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Authors: Melanie Gideon

Tags: #Romántico

Las mujeres casadas no hablan de amor (33 page)

BOOK: Las mujeres casadas no hablan de amor
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86

Encuentro a William subido a una escalera, en el garaje. Sí, lleva puestos los pantalones Carhartt.

—He oído que la última película de Daniel Craig está muy bien. ¿Quieres ir a verla? —pregunto.

—Espera un momento —masculla William y se da prisa para terminar de montar una escuadra en la pared—. Creía que no te gustaba Daniel Craig.

—Ya me va cayendo mejor.

—Pásame ese estante —dice William.

Se lo doy y él lo coloca en su sitio.

—Maldita sea. Está torcido. Tendría que haber usado el nivel.

—¿Por qué no lo usaste?

—Porque soy un chapucero —dice—. Creí que podía hacerlo a ojo.

—No está tan mal. Nadie lo notará.

—No me importa que nadie lo note, Alice. Y tú no digas nada —añade William, mirando a
Jampo
, que está sentado obedientemente al lado de la escalera.

Jampo
le responde con un gruñido modulado, sin quitarle los ojos de encima.

—No puedo creer que te hayas traído a
Jampo
. ¿Voluntariamente?

—Me ha seguido él —responde, bajando la escalera.

Jampo
le huele las botas con entusiasmo, y William lo mira con una media sonrisa.

—Cree que voy a llevarlo a correr.

—¿Has estado corriendo con él?

—De vez en cuando. Dime, ¿tú sabes lo que significa «sexiliado»?

—¿«Sexiliado»? No. ¿Por qué?

—Oí que Zoé lo decía mientras hablaba con una amiga. Estaban hablando de la universidad. Es una palabra para designar el momento en que no puedes entrar en tu habitación, porque tu compañero está en la cama con alguien.

—¿Tienen que tener palabras para todo? ¿Qué ha pasado con la vieja costumbre de colgar un calcetín del picaporte de la puerta? —pregunto.

—Es otra generación.

—Pronto se irá de casa. Un parpadeo, y se habrá ido. Otro parpadeo, y también Peter se irá. Un abrir y cerrar de ojos, y toda nuestra progenie nos habrá dejado. ¿Crees que estará teniendo algún rollo sexual?

—Creo que probablemente lo ha tenido con Jude.

—¿En serio?

—Alice, ya sé lo de la Chica-Dulce. Nedra me lo ha contado.

—¡Dios! ¡La Chica-Dulce! ¡Todavía no he hablado con ella de este tema! ¡No me lo puedo creer! Es que todo ha sido tan complicado últimamente…, con esto de que hayan venido Bunny y Jack —añado.

—Ajá.

—¿También te ha contado Nedra que no fue Jude quien la engañó a ella, sino al contrario?

—Sí, me lo ha contado. ¿Y dices que no has mirado su cuenta de Twitter?

—Supongo que tenía la esperanza de que se esfumara.

William saca su teléfono.

—Hagámoslo ahora mismo. No puede ser tan malo.

Entra en Google y teclea: «Twitter, Chica-Dulce.» Su fragancia me envuelve: detergente Tide y naranjas. Adoro su olor. Lo echaba de menos. Lo respiro en silencio.

—Ahí está —susurro, inclinándome hacia él.

Chica-Dulce

Nombre: Chica-Dulce Ubicación: California Biografía: Cremosa, placentera, azucarada, húmeda Seguidores: 552

Chica-Dulce

Un gran placer a cada bocado.

Hace 2 horas

@OsoBubú Es verdad, Chica-Dulce. Puedo corroborarlo.

@Fox123 Sexy, sexy. ¿Por qué no pones una foto de tu dulce?

@Limonero Ya he visto que te gustan los pastelitos. Pero ¿qué me dices de los bollitos Yodel?

@PaloMayor50 Tienes un poco de crema en la comisura del labio. Déjame que te la quite.

