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Authors: Brian Herbert & Kevin J. Anderson

Tags: #Ciencia Ficción

Dune. La casa Harkonnen (89 page)

BOOK: Dune. La casa Harkonnen
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Durante generaciones de Atreides, la vida había sido reverenciada como la máxima bendición. Los Atreides tenían en cuenta lo que un hombre hacía cuando estaba vivo, acontecimientos que podían experimentar con claridad y disfrutar con todos sus sentidos. Los logros de una persona poseían mucho mayor significado que cualquier vida futura dudosa. Lo tangible era más importante que lo intangible.

Oh, cómo te echo de menos, hijo mío.

Durante los pocos años que había compartido con Victor, había intentado instilar energía en el niño, como su padre había hecho con él. Cada persona debía tener la capacidad de contar con sus propios recursos, con el fin de confiar en sus camaradas pero nunca demasiado.

Hoy necesito toda mi energía.

Un hombre no debería asistir al funeral de su hijo. El orden natural se había roto. Aunque Kailea no había sido su esposa, y Victor no había sido el heredero ducal oficial, Leto no podía pensar en nada más terrible que pudiera suceder a una persona. ¿Por qué había sobrevivido él, por qué debía soportar aquella horrible sensación de pérdida?

El cortejo de barcas se dirigió hacia los lechos de joyas coralinas, donde Leto y Rhombur habían ido a bucear años atrás, donde Leto hubiera llevado a su hijo algún día. Pero a Victor no se le había concedido el tiempo suficiente. Leto nunca podría cumplir las promesas que había hecho al niño, con palabras y con el corazón…

La barcaza funeraria Atreides tenía varias cubiertas de altura, un monumento flotante impresionante. En la cubierta superior, fanales de concha de kabuzu gigantes, de quince metros de altura, quemaban aceite de ballena. El cadáver de Victor yacía en un ataúd dorado rodeado de sus cosas favoritas, un toro salusano de peluche, una
vara
con plumas y punta de goma, videolibros, juegos, conchas marinas que coleccionaba. Representantes de muchas Grandes Casas habían enviado regalos envueltos. Los recuerdos y presentes casi ocultaban el cuerpecillo conservado del niño.

Flores de brillantes colores, pendones verdes y negros y cintas adornaban las hileras de sillas doradas. Cuadros donados y retratos plasmaban a un orgulloso duque Leto sosteniendo sobre su cabeza al niño recién nacido, y más tarde enseñando al niño a torear… Pescando en un muelle… protegiéndole del ataque del elecrán. Otras imágenes mostraban a Victor sobre el regazo de su madre, en la escuela o corriendo con una cometa blanca. Y después, varios paneles vacíos, que representaban lo que Victor no había hecho en su vida ni jamás podría hacer.

Al llegar a los arrecifes, los tripulantes arrojaron anclas para inmovilizar la barcaza. Los demás barcos rodearon a la barcaza funeraria. Duncan Idaho, que pilotaba una pequeña lancha motora, se dirigió hacia la proa y la amarró al lado.

Los soldados empezaron a golpear sus escudos ceremoniales, hasta alcanzar un crescendo que las olas transportaron. El duque Atreides y Jessica estaban juntos, con la cabeza gacha. El viento azotaba sus caras, irritaba los ojos de Leto, agitaba el hábito oscuro de Jessica.

Al cabo de un largo momento, el duque levantó la cabeza y respiró hondo para rechazar una oleada de lágrimas. Miró hacia la última cubierta de la barcaza, donde yacía su hijo. Un rayo de sol centelleó sobre el ataúd dorado.

Poco a poco, Leto elevó las manos hacia el cielo.

El ruido de los escudos cesó, y el silencio se hizo entre los congregados. Las olas lamían las barcas, y un ave solitaria gritó en lo alto. El motor de la lancha de Duncan Idaho ronroneaba sin cesar.

El duque sostenía en una mano un transmisor, el cual activó. Los fanales encendidos se inclinaron hacia Victor y vertieron aceite hirviente sobre el ataúd. Al cabo de pocos segundos, la cubierta superior de la barcaza quedó envuelta en llamas.

Duncan ayudó a Jessica a subir a la lancha motora, y después subió Leto. Desamarraron de la barcaza funeraria y se alejaron, mientras el fuego se propagaba.

—Está hecho —dijo Leto sin apartar los ojos de las llamas, mientras Duncan conducía la barca de vuelta a su puesto en el círculo de embarcaciones—. Nunca podré volver a pensar con cariño en Kailea —murmuró Leto a Jessica, mientras contemplaba la pira funeraria que consumía la barcaza—. Ahora sólo tú puedes proporcionarme la fuerza y ganas de sobrevivir.

Ya había escrito al archiduque Armand Ecaz para declinar la oferta de matrimonio con su hija Ilesa, al menos de momento, y el archiduque había retirado con discreción la oferta.

Jessica, muy conmovida por sus palabras, se prometió que nunca insistiría a Leto en llegar a un compromiso que no deseara. Le bastaba con la confianza del duque al que amaba.
Y tú eres mi único hombre
, pensó.

No se atrevía a informar a la Hermandad sobre el niño varón que llevaba en su útero, hasta que fuera demasiado tarde y no pudieran entrometerse. Mohiam le había dado instrucciones explícitas, sin revelar los planes de la Bene Gesserit para la hija que Jessica debía dar a luz.

Pero Leto deseaba con todas sus fuerzas otro hijo… Después del funeral, Jessica le dijo que estaba embarazada, y nada más. Al menos, merecía saberlo, para que abrigara la esperanza de otro hijo.

Mientras se alejaban de la barcaza funeraria en llamas, el duque Leto sintió que la determinación se fortalecía en su corazón. Aunque creía y confiaba en Jessica, aunque la amaba, arrastraba demasiadas cicatrices de las tragedias, y sabía que debía mantener siempre una distancia digna.

Su padre le había enseñado que un duque Atreides siempre vivía en un mundo diferente al de sus mujeres. Como líder de una Gran Casa, la principal obligación de Leto era para con su pueblo, y no podía permitirse el lujo de intimar demasiado con nadie.

Soy una isla
, pensó.

La saga De Dune continúa en «Dune. La Casa Corrino».

Brian Herbert (derecha) y Kevin J. Anderson (izquierda).

BRIAN HERBERT es autor de numerosas y exitosas novelas de ciencia ficción, asi como de una esclarecedora biografía de su célebre padre, Frank Herbert, el creador de la famosa saga Dune, que cuenta con millones de lectores en todo el mundo.

KEVIN J. ANDERSON ha publicado más de una treintena de novelas que han entrado en las listas de los libros más vendidos y ha sido galardonado con los premios Nebula. Bram Stoker y el SFX Reader’s Choice.

BOOK: Dune. La casa Harkonnen
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