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Authors: Bram Stoker

Tags: #Clásico, Fantástico, Terror

Drácula (32 page)

BOOK: Drácula
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Sin embargo, posiblemente hay un lado serio de la cuestión, pues algunos de los niños, de hecho todos los que han sido perdidos durante la noche, han estado ligeramente rasgados o heridos en la garganta. Las heridas parecen tales que pudieran haber sido hechas por una rata o un pequeño perro, y aunque individualmente carecen de mucha importancia, tienden a mostrar que cualquiera que sea el animal que las causa, tiene un sistema o método propio. La policía del lugar ha sido instruida para que mantenga una aguda vigilancia sobre niños vagabundos, especialmente si son muy jóvenes, en los alrededores y dentro del Brezal de Hampstead, y también por cualquier perro vagabundo que ande en los alrededores.

Gaceta de Westminster, 25 de septiembre. Extra Especial: El horror de Hampstead. Otro niño herido

Acabamos de recibir noticias de que otro niño perdido anoche, sólo pudo ser encontrado tarde esta mañana bajo un arbusto de retama en el lado de Shooter’s Hill del Brezal de Hampstead, que es, tal vez, menos frecuentado que las otras partes. Tenía las mismas diminutas heridas en la garganta que han sido notadas en otros casos. Estaba terriblemente débil y parecía bastante extenuado. También él, cuando se hubo recuperado parcialmente, tuvo la misma historia de haber sido engañado a irse por la «dama fanfarrona».

XIV
Del diario de Mina Harker

23 de septiembre.
Jonathan ha mejorado después de una mala noche. Estoy contenta de que tenga bastante trabajo que hacer, pues eso le mantiene la mente alejada de cosas terribles; y, ¡oh, estoy feliz de que ahora ya no esté abrumado por la responsabilidad de su nueva posición! Yo sabía que sería fiel a sí mismo, y ahora estoy orgullosa de ver a mi Jonathan elevándose hasta las alturas de su avanzada posición y manteniendo el paso en toda forma con los deberes que recaen sobre él. Estará fuera de casa todo el día hasta tarde, pues dijo que no regresaría a la hora de comer. He terminado mis quehaceres domésticos, por lo que tomaré su diario extranjero y me encerraré en mi cuarto para leerlo…

24 de septiembre.
No tuve ánimos de escribir anoche; ese terrible registro de Jonathan me sobresaltó. ¡Pobre querido mío!, cómo debe haber sufrido, sea verdad o sólo su imaginación. Me pregunto si hay alguna verdad en todo eso. ¿Tuvo primero la fiebre cerebral y luego escribió todas esas cosas terribles, o había otra causa para todo ello? Supongo que nunca lo sabré, pues no me atrevo a abrir conversación sobre el tema con él… ¡Y sin embargo, ese hombre que vio ayer! Parecía estar bastante seguro de él…

¡Pobre Jonathan! Supongo que fue el funeral lo que le intranquilizó y envió su mente de regreso en una cadena de pensamientos… Él mismo lo cree todo. Recuerdo cómo en nuestro día de casamiento dijo: «A menos que algún solemne deber caiga sobre mí para hacerme regresar a las amargas horas, dormido o despierto, loco o cuerdo». Parece haber a través de esto un hilo de continuidad… Ese terrible conde iba a venir a Londres… Si así fuera y viniera a Londres, con sus prolíficos millones… Puede haber un deber solemne; y si llega ese deber no debemos encogernos ante él… Yo estaré preparada. Tomaré mi máquina de escribir en este mismo momento y comenzaré la transcripción. Entonces estaremos listos para otros ojos si es necesario. Y si así se quiere, entonces, tal vez, si estoy lista, el pobre Jonathan no necesita sobresaltarse, pues yo puedo hablar por él y no dejar nunca que se moleste o preocupe por el asunto para nada. Si alguna vez, Jonathan se sobrepone a su nerviosismo, puede ser que quiera decirme todo, y yo puedo hacerle preguntas y averiguar las cosas, y ver cómo puedo consolarlo.