—¡Dios mío! Nedra tenía razón.

—¿Acaso se equivoca alguna vez? ¡Vamos a abrir una cuenta en Twitter ahora mismo, para poder seguirla! —ladra William.

—¿Qué? ¡No! ¡No puedes hacer eso! ¡Se dará cuenta de que somos nosotros!

—No me ofendas, Alice. No soy tan tonto. ¿Crees que voy a registrarnos como @MamiPapiBuckle?

—¿Vas a usar un nombre falso?

—¿Tienes algún problema con eso?

—Pues… sí. ¿Tú no? ¿No te parece mal?

Intento conservar la expresión impasible.

—Si es por el bien de nuestra hija, no. Podemos ponernos el nombre de uno de esos pastelitos que le gustan, para que no sospeche. ¿Qué te parece @snoball? —pregunta.

—Puaj, la cubierta rosa de los SnoBalls me pone enferma. ¿No te parece mejor @dingdong? —sugiero.

—Detesto los Ding Dongs. ¿Te gustan los HoHos?

—Solamente los almendrados. ¿Te parece bien @Ho-Ho Almendrado? —propongo.

—Sí, perfecto.

Nos miramos y nos echamos a reír.

—Calla, HoHo Almendrada —susurra William.

—No puedo creer que estemos haciendo esto.

—Mira, ya ha vuelto a tuitear —dice.

Observo su pantalla y leemos el tuit los dos a la vez, en voz alta.

No hay mejor forma de empezar el día que lamiendo la crema de un Twinkie.

Hace 1 minuto

—¡Pero qué demonios, Zoé! —exclamo—. ¿No se da cuenta de lo peligroso que puede ser esto?

Los dedos de William vuelan por la pantalla táctil.

@HoHoAlmendrado ¿Qué demonios, Zoé? ¿No te das cuenta de lo peligroso que puede ser esto?

—¿Qué haces? ¿Por qué lo escribes? ¡Ahora los pervertidos sabrán su verdadero nombre! —le grito a William—. ¡Y ella sabrá que somos nosotros!

Deja de perseguirme, J. Ya sé que eres tú.

Hace 1 minuto

—Cree que somos Jude —dice William.

@OsoBubú La Chica-Dulce es una reina y hay que tratarla como tal. Yo estoy aquí para serviros, mi reina. ¿Hoy es día de Ding Dong?

William gruñe.

@HoHoAlmendrado La Chica-Dulce no es ninguna reina. Es una niña de quince años, ¡especie de depredador pervertido!

Déjalo ya, J. Te lo digo muy en serio.

Hace 1 minuto

@Limonero Escucha a la señorita, J., o tendré que castigarte.

Dejad de pelearos. Todavía me queda un poco de crema en el Twinkie:)

Hace 1 minuto

@HoHoAlmendrado Dios mío, Zoé, ¿por qué no puedes ser una chica normal con un trastorno alimentario?

¿Quieres decir que estoy gorda? No estoy gorda, J.

Hace 1 minuto

@HoHoAlmendrado No soy J. Soy tu madre. Ya sé lo de las cajas de pastelitos Hostess en tu armario.

@Fox 123 Yo me piro.

William vuelve a coger el teléfono.

@HoHoAlmendrado Soy tu padre. Desactiva la cuenta ahora mismo, Zoé Buckle.

—¡Ahora les has revelado su apellido! —grito.

@OsoBubú Yo también me piro.

@HoHoAlmendrado ¡Desactiva la cuenta AHORA MISMO, Chica-Dulce!

De pronto, la puerta del garaje empieza a abrirse. William y yo nos quedamos helados, parpadeando, muy juntos, mientras Zoé se materializa delante de nosotros. Tiene el teléfono en una mano y el mando a distancia para abrir la puerta del garaje en la otra. Está tan furiosa que no puede hablar y, en lugar de eso, tuitea.

