La puta de Babilonia (23 page)

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Authors: Fernando Vallejo

BOOK: La puta de Babilonia
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El segundo gran nombre en la búsqueda del Jesús histórico es David Friedrich Strauss, autor de la farragosa obra Das LebenJesu kritisch bearbeitet (La vida de Jesús críticamente examinada) escrita a los 28 años y publicada en 1835 en dos volúmenes y mil cuatrocientas páginas que se dicen rápido pero que pesan como diez ladrillos. ¿Y total para qué? Para sostener la simple tesis de que los milagros de Jesús son meros inventos de los escritores cristianos del siglo I que buscaban expresar con ellos las esperanzas populares de sus correligionarios. Parte Strauss de una distinción pantanosa entre mitos evangélicos, mitos históricos y leyendas, que propone en el prólogo de su mamotreto. Aunque "mito histórico" es una paradoja, pues si algo es mito no puede ser Historia, a mí me gusta sin embargo la expresión tratándose de Cristo. Y es que al situar a este incierto y contradictorio personaje en tiempos de Herodes el Grande, Herodes Antipas, el Sumo Sacerdote Caifás y el procurador romano Poncio Pilatos, los evangelistas estaban inventando un mito único, uno situado en el tiempo por contraposición a los otros mitos del Oriente, que eran intemporales. De Osiris, Mitra o Dioniso, por ejemplo, nadie sabía cuándo existieron. La primera gran mentira de la Puta es afirmar que Cristo nació en Belén bajo Herodes el Grande y murió en Jerusalén cuando Poncio Pilatos era el procurador romano de Judea. Que me muestre entonces su partida de bautismo en Belén y su certificado de defunción en Jerusalén a ver si le creo. Y firmados por el Padre y el Espíritu Santo. Si no, ¡a otro perro con ese hueso! En fin, mil cuatrocientas páginas para no decir que Jesús alias Cristo no existió, que es lo que importa, a mí se me hacen demasiadas.

En 1838 Christian Hermann Weisse y Christian Gottlob Wilke, el primero en su Die evangelische Geschichte, kritisch und philosophisch bearbeitet y el segundo en su Der Evangelist, oder exegetischekritische Untersuchung über das Verwandtsverhiiltnis der drei ersten Evangelien, propusieron, cada quien por su lado, la hipótesis de que el Evangelio de Marcos no era un resumen de los de Mateo y Lucas como se decía, sino por el contrario la base de ambos. Weisse postuló además la existencia hipotética de una fuente de dichos de Jesús (hoy designada como Quelle) que Mateo y Lucas le sumaron al Evangelio de Marcos. De ambas conjeturas, muy probables, ya hemos tratado aquí. En todo caso poco más importa de dónde viene un engaño. Que el Evangelio de Marcos sea anterior o no a los de Mateo y Lucas no hace a ninguno de los tres verídicos. En cuanto a los dichos de Jesús, ¿dónde están? ¿Quién los grabó? ¿Con qué grabadora? De los dos primeros siglos de nuestra era no quedó nada de lo que se escribió en papiro o en pergamino, ¡iba a quedar algo de lo que se dijo! Si Jesús existió y algo dijo, tomado de la sabiduría popular, de la Biblia hebrea o de quien fuera, como en la película de Vivien Leigh, el viento se lo llevó.

Después de Weisse y de Wilke otro Christian, Ferdinand Christian Baur, publicó en 1845 Paulus, der Apostel Jesu Christi (Pablo, apóstol de Jesucristo) en que sostiene que de las catorce epístolas atribuidas a Pablo sólo son suyas Gálatas, Romanos y Corintios 1 y 2, y que los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles no fueron escritos en el siglo I sino algo después, tesis con las que coincido, si bien Baur se queda corto. De las catorce epístolas atribuidas al llamado Pablo yo sólo le reconozco una como genuina: la que ustedes gusten y escojan. Las demás son espurias, obra de autores anónimos que para difundirlas utilizaron el prestigioso nombre del de nariz ganchuda, que a lo mejor ni existió, en cuyo caso quien le escribió su única epístola fue el Espíritu Santo. En cuanto a los Hechos de los Apóstoles, son más recientes todavía de lo que pensaba Baur: son de finales del siglo segundo, si no es que de principios del tercero.

