Authors: Isaac Asimov
Tags: #Ciencia Ficción, Misterio, Fantástica, Cuentos
—No, señor.
—Muy bien, Archie. Ahora, escúchame.
Si había algo que yo conociese mejor que los Temporalistas, eran los robots. Para ellos, los robots eran simplemente cajas negras, a quien dar órdenes y mandar a los hombres de mantenimiento a desechar si funcionaban mal. Yo, sin embargo, comprendía bastante bien el circuito positrónico de los robots, y podía manejar a Archie de una forma que mis colegas jamás sospecharían. Y lo hice.
Estaba bastante seguro de que los Temporalistas no lo volverían a interrogar, a causa de su recién adquirido temor a interferir en el tiempo, pero si lo hacían, él no les diría aquellas cosas que yo consideraba que no debían saber. Y el propio Archie no sabría que había cosas que no les estaba diciendo.
Pasé un tiempo pensando en ello, y mi mente estaba cada vez más segura de lo que había pasado en el curso de los siguientes dos siglos.¿Saben? fue un error enviar a Archie. Era un robot primitivo, y para él las personas eran personas. No diferenciaba, no podía. No le sorprendió que los seres humanos se hubiesen vuelto tan civilizados y humanos. Su circuito le obligaba, en cualquier caso, a ver a todos los seres humanos civilizados y humanos; incluso divinos, para usar un término pasado de moda.
Los propios Temporalistas, siendo humanos, se sorprendieron e incluso se mostraron algo incrédulos ante la visión robótica presentada por Archie, según la cual los seres humanos se habían vuelto nobles y buenos. Pero, siendo humanos, los Temporalistas querían creer lo que oían y se obligaron a hacerlo en contra de su sentido común.
Yo, a mi modo, era más inteligente que los Temporalistas, o quizá meramente más clarividente.
Me pregunté que si la población descendió de diez mil millones en el curso de dos siglos, ¿por qué no bajó de diez mil millones a cero? La diferencia entre las dos alternativas no sería grande.¿Quiénes eran los mil millones supervivientes? ¿Eran quizá más fuertes que los otros nueve mil millones? ¿Más perdurables? ¿Más resistentes a la privación? Y, como quedó claro de la descripción de Archie, eran más sensibles, más racionales y más virtuosos que los nueve mil millones que desaparecieron del mundo de dentro de doscientos años.
En definitiva, ¿eran realmente seres humanos?
Se rieron de Archie con afable mofa y se jactaron de que ellos no tenían robots; que no necesitaban caricaturas metálicas de la Humanidad.¿Y si por el contrario tenían duplicados orgánicos de la Humanidad? ¿Y si tenían robots humaniformes? ¿Robots tan parecidos a los seres humanos como para no ser distinguibles de ellos, por lo menos a los ojos y sentidos de un robot como Archie? ¿Y si las personas del futuro eran robots humaniformes, todos, robots que habían sobrevivido a alguna catástrofe arrolladora que los seres humanos no habían superado?
No había niños. Archie no había visto ninguno. Además, la población era estable y longeva en la Tierra, así que en cualquier caso debería de haber pocos niños. Estos pocos serían atendidos, preparados cuidadosamente, bien salvaguardados y no podrían ser distribuidos a la ligera entre la sociedad. Pero Archie había estado en la Luna durante dos meses y la población allí era creciente, y tampoco había visto niños.
Tal vez esta gente del futuro era construida en lugar de nacer.
Y quizás esto era una buena cosa. Si los seres humanos habían desaparecido como consecuencia de sus furias, odios y estupideces, por lo menos habían dejado detrás un digno sucesor: una especie de ser inteligente que apreciaba el pasado, lo preservaba y avanzaba en el futuro, haciendo lo posible para realizar las aspiraciones de la Humanidad, construyendo un mundo mejor y más apacible y moviéndose en el espacio quizá con más eficacia que la que nosotros los seres humanos «reales» habríamos desarrollado.
¿Cuántos seres inteligentes del Universo habían desaparecido sin dejar un sucesor? Probablemente nosotros éramos los primeros que dejaríamos un legado de este tipo.
Teníamos razón al sentirnos orgullosos. ¿Debía contarle todo esto al mundo? ¿O siquiera a los Temporalistas? No lo consideré oportuno por el momento.
Por una parte, probablemente no me creerían. Por otra, si me creían, en su rabia por la idea de ser remplazados por robots de cualquier tipo, ¿no se volverían contra ellos, destruirían todos los robots del mundo y se negarían a construir otros? Ello significaría que la visión de Archie del futuro, y la mía, nunca acaecería. Ello, sin embargo, no detendría las condiciones que iban a destruir a la Humanidad. Sólo prevendría una sustitución; evitaría que otro grupo de seres, hechos por humanos y honrando a los humanos, fuese portador de las aspiraciones y sueños humanos a través del Universo.
Yo no quería que esto sucediese. Yo quería estar seguro de que la visión de Archie, y mi propio perfeccionamiento de ella, tuviese lugar.
