Limpieza de sangre (23 page)

Read Limpieza de sangre Online

Authors: Arturo Pérez-Reverte

Tags: #Aventuras

BOOK: Limpieza de sangre
3.56Mb size Format: txt, pdf, ePub

—No os hagáis ilusiones —dijo Malatesta, creyendo interpretar sus pensamientos—. Saldré de ésta. Los de Palermo somos gente dura… Así que aderezadme de una puñetera vez.

Quería matarlo. Eso estaba fuera de cualquier duda. Diego Alatriste quería matar a aquel peligroso canalla, que tanto había amenazado su vida y la de sus amigos, y a quien dejar atrás vivo era tan suicida como tener una serpiente venenosa en el cuarto donde uno piensa echarse a dormir. Quería y necesitaba matar a Gualterio Malatesta; pero no de ese modo, sino aceros en mano y cara a cara, escuchando su resuello de lucha y el estertor de su agonía. Y en ese instante reflexionó que no había ninguna prisa, y que todo podía muy bien esperar. A fin de cuentas, por más que el italiano se empeñara y complaciese en ello, el uno y el otro no eran exactamente iguales. Tal vez lo fueran ante Dios, ante el diablo o ante los hombres; pero no en su fuero interno, ni en su conciencia. Iguales en todo, salvo en la manera de ver los dados sobre el tapete. Iguales, excepto en que, de trocar papeles, Malatesta ya habría matado hacía rato a Diego Alatriste, mientras que éste continuaba allí, la espada en la vaina, el dedo indeciso en el gatillo de su pistola.

Entonces se abrió la puerta y una mujer apareció en el umbral. Era todavía joven, vestida con una blusa y una mala basquiña gris. Traía una cesta con sábanas limpias y una damajuana de vino, y al ver allí a un intruso ahogó un grito, dirigiéndole a Malatesta una mirada de espanto. La damajuana cayó a sus pies, rompiéndose en el armazón de mimbre. Quedó la mujer incapaz de moverse ni decir palabra, con angustia en los ojos. Y Diego Alatriste supo, de un vistazo, que el miedo no era por ella misma, sino por la suerte del hombre malherido en la cama. Después de todo, ironizó para sus adentros, hasta las serpientes buscan compañía. Y se aparean.

Observó con calma a la mujer. Era cenceña, vulgar. Tenía una mocedad cansada, con cercos de fatiga que sólo cierta clase de vida imprime en torno a los ojos. Pardiez, que casi recordaba un poco a Caridad la Lebrijana. Miró el capitán el vino de la damajuana rota, que se extendía como sangre por las baldosas del suelo. Después inclinó la cabeza, desmontó con cuidado el perrillo de la pistola, y se la introdujo en el cinto. Lo hizo todo muy despacio, como si temiera olvidar algo, o estuviese pensando en otra cosa. Y luego, sin decir palabra ni volverse a mirar atrás, apartó suavemente a la mujer y salió de aquel cuarto que olía a soledad y a derrota; tan parecido al suyo propio, y a todos los lugares que él mismo había conocido a lo largo de su vida.

Empezó a reír cuando estuvo en la galería, y siguió haciéndolo mientras bajaba por las escaleras hasta la calle, abrochándose el fiador de la capa. Reía lo mismo que el propio Malatesta había reído una vez junto al Alcázar real, bajo la lluvia, cuando vino a despedirse de mí tras la aventura de los dos ingleses. Y su risa, igual que aquélla, siguió sonando tras él mucho después de que se hubiera ido.

EPÍLOGO

«Parece que la guerra se reaviva en Flandes, y los más oficiales y soldados que estaban en Madrid han tomado resolución de partirse a los ejércitos, viendo el poco despacho que aquí se hace, y la ocasión que allí hay de botines y beneficios. Cuatro días ha que fuese el Tercio Viejo de Cartagena con sus cajas y banderas; que como sin duda sabe vuestra merced, fue reformado después de aquel terrible diezmo que hubo hace dos años en la jornada de Fleurus. Casi toda es gente veterana, y se esperan grandes sucesos en las provincias rebeldes.

A otro propósito, ayer lunes fue muerto de modo misterioso el capellán de las adoratrices benitas, padre Juan Coroado. Era este sacerdote de conocida familia portuguesa, buen mozo, de gallarda planta y reconocida parola en el púlpito. Parece que estando a la puerta de su parroquia se le llegó un hombre joven embozado, y sin mediar palabra pasólo de parte a parte con un estoque. Murmuran de galanteos, o venganzas. El matador no fue hallado.»

(De los
Avisos
de José Pellicer)

EXTRACTOS DE LAS
FLORES DE POESÍA DE VARIOS INGENIOS DE ESTA CORTE

***************

Impreso del siglo XVII sin pie de imprenta conservado en la Sección «Condado de Guadalmedina» del Archivo y Biblioteca de los Duques del Nuevo Extremo (Sevilla).