No puedo creer lo que habéis hecho. ¡Es una total invasión de mi vida privada! Nunca podré perdonaros.

Hace 1 minuto

—Zoé, por favor… —digo.

No pienso hablaros.

Hace 1 minuto

@HoHoAlmendrado Ya lo vemos.

No pienso hablaros nunca más.

Hace 1 minuto

@HoHoAlmendrado Esto no está bien, cariño. La Chica-Dulce no está bien. Podrías haberte metido en un problema grave.

Zoé me mira y se echa a llorar. Después, empieza a tuitear de nuevo.

¿Cómo podéis desear que tenga un trastorno alimentario?

Hace 1 minuto

—Mi nenita —digo.

—No soy tu nenita —grita—. ¡No tienes ni la más remota idea de quién soy!

Zoé levanta el mando de la puerta del garaje por encima de la cabeza y pulsa el botón con agresividad, como si estuviera empuñando una arma. La puerta empieza a bajar lentamente, delante de nosotros.

—William…

—Déjala —dice él, mientras vemos desaparecer primero la cabeza de nuestra hija, después el torso y finalmente las piernas.

Suelto un gemido y él me atrae hacia sí, bajo su brazo, donde el olor a detergente es más fuerte. Es agradable, como un nido. Nos quedamos así unos minutos.

—Bueno —dice él finalmente—, ¿qué hacemos?

—¿La encerramos en su habitación durante los próximos mil años?

—¿La obligamos a comer filetes?

—¿Somos horribles?

—¿En qué sentido?

—Como padres.

—No, pero en Twitter somos patéticos.

—¡Tú eres patético en Twitter! —replico.

—Me has puesto nervioso. Tengo miedo escénico.

—Ah, claro. Si yo no hubiera estado contigo, ¿habrías sido mucho más ingenioso? —pregunto.

—@HoHoAlmendrado Los albaricoques están muy buenos, hija vegana —responde.

—@HoHoAlmendrado Los he guardado todos para ti. Considera la posibilidad de comerlos, en lugar de los Ding Dongs.

—@HoHoAlmendrado No es que no me gusten los Ding Dongs. Hay un tiempo y un lugar para los Ding Dongs: cuando tengas treinta años, vivas en tu propio apartamento y puedas pagarte el alquiler.

—@HoHoAlmendrado No es broma. Si no te comes los albaricoques, se echarán a perder.

—@HoHoAlmendrado Para que lo sepas, los albaricoques están a seis dólares el kilo. O te los comes, o…

—@HoHoAlmendrado Y no te tragues los huesos.

—@HoHoAlmendrado Tragar no es buena idea, en general.

—@HoHoAlmendrado …dicen las autoridades sanitarias.

—@HoHoAlmendrado … y tu padre.

—¿Y bien?

—No ha estado mal.

—Sí, todos mis seguidores opinan igual.

—¿Cuántos seguidores tienes? ¿Uno?

—No se necesita más de uno, Alice.

—Tendré que hablar con ella.

—No, creo que debes darle tiempo.

—Y después, ¿qué?

William me levanta la barbilla.

—Mírame.

«¡Dios, qué bien hueles! ¿Cómo he podido olvidar lo bien que olías?»

—Deja que sea ella quien te busque.

Después, abruptamente, me suelta y se vuelve hacia la estantería, frunciendo el ceño.

—Voy a tener que empezar desde cero —dice—. Veamos… ¿Dónde está ese condenado nivel?

87

—¡Mamá! ¡Ayúdame! ¡Necesito una fiambrera más grande! —grita Zoé desde la cocina.

Son las primeras palabras que me dirige en dos días. Tanto William como yo hemos recibido el tratamiento del silencio desde el incidente en Twitter.

—¿Podría esto interpretarse como que me está buscando? —le pregunto a William, que está sentado en el sofá.

William suspira.

—¡Maldita puerta para el perro!

—¿Y bien?

