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Authors: Mandelrot
Te ha dejado. Ya no te quiere, ya no es lo mismo, hay otra persona... Da igual: se acabó.
Estás perdido, te haces preguntas y te tortura no saber las respuestas, y mientras tanto todos intentan ayudarte con buenas palabras pero en el fondo vacías. Aquí encontrarás las cosas de las que nadie te habla; empezando por asumir que la situación es muy dura y que, si crees que hasta ahora has sufrido, probablemente lo que te espera será aún peor. Pero hay una salida, que pasa por tomar las riendas de tu propia vida para ganarte la libertad.
Lo que nadie te dice cuando te han dejado
es un mapa de carreteras del infierno. Es inevitable recorrer este camino y nadie puede hacerlo por ti; pero entendiendo lo que te ocurre y por qué, y sabiendo qué hacer para recuperarte, lo tendrás todo para avanzar en la dirección correcta. Supera esta etapa de tu vida que termina , prepárate para ser plenamente feliz en la que ahora empieza.
Si estás sufriendo, si lo has pasado, si conoces a alguien, si sabes que cualquiera puede caer en cualquier momento, si necesitas algo más de los que todos dicen, este libro es para ti.
Mandelrot
Lo que nadie te dice cuando te han dejado
ePUB v1.0
Bercebus29.12.11
MANDELROT
Texto original y libro disponible en papel y formato electrónico:
mandelrot.com
© Mandelrot 2009
Depósito legal: GC-1163-20
ISBN-13 (formato papel): 978-84-613-6489-3
ISBN-13 (e-book): 978-84-613-6488-6
El autor permite la reproducción total o parcial del texto siempre que sea sin ánimo de lucro y se haga referencia a la fuente original, incluyendo explícitamente la dirección web
mandelrot.com
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Hace algunos años, como alguna vez le ha pasado a casi todo el mundo, me rompieron el corazón. No había sido la relación más larga ni profunda que había tenido, a priori no hubiera pensado que una persona como aquella pareja hubiera podido hacerme tanto daño, pero el hecho es que me dejó y eso me llevó a pasar la que hoy considero sin duda como la peor etapa de mi vida.
La respuesta inicial de mis personas cercanas, con la mejor intención, fue tratar de darme ánimos con el tipo de comentarios que uno siempre escucha en estos casos: "hay un montón de personas maravillosas que te están esperando", "no vale la pena, no te merece", "no sabe valorarte", "encontrarás a alguien", "aún eres muy joven", y otros parecidos. Pero yo sentía que todo aquello no me ayudaba en absoluto; es más, llegó un momento en que me molestaba incluso escuchar estas cosas. O sabía que no eran ciertas, o realmente me daban igual (qué más me da que haya otras personas, yo a la que quiero es a ésta).
Así que decidí tragarme todo aquello yo solo y salir adelante por mí mismo, y lo hice. Fue tan duro que muchas veces dudaba de que pudiera recuperarme del todo, mil veces me desmoralicé cuando veía que tras un pequeño avance volvía a recaer, pero no sólo salí muy fortalecido de la experiencia sino que después de eso he llegado a ser tanto o más feliz que antes, sin reservas, y he aprendido lecciones valiosísimas que me han servido de mucho y sé que me servirán en el futuro.
Algún tiempo después, cuando ya había recuperado mi vida del todo, una amiga se encontró en la misma circunstancia después de un matrimonio de muchos años. A mí no se me da bien la diplomacia, he de decirlo, y cuando me lo contó —estaba destrozada—empecé diciéndole "mira, mejor que lo tengas claro: si ahora estás mal probablemente vas a estar muchísimo peor; todo lo que te han dicho son tonterías, nadie te garantiza que lo superes, ni que encuentres a otra persona, pero sí te puedo decir que si haces lo que tienes que hacer saldrás de ésta". Su reacción inmediata fue "por fin alguien me dice la verdad"... Hablamos largo y tendido, le dije todo lo que tenía que decirle (lo que nadie me dijo a mí) que es lo que está escrito en este libro, sin endulzar la situación ni negar la realidad, y desde entonces siempre ha admitido que mis palabras fueron una ayuda enorme para "curarse". Hoy, por cierto, no sólo ha rehecho su vida completamente sino que además se ha vuelto a enamorar con toda su alma de otra persona.