Carta de van Helsing a la señora Harker

24 de septiembre (Confidencial)
.

Querida señora:

Le ruego que perdone que le escriba, ya que soy un amigo tan lejano, y que le envié las malas noticias de la muerte de la señorita Lucy Westenra. Por la bondad de lord Godalming, tengo poder para leer sus cartas y papeles, pues estoy profundamente interesado en ciertos asuntos vitalmente importantes. En ellos encuentro algunas cartas de usted, que muestran cuán gran amiga era usted de ella y cómo la quería. ¡Oh, señora Mina, por ese amor yo le imploro que me ayude! Por el bien de otros le pido, para evitar mucho mal, y para evitar muchos y muy terribles trastornos que pueden ser mucho mayores de lo que usted se imagina, ¿me concedería usted una entrevista? Puede usted confiar en mí. Soy amigo del doctor John Seward y de lord Godalming (ese era el Arthur de la señorita Lucy). De momento debo guardar estricta reserva. Yo acudiría a Exéter a verla a usted inmediatamente si usted me dice que puedo tener el honor de verla, y dónde y cómo. Señora, le imploro perdón. He leído sus cartas para la pobre Lucy, y sé cuán buena es usted y cómo sufre su marido; por eso le ruego, si puede ser, no le diga nada a él, pues pudiera causarle daño. Otra vez le pido perdón y quedo de usted, respetuosamente,

VAN
H
ELSING

Telegrama de la señora Harker al doctor van Helsing

25 de septiembre.
Venga hoy tren cuarto pasadas las diez si puede alcanzarlo. Puedo recibirlo en cualquier momento que usted llegue. WILLHELMINA HARKER

Del diario de Mina Harker

25 de septiembre.
No puedo evitar sentirme terriblemente ansiosa a medida que se acerca la hora de la visita del doctor van Helsing, pues espero que me iluminará sobre la triste experiencia de Jonathan; y como él ha atendido a la pobre Lucy en su última enfermedad, me puede contar muchas cosas acerca de ella. Esa es la razón por la que viene; es debido a Lucy y a su sonambulismo, y no acerca de Jonathan. ¡Entonces nunca sabré la verdadera realidad! ¡Qué tonta soy! Ese horroroso diario se apodera de mi imaginación y tiñe todo con algo de su propio color. Por supuesto que es algo acerca de Lucy. La enfermedad le volvió a la pobrecita, y la terrible noche en el acantilado debe haberla enfermado. Debido a todos los asuntos que tengo entre manos, ya casi había olvidado cómo había estado enferma después. Ella debe haberle contado a él su aventura de sonámbula en el acantilado, y que yo sabía todo acerca de ello; y ahora él quiere que yo le diga lo que sé, de manera que él pueda entenderlo.

Espero haber obrado bien al no decirle nada a la señora Westenra; nunca me podría perdonar a mí misma si algún acto mío, aunque fuese por descuido, le hubiese causado daño a mi pobre Lucy. Espero, también, que el doctor van Helsing no me culpe a mí; he tenido tantos problemas y tanta ansiedad últimamente, que siento no poder soportar más de momento.

Supongo que a todos nos hace bien llorar de vez en cuando… Las lágrimas limpian el ambiente, así como la lluvia. Tal vez fue la lectura del diario de ayer lo que me inquietó, y luego Jonathan se fue hoy por la mañana para no regresar durante un día entero y la noche, siendo esta la primera vez que nos separamos desde nuestro casamiento. Realmente espero que mi amado esposo pueda cuidarse, y que no ocurra nada que lo intranquilice. Son las dos de la tarde, y el doctor estará por llegar. No le diré nada del diario de Jonathan, a menos que él me lo pregunte. Celebro ahora haber pasado a máquina mi diario, para que, en caso de que me pregunte algo sobre Lucy, yo pueda entregárselo a él; eso ahorrará muchas preguntas.

