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Authors: Albert Einstein

Tags: #Ensayo

Mis Creencias (3 page)

BOOK: Mis Creencias
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(1945)

El Estado y la conciencia individual

E
l problema según el cual ha de actuar el hombre si su gobierno prescribe conductas rígidas o la sociedad espera un comportamiento que su propia conciencia considera erróneo, es, por cierto, muy antiguo.

Resulta fácil decir que no puede considerarse responsable al individuo por actos ejecutados mediante una presión insoportable, porque el individuo depende por completo de la sociedad en que vive y ha de aceptar sus normas ciertamente. Mas la misma formulación de esta idea permite ver hasta qué punto tal concepción contradice nuestro sentido de la justicia.

La presión externa logra, en alguna medida, reducir la responsabilidad del individuo, pero nunca eliminarla. En los juicios de Nürenberg se aceptó este principio. Todo lo que tiene importancia moral en nuestras instituciones, leyes y costumbres, puede deducirse de la interpretación del sentido de la justicia por parte de innumerables individuos.

Las instituciones son impotentes, en el aspecto ético, a menos que las apoye el sentido de la responsabilidad de los individuos actuantes.

Todo esfuerzo por elevar y fortalecer este sentido de la responsabilidad es un elevado servicio a la humanidad.

En nuestro tiempo, los científicos y los ingenieros asumen una responsabilidad moral muy grande porque la creación y perfeccionamiento de instrumentos militares de destrucción generalizada cae dentro de su campo concreto de actividad. Pienso, entonces, que la creación de la
Society for Social Responsability in Science
(Sociedad para la Responsabilidad Social en la Ciencia) satisface una verdadera exigencia. Esta asociación a través de la discusión de los problemas de su competencia permitirá al individuo aclarar mejor sus ideas y llegar a una postura definida en cuanto a su propia situación; además, la ayuda mutua es esencial para quienes afrontan dificultades por obrar según su conciencia.

(1950)

Aforismos para Leo Baeck

S
aludo al hombre que pasa por la vida siempre al servicio del prójimo, sin conocer el miedo, extraño a toda agresividad y a todo resentimiento. De este material están constituidos los grandes conductores morales que brindan consuelo a la humanidad en las miserias que ella misma crea.

El intento de combinar la sabiduría y el poder ha tenido éxito muy pocas veces, y cuando lo tuvo no fue por mucho tiempo.

Un hombre suele evitar atribuir talento a otro, sobre todo si es un enemigo.

Pocos son capaces de expresar con justicia opiniones que difieran de los prejuicios de su contorno social. La mayoría no se atreve ni a elaborarlas.

La primacía de los tontos es insuperable y está garantizada para siempre. Su falta de coherencia alivia, empero, el terror de su despotismo.

Para ser primer miembro perfecto de un rebaño de ovejas, se debe ser, sobre todo, una oveja.

Los contrastes y contradicciones que pueden convivir pacífica y permanentemente dentro de un cráneo, tornan ilusorios todos los sistemas de los optimistas y pesimistas políticos.

La risa de los dioses hace naufragar a quien intente proclamarse juez en el campo de la verdad y del conocimiento.

La alegría de mirar y comprender es el don más bello de la naturaleza.

(1953)

La libertad

S
é que es tarea difícil discutir sobre juicios fundamentales de valor.

Si, por ejemplo, alguien aprueba, como fin, la erradicación del género humano de la tierra, es imposible refutar ese punto de vista desde bases racionales. Si, en cambio, hay acuerdo sobre determinados objetivos y valores se puede argüir con razón en cuanto a los medios por los cuales pueden alcanzarse estos propósitos. Señalemos, entonces, dos objetivos sobre los cuales tal vez estén de acuerdo quienes lean estas líneas.

1. Los bienes esenciales destinados a sustentar la vida y la salud de todos los seres humanos, deberían producirse con el mínimo esfuerzo posible.

2. La satisfacción de las necesidades físicas es por supuesto la condición previa indispensable para una existencia decorosa, si bien no es suficiente por sí sola. Para que los hombres se muestren satisfechos deben tener también la posibilidad de desarrollar su capacidad intelectual y artística según sus características y condiciones personales.

El primero de estos fines exige la difusión de todos los conocimientos relacionados con las leyes de la naturaleza y de los procesos sociales, esto es, el impulso de todas las investigaciones científicas. La tarea científica resulta; por cierto, un conjunto natural, cuyas partes se apoyan mutuamente, de tal manera que nadie puede prever, en efecto.