Ya me referí a la Vida de Jesús del prófugo del seminario Emest Renan, publicada en 1863 y que tanto escándalo causó. A partir de este libro estúpido los católicos franceses empezaron a competir con los protestantes alemanes en la pseudociencia de la investigación sobre la historicidad de Jesús, cuyo monopolio habían tenido éstos hasta entonces. Gran escándalo habría de causar también en 1902 L'Évangile et l'Église (El evangelio y la Iglesia), que motivó tres encíclicas y le valió a su autor, el cura católico francés Alfred Loisy, la excomunión en su categoría de vitandus, la más severa, que les prohíbe a los católicos todo trato con el excomulgado, desde compartir con él el lecho hasta dirigirle la palabra. Argüía Loisy que puesto que la crítica científica demostraba que Jesús no pensó nunca en establecer ningún sacramento ni en fundar una Iglesia, a ésta le correspondía tan sólo predicar un mensaje de esperanza y nada más, sin que le asistiera ningún derecho a sentirse dueña del dogma y la verdad. ¡Y a quién se lo venía a decir! A Pío X, sucesor de León XIII, sucesor de Pío Nono que había convocado todo un concilio para que lo declarara infalible. El libro de Loisy fue puesto en el Índice y toda exégesis bíblica libre y no dirigida por el Santo Oficio condenada como "modernismo" en las tres encíclicas que le dedicó Pío X a ese vago enemigo suyo que consideraba "la síntesis de todas las herejías": Pascendi Dominici gregis y Lamentabili sane exitu, de 1907, y Sacrarum antistitum, de 1910.

Eso de "apacentar el rebaño", que le da título a la encíclica Pascendi Dominici gregis porque así empieza, es puro cinismo de la Puta pues apacentar significa alimentar y lo único que ha hecho esta solemne ramera durante mil ochocientos años es ordeñado. La encíclica Lamentabili sane por su parte era la condena de sesenta y cinco "graves errores" o "novedades" en la interpretación de las Sagradas Escrituras y los principales misterios de la fe por parte de los "modernistas", que debían ser "denunciados, condenados y proscritos por el Oficio de esta Santa, Romana y Universal Inquisición". De aquí el famoso juramento anti modernista que traía anexo la encíclica Sacrorum antistitum y que debían prestar en adelante, motu proprio, "todos los clérigos, pastores, confesores, predicadores, superiores religiosos y profesores de los seminarios filosóficos y teológicos". Eso de motu proprio, que significa "voluntariamente", era pura zalamería de la Puta pues en realidad se tenía que entender como velis nolis: "por las buenas o por las malas". La Puta es, ha sido y será siempre autocrática, no admite discusión. Lo que diga el Petrus de turno eso es, iY a callar rebaño! Entre lo que tenían que jurar los lacayos tonsurados de la Puta estaba la siguiente declaración de fe: "Creo firmemente que la Iglesia, maestra y depositaria de la palabra revelada, fue instituida directamente por Cristo mismo, real e histórico, cuando vivió entre nosotros, y que la construyó sobre Pedro y sus sucesores hasta el fin de los tiempos". Por instigación de Pío X fueron suprimidas todas las publicaciones católicas libres, se despidió a los académicos y maestros de seminario que simpatizaban con el modernismo y se estableció una sociedad secreta, el Sodalitium Pianum, encargada de espiar y hostigar a los teólogos sospechosos y de estimular la delación en el mejor estilo del Santo Oficio. A Angelo Roncalli, el futuro Juan XXIII, lo denunciaron por recomendarles a sus estudiantes la Historia de los comienzos de la Iglesia cristiana de Luis Duchesne. Y lo primero que se encontró Giacomo della Chiesa, alias Benedicto XV, en su escritorio, estrenando pontificado, fue una denuncia secreta contra él, dirigida a su antecesor Pío X y en la que lo acusaban de modernismo.