Más tarde.
Ha venido, y ya se fue. ¡Oh, qué encuentro más extraño, y cómo hace que todo gire en mi cabeza! Me siento como si estuviera en un sueño. ¿Puede ser todo posible, o siquiera parte de ello? Si yo no hubiese leído primero el diario de Jonathan, jamás habría aceptado ni siquiera una posibilidad… ¡Pobre, pobre querido Jonathan! ¡Cómo debe haber sufrido! Quiera Dios que todo esto no lo vuelva a intranquilizar. Yo trataré de salvarlo de ello, pero incluso puede ser un consuelo o ayuda para él, aunque sea muy terrible y horroroso en sus consecuencias, el saber con certeza que sus ojos, sus oídos y su cerebro no lo engañaron, y que todo es realidad.

Puede ser que sea la duda la que lo inquiete; que cuando la duda termine, independientemente de la verdad, vigilia o sueño, estará más satisfecho y más capaz de soportar la impresión. El doctor van Helsing debe ser un hombre bueno y además inteligente, si es amigo de Arthur y del doctor Seward, y si ellos lo trajeron de Holanda sólo para que cuidara a Lucy. Tengo la impresión, después de haberlo visto, de que es bueno, amable y noble. Cuando regrese mañana, le preguntaré acerca de Jonathan; y entonces, ojalá que toda esta tristeza y ansiedad nos conduzca a un desenlace feliz. Yo solía pensar que me gustaban las entrevistas; el amigo de Jonathan en
Las Noticias de Exéter
le dijo que la memoria era todo en un trabajo como ese; que uno debe ser capaz de escribir exactamente casi todas las palabras que se dicen, aunque posteriormente se tenga que refinar algo. Esta fue una entrevista rara; trataré de registrarla
verbatim
.

Eran las dos y media de la tarde cuando llamaron a la puerta. Hice de tripas corazón, y esperé. Poco después Mary abrió la puerta y anunció: «El doctor van Helsing».

Me puse en pie e hice una inclinación de cabeza y él se acercó a mí; es un hombre de peso medio, fornido, de hombros echados hacia atrás, pecho amplio y profundo y el cuello bien asentado sobre el tronco tal como la cabeza sobre el cuello. Su cabeza me impresionó inmediatamente como indicativa de fuerza de pensamiento e inteligencia; la cabeza es noble, de regular tamaño, amplia, y ancha detrás de las orejas.

El rostro, afeitado, muestra un mentón duro y cuadrado, una boca larga, resuelta e inquieta, una nariz de tamaño regular, más bien recta, pero con ventanas muy sensibles, que parecen dilatarse a medida que caen las espesas cejas y que se aprieta la boca. La frente es amplia y fina, levantándose al principio casi recta y luego echándose hacia atrás sobre dos protuberancias muy separadas; es una frente en la que el pelo rojizo no puede caer sobre ella, sino que naturalmente cae hacia atrás o hacia los lados. Los ojos azul oscuro están muy separados, y son rápidos y tiernos o serios, según el estado de ánimo del hombre. Me dijo:

—¿La señora Harker?

Incliné la cabeza, asintiendo.

—¿Fue usted la señorita Mina Murray?

Asentí nuevamente.

—Es a Mina Murray a quien vengo a ver; a la que fue amiga de la infortunada, querida Lucy Westenra. Señora Mina, en nombre de la muerta vengo.

—Caballero —dije yo—, no puede usted tener mejor carta de presentación que haber sido amigo y médico de Lucy Westenra.

