Read Lo que nadie te dice cuando te han dejado Online
Authors: Mandelrot
Siempre había hecho algo de ejercicio de vez en cuando, pero ahora me puse a hacer dos horas diarias de deporte siete días a la semana; me obligué a empezar un proyecto personal que siempre había pensado que "un día" me gustaría hacer; salí a hacer cosas, no me dejé ni un minuto libre para torturarme...
...Y aún así nada parecía funcionar. Seguía estando tan mal que me parecía imposible que algún día me fuera a recuperar, nada me hacía feliz, era un fantasma haciendo su rutina por inercia pero sin realmente creer que aquello podría salir bien. Lo peor era no tener ni idea de cuánto podría durar aquello: los demás me decían que "con el tiempo", sabía de gente que en un par de semanas se había rehecho y oía o leía historias de algunos que jamás lo superaban... Si tienes un plazo concreto al menos puedes mentalizarte de que así son las cosas hasta que llegue el momento, pero en mi caso no sólo no era así sino que ni siquiera podía estar seguro de que todo mi sacrificio fuera a servir para algo.
Jamás olvidaré el primer pensamiento que tenía todas y cada una de las mañanas al despertarme, desde unos días después de la ruptura una eternidad más tarde cuando por fin vi la primera luz: "es increíble, otro día que no me he muerto; pero con este dolor es imposible que pueda sobrevivir hasta mañana". No es que llegara a desear la muerte: es que me parecía que sencillamente un ser humano no es capaz de resistir aquello. Llegaba la mañana siguiente y volvía a pensar lo mismo, sorprendiéndome por el simple hecho de no haber reventado ya.
Y mientras tanto ¿qué pasaba con mi expareja? Algunas personas por sus propias circunstancias (hijos, negocios, etc.) tienen que seguir en contacto con ellas. Yo no tenía esta obligación, así que a pesar de que hubiera dado la mitad de mi vida por verla de nuevo me obligué a mirar hacia adelante y rompí toda comunicación con ella. Luego supe que esto le dolió porque pensó que realmente no la había querido, que al fin y al cabo no había sido tan importante para mí; aquello fue algo con lo que no había contado y me sorprendió. Pero de todas formas tal como estaba yo no podía pensar en nadie más que en mí, bastantes problemas tenía ya tratando de no volverme loco.
Cuatro meses y unos días después de la última vez que nos habíamos visto, el proyecto personal en que andaba metido empezó a dar sus primeros frutos. Como era algo que siempre había pensado pero nunca había pasado de ser una idea, el momento en que por fin tuve el primer resultado tangible de que todo estaba saliendo bien fue para mí muy positivo; recuerdo que me encontré con un amigo y le enseñaba el resultado del trabajo, entramos en un centro comercial cerca de su casa para tomarnos algo en una cafetería, y cuando le estaba hablando de detalles sobre el asunto y la ilusión que me hacía... Nos dimos de bruces con mi ex, que iba acompañada de su mejor amiga.
Por más que intente describir lo que me pasó por dentro en ese momento no encontraría palabras que siquiera se acercaran, así que me lo ahorraré. Imagínate.
Lo primero que me llamó —dolorosamente— la atención fue que llevaba ropa que yo no conocía, unas gafas de sol nuevas... El tipo de detalles que te dicen "ahora tiene una vida sin ti". Aparte de esto, en la breve conversación que tuvimos los cuatro, hubo dos cosas llamativas que además marcarían mi futuro a partir de ahí: primera, ella parecía ni siquiera querer cruzar la mirada conmigo y según su amiga les había molestado bastante que yo "desapareciera" tras la ruptura, sin hacer ningún intento por mantener algún contacto; y segunda, que poco antes las dos habían ido a mi lugar de trabajo con una excusa, evidentemente para verme. Por cierto, yo en ese momento estaba fuera y ninguno de mis compañeros me había dicho nada, así que para mí esa revelación fue una gran sorpresa.
La idea estaba clarísima: después de haberme dejado, ella había hecho algo para volver a acercarse a mí.
Durante los cuatro meses que habían pasado hasta ese momento yo había hecho bastantes progresos; seguía sufriendo, claro, aún no estaba curado del todo, pero ya estaba en la fase de ser capaz de darme cuenta de que no estaba tan mal como al principio. El plan funcionaba, agarrarme a las reglas me había ayudado enormemente, el deporte me hacía superarme y sentirme mejor, el hecho de lograr resultados con ese proyecto personal era un gran subidón de moral... Desde que empecé a hacer lo que tenía que hacer las cosas habían ido bien.
