Las alas de la esfinge (23 page)

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Authors: Andrea Camilleri

Tags: #Policial, Montalbano

BOOK: Las alas de la esfinge
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—No será fácil descubrir el nombre del asesino —repuso Augello.

—Te lo digo yo, Mimì. Se llama Peppi Cannizzaro. Con antecedentes penales.

Fazio y Augello lo miraron estupefactos.

—Sí, pero… será difícil encontrarlo.

—Hasta te doy la dirección, Mimì: via Palermo dieciséis, de Gallotta. ¿Quieres que te diga también qué número calza?

—¡Pues no! —saltó—. Tienes que decirnos cómo has hecho para…

—Cosas mías.

Mimì se levantó, hizo una reverencia y volvió a sentarse.

—Sus explicaciones nunca dejan espacio para la duda, maestro.

Sonó el teléfono.

—¡Ah,
dottori
,
dottori
! ¡Ah,
dottori
,
dottori
!

La cosa era grave.

—¿Qué ocurre, Catarè?

—¡Tilifonió el siñor jefe superior! Desde Roma tilifonió.

—¿Y por qué no me lo has pasado?

—Porque a mí sólo me dijo que le dijera a usía que quiere encontrarlo de manera absolutamente absoluta a las cinco y cuarto en punto que él vuelve a llamar desde Roma.

—En cuanto llame, me lo pasas. —Miró a Fazio y Augello—. Era el jefe superior desde Roma. Volverá a llamar a las cinco y cuarto.

—¿Qué quiere? —preguntó Mimì.

—Nos rogará que manejemos el asunto con mucha prudencia. Es una cuestión explosiva. Oye, Fazio, ¿está Gallo?

—Está aquí.

—Dile que llene el depósito de un coche de servicio. La gasolina la pago yo. Y que se mantenga preparado.

Fazio se levantó y salió.

—No me convence —dijo Mimì.

—¿Qué?

—La llamada del jefe superior. Ése nos lo quita de las manos.

—Mimì, si eso ocurre, ¿qué le vamos a hacer?

Augello lanzó un profundo suspiro.

—Hay veces en que me gustaría ser don Quijote.

—Hay una diferencia sustancial, Mimì. Don Quijote creía que los molinos de viento eran monstruos, mientras que éstos son monstruos de verdad y se hacen pasar por molinos de viento.

Regresó Fazio.

—Todo arreglado.

No les apetecía hablar. A las cinco Catarella anunció por teléfono que había llegado el señor Giro.

—Debe de ser Piro —dijo Fazio—. ¿Qué hago?

—Hazlo pasar al despacho de Mimì. Y haz esperar a ese desvergonzado.

A las cinco y cuarto sonó el teléfono.

—¡Ah,
dottori
,
dottori
!

—Pásamelo —dijo Montalbano poniendo el altavoz—. Buenos días, señor jef…

—¿Montalbano? Escúcheme con atención y no conteste. Estoy en Roma con el subsecretario y no tengo tiempo que perder. Me han informado de lo que está ocurriendo por ahí. Entre otras cosas, usted ni siquiera ha advertido al
dottor
Tommaseo de la precipitada convocatoria del dirigente de La Buena Voluntad. A partir de este preciso instante, la investigación pasa al jefe de la brigada móvil
dottor
Filiberto. ¿Está claro? Usted ya no debe encargarse de este caso. De ninguna manera y en ninguna forma. ¿Entendido? Adiós.

—Tal como queríamos demostrar —comentó Augello.

Sonó el otro teléfono.

—¿Quién puede ser? —se preguntó el comisario.

—El Papa, que te excomulga —dijo Mimì.

El comisario levantó el auricular.

—¿Sí? —respondió en tono circunspecto.

—¿Montalbano? Todavía no hemos tenido ocasión de conocernos; soy Emanuele Filiberto, el nuevo jefe de la brigada móvil. ¿A qué fase había llegado tu investigación?

—A la fase que tú quieras.

—¿O sea?

—Por ejemplo, ¿quieres que te diga que conozco el nombre y apellido de la chica asesinada?

—¿Por qué no?

—¿Quieres que te diga que Tommaso Lapis era el jefe de una banda de ladronas?

—¿Por qué no?

—¿Quieres que te diga el nombre del asesino de Lapis?

—¿Por qué no?

—¿Quieres que te hable de las conexiones entre Lapis y una organización benéfica llamada La Buena Voluntad, que tiene unos protectores situados muy pero que muy arriba? ¿O bien me callo y ya no te digo nada más?

—¿Por qué me ofreces callar en el momento más interesante?

—Porque hace poco me ha llamado el jefe superior desde Roma.

—A mí también.

—¿Qué te ha dicho?

—Que actúe con prudencia.

—¿Y nada más?

—Nada más. La relación con la organización benéfica me interesa de una manera muy especial. Ya no podemos tomárnoslo a la ligera. ¿Has oído Retelibera?