Y le extendí la mano. Él la tomó y dijo tiernamente:

—¡Oh, señora Mina!, yo sé que la amiga de esa pobre muchachita debe ser buena, pero todavía tenía que saber…

Terminó su discurso haciendo una reverencia cortés. Yo le pregunté para qué me quería ver, por lo que él comenzó de inmediato:

—He leído sus cartas a la señorita Lucy. Perdóneme, pero yo tenía que comenzar las investigaciones en algún lado, y no había nadie a quien preguntar. Sé que usted estuvo con ella en Whitby. Ella algunas veces llevó un diario, no necesita usted mirar sorprendida, señora Mina; lo comenzó después de que usted se hubo venido y era una imitación del suyo, y en ese diario ella rastrea por inferencia ciertas cosas relacionadas con un sonambulismo, y anota que usted la salvó. Con gran perplejidad entonces yo vengo a usted, y le pido, abusando de su mucha amabilidad, que me diga todo lo que pueda recordar acerca de eso.

—Creo que le puedo decir a usted, doctor van Helsing, todo lo que sucedió.

—¡Ah! ¡Entonces usted tiene buena memoria para los hechos, para los detalles! No siempre sucede lo mismo con todas las jóvenes.

—No, doctor, pero sucede que escribí todo lo que sucedía. Puedo mostrárselo, si usted quiere.

—¡Oh, señora Mina, se lo agradezco mucho! Me honrará y me ayudará usted muchísimo.

No pude evitar la tentación de hacerle una broma; supongo que ese es el gusto de la manzana original que todavía permanece en nosotras, de tal manera que le entregué el diario estenográfico. Él lo tomó, haciendo una reverencia de agradecimiento, y me dijo:

—¿Puedo leerlo?

—Si usted quiere —le respondí, tan modestamente como pude.

Él lo abrió y durante un instante su rostro se fijó en el papel. Luego se puso en pie e hizo una reverencia.

—¡Oh, usted es una mujer muy lista! —me dijo él—. Desde hace tiempo sabía que el señor Jonathan era un hombre de muchos merecimientos; pero vea, su mujer no le va a la zaga. ¿Y no me haría usted el honor de ayudarme a leer esto? ¡Ay! No sé taquigrafía.

Para aquel tiempo, ya mi broma había pasado, y me sentí casi avergonzada; de manera que tomé la copia mecanográfica de mi cesto de costura, y se la entregué

—Perdóneme —le dije—, no pude evitarlo; pero yo había estado pensando que era algo acerca de la querida Lucy que usted deseaba preguntarme, y para que usted no tenga que esperar mucho tiempo, no de mi parte, sino porque yo sé que el tiempo debe ser precioso para usted, he sacado una copia de esto a máquina para usted.

La tomó, y sus ojos brillaron.

—Es usted muy amable —dijo—. ¿Puedo leerlo ahora? Quizá me gustaría hacerle unas preguntas después de haberlo leído.

—No faltaba más —le dije yo—, léalo todo mientras yo ordeno la comida; y luego me puede usted preguntar lo que quiera, mientras comemos.

Hizo una reverencia y se acomodó en una silla, de espaldas a la luz, y se absorbió en los papeles, mientras yo iba a ver cómo estaba la comida, principalmente para dejarlo leer a sus anchas. Cuando regresé lo encontré caminando rápidamente de uno a otro lado del cuarto, con el rostro todo encendido de emoción. Se dirigió rápidamente hacia mí y me tomó ambas manos.

—¡Oh, señora Mina! —me dijo—, ¿cómo puedo decirle lo que le debo? Este papel es claro como el sol. Me abre las puertas. Estoy aturdido, deslumbrado por tanta luz, y sin embargo, unas nubes rondan siempre detrás de la luz. Pero eso usted no lo comprende; no lo puede comprender. ¡Oh! Pero le estoy muy agradecido. Es usted una mujer muy lista. Señora agregó esta vez con tono solemne—, si alguna vez Abraham van Helsing puede hacer algo por usted o los suyos, espero que usted me lo comunique. Será un verdadero placer y una dicha si puedo servirla a usted como amigo; como amigo, pero con todo lo que he sabido, todo lo que puedo hacer, para usted y los que usted ama. Hay oscuridades en la vida y hay claridades; usted es una de esas luces. Usted tendrá una vida feliz y una vida buena, y su marido será bendecido en usted.

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