, y que el siguiente es diferente de éste. Por otra parte, reconocemos la ley de la causalidad en que la orina de hoy contiene la comida de ayer. Por mucho que trates de ocultar que ayer llenaste el buche con carne y cebolla, hoy lo revela el olor de tu orina. Visto de este modo, el día de hoy es la continuación del de ayer, y el día de mañana es la consecuencia del de hoy. Y, sin embargo, cada instante surge y se desvanece una y otra vez. No podrás resolver esta contradicción por medio del entendimiento, no lograrás analizar lo ilimitado en tu cabeza. Lo que es capaz de comprender sin contradicción esta contradicción se denomina “no-pensamiento” o, como se dice en el Shodoka (“Canto del inmediato satori”): “entrar directamente, de un salto, en la esfera del tathagata”.

El viejo ciruelo vuelve a florecer este año. Lo que es extremadamente viejo es también constantemente nuevo. Donde lo nuevo se encuentra con lo viejo, ahí das con el sentido oculto del Dharma de Buda.

7 - Descubrir el verdadero yo

Aprender significa buscar la Vía y esto significa, en definitiva, buscarse a sí mismo. ¿Hay pues alguna clase de Vía que sea independiente de tu vida? Seguir la Vía no significa otra cosa que ir al fondo de la cuestión de cuál es el propósito de tu vida.

Cuando la religión se convierte en una organización, se encamina hacia su fin. La religión ha de ser tu propia vida.

¿Qué es lo que en realidad enseñó el Buda? Que cada uno de nosotros ha de conocerse a sí mismo, ha de comprenderse a sí mismo, ha de descubrir por sí mismo lo que aquí y ahora – en este instante – ha de hacer realmente.

Cuando pronuncio estas palabras, no las digo para vosotros, sino para mí mismo. Para mí no tiene la menor importancia que alguien me escuche o no. De lo que me ocupo es de bombear el agua que hay en mí. Cuando pronuncio un discurso, me dirijo a mí mismo con el fin de sacar a la luz mi verdadero yo. No espero nada de vosotros y tampoco tengo nada que ofreceros.

Honen
[3]
dijo:
“Cuando sigas la Vía del Buda, no lo hagas para impresionar a los demás. No hagas de ello un negocio. Practica el budismo como un ladrón: ni siquiera tu esposa o tus hijos deben saber nada de ello”.

El zazen no se extiende entre la gente. No trates de impresionar con el “simple sentarse”. Es mejor que hagas zazen con discreción, como si fuera algo totalmente prohibido.

¿Has alcanzado el despertar? ¿Has comprendido el Dharma del Buda? ¿Te has despojado de todo? En tal caso, cuídate de no hacer negocios con lo “despojado”.

Si no renuevas cada día tu práctica comenzarás a retroceder. Si no te pules de nuevo cada día, empezarás a oxidarte. Por eso es importante que no te pierdas a ti mismo de vista. Encuentra el camino de nuevo cada día, ya sea cuando comas, ya sea en cualquier otra de las faenas de la vida cotidiana.

Caducidad significa sólo este instante: en este irrepetible momento uno se la juega a todo o nada. Dispones sólo de este aliento. Después todo se ha acabado. Al espirar te tienes que ocupar únicamente de esta espiración; al inspirar, esta inspiración ha de ser la última de tu vida. Habitualmente nos equivocamos, pues creemos que aún hay algo que añadir: creemos que con nuestros hijos hemos de hacer de “padres”, y de “abuelos” con nuestros nietos. Pero todo existe sólo para sí, en este instante: el sobrino como sobrino, el abuelo como abuelo, el hijo como hijo. Al igual que la espiración es sólo y por completo espiración y la inspiración es sólo esta precisa y única vez inspiración. ¡Fuera con vosotros! Sólo cuando algo existe por sí solo, desligado y transparente, entonces es también, a un tiempo, uno con el universo.

Nunca estamos satisfechos. Ni siquiera lo estamos con nosotros mismos y por eso hacemos todo lo posible para convertirnos en otro. Justo en ese punto es donde comienza el engaño. Tú no eres otro que ése que en este momento vive su vida insatisfecho consigo mismo. Nadie podría ocupar tu lugar por ti. Y todo lo que en este momento piensas, quieres y haces eres tú mismo, insustituible, tal como eres. Esto quiere decir que no existe ningún “verdadero yo” aparte de este “yo insatisfecho” aquí y ahora.

