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Authors: Jonathan Swift

Los viajes de Gulliver (33 page)

BOOK: Los viajes de Gulliver
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;; ; Desde su infancia son los yahoos asombrosamente ágiles; sin embargo, pude coger a un muchacho pequeño de tres años e intenté aquietarle haciéndole toda clase de caricias. Pero el endemoniado comenzó a gritar, a arañar y morder con tal violencia, que me vi precisado a soltarle; y lo hice muy a tiempo, porque al ruido había acudido, y ya nos rodeaba, un verdadero ejército de animales grandes, los cuales, viendo que la cría estaba en salvo -pues echó en seguida a correr-, y como mi potro alazán estaba al lado, no se atrevieron a arrimarse. Advertí que la carne del pequeño exhalaba un olor muy fuerte, como entre hedor de comadreja y zorro, pero mucho más desagradable.

;; ; Por lo que pude ver, los yahoos son los más indómitos de los animales; su capacidad no pasa nunca de la precisa para arrastrar o cargar pesos. Opino, sin embargo, que este defecto nace principalmente de su condición perversa y reacia, pues son astutos, malvados, traicioneros y vengativos. Son fuertes y duros, pero de ánimo cobarde, y, por consecuencia, insolentes, abyectos y crueles. Se ha observado que los de pelo rojo son más perversos que los demás y les exceden con mucho en actividad y en fuerzas.

;; ; Los houyhnhnms tienen los yahoos de que se están sirviendo en cabañas no distantes de la casa; pero a los demás los envían a ciertos campos, donde desentierran raíces, comen diversas clases de hierbas y buscan carroña, o algunas veces cazan comadrejas y luhimuhs -una especie de rata silvestre-, que devoran con ansia. La Naturaleza les ha enseñado a cavar agujeros con las uñas en los lados de las elevaciones del terreno y allí se acuestan. Las cuevas de las hembras son más grandes, capaces para alojar dos o tres crías.

;; ; Desde la infancia nadan como ranas y resisten mucho rato bajo el agua, de donde con frecuencia salen con algún pescado, que las hembras llevan a sus pequeños.

;; ; Como viví tres años en aquel país, supongo que el lector esperará que, a ejemplo de los demás viajeros, le dé alguna noticia de las maneras y costumbres de los habitantes, los cuales era natural que constituyesen el principal objeto de mi estudio.

;; ; Como estos nobles houyhnhnms están dotados por la Naturaleza con una disposición general para todas las virtudes, no tienen idea ni concepción de lo que es el mal en los seres racionales; así, su principal máxima es cultivar la razón y dejarse gobernar enteramente por ella. Pero tampoco la razón constituye para ellos una cuestión problemática, como entre nosotros, que permite argüir acertadamente en pro y en contra de un asunto, sino que los fuerza a inmediato convencimiento, como necesariamente ha de suceder siempre que no se encuentre mezclada con la pasión y el interés u obscurecida o descolorida por ellos. Recuerdo que tropecé con gran dificultad para hacer que mi amo comprendiese el sentido de la palabra «opinión», y cómo un punto podía ser disputable; pues decía él que la razón nos lleva exclusivamente a afirmar o negar cuando estamos ciertos, y más allá de nuestro conocimiento no podemos hacer lo uno ni lo otro. De este modo, las controversias, las pendencias, las disputas y la terquedad sobre preposiciones falsas o dudosas son males desconocidos para los houyhnhnms. Igualmente, cuando le explicaba yo nuestros varios sistemas de filosofía natural, solía burlarse de que una criatura que se atribuía uso de razón se valuase a sí misma por el conocimiento de las suposiciones de otros pueblos a propósito de cosas en las cuales este conocimiento, caso de existir, no serviría para nada; por donde resultaba enteramente conforme con los juicios de Sócrates, según Platón lo refiere; comparación que hago como el más alto honor que puedo rendir a aquel príncipe de los filósofos; a menudo he reflexionado en la destrucción que semejante doctrina causaría en las bibliotecas de Europa, y cuántas de las sendas que conducen a la fama quedarían entonces cortadas en el mundo erudito.

;; ; La amistad y la benevolencia son las dos principales virtudes de los houyhnhnms, y no limitada a sujetos particulares, sino generales para la raza entera. Un extraño, procedente del lugar más remoto, recibe igual trato que el más próximo vecino, y donde quiera que va considera que está en su casa. Cuidan la cortesía y la afabilidad hasta el más alto grado, pero ignoran por completo la ceremonia. No tienen debilidades ni absurdas ternuras con sus crías y potros, pues sus cuidados al educarlos proceden enteramente de los dictados de la razón, y yo he visto a mi amo tratar con el mismo cariño a la cría de un vecino que a la suya propia. Proceden así porque la Naturaleza los enseña a amar a toda la especie, y solamente es la razón la que distingue a las personas cuando ostentan un grado superior de virtud.