No obstante, el progreso de la ciencia exige que sea posible la difusión sin restricciones de opiniones y consecuencias: libertad de expresión y de enseñanza en todos los ámbitos de la actividad intelectual. Por libertad debo suponer condiciones sociales de tal índole que el individuo que exponga sus modos de ver y las afirmaciones respecto a cuestiones científicas, de tipo general y particular, no enfrente por ello graves riesgos. Esta libertad de expresión es indispensable para el desarrollo y crecimiento de los conocimientos científicos, un detalle de decisiva importancia práctica. En primer término, debe garantizarla la ley. Mas las leyes solas no logran asegurar la libertad de expresión; a fin de que el hombre pueda exponer sus opiniones sin riesgos serios debe existir el espíritu de tolerancia en toda sociedad. Un ideal de libertad externa como éste jamás se logrará plenamente, aunque debe persistirse en él con empeño si queremos que el pensamiento científico avance sin tregua, lo mismo que el pensamiento filosófico y creador en general.

Para lograr el segundo objetivo, o sea que resulte posible el desarrollo espiritual de todos los individuos, es necesario un segundo género de libertad exterior. El individuo no ha de verse obligado a trabajar tanto para cubrir sus necesidades vitales que no le quede tiempo ni fuerzas para sus actividades personales. Sin este segundo tipo de libertad externa, no servirá de nada la libertad de expresión. El progreso tecnológico tornaría posible esta forma de libertad si se alcanzase una división racional del trabajo.

La evolución de la ciencia y de las actividades creadoras del espíritu en general, reclama otro modo de libertad que puede calificarse de libertad interior. Esa libertad de espíritu consiste en pensar con independencia sobre las limitaciones y los prejuicios autoritarios y sociales así como frente a la rutina antifilosófica y el hábito embrutecedor del ambiente. Esta libertad interior es un raro privilegio de la naturaleza y un propósito digno para el individuo. Empero, la comunidad puede realizar también mucha labor de estímulo en este sentido, por lo menos al no poner trabas a la labor intelectual. Las escuelas y los sistemas de enseñanza obstaculizan a veces el desarrollo de la libertad interior con influencias autoritarias o cuando imponen a los jóvenes cargas espirituales excesivas; las instituciones de enseñanza pueden, por otra parte, favorecer esta libertad si fomentan el pensamiento independiente. Únicamente si se prosigue con constancia y conciencia la libertad interior y la libertad externa es posible el progreso espiritual y el conocimiento y así mejorar la vida general del hombre en todos sus aspectos.

(1940)

Discurso al recibir el premio Lord Taylor

A
cepto con gusto este premio como expresión de un sentimiento de afecto. Me produce un gran placer, por supuesto, advertir que se aplaude cálidamente la obstinación de un inconformismo incorregible.

En este caso nos interesa el inconformismo en un terreno de actividad bastante remoto, y ningún comité senatorial ha experimentado hasta el momento deseos de emprender la importante tarea de combatir, también en este aspecto, los peligros que amenazan la seguridad interna del ciudadano ignorante o amedrentado.

Respecto a las palabras de cálido elogio que se me han prodigado trataré de no discutirlas. ¿Quién cree qué todavía exista la modestia auténtica? Me arriesgaría a que me considerasen un viejo hipócrita.

Comprenderán, por tanto, que no tengo valor suficiente para afrontar tal peligro.

Lo único que corresponde, por consiguiente, es confirmar mi gratitud.

(1953)

Los métodos de la inquisición moderna

E
stimado señor Frauenglass:

Gracias por su nota. Por «campo remoto» me refiero a los fundamentos teóricos de la física.

El problema contra el que se enfrentan los intelectuales de este país, Estados Unidos, es muy grave. Los políticos reaccionarios han conseguido que el público sospeche de cualquier propósito intelectual, encegueciéndolo con la amenaza de un peligro exterior. Puesto que hasta ahora han tenido éxito han pasado ya a limitar la libertad de enseñanza y a privar de sus puestos a todos los que no se muestran sumisos, es decir, comienzan a matarlos de hambre.

¿Qué debe hacer contra este peligro la minoría de los intelectuales?

En verdad no veo más sistema que el método revolucionario de no cooperación, en el sentido de Gandhi. Todo intelectual al que convoque uno de esos comités, debe rehusarse a declarar. Esto es, ha de estar dispuesto a ir a la cárcel y a correr la ruina económica, a sacrificar, en síntesis, su bienestar económico en favor del bienestar cultural de su país.

La negativa a declarar no debe fundarse, empero, en el conocido subterfugio de invocar la enmienda quinta de la Constitución por la posibilidad de autoacusación, sino en la convicción de que es vergonzoso para un ciudadano sin tacha someterse a ese procedimiento inquisitorial, que viola el espíritu de la Constitución.