La historia del hijo pródigo narrada en el
Sutra del Loto
no es un cuento de otros tiempos. Trata acerca de ti. ¿No eres tú quien vaga por las calles pidiendo limosna, aún cuando toda la riqueza del mundo te pertenece?

¿Cuál es, en último término, el propósito de esta vida? Tomar las riendas de tu verdadero yo. Reconocer cuál es tu auténtica tarea.
Satori
significa simplemente ser realmente tú mismo. Conocerte a ti mismo y sostenerte con los pies firmes sobre la tierra. Y realizar la Vía significa entonces avanzar seguro sin perderte a ti mismo de vista.

¿Es tu espíritu blanco o rojo, redondo o anguloso, o tan falto de contorno como una ameba? No lo sabes. No hay ningún mérito en dejar este espíritu, del que en realidad no sabes nada, tan falto de contorno como es. La religión consiste en tomar las riendas de tu espíritu, en hacerte dueño de él.

Naturaleza de Buda no quiere decir otra cosa que tú mismo. Y aun así piensas mal de ti, estás insatisfecho y reniegas de ti mismo. Lo importante es que tomes las riendas de ti mismo y encuentres de este modo finalmente el sosiego. Como hija ser enteramente hija, como esposa enteramente esposa. Así es como realizarás tu naturaleza de Buda y hallarás la paz en tu vida.

Inmerso en el delirio colectivo dejas de saber qué es blanco y qué negro. Y si lo que haces, por malo que sea, lo haces dentro del grupo, no te parece ya tan malo. Te pierdes de vista a ti mismo. ¡Fuera con vosotros! ¡Yo soy yo!

Deja de desear siempre algo nuevo y vivirás en el cielo. “Fuera de la sociedad no hay ningún mérito”
(Eihei Shingi)
. Los ojos funcionan enteramente como ojos, la nariz como nariz, el oído como oído. Lo que cada uno ha de hacer es cumplir su tarea en la sociedad con toda naturalidad.

Encontrarás una auténtica paz de espíritu cuando empieces a preocuparte por lo que debes, luches por tu vida y hagas todo lo posible para no perderte de vista a ti mismo. Sólo hallarás paz en tu espíritu cuando de ese modo tomes las riendas de tu mente en cada uno de tus pasos, de manera que no dejes de estar bien plantado en tierra firme.

La “paz de espíritu” que es sólo “paz de espíritu” es un producto artificial. Tu mente se precipita en el desasosiego precisamente porque persigues constantemente esta “paz de espíritu”. Shinran
[4]
censuraba esta clase de
nenbutsu
[la práctica de invocar a Amitaba Buda] que pretende obtener una autosatisfacción de la mente por su propio esfuerzo. La práctica zen no es ninguna masturbación mental. Sólo puedes encuentrar la auténtica paz de espíritu cuando practicas en medio de tus preocupaciones y de tu desasosiego mental. En la gran paz del espíritu se unen el sosiego y el desasosiego mentales.

Nadie puede regresar a lo que una vez fue. No hay nada que aparezca dos veces de la misma forma. Todo existe una única vez, en este instante. Por eso no tenemos otra salida que marchar simplemente de frente. Las verdadera Vía lleva siempre hacia delante, sin final.

8 - Zazen es el viejo patriarca

Se educa a los niños alabando o censurando su conducta, pero eso no es suficiente. Así se educa sólo a personas dependientes del elogio de los demás, que al no tener seguridad en ellas mismas se convierten en cáscaras vacías de nuez. La práctica del zen es justamente así: aunque ya Dios o Buda se mueran, aunque no quieran saber nada de ti, tienes que valerte por completo a ti mismo. Has de ser uno contigo mismo.

Vivimos nuestra vida de forma provisoria, como si alguien nos hubiera dado cuerda. Nos movemos como un robot de juguete, hasta que se nos acaba la cuerda. Zazen significa no permitir que se nos de cuerda desde el exterior, sino vivir uno mismo su propia vida.

Cuando dices que no tienes tiempo, eso quiere decir que te dejas esclavizar por algo externo. Te quemas como una bengala. Sé más bien impasible, sé por completo tú mismo. Es importante que vivas tu vida firmemente cimentada en ti mismo.