Deja el periódico.

—Si te pide ayuda, no podrá quejarse después.

Me incorporo de un salto.

—¡Hace horas que te estoy llamando!

Zoé está agachada junto al horno, con una fiambrera de medio litro de capacidad en la mano, buscando con la vista por toda la cocina.

—Esa fiambrera es demasiado pequeña.

—¿No me digas? Todas las demás han desaparecido.

Abro el frigorífico.

—Las hemos usado para guardar las sobras.

—¡Ahí está! —grita Zoé, y yo me vuelvo justo a tiempo para ver el ratón que viene corriendo hacia mí cruzando otra vez toda la habitación.

—¡Hiii! —grito.

—¿No se te ocurre nada más original? —gruñe Zoé, mientras persigue al ratón, que corre en zigzag como un borracho, con las orejas aleteando como si fuera un
Dumbo
diminuto.

—¡Hiii, hiii! —vuelvo a gritar, cuando el ratón me pasa corriendo entre las piernas y desaparece debajo de la nevera.

Zoé se incorpora.

—Ha sido tu culpa —dice.

—¿Qué ha sido mi culpa?

—Que se haya metido debajo del frigorífico.

—¿Por qué ha sido mi culpa?

—Lo has seducido.

—¿Cómo?

—Abriendo la puerta y dejando que saliera una bocanada de aire frío y agradable.

—¿De verdad lo crees, Zoé? Bueno, entonces déjame que abra de nuevo el frigorífico, a ver si el ratón vuelve.

Cojo una fiambrera grande llena de lasaña. Vacío la lasaña en un plato, lavo la fiambrera y se la doy.

—Aquí tienes.

—Gracias.

—¿Y ahora qué?

Zoé se encoge de hombros, sentada a la mesa.

—Esperamos.

Permanecemos en silencio unos minutos.

—Me alegro mucho de que no seas el tipo de chica que tiene miedo a los ratones —digo.

—No te lo debo a ti.

Oímos que el ratón corretea debajo de la nevera.

—¿Voy a buscar una escoba? —pregunto.

—¡No! Eso lo traumatizaría. Dejemos que salga solo.

Esperamos en silencio otros cinco minutos. Oímos más ruido de patitas que rascan, esta vez más fuerte.

—Ahí está —digo.

De pronto, a Zoé se le llenan los ojos de lágrimas y agacha la cabeza.

—No quería que te avergonzaras de mí —susurra.

—¿Por qué iba a avergonzarme, Zoé?

—Simplemente sucedió. No fue mi intención. Jude estaba en Hollywood. Era el centro de atención. Entonces apareció ese chico. Me besó. Al principio, yo no le devolví el beso. Pero después, no pude parar. Soy una zorra —dice entre sollozos—. No me merezco a Jude.

—No eres ninguna zorra. ¡No quiero oírte nunca más usar esa palabra refiriéndote a ti! ¡Zoé, tienes quince años! Cometiste un error, ¿y qué? Tuviste un momento de debilidad. ¿Por qué no se lo explicaste a Jude? Él te adora. ¿No crees que lo habría entendido? ¿Tarde o temprano?

—Se lo dije. Enseguida.

—¿Y qué pasó?

—Me perdonó.

—Pero tú no te perdonaste. ¿Y eso explica lo de la Chica-Dulce?

Zoé asiente.

—Bueno, muy bien. Sin embargo, hay algo que no puedo entender, Zoé. Lo del beso me parece mucho menos importante que el hecho de que te comportes mal con Jude. El pobre te sigue como un perrito. Haría cualquier cosa por ti.

—Me sofoca.

—¿Y tu solución es huir?

—Lo aprendí de ti —murmura.

—¿Qué es lo que has aprendido de mí?

—A huir.

—¿Tú crees que yo estoy huyendo? ¿De qué?

—De todo.

Siento como si hubiera recibido un golpe en el estómago.

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