La encantadora princesa Atacopa parecía desolada.
Doc no respondió al instante. Aun lamentándolo mucho, tomó la decisión de partir inmediatamente.
El Valle de los Desaparecidos era un lugar de idilio.
—Desearía quedarme para siempre —sonrió al soberano maya—. Pero tengo el trabajo al que en unión de mis amigos he dedicado la vida. Debemos continuar nuestra misión, sin tener en cuenta nuestros deseos personales.
—Es cierto —reconoció el rey Chaac—. Se trata de la causa a la cual se destina el tesoro de los antiguos mayas. ¿Tiene algún plan para trasladar el oro? Nos proponemos mandarlo con una caravana de burros a Blanco Grande, consignado al agente que usted nos indique.
—A Carlos Avispa, presidente de Hidalgo —indicó Doc—. Sería difícil hallar un caballero más honorable. Lo nombraré agente mío.
—Muy bien —asintió el maya.
Doc repitió los otros detalles:
—Una tercera parte del oro constituirá un fondo gigantesco que depositaré en Norteamérica. Será para el pueblo maya, para que lo utilicen cuando sea necesario. Una quinta parte se entregará al gobierno de Hidalgo. El resto es para nuestra causa.
Se hicieron al instante preparativos para la partida.
Long Tom instaló un aparato de radio en el palacio del soberano maya.
Luego Doc, con tinta, hizo una señal en la esfera del aparato para señalar la longitud de onda.
—Ponga el aparato en esa onda cada siete días—indicó al rey—. Hágalo a la hora en que el sol cruce por encima del Valle de los Desaparecidos. Oirá mi voz, a veces. Pero, desde luego, no siempre. Emitiré a usted a esa hora, pero sólo cuando necesitemos más oro. Entonces deberá mandar una caravana de burros cargados de oro.
—Se hará —asintió el soberano maya.
La linda princesa Atacopa era una muchacha razonable.
Comprendió que Doc Savage, el gigante de bronce, no era para ella. En consecuencia, ocultó con valentía su triste decepción.
Hasta lo discutió filosóficamente con Monk.
—Supongo que encontrará alguna muchacha americana —terminó.
—Escuche —respondió Monk—. No habrá ninguna mujer en la vida de Doc Savage. De haberla, sería usted. Doc ha estado a punto de enamorarse de usted más que de cualquier otra mujer. Y algunas chicas estupendas intentaron atraparle.
—¿Es verdad eso? —inquirió la princesa.
—Es la purísima verdad —afirmó Monk.
Entonces Monk recibió la mayor sorpresa de su vida. La princesa Atacopa lo besó de repente y luego huyó.
Monk la siguió con la mirada, sonriendo como un tonto.
—¡Cielos! —exclamó—. ¡Lo que se pierde, el muy tonto!
Los seis aventureros partieron dos días más tarde.
La pena de abandonar aquel lugar idílico, la consoló el pensamiento de la labor que les esperaba.
EL anhelo de las aventuras y emociones les infundieron ánimos. Poseían riquezas fabulosas. Eran suficientes hasta para la gran misión de sus vidas.
Muchas partes del mundo recibirían la visita del hombre de bronce y de sus cinco amigos de hierro. Muchos criminales lamentarían el día que se enfrentaron con los cinco aventureros. Muchas causas recibirían el auxilio de esas manos poderosas y de esos cerebros prodigiosos.
En verdad, a aquellos hombres les señalaba el Destino que al llegar a Nueva York se les presentasen súbitamente peligros increíbles.
¡Se encontrarían con Kar y sus planes horribles y un arma de combate que la civilización no conoció jamás!
El gigante de bronce y sus cinco amigos se enfrentarían con peligros increíbles e infernales.
Pasarían días y noches espeluznantes, en una tierra perdida, infestada de reptiles prehistóricos feroces, verdaderos monstruos reptiles y alados.
¡Un lugar que hallaron exactamente como en los siglos de la prehistoria!