Finalmente, hace algo más de un año desde el momento en el que escribo estas palabras, plasmé todo esto en una entrada de mi blog personal (mandelrot.com) titulada también "Lo que nadie te dice cuando te han dejado". Era simplemente un resumen breve, nunca esperé semejante reacción por parte de mis lectores, y me sorprendió mucho la abrumadora respuesta que obtuve: muchos meses más tarde seguía recibiendo más y más comentarios y mensajes de personas desconocidas que me agradecían mis palabras y la claridad con la que exponía la situación, y me contaban que esto les había ayudado enormemente; y aún más, algún tiempo después recibí el aviso de que existen varios foros en Internet abiertos única y exclusivamente para comentar mi entrada. En una ocasión incluso se me acercó un desconocido que había sabido quién era yo, para decirme que era un lector habitual de mi blog y que especialmente ese texto le había cambiado completamente su vida en el momento en que más lo necesitaba. Desde el primer día pude comprobar el profundo efecto beneficioso que todo aquel o había producido.
Y por eso he decidido escribir este libro. Sé que hay muchas personas que están pasando o que pasarán por la durísima experiencia de ser abandonados por su ser querido, y que escucharán de quienes tienen más cerca comentarios bienintencionados que realmente no les servirán de ayuda. Casi todos vivimos alguna vez en la vida algo así, y creo que este "mapa de carreteras del Infierno" es lo que necesitamos para salir lo mejor y más rápidamente posible de él. Querido lector, si estás ahora en esta situación, ten confianza: aún te queda mucho por sufrir, probablemente mucho más de lo que ahora mismo te crees capaz de soportar; y nadie te garantiza que vuelvas a encontrar el amor con otra persona, pero si haces lo que tienes que hacer saldrás de ésta, recuperarás tu vida y volverás a ser plenamente feliz.
Fin
Te ha dejado. Ya no te quiere, ya no es lo mismo, hay otra persona... Da igual: se acabó.
Lo primero que sientes es ese frío, el tremendo vacío afectivo que parece aún peor por repentino: antes tenías amor, ya no lo tienes. Y no se trata del amor de cualquiera, sino del de alguien en concreto. A partir de ese momento tu pareja se convierte en alguien aún más especial de lo que era, la echas de menos como no la has echado antes, la idealizas y vuelves a sentir la misma ansiedad por estar con ella, por sentirla contigo, que experimentaste al principio cuando te enamoraste. De hecho, aunque aumentado por el dolor, el proceso es parecido: piensas en esa persona a todas horas, la ves por todas partes, te da un vuelco el corazón cada vez que suena el teléfono, si no suena lo miras una y otra vez con la esperanza de que haya una llamada suya, un mensaje, algo... Es el camino de las pequeñitas decepciones, una tras otra, cuando ni está donde creíste verla, ni te ha llamado sin que te dieras cuenta en los pocos minutos que hace que miraste por última vez.
Pero no puedes evitarlo: sigues volviendo la vista a todas partes, sigues comprobando tu móvil, sigues esperando... Algo, lo que sea.
Es inevitable mirar atrás, pensar en cómo las cosas han llegado hasta aquí: en realidad no da igual. Si la situación estaba muy deteriorada entre vosotros quizá te consuele un poco pensar que esto en realidad es lo mejor para los dos; por el contrario, si te ha dejado porque tiene a alguien te destrozarás aún más cada vez que te vengan a la cabeza imágenes de los dos juntos y felices. No es sólo que no te dé amor, es que se lo da a otra persona.