§

DEL LICENCIADO SALVADOR CORTÉS Y CAMPOAMOR

AL CAPITAN ALATRISTE

Soneto

Cronistas y poetas, y hasta Homero

De ti, soldado, la memoria canten,

Porque tus enemigos aún se espanten

Al recordar el brillo de tu acero.

Bredá y Ostende, Mástríque y Amberes

Teatro son de tus heroicas gestas,

Donde hubiste las armas siempre prestas

Por cumplir con tu rey y tus deberes.

Luteranos, flamencos insurretos,

Turcos, leopardos de la Inglaterra

Probaron de tu brío los efectos.

Proclamen, pues, los cielos y la tierra

Los lances y los fechos circunspectos

De Alatriste, ¡el rayo de la guerra!

* * *

DEL CONDE DE GVADALMEDINA

A CIERTO CLÉRIGO SOLICITANTE MVY APLAVDIDO EN LA CORTE

Décima

A vos, que no reverendo,

Sino verriondo padre,

No hay beata que no os cuadre

Y a que no os holguéis jodiendo;

Vuestro hisopo, a lo que entiendo,

Debe de hallarse escocido

De andar por doquiera hundido

Y de ir de continuo arrecho,

Pues no hay coño, por estrecho,

Al que no haya bendecido.

* * *

DEL BENEFICIADO VILLASECA

CONTRA EL TENIENTE DE ALGVACILES MARTÍN SALDAÑA

Décima

A fe mía, seor Saldaña,

Que, aunque a paso vas de buey

Si te reclama la ley

A deshacer la maraña

De un mal lance, no me extraña,

Pues con tu frente la aclaras,

La rapidez con que paras

En teniente concejil,

Porque un buey hecho alguacil

Por fuerza ha de tomar varas.

* * *

ATRIBVIDO A DON FRANCISCO DE QVEVEDO

PONDERA EN LAS MOCEDADES LA NECESIDAD DE LA PRVDENCIA

Soneto

Feliz, de piedra el alto muro escala

El que en lozana juventud se fía,

Pues con sus ansias mide la porfía

Y al mayor riesgo su valor iguala.

Mas temerario quiere alzar el ala

E, Ícaro nuevo, al sol con osadía

Se acerca y da consigo en la onda fría,

Donde la vida a fuer de audaz exhala.

Natural es que el pecho hidalgo empeñe

En alta meta afanes animosos

Y que su sangre moza a tal le aliente.

Mas que este grave emblema nos enseñe

Que han de guardar el juicio los briosos,

Pues no quita lo cuerdo lo valiente.

APROBACIÓN

Mándame V. M. que informe sobre la licencia de impresión que pide Don Arturo Pérez-Reverte para un libro suyo intitulado
Limpieza de Sangre
, segunda entrega de las aventuras del Capitán Alatriste. Pudiera entrar muy por lo menudo en celebrar la dulzura de su estilo, el buen ritmo de sus cláusulas, la eloqüencia de sus dicciones, lo bien trazado de la fábula, lo verisímil de su traza o lo provechoso del concepto, con otras subtiles moralidades, advertencias y desengaños que so capa de honesto solaz y gustoso divertimento en él se encierran; empero no diré más, sino que supera aquello de Horacio, de que
aut prodesse volunt, aut delectare poetae
, pues no sólo deleita, sino que también aprovecha, y ambas cosas en sumo grado, con lo que no cabe, a juicio del que subscribe, mayor ponderación. Y ello sin daño ni menoscabo de nuestra Sancta Fée Cathólica (si no miran en ello gentes de medrosa conciencia), ni de las buenas costumbres. Y así, es mi parecer que se dé la licencia de impresión que solicita, con lo que quedará V. M. bien servido, el auctor contento y la república satisfecha.

Fecha en Zaragoza, y a treinta días del mes de junio, año de 1997.

El Dr. Alberto Montaner Frutos,

caballero del hábito de San Eugenio,

lector de humanidades en el General Estudio desta ciudad, &c.

ARTURO PÉREZ-REVERTE
(Cartagena, 1951)
fue reportero de guerra durante veintiún años y es autor, entre otras novelas, de
El húsar
,
El maestro de esgrima
,
La tabla de Flandes
,
El club Dumas
,
Territorio Comanche
y
La piel del tambor
. La primera entrega de las aventuras de Diego Alatriste,
El capitán Alatriste
(noviembre de 1996), se mantuvo durante un año en las listas de libros más leídos y constituyó un acontecimiento literario sin precedentes en España.
Limpieza de sangre
es el segundo volumen de la serie.

Other books

Audrey Hepburn by Barry Paris
The Devil by Ken Bruen
Our Favourite Indian Stories by Khushwant Singh
One Summer by Karen Robards
Coreyography: A Memoir by Corey Feldman
A Day in the Life by Jade Jones
We Shall Inherit the Wind by Gunnar Staalesen