Impasibilidad significa estar firmemente asentado. Firmemente asentado ¿en qué? En ti mismo. Has de estar firmemente asentado en tu vida diaria. No te dejes encandilar por cosas externas. Tampoco te dejes esclavizar por tus impulsos, no persigas constantemente tus ilusiones. Permanece inmóvil aun cuando creas haber contemplado al Buda o el
Dharma
. No dejes que nada te extravíe.

No sé qué hacer con el
satori
. Esto no significa que me aflija al decir que
“ni siquiera tengo el satori
...”. Sino que lo digo completamente seguro de mí mismo:
“¡ni siquiera tengo el satori
!”.
satori
no significa darse importancia a sí mismo. Significa hacer sencillamente lo que haces. Haz simplemente lo que haces, sea lo que sea. Esto vale no sólo para el zazen: todo lo que hagas debes simplemente hacerlo. ¡Alto el fuego, sé simplemente tú mismo! Sencillamente ser. Ser sencillamente tú mismo. Eso es
samadhi
.

El pájaro canta sencillamente su canción. La primavera trae la primavera, el ruiseñor pone de manifiesto al ruiseñor. Todo es sencillamente como es, y no lo es para ti ni para mí.

No se trata de por qué haces algo. Vive tu vida como si pulieras una teja: no hay nada que ganar. Tu vida ha de ser práctica sin fin.

Llevar una vida religiosa quiere decir mantener una postura erguida incluso cuando nadie te ve. Has de ser transparente a ti mismo, penetrarte por completo con la mirada. Practicar la verdad allí donde nadie mira: de esto es de lo que se trata.

Me marché de casa a los dieciséis años. Nunca olvidaré ese 10 de junio. Cuando pienso en mi estado de ánimo de entonces, parece que el joven Saikichi me grita:
“¡Eh, Kodo, no te duermas en los laureles! ¿Quién crees que eres?”
A esta voz he de agradecer que aún hoy en día, con pasos inseguros, continúo hacia delante en la Vía del Buda.

Horyuji es el mejor templo de Japón. Sin embargo, no encontrarás ahí ningún budismo. El budismo lo encuentras sólo en ti mismo. Pero para encontrar de verdad a Buda en ti mismo has de darlo todo. Lo das todo y finalmente lo captas, y sin embargo sólo eres un espíritu hambriento. Vuelves a darlo todo, y sin embargo sólo alcanzas a oír la voz de Buda a lo lejos. Lo das todo una vez más, y sigues sin alcanzar a Buda. Buda está más que lejos de ti. ¿Qué otra cosa puedes hacer sino
“olvidarte simplemente de ti mismo y continuar paso a paso con la práctica” (Gakudoyojinshu)
[5]
?

Yo me regaño constantemente. Regañarme a mí mismo significa tener la vista fija en mí. Esto quiere decir reorientar la luz e iluminarme a mí mismo. Lo único de lo que aquí se trata eres tú mismo.

Reorientar la luz e iluminarse a uno mismo significa estar completamente expuesto a uno mismo. Significa sentarte tranquilamente y contemplarte a ti mismo, como si estuvieras en una butaca en el cine. Si te contemplas de esta manera comprenderás a todos los seres que sufren: comprenderás que tú mismo eres uno de esos seres que se han enredado en su propia ignorancia.

Cuando te encuentres contigo mismo, te verás como realmente eres. Encontrarse a sí mismo es un asunto sólo entre tú y tú. Entre tú, el alumno, y tú, el maestro, y nadie más.

Transmitir el
Dharma
significa transmitirse a sí mismo en sí mismo. Y eso quiere decir volverse por completo uno consigo mismo.

Hablas sobre la vida de Buda y los hechos heroicos de los monjes zen de otros tiempos. Cuentas lo que has leído en los sutras. Pero ¿a quién le interesa ya eso? El problema del que ha de tratarse es de ti mismo. ¡Es TU problema, y a este problema ha de dirigirse tu práctica!

BOOK: El zen es la mayor patraña de todos los tiempos
3.92Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Pure Lust (Lust for Life) by Jayne Kingston
Loving Nicole by Jordan Marie
The Tangerine Killer by Claire Svendsen
The Maharajah's General by Collard, Paul Fraser
Two Can Play by K.M. Liss
Shards of Us by Caverly, K. R.