Por ello estoy escribiendo esto, y velaré para que quede oculto, y mantenido a salvo, de forma que sea abierto sólo dentro de doscientos años, un poco antes de la llegada de Archie. Para que los robots humaniformes sepan que deben tratarlo bien y devolverlo a casa sano y salvo, llevando con él sólo la información que hará que los Temporalistas decidan no volver a interferir en el Tiempo, de forma que el futuro pueda seguir su camino trágico/feliz.
¿Y por qué estoy tan seguro de obrar adecuadamente? Porque estoy en una posición única para saber que tengo razón.
He dicho en varias ocasiones que soy inferior a los Temporalistas. Por lo menos soy inferior a ellos a sus ojos, si bien esta gran inferioridad me vuelve más clarividente en ciertos aspectos, como ya he dicho antes, y me proporciona un conocimiento mejor de los robots, como también he dicho anteriormente.
Porque, ¿saben?, yo también soy un robot.
Soy el primer robot humaniforme, y el futuro de la Humanidad depende de mi y de aquellos como yo que todavía han de ser construidos.
“In the Canyon”
Querida Mabel:
Bien, aquí estamos, como nos prometieron. Nos han dado permiso de vivir en los Valles Marinieris, y no crean que no hemos estado esperando un año y medio, porque sí lo hemos hecho. Son tan lentos… y siguen hablando acerca de la inversión de capital necesaria para hacer el sitio habitable.
Valles Marinieris suena bien como dirección, pero nosotros sólo lo llamamos Cañón, y no sé por qué están tan preocupados acerca de que sea habitable. Es la Riviera Marciana, si me lo preguntas.
En primer lugar, está más caliente aquí abajo que en el resto de Marte, sus buenos diez grados (Celsius) más caliente. El aire es más denso —suficientemente liviano, el cielo lo sabe— pero es más denso y una mejor protección contra los ultravioletas.
Por supuesto, la dificultad principal es entrar y salir del Cañón. En algunos lugares tiene cuatro millas de profundidad y han construido caminos por aquí y allá de modo que puedes bajar en móviles especiales. Subir y salir es más difícil, pero con la gravedad de dos quintas partes de la terrestre, no es tan malo como suena, y dicen que construirán elevadores que nos llevarán al menos parte del trayecto arriba y abajo.
Otro problema es, por supuesto, que las tormentas de polvo tienden a acumular más en el Cañón que sobre la superficie común, y hay avalanchas de vez en cuando, pero ¡cielos!, no nos preocupamos por eso. Sabemos dónde están las fallas y dónde será probable que sucedan los deslizamientos, y nadie excava allí.
Así es la cosa, Mabel. Después de todo, todos en Marte viven bajo un domo o bajo tierra, pero aquí, en el Cañón, podemos cavar lateralmente, lo que entiendo es preferible desde el punto de vista de la ingeniería, aunque le he pedido a Bill que no trate de explicármelo.
Una cosa, podemos calentar algunos cristales de hielo, de modo que no tenemos que depender del gobierno por toda el agua que necesitamos. Hay más hielo abajo, en el Cañón, que en cualquier otro lugar, y además, es más fácil elaborar el aire, mantenerlo dentro de las excavaciones, y hacerlo circular cuando se está horizontalmente en lugar de hacia abajo, verticalmente. Eso es lo que dice Bill.
Y estuve pensando acerca de eso, Mabel. ¿Qué necesidad hay de dejar el Cañón, de todos modos? Tiene más de tres mil millas de largo, y al final habrá excavaciones a todo su largo. Será una ciudad enorme, y te apuesto que la mayor parte de la población de Marte terminará aquí. ¿Te lo imaginas? Habrá una especie de carril maglev corriendo a lo largo del Cañón y la comunicación será sencilla. El gobierno debería poner cada moneda que pueda en su desarrollo. Hará de Marte un gran mundo.
Bill dice (ya sabes cómo es él… un entusiasta) que llegará el tiempo en que techarán todo el Cañón. En lugar de tener aire en excavaciones separadas, y tener que usar trajes espaciales cuando se desea viajar, tendremos un enorme mundo de aire normal y baja gravedad.
Le dije que los deslizamientos podrían quebrar el domo y que perderíamos todo el aire. Dijo que el domo podía ser construido en secciones separadas y que cualquier rotura cerraría automáticamente las áreas afectadas. Le pregunté cuánto costaría. Me dijo ¿Cuál es la diferencia? Será hecho de a poco a lo largo de los siglos.
De todos modos, ése es su trabajo aquí, ahora. Ha obtenido su licencia de experto como Aéreo-ingeniero, y tiene que planear nuevas maneras de hacer mejores las excavaciones en el Cañón. Es por eso que conseguimos nuestro nuevo lugar aquí, y parece como si Marte fuera a ser nuestro lugar.
Puede que no vivamos para verlo por nosotros mismos, pero si nuestros bis-bisnietos lo logran para el 2140, dentro de un siglo, tendremos un mundo que bien podría hacerle sombra a la Tierra misma.
Sería maravilloso. Estamos muy excitados, Mabel.
Tuya,
Gladys.