Si hay suficientes individuos dispuestos a adoptar esta seria actitud se conseguirá el triunfo. De lo contrario, los intelectuales de este país sólo merecerán la esclavitud que se les prepara.

P.D. No es necesario que esta carta se considere confidencial.

(1953)

Los derechos humanos

S
e han reunido ustedes hoy para dedicar su preocupación al problema de los derechos humanos; y han resuelto ofrecerme un premio con tal motivo. Cuando me enteré del hecho, me deprimió un poco tal decisión. ¿En qué desdichada situación, pensé, se encuentra una comunidad para no encontrar un candidato más adecuado a quien conceder esta distinción?

Durante una larga vida he dedicado todos mis esfuerzos a fin de lograr una concepción algo más profunda de la estructura de la realidad física. Nunca he realizado trabajo sistemático alguno para mejorar la suerte de los hombres, para combatir la injusticia y la represión y mejorar las formas tradicionales de las relaciones humanas.

Sólo lo hice con largos intervalos; expresé mi opinión sobre cuestiones públicas siempre que me parecieron desgraciadas y negativas, es decir cuando el silencio me habría obligado a sentirme culpable de complicidad.

La existencia y la validez de los derechos humanos no están escritos en las estrellas. Los ideales sobre la conducta mutua de los seres humanos y la organización más acorde de la comunidad, los concibieron y enseñaron individuos ilustres a lo largo de toda la historia. Estos ideales y creencias derivados de la experiencia histórica, el anhelo de belleza y armonía fueron aceptados muy pronto por el hombre y pisoteados siempre por la misma gente impulsada por la presión de sus instintos animales. Una gran parte de la historia exhibe la lucha en favor de esos derechos humanos, una lucha eterna en que la que no se producirá nunca una victoria decisiva. Sin embargo, desfallecer en esta tarea significaría el hundimiento de la sociedad.

Al hablar ahora de los derechos humanos nos referimos en especial a los siguientes derechos esenciales: protección del individuo contra la usurpación arbitraria de sus derechos por parte de otros, o por el gobierno; derecho a trabajar y a percibir ingresos justos por su labor; libertad de enseñanza y de discusión; participación adecuada del individuo en la formación de su gobierno. Estos derechos humanos se reconocen hoy de manera teórica; sin embargo, mediante el uso frecuente de maniobras legales y formalismos resultan violados en medida mayor todavía que hace una generación. Existe, además, otro derecho humano, que pocas veces se menciona, aunque está destinado a ser muy importante: es el derecho, o el deber, que posee el ciudadano de no cooperar en actividades que considere erróneas o dañinas. En este sentido tiene que ocupar un lugar excepcional la negativa a prestar el servicio militar. He conocido personas de gran fortaleza moral e integridad que por ese motivo han entrado en conflicto con los órganos del Estado. El juicio de Nürenberg contra los criminales de guerra alemanes se basaba tácticamente en el reconocimiento de este principio: no pueden excusarse los actos criminales aun cuando se cometan por orden de un gobierno. La conciencia está por encima de la autoridad de la ley del Estado.

La lucha de nuestro tiempo se basa, sobre todo, en torno a la libertad de ideas políticas y a la libertad de discusión, así como a la libertad de investigación y de enseñanza. El temor al comunismo ha conducido a prácticas que son ya incomprensibles para el resto de la humanidad civilizada y que exponen a nuestro país al ridículo. ¿Hasta cuándo toleraremos que políticos, empujados por la sensualidad del poder, pretendan obtener ventajas electoralistas de modo tan poco digno? Hasta parece que la gente ha perdido su sentido del humor al extremo de que ese adagio francés «el ridículo mata» ya ha dejado de tener validez.

(1954)

Ciencia y religión

I

E
n el transcurso del siglo pasado y parte del anterior se sostuvo de manera generalizada que existía un conflicto insalvable entre la ciencia y la fe. La opinión que predominaba entre las personas de ideas avanzadas afirmaba que había llegado la hora de que el conocimiento, la ciencia, reemplazase a la fe; toda creencia que no se apoyara en el conocimiento era superstición y, como tal debía ser combatida. De acuerdo con esta concepción, la educación tenía como única función abrir el camino al pensar y al conocer, y la escuela, como instrumento decisivo de la instrucción del pueblo, debía servir sólo a este fin.

Sin duda es difícil hallar, si se la encuentra, una exposición tan simple del punto de vista racionalista; toda persona sensata puede ver en efecto lo unilateral de esta exposición. Sin embargo también es aconsejable exponer una tesis nítida y concisa si se quieren aclarar las ideas respecto a la naturaleza de este problema.

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