—No. ¿Qué ha hecho?

—Está armando un escándalo a este respecto, acerca de los líos de ese tal Piro. En dos horas ya ha sacado en antena dos ediciones especiales.

—Pues entonces, ahora mismo va a tu despacho mi subcomisario, el
dottor
Augello, que lo sabe todo.

—Lo espero.

Montalbano colgó y miró a Fazio y Mimì, que lo habían oído todo.

—A lo mejor, puede que todavía haya un juez en Berlín —dijo levantándose—. Mimì, llévate contigo al
cavaliere
Piro. Una muestra de amistad a Filiberto. Adiós, muchachos. Nos vemos dentro de unos días.

Gallo lo esperaba en el pasillo.

—¿Podrás llegar a Punta Raisi en cuestión de una hora?

—Poniendo la sirena, sí, señor.

Fue peor que en Indianápolis. Gallo tardó cincuenta y ocho minutos y catorce segundos.

—¿No llevas equipaje? —le preguntó Capuano.

Montalbano se dio un fuerte manotazo en la frente. Había olvidado la maleta en su coche.

En cuanto estuvo en el aire, le entró un voraz apetito.

—¿Hay algo para comer? —suplicó.

La azafata le llevó un paquete de galletas. Se las arregló con eso.

Y después empezó a repasar las palabras que diría para lograr el perdón de Livia. La tercera vez que las repitió, le parecieron tan convincentes, tan conmovedoras, que poco faltó para que le asomaran las lágrimas a los ojos.

Pegó la oreja a la puerta del apartamento de Livia mientras el corazón le latía tan ruidosamente como para despertar a toda la casa. Pom-pom, pom-pom, pom-pom. Se notaba la boca seca; tal vez como consecuencia de la emoción, tal vez como consecuencia de las galletas. No se oía nada al otro lado de la puerta. La televisión no estaba encendida, silencio absoluto. A lo mejor Livia ya se había ido a dormir, cansada y enfurecida por el viaje en vano. Entonces pulsó el timbre con un dedo que le temblaba levemente. Nada. Volvió a pulsar. Nada.

Desde el primer año juntos, ambos se habían intercambiado las llaves de sus domicilios respectivos y las llevaban siempre consigo.

La sacó, abrió y entró.

Y enseguida comprendió que Livia no estaba, que después de la salida matutina ya no había regresado a su apartamento. Lo primero que vio fue el móvil encima de la mesita del recibidor. Lo había olvidado, por eso no contestaba a sus llamadas.

¿Y ahora? ¿Adónde se había ido? ¿Cómo hacía para encontrarla? ¿Por dónde empezaba la búsqueda? Se entristeció; el cansancio lo asaltó de golpe e hizo que las piernas se le ablandaran tanto como si fueran de requesón. Se dirigió al dormitorio y se tumbó. Cerró los ojos. E inmediatamente volvió a abrirlos porque el teléfono de la mesilla empezó a sonar.

—¿Diga?

—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Había adivinado que eras tan estúpido y tan imbécil que te irías a Boccadasse!

Era Livia, furiosísima.

—¡Livia! ¡No sabes lo que te he buscado! ¡Casi me he vuelto loco! ¿Desde dónde llamas? ¿Dónde estás?

—Al ver que no llegabas, cogí el autocar. ¿Dónde quieres que esté? ¡En Marinella! ¿Ves cómo por empeñarte en hacerlo todo a tu manera acabas armando un follón que…?

—Oye, Livia, si tú no te hubieras olvidado el móvil aquí, yo…

Y volvieron a enzarzarse en una de aquellas preciosas peleas de antaño.

Nota

Ésta es una novela imaginaria. Quiero decir que los personajes, sus nombres y las situaciones en que se encuentran no guardan la menor relación con personas reales. Sin embargo, no cabe duda de que la novela nace de una realidad muy concreta. Por consiguiente, puede ocurrir que alguien crea reconocerse en un personaje o una situación, pero puedo asegurar que se trata de una desgraciada y absolutamente involuntaria coincidencia.

Deseo dar las gracias a Maurizio Assalto por haberme enviado un artículo periodístico y a la amiga Larissa por algunos de sus relatos.

A. C.

Andrea Camilleri
(Porto Empedocle, Sicilia, 6 de septiembre de 1925): guionista, director teatral y televisivo y novelista.

Entre 1939 y 1943 estudió en el bachiller clásico Empedocle di Agrigento donde obtuvo, en la segunda mitad de 1943, el diploma. En 1944 se inscribió en la Facultad de Letras, pero no continuó los estudios, y comenzó a publicar cuentos y poemas. Se inscribió también en el Partido Comunista Italiano.

Entre 1948 y 1950 estudió Dirección en la Academia de Arte Dramático Silvio d

Amico y comenzó a trabajar como director y libretista. En estos años, y hasta 1945, publicó cuentos y poemas, ganando el «Premio St. Vincent». En 1954 participó con éxito en un concurso para ser funcionario en la RAI, pero no fue empleado por su condición de comunista. Entró a la RAI algunos años más tarde.