;; ; Al casarse tienen cuidado grandísimo en elegir colores que no produzcan una mezcla desagradable en la progenie. En el macho se estima principalmente la fuerza, y en la hembra la hermosura. Y no por exigencia del amor, sino para impedir que la raza degenere; pues cuando sucede que una hembra sobresale por su fuerza, se escoge un consorte con vistas a la belleza. El galanteo, el amor, los regalos, las viudedades, las dotes, no tienen lugar en su pensamiento ni términos para expresarlos en su idioma. La joven pareja se encuentra y se une, sencillamente, porque así lo quieren sus padres y sus amigos; así lo ven hacer todos los días, y lo miran como uno de los actos necesarios en un ser racional. Pero jamás se ha tenido noticia de violación de matrimonio ni de otra ninguna falta contra la castidad. La pareja casada pasa la vida en la misma mutua amistad y benevolencia que cada uno de ellos demuestra a todos los de la misma especie que encuentra en su camino: sin celos, locas pasiones, riñas ni disgustos.

;; ; Su método para educar a los jóvenes de ambos sexos es admirable y merece muy de veras que lo imitemos. No se les permite comer un grano de avena, excepto en determinados días, hasta que tienen dieciocho años; ni leche sino muy rara vez; y en verano pacen dos horas por la mañana y otras dos por la tarde, regla que sus padres observan también. Pero a los criados no se les permite por más de la mitad de este tiempo, y una gran parte de su hierba se lleva a casa, donde la comen a las horas más convenientes, cuando más descansados están de trabajo.

;; ; La templanza, la diligencia, el ejercicio y la limpieza son las lecciones que se prescriben por igual a los jóvenes de ambos sexos, y mi amo pensaba que era monstruoso que nosotros diésemos a las hembras educación diferente que a los machos, excepto en algunos puntos de organización doméstica. Razonaba él muy atinadamente que por este medio una mitad de nuestra especie no servía sino para echar hijos al mundo, y que entregar el cuidado de nuestros pequeños a esos inútiles animales era un ejemplo más de brutalidad.

;; ; Los houyhnhnms adiestran a su juventud en la fuerza, la velocidad y la resistencia, haciéndola subir y bajar empinadas colinas, en pugna unos individuos con otros, y corren de igual modo sobre duros pedregales; y cuando están sudando mandan a los jóvenes tirarse de cabeza a un pantano o un río. Cuatro veces al año la juventud de cada distrito se reúne para mostrar cada cual sus progresos en la carrera, el salto y otros ejercicios de fuerza y agilidad, y el vencedor es recompensado con un canto en su alabanza. En esta fiesta los criados llevan al campo una manada de yahoos cargados de heno, avena y leche, para que los houyhnhnms tomen un refrigerio; después de lo cual se saca inmediatamente del recinto a aquellas bestias por temor de que causen algún daño a la compañía.

;; ; Cada cuatro años, en el equinoccio de primavera, hay un consejo representativo de toda la nación, que celebra sus reuniones en una llanura situada a unas veinte millas de nuestra residencia, y dura cinco o seis días. Se averigua el estado y condición de los varios distritos, si tienen en abundancia o les faltan heno, avena, vacas o yahoos. Y dondequiera que se encuentra una necesidad -lo que muy rara vez acontece-, se remedia inmediatamente por unánime acuerdo y contribución. Allí se concierta la regulación de los hijos; por ejemplo: si un houyhnhnm tiene dos machos, cambia uno de ellos con otro que tiene dos hembras. Y cuando por una casualidad ha muerto alguna cría y no hay esperanza de que la madre quede embarazada, se acuerda qué familia del distrito deberá dar nacimiento a otra para reparar la pérdida.


Capítulo noveno

Gran debate en la asamblea general de los houyhnhnms y cómo se decidió. -La cultura de los houyhnhnms. -Sus edificios. -Cómo hacen sus entierros. -Lo defectuoso de su idioma.

;; ; Una de estas grandes asambleas se celebró estando yo allí, unos tres meses antes de mi partida, y a ella fue mi amo como representante de nuestro distrito. En este consejo se resumió el antiguo y, sin duda, el único debate que jamás se suscitó en aquel país; y de él me dio mi amo cuenta detallada a su regreso.