Cuando te ves en esta situación piensas en cómo las cosas han llegado hasta aquí, qué podías haber cambiado, y quizá te culpas de lo ocurrido. Porque, si la sensación de que no te quieren es dolorosa, y aún más la del desamor por parte de alguien que te había querido antes, lo peor es el golpe para tu autoestima. Una vez escuché una frase de alguien que pasaba por esto y que me impresionó profundamente: "si se hubiera muerto al menos sería algo natural e inevitable, y nada de la culpa sería mía".
En muchos casos además ocurre que nos torturamos pensando en si habrá razones ocultas, en si nos habrá mentido, en si habrá forma de solucionarlo, en qué hubiéramos podido cambiar... Imaginas que vuelves atrás, que haces aquello que no hiciste; revives los detalles que entonces pasaste por alto y que ahora te parecen reveladores; cambias mentalmente tus decisiones en el pasado por lo que sabes hoy. También piensas en mil maneras de arreglarlo ahora, buscas como sea una forma de hacer que funcione, te desesperas al no encontrar una solución. Si además el fin de vuestra relación supone un cambio de vida, ver que todo tu mundo se derrumba, llegas a tener a veces la sensación de que no es real, es una pesadilla, nada de todo esto puede estar pasando de verdad.
Nunca habrá nadie igual
Todo en tu interior te pide estar cerca de la persona que amas, que se convierte en el centro de tu universo. Sientes que es maravillosa, que aunque puedan aparecer otras en tu vida nunca será lo mismo; no pueden ser tan perfectas como la que acabas de perder y nunca serás tan feliz como has sido. Sí, recuerdas que tenía sus defectos, pero no sólo no piensas en ellos sino que ni siquiera quieres ser consciente de que era así... A lo mejor tu cabeza te dice que es mejor pensar en lo malo, pero tu corazón no atiende a razones y, aunque sabes que te hace más daño, te aferras a una imagen idealizada de ella mientras escuchas ese "quiero, quiero" dentro de ti.
Te da igual que antes todo fuera "bien" sin más, que tuvieras buenos y malos momentos como todo el mundo, que tuviera cosas que te gustaban y cosas que no como pasa con cualquiera. De repente pasas de tener una pareja, con la que vivías una relación como muchas otras parejas, a un estado de amor apasionado, profundo, absoluto, único, sólo comparable a la intensidad del dolor por haberla perdido. Sin su luz y su calor te marchitarás, sin el aire que te da te asfixiarás, sin ella sobrevivirás pero no volverás a disfrutar de la vida, dudas incluso de que puedas volver a sonreír de verdad.
De hecho hay una vocecilla por ahí dentro que te dice "sabes que esto es una exageración, no era todo tan perfecto ni esa persona es única en el mundo"; pero es que ni la quieres escuchar, te molesta oírla, la ignoras, te respondes "me da igual que en el fondo sea una persona normal, es mi persona normal". Y de fondo, ese "quiero, quiero" que inmediatamente sube el volumen para no escuchar nada más. No te importan las razones ni los argumentos: es un enamoramiento insano y enfermizo, un dolor adictivo, del que ni siquiera quieres escapar.
Y cuanto más caes en él más sufres, y más necesitas a quien has perdido con lo que el proceso vuelve a empezar. Es una espiral siempre descendente, y cuando miras adelante —es decir, hacia abajo— no ves el final.
Mirando alrededor
Además lo hace peor el hecho de que por todas partes hay cosas que te traen recuerdos o te hacen pensar en lo que más te duele.
Escuchas una canción y te acuerdas de que le gustaba, o la letra te dice algo que parece un mensaje especialmente dirigido a ti; ves una película, lees un libro, y no hay escena romántica que no te parta el corazón; vas por la calle y te cruzas con una pareja sonriente y cariñosa y piensas "¿qué tienen ésos que no tenga yo?", "¿por qué ellos pueden ser felices?".