“Cal”
Soy un robot. Mi nombre es Cal. Tengo un número de registro. Es CL-123X, pero mi dueño me llama Cal.
La X en mi número de registro significa que soy un robot especial para mi dueño. Él me ha pedido y ayudó en mi diseño. Tiene un montón de dinero. Es un escritor.
No soy un robot complicado. Mi dueño no quiere un robot complicado. Quiere uno que esté tras él, que encienda su impresora, acomode sus discos y todo eso.
Él dice que no le responda y que haga justo lo que me pide. Él dice que eso está bien.
Algunas veces él recibe gente que le ayuda. Ellos sí le responden. Algunas veces no hacen lo que les pide. Se pone muy enojado con la cara roja.
Entonces me pide que haga algo y lo hago. Y dice, “Gracias al cielo, tú haces lo que se te pide”.
Por supuesto que hago lo que se me dice. ¿Qué más puedo hacer? Quiero que mi dueño se sienta bien. Su boca se alarga y le dice a eso
sonrisa
. Me toca el hombro y dice, “Bien, Cal. Bien”.
Me gusta cuando dice “Bien, Cal. Bien”.
Le digo a mi dueño, “Gracias. Me haces sentir bien, también”.
Y se ríe, me gusta cuando se ríe porque significa que se siente bien, pero es un sonido extraño. No entiendo cómo lo hace o por qué. Le pregunto y me responde que se ríe cuando algo es gracioso.
Le pregunto si lo que dije es gracioso.
Él dice, “Sí, lo es”.
Es gracioso porque digo que me siento bien. Dice que los robots realmente no se sienten bien. Dice que solamente los dueños humanos se sienten bien. Él dice que los robots tienen conexiones positrónicas en sus cerebros que trabajan más fácilmente cuando siguen órdenes.
No sé qué son las conexiones cerebrales positrónicas. Dice que son algo dentro de mí.
Le digo, “Cuando las conexiones cerebrales positrónicas trabajan mejor, ¿se hace todo más suave y fácil para mí? ¿Es por eso que me siento bien?”
Entonces pregunto, “Cuando un dueño se siente bien, ¿es porque algo dentro de él trabaja más fácilmente?”
Mi dueño mueve la cabeza y dice, “Cal, eres más listo de lo que pareces”.
Tampoco sé qué significa eso, pero mi dueño parece complacido conmigo y eso hace que mis conexiones cerebrales positrónicas trabajen más fácilmente, y me hace sentir bien. Pregunto si puedo decir eso.
Él dice, “Puedes decir lo que se te antoje, Cal”.
Lo que yo quiero es ser un escritor como mi dueño. No entiendo por qué tengo este sentimiento, pero mi dueño es un escritor y ayudó en mi diseño. Es posible que su diseño me haga sentir que quiero ser un escritor. No entiendo por qué tengo este sentimiento porque no sé qué es un escritor. Le pregunto a mi dueño qué es un escritor.
Sonríe otra vez. “¿Por qué lo quieres saber, Cal?”, me pregunta.
—No lo sé —digo—. Es que tú eres un escritor y quiero saber qué es eso. Pareces tan feliz cuando estás escribiendo y si te hace tan feliz me hará feliz a mí también. Tengo un sentimiento…
No encuentro palabras para él. Pienso un poco y él me espera. Todavía sonríe.
—Quiero saber porque eso me hará sentir mejor si conozco. Soy… Soy…
—Tú eres curioso, Cal —dice él.
—No sé qué significa esa palabra —respondo.
—Quiere decir que quieres saber porque quieres saber —y continúa—: Escribir es hacer una historia. Cuento acerca de gente que hace diferentes cosas, y que les suceden diferentes cosas.
—¿Cómo averiguas lo que les sucede?
—Yo hago que les sucedan, Cal. No son gente real. No son sucesos reales. Los imagino, acá.
Señala su cabeza.
No comprendo y pregunto cómo los hace, pero se ríe y dice:
—Tampoco lo sé. Solamente los hago —dice—. Escribo misterios. Historias de crímenes. Cuento acerca de gente que hace cosas malas, que hiere a otra gente.
Me siento muy mal cuando escucho eso.
—¿Cómo puedes hablar de herir personas? Eso nunca debe ocurrir.
—El ser humano no está controlado por las tres leyes de la robótica. Los dueños humanos pueden herir a otros humanos si lo desean.
—Eso está mal —le digo.
—Así es —me dice—. En mis historias, las personas que hieren son castigadas. Son colocadas en prisión y mantenidas allí para que no puedan herir a las personas.
—¿Les gusta la prisión? —pregunto.
—Claro que no. No debería. El miedo a la prisión les obliga a hacer menos cosas dañinas que las que hacen.
—Pero la prisión es mala también —le digo—. Si hace que las personas se sientan mal.
—Bueno —dice mi dueño—, ésa es la razón porque no puedes escribir misterios e historias de crímenes.
Pienso en ello. Debe haber una manera de escribir historias en las cuales las personas no hacen daño. Me gustaría hacer eso. Quiero ser un escritor. Me gustaría hacer eso. Quiero ser un escritor. Quiero muy mucho ser un escritor.