En 1957 se casó con Rosetta Dello Siesto, con quien tuvo 3 hijas. En 1958 empiezó a enseñar en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma. Durante cuarenta años fue guionista y director de teatro y televisión. Camilleri se inició con una serie de montajes de obras de Luigi Pirandello, Eugène Ionesco, T. S. Eliot y Samuel Beckett para el teatro, y como productor y coguionista de la serie del inspector Maigret de Simenon para la televisión italiana y las aventuras del teniente Sheridan, que se hicieron muy populares en Italia.

En 1978, debutó en la narrativa con
El curso de las cosas
(
Il corso delle cose
), escrito 10 años antes y publicado por un editor pagado: el libro fue un fracaso. En 1980 publicó en Garzanti
Un hilo de humo
(
Un filo di fumo
), primer libro de una serie de novelas ambientadas en la ciudad imaginaria siciliana de Vigàta, entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX.

En 1992 retomó la escritura luego de doce años de pausa publicando
La temporada de caza
(
La stagione della caccia
) en Sellerio Editore: Camilleri se transformó en un autor de gran éxito y sus libros, con sucesivas reediciones, han vendido un promedio de 60.000 mil copias cada uno.

En 1994 se publicó
La forma del agua
(
La forma dell’acqua
), primera novela de la serie protagonizada por el Comisario Montalbano (nombre elegido como homenaje al escritor español Manuel Vázquez Montalbán). Gracias a esta serie de novelas policiacas, el autor se convierte en uno de los escritores de más éxito de su país. El personaje pasa a ser un héroe nacional en Italia y ha protagonizado una serie de televisión supervisada por su creador.

Bibliografía:

  • 1959,
    I teatri stabili in Italia (1898-1918)
  • 1978,
    Il corso delle cose
    (
    El curso de las cosas
    )
  • 1980,
    Un filo di fumo
    (
    Un hilo de humo
    )
  • 1984,
    La strage dimenticata
  • 1992,
    La stagione della caccia
    (
    La Temporada de caza
    )
  • 1993,
    La bolla di componenda
  • 1995
    • Il gioco della mosca
    • Il birraio di Preston
      (
      La ópera de Vigàta
      )
  • 1998,
    La concessione del telefono
    (
    La concesión del teléfono
    ), Premio Società dei Lettori, Lucca-Roma
  • 1999,
    La mossa del cavallo
    (
    El movimiento del caballo
    )
  • 2000
    • La scomparsa di Patò
      (
      La desaparición de Patò
      )
    • Biografia del figlio cambiato
      (
      Biografía del hijo cambiado
      )
    • Favole del tramonto
  • 2001
    • Racconti quotidiani
    • Gocce di Sicilia
      (relatos)
    • Il re di Girgenti
    • Le parole raccontate. Piccolo dizionario dei termini teatrali
  • 2002
    • L’ombrello di Noè. Memorie e conversazioni sul teatro
    • La linea della palma. Saverio Lodato fa raccontare Andrea Camilleri
    • Le inchieste del Commissario Collura
  • 2003
    • La presa di Macallè
      (
      La captura de Macallè
      )
    • Teatro
    • Un inverno italiano
      (con Saverio Lodato - BUR)
  • 2004,
    Romanzi storici e civili
  • 2005
    • Privo di titolo
      (
      Privado de título
      )
    • Il medaglione
    • Il diavolo - Tentatore/Innamorato
  • 2006
    • La pensione Eva
      (
      La pensión Eva
      )
    • Vi racconto Montalbano, Interviste
  • 2007
    • Pagine scelte di Luigi Pirandello
    • Il colore del sole
      (
      El color del sol
      )
    • Le pecore e il pastore
      (
      Las ovejas y el pastor
      )
    • Boccaccio-La novella di Antonello da Palermo
    • Voi non sapete. Gli amici, i nemici, la mafia, il mondo nei pizzini di Bernardo Provenzano
      (
      Vosotros no sabéis
      , sobre la mafia siciliana)
    • Maruzza Musumeci
  • 2008
    • Il tailleur grigio
    • Il casellante
    • La Vucciria
    • La muerte de Amalia Sacerdote
      , II Premio Internacional de Novela Negra RBA 2008
  • 2009
    • Un sabato, con gli amici
    • Il sonaglio
    • Il cielo rubato-Dossier Renoir
    • La tripla vita di Michele Sparacino
    • La rizzagliata
      (original en lengua italiana de
      La muerte de Amalia Sacerdote
      )
    • Un inverno italiano
      (con Saverio Lodato - Chiarelettere)
    • Un onorevole siciliano, le interpellanze parlamentari di Leonardo Sciascia
  • 2010
    • Il nipote del Negus

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