;; ; La cuestión debatida era si debía exterminarse a los yahoos de la superficie de la tierra. Uno de los partidarios de que se resolviera afirmativamente ofreció varios argumentos de gran peso y solidez. Alegaba que los yahoos no sólo eran los más sucios, dañinos y feos animales que la Naturaleza había producido nunca, sino también los más indóciles, malvados y perversos; mamaban, a escondidas, de las vacas de los houyhnhnms, mataban y devoraban sus gatos, pisoteaban la avena y la hierba si no se los vigilaba continuamente y causaban mil perjuicios más. Se hizo eco de una tradición popular, según la cual no siempre había habido yahoos en el país, sino que en tiempos muy lejanos aparecieron dos de estos animales juntos en una montaña, no se sabía si producidos por la acción del calor solar sobre el cieno y el lodo corrompido, o por el légamo o la espuma del mar. Estos yahoos procrearon, y en poco tiempo creció tanto la casta, que inundaron e infestaron toda la nación. Los houyhnhnms, para librarse de esta plaga, dieron una batida general y lograron encerrar a toda la manada; y después de destruir a los viejos, cada houyhnhnm encerró dos de los jóvenes en una covacha y los domesticó hasta donde era posible hacerlo con un animal tan selvático por naturaleza. Añadió que debía de haber gran parte de verdad en esta tradición y que aquellos seres no podían ser ylhniamsly -o sea aborígenes de la tierra-, como lo indicaba muy bien el odio violentísimo que los houyhnhnms, así como todos los demás animales, sentían por ellos; odio que, aun cuando merecido, por su mala condición, no habría llegado nunca a tal extremo si hubieran sido aborígenes o, al menos, llevasen mucho tiempo de arraigo en el país. Los habitantes, con la ocurrencia de servirse de los yahoos, habían descuidado imprudentemente el cultivo de la raza del asno, que era un bonito animal, fácil de tener, más manso y tranquilo, sin olor repugnante y suficientemente fuerte para el trabajo, aunque cediese al otro en la agilidad del cuerpo; y si su rebuzno no era un sonido agradable, era, con todo, muy preferible a los horribles aullidos de los yahoos.

;; ; Otros varios mostraron su conformidad con estas apreciaciones, y entonces mi amo propuso a la asamblea un expediente cuya idea inicial había encontrado, indudablemente, en su trato conmigo. Aprobó la tradición citada por el honorable miembro que había hablado y afirmó que los dos yahoos que se tenían por los dos primeros aparecidos en el país habían llegado a él por la superficie del mar, y, una vez en tierra, y abandonados por sus compañeros, se habían retirado a las montañas, y gradualmente, en el curso del tiempo, habían degenerado, hasta hacerse mucho más salvajes que los de su misma especie habitantes en el país de donde aquellos dos primitivos procedían. Daba como razón de este aserto que a la sazón él tenía en su poder cierto yahoo maravilloso -se refería a mí-, del que la mayor parte había oído hablar y que muchos habían visto. Les refirió luego cómo me habían encontrado; que mi cuerpo estaba cubierto totalmente con una hechura artificial de las pieles y el pelo de otros animales; cómo yo hablaba un idioma propio y había aprendido por completo el suyo; los relatos que yo le había hecho de los acontecimientos que me habían llevado hasta allí, y que cuando me vio sin cubierta apreció que era un yahoo exactamente en todos los detalles, aunque de color blanco, menos peludo y con garras más cortas. Añadió cómo yo había trabajado por persuadirle de que en mi país y en otros los yahoos procedían como el animal racional director y tenían a los houyhnhnms sometidos a servidumbre, y que descubría en mí todas las cualidades de un yahoo, sólo que un poco más civilizado por algún rudimento de razón. Sin embargo, era yo, según dijo, tan inferior a la raza houyhnhnm como lo eran a mi los yahoos de su tierra.

;; ; Esto fue todo lo que mi amo creyó conveniente decirme por entonces de lo ocurrido en el gran consejo. Pero le cumplió ocultar un punto que se refería personalmente a mí, del cual había de tocar pronto los desdichados efectos, como el lector encontrará en el lugar correspondiente, y del que hago derivar todas las posteriores desdichas de mi vida.

;; ; Los houyhnhnms no tienen literatura, y toda su instrucción es, por lo tanto, puramente tradicional. Pero como se dan pocos acontecimientos de importancia en un pueblo tan bien unido, naturalmente dispuesto a la virtud, gobernado enteramente por la razón y apartado de todo comercio con las demás naciones, se conserva fácilmente la parte histórica sin cargar las memorias demasiado. Ya he consignado que no están sujetos a enfermedad ninguna, y no necesitan médicos, por consiguiente. No obstante, tienen excelentes medicamentos, compuestos de hierbas, para curar casuales contusiones y cortaduras en las cuartillas o las ranillas, producidas por piedras afiladas, así como otros daños y golpes en las varias partes del cuerpo.

;; ; Calculan el año por las revoluciones del sol y de la luna, pero no lo subdividen en semanas. Conocen bien los movimientos de esos dos luminares y comprenden la teoría de los eclipses. Esto es lo más a que alcanza su progreso en astronomía.

;; ; En poesía hay que reconocer que aventajan a todos los demás mortales; son ciertamente inimitables la justeza de sus símiles y la minuciosidad y exactitud de sus descripciones. Abundan sus versos en estas dos figuras, y por regla general consisten en algunas exaltadas nociones de amistad y benevolencia, o en alabanzas a los victoriosos en carreras y otros ejercicios corporales. Sus edificios, aunque muy rudos y sencillos, no son incómodos, sino, por lo contrario, bien imaginados para protegerse contra las injurias del frío y del calor. Hay allí una clase de árbol que a los cuarenta años se suelta por la raíz y cae a la primera tempestad; son muy derechos, y aguzados como estacas con una piedra de filo -porque los houyhnhnms desconocen el uso del hierro-, los clavan verticales en la tierra, con separación de unas diez pulgadas, y luego los entretejen con paja de avena o a veces con zarzo. El techo se hace del mismo modo, e igualmente las puertas.

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