Sin embargo esos breves minutos de conversación bastaron para destrozar completamente todo lo que había conseguido con tanto esfuerzo. Es más, me desestabilizaron de tal forma que la recaída fue muchísimo peor que lo que había pasado antes, porque cometí el peor error que podía cometer: rompí las reglas e ignoré el plan. Y lo pagué duramente, porque los siguientes seis meses fueron tan terribles que hicieron que todo lo anterior me pareciera incluso haber estado bien.
¡Ella había ido a verme! ¡Se había molestado porque yo me dediqué a seguir mi vida sin ella! ¿Sería que... quizá me quería aún? Hoy, estando afectivamente "sano", me es fácil ver que romperme la cabeza con todo aquello no me ayudaba lo más mínimo a volver a ser yo y tomar las riendas de mi vida; pero en aquellas circunstancias sencillamente fue una tentación demasiado fuerte para resistirla. No pude con ello, y empecé a caer en lo que desde el principio me había dado cuenta de que debía evitar: pensar en ella sin parar, hacerme preguntas sin sentido, mirar atrás en definitiva, y seguir los impulsos de mi "adicción" sin tener en cuenta justamente eso, que era un adicto.
Consecuencias: abandoné el proyecto personal del que ya había hecho lo más difícil, dejé de salir y obligarme a hacer cosas que me gustaran, puse esperanzas en que ella realmente aún me amara y pudiera "rescatarme" del agujero, volví a dejarme llevar por las fantasías de recuperarla...
Vamos, exactamente lo contrario que hasta ese momento me había llevado por el buen camino. Me hundí mucho más de lo que había estado nunca.
Por si todo esto fuera poco, casi cuatro meses después cometí otro de los errores que he mencionado en este libro: salí con alguien que me gustaba mucho, aunque hubiera debido ver claramente que no era una persona ni remotamente adecuada para mí.
Aparte de que la cita fue un desastre con culpa para ambos, resultó ser uno de los seres menos cariñosos con los que me he topado nunca; y como además yo había cometido el error de poner inconscientemente en ella las esperanzas de que me diera afecto, que me hiciera sentir bien, en cierta manera que me rescatara, pues me busqué yo solito que la decepción y el dolor fueran aún más profundos. Si hubiera tenido las ideas claras hubiera sabido sin duda cómo era su carácter, y tampoco hubiera esperado que solucionara mis problemas; y en el peor de los casos el resultado de una experiencia no positiva hubiera sido simplemente un recuerdo desagradable. Pero estaba enfermo, ahora muy enfermo, y aquello fue el mazazo que me faltaba para acabar de matarme.
En fin, al menos la experiencia me sirvió para obligarme a hacer un alto de nuevo, darme cuenta de todo lo que había pasado y de mis errores, y llegar a la conclusión de que lo único que me quedaba era respirar hondo, levantarme como pudiera y volver al camino positivo que nunca debí abandonar. Y esta vez, convencido por la experiencia buena, mala y siempre muy dura, me mantuve firme y pocos meses después me ocurrió por primera vez que me levanté por la mañana y ya no me sorprendió que aún estuviera vivo.
Había rehecho mi vida, había vuelto a ser feliz y ya no me sentía marcado negativamente por aquella historia, cuando dos años después del abandono volví a encontrarme con mi ex. Fue una sorpresa muy agradable para mí, la verdad es que me alegré mucho de verla y además me di cuenta de que es una persona a quien siempre recordaré con cariño por todo lo bueno que una vez tuvimos, pero noté que el "hechizo"
destructivo que antes me había poseído ya no tenía efecto. Hablamos un poco, nos contamos brevemente cómo nos iban las cosas... Y cuando nos separamos me invadió una sensación tan tremendamente poderosa que jamás podré olvidarla, mientras estas palabras sonaron claramente en mi cabeza: "soy libre".