¡Una tierra pavorosa donde la fuerza de los más feroces era la Ley!
¡Y la labor de Doc Savage continuaría a través de todos estos horrores!
— FIN —
Lester Dent
nació en la casa de sus abuelos maternos en La Plata, Missouri, el 12 de Octubre de 1904. Era el único hijo de una pareja de granjeros que vivía en Pumpkin Buttes, Wyoming. Allí vivieron hasta que su familia dejó el rancho y el aislamiento de Wyoming y se mudó de nuevo a La Plata, cuando Lester estaba en octavo grado.
A los diecinueve años entró en un «business college» con la intención de hacerse banquero. Se enteró, por entonces, de que los telegrafistas ganaban más dinero, así que cambió su vocación. En el otoño del 24 había acabado sus estudios y obtenido un trabajo en la Western Union.
En Mayo de 1925 se mudó a Ponca City, Oklahoma, y comenzó a trabajar como telegrafista para la Empire Oil&Gas Co. Conoció a Norma Gerling, y se casó con ella el 9 de Agosto de ese mismo año. En el año 26, Dent entró a trabajar para Associated Press en Chickasha, mudándose posteriormente a Tulsa. Allí conoció a un compañero que había vendido una historia a una revista de Pulps.
Dent se figuró que él también podría hacer lo mismo. Era el comienzo de una prolífica carrera, aunque sus primeros intentos en la máquina de escribir, tras dárselos a leer a su mujer, provocaron la hilaridad de ésta, para desánimo del pobre Lester.
Top Notch Magazine fue la primera revista en publicar una historia de Dent: Pirate Cay apareció en su número de Septiembre de 1929. Poco después, Dent recibió un telegrama de Dell Publishing ofreciendo pagarle el viaje a Nueva York e incluirle en plantilla por 500 dólares al mes si accedía a escribir sólo para ellos.
Al poco, él y su señora llegaban a la Gran Manzana. Durante un tiempo trabajó para Dell, haciéndose más conocido y popular entre los demás editores.
No era un mero aventurero de biblioteca.
Al principio, Dent recibía 500 dólares por historia, aunque luego llegó a recibir 750. Solía escribir dos historia al mes y complementaba estos ingresos escribiendo además otras historias —no de Doc.
Durante la Depresión, ganaba por lo menos 18.000 dólares al año (haced la cuenta: unos tres millones de pesetas al año ¡en los años treinta!).
Su método general de trabajo era comenzar a escribir a las 9 de la mañana y no parar hasta las 3 de la tarde, lo cual era una jornada laboral bastante suave, sobre todo si tenemos en cuenta que la desarrollaba en su casa. Él y su mujer tenían un estilo de vida que hacía posible cogerse unas vacaciones alucinantes:
En el 33 realizaron un crucero a la Indias orientales y a Sudamérica. En el 38, viajaron por Inglaterra y Europa, echando pestes de su encuentro con algunos Nazis in Checoslovaquia. Lester adquirió un velero de 40 pies, de dos mástiles que bautizó como «Albatross» y en el que tanto él como su esposa vivieron durante muchos años. Navegaron de arriba a abajo por toda la Costa Este y por el Caribe.
Dent se convirtió en un experto nadador, pescador y buceador. Cuando se cansó del barco lo vendió y se trasladó a Death Valley a buscar oro. Sus exploraciones en el Suroeste le procuraron ser miembro de honor del famoso «Explorers Club». A pesar de todo esto, su producción literaria continuaba creciendo sin novedad. Finalmente, se «retiró» a La Plata, a pesar de lo cual continuó escribiendo. Durante su estancia en La Plata, cultivó su propio huerto, y se hizo socio de una empresa de fotografía aérea, lector, ¡y jefe de Boy Scouts!
Doc Savage Magazine expiró de causas naturales en 1949, pero Dent continuó escribiendo —sobre todo relatos de misterio y westerns— hasta 1958. En Febrero del 59 sufrió un ataque al corazón y murió el 11 de Marzo de ese mismo año.