De todo lo que he intentado transmitirte en este libro, a partir de mi experiencia y de lecciones que espero que te sirvan tanto como me sirvieron a mí, creo que lo que viene ahora es lo más importante. Durante la vida uno tiene que afrontar situaciones buenas y malas, superarlas te hace salir fortalecido y te ayuda a ser más capaz de decidir el futuro que quieres; eso es lo que me gustaría que consiguieras igual que lo logré yo. Cuando salgas de ésta tú habrás pasado por mucho, y también aprendido mucho; como nos pasa a todos evitarás viejos errores, cometerás otros nuevos, y buscarás el camino que te dirija hacia el destino que quieres. Pero por muy bien que uno haga las cosas nadie te garantiza que no vayas a tener problemas en el futuro; es más, nadie te garantiza que lo mismo que ya te pasó antes no te vuelva a pasar.
En mi caso personal, después de recuperarme y hacerme dueño de mi vida, tuve la suerte de conocer el amor de nuevo.
El amor de verdad, profundo, absoluto: besar a alguien como si fuera el fin del mundo, sentirte invencible cuando te mira de esa forma, desear que si tienes que morir sea con ella. Me di cuenta además de algo que me sorprendió mucho: siempre había pensado, casi lo temía, que tras haber pasado por aquella etapa tan terrible era posible que nunca pudiera volver a entregarme del todo...
Por si acaso. ¿Y si me volvían a dejar?
¿Podría confiar de nuevo completamente en otra persona? ¿Me expondría a pasar de nuevo por algo tan duro?
Y sin embargo lo que ocurrió fue lo contrario de lo que me preocupaba: haber superado una experiencia como aquélla, hacerlo por mí mismo, sin depender de nadie que me rescatara, me había hecho perder completamente el miedo a sufrir. Y no sólo con respecto a mi pareja, sino que he perdido el miedo a enfrentarme a lo que venga.
Superarme en circunstancias tan adversas me hizo darme cuenta de que dentro de nosotros está la fuerza para salir adelante, siempre: y la consciencia de esto, la mejor lección que me dejó aquella vieja ruptura, fue que ahora soy capaz de disfrutar mucho más y con total libertad y confianza de lo que tengo, mientras lo tenga, sin preocuparme por que un día pueda dejar de tenerlo. Nadie quiere que le ocurra una desgracia, claro, pero... En fin, si viene daré todo lo que tengo para salir fortalecido y exprimir al máximo cada momento de que disponga. Una vez hablé con una persona que acababa de superar un cáncer que estuvo a punto de matarle, y me dijo exactamente lo mismo que yo estoy tratando de transmitirte ahora: ninguna barrera conseguirá librarte del sufrimiento cuanto éste tenga que llegar, y esconderte o reservarte sí limitará tus posibilidades de ser feliz. Supera el miedo, atrévete a vivir con todo.
Años después de aquella experiencia que te he contado tuve una relación de varios años que al final se acabó, por motivos distintos en este caso pero al final me encontré con una situación igual a la que antes me había costado tanto superar. Pero esta vez yo no era el mismo: sabía que iba a sufrir mucho y así fue, eso no había forma de ahorrármelo; pero esta vez cuando el suelo se abrió bajo mis pies y caí en medio del Infierno sabía hacia dónde estaba la salida y qué tenía que hacer para alcanzarla, y tenía absoluta confianza en que lo iba a conseguir. Y así fue: lo pasé mal, pagué el precio que tenía que pagar, pero al final me recuperé y volví a enfrentarme a mi vida con optimismo.
¿Quién puede decir que esto no le volverá a ocurrir? Todos estamos expuestos, es así.
Esconderse o limitarse no garantiza evitar para siempre de dolor, más bien lo contrario; y mientras tanto la libertad y la confianza harán que vivas más feliz y con más intensidad cada momento.
Si hoy estás sufriendo, lucha con todo lo que tengas por recuperarte. Lo pasarás muy mal, creerás que no puedes, avanzarás un poco y retrocederás mucho, pero eres un ser humano y dentro de ti tienes la fuerza necesaria para conseguirlo al final. Ponte en marcha, no te rindas, supéralo, supérate. Y cuando lo hagas, vive sin miedo a sufrir de nuevo. Elige lo que realmente quieres, toma tus decisiones y hazte responsable de tu destino, comete errores y aprende de ellos, y cada vez que caigas vuelve a levantarte y sigue tu camino. Se acabó una etapa de tu vida y la siguiente está esperándote: adelante, éste es el momento en que empiezas a vivirla.