En 1967, bajo Pablo VI, la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio, antigua Inquisición) con la mayor frescura suprimió el juramento anti modernista, así como el año anterior la Puta había anunciado que no publicaría nuevas ediciones del Índice de libros prohibidos, que el catálogo existente dejaba de ser vinculante y se retiraba en consecuencia la pena de excomunión para quien leyera los libros en él incluidos. El engendro del Índice se lo debemos a otro Pablo, el papa Carafa alias Pablo IV, gran perseguidor de los judíos y uno de los papas más sanguinarios, que fue el que lo estableció en 1557 para los peligros de la imprenta, el modernismo de su tiempo. >Con él la Puta atropelló durante cuatro siglos la libertad de expresión en Occidente, hasta que un día, como si nada, borrón y cuenta nueva. ¿Pero no retiró pues también no hace mucho la Puta, por boca del infame Wojtyla, su condena contra Galileo, a quien estuvo a punto de quemar? En cuanto a los crímenes de la Inquisición, hoy la Puta dice que no fueron tantos, y que si alguno se cometió, hay que entenderlo en su contexto histórico y como obra de la mentalidad de otros tiempos.

El error número 16 de la encíclica Lamentabili sane parece que era el de Loisy: "Lo relatado por Juan no es propiamente historia sino una contemplación mística del evangelio; sus discursos son meditaciones teológicas sin verdad histórica respecto al misterio de la salvación". Es que Loisy (y antes de él Strauss y Baur) le negaba todo valor histórico al Evangelio de Juan. ¡Como si los sinópticos lo tuvieran! Los cuatro son igualmente mentirosos. Y cuando el Evangelio de Juan tiene algo en común con los sinópticos los contradice. Por ejemplo, en los sinópticos la expulsión de los mercaderes del templo ocurre al final de la vida pública de Jesús; en cambio en el Evangelio de Juan ocurre al comienzo. La Puta resuelve la contradicción diciendo que hubo dos expulsiones de los mercaderes del templo: una al comienzo del ministerio de Jesús y otra al final. No sé qué diga del hecho de que el Sermón de la Montaña de Mateo, el de las bienaventuranzas, en Lucas ocurre en un llano. Pretenderá que se trata de dos sermones distintos, uno en una montaña y el otro en un llano. Las bienaventuranzas además no sólo difieren en ambos evangelios sino que en Lucas vienen seguidas de unas maldiciones que faltan en Mateo: "Pero ¡ay de vosotros los ricos porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de los saciados porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís porque gemiréis y lloraréis!" (Lucas 6:24-25). La Puta dirá que por la gran altura de la montaña se le borró a Mateo un tramo del caset.

¿Y qué dice la Puta del milagro de la multiplicación de los panes y los peces que en Mateo está contado dos veces? En la primera (14:14-21) Jesús multiplica cinco panes y dos peces y comen "como unos cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños"; y en la segunda (15:29-38) son siete panes y "unos pocos pececillos" con los que comen "unos cuatro mil hombres sin contar las mujeres y los niños". Entonces en qué quedamos: ¿fueron cinco panes, o siete? ¿Y comieron como cinco mil, o como cuatro mil? La Puta entonces, sin inmutarse, dice que fueron dos las multiplicaciones milagrosas. ¿Y por qué agrega Mateo que "sin contar las mujeres y los niños"? ¿Es que acaso las mujeres y los niños valen menos que los hombres? Este mismo milagro también lo narran los otros tres evangelios, pero no dos veces sino una sola, y sin hablar de mujeres ni de niños (Marcos 6:38-44, Lucas 9:13-17 y Juan 6:9-11). ¡Entonces qué! ¿Fueron dos las multiplicaciones de los panes y los peces, o una sola? ¿Y había mujeres y niños, o no los había? La Puta, que es misógina y puerofóbica, a las mujeres las desprecia y a los niños se los come en caldo tierno a las finas hierbas después de haberlos utilizado para apaciguar sus insaciables ansias sexuales. El padre Marcial Maciel y el cardenal Alfonso López Trujillo no me dejarán mentir. El uno es el jardinero de los Legionarios de Cristo, un jardín perennemente florecido de los niños más hermosos de México. El otro es mi paisano colombiano y presidente del Consejo Pontificio para la Familia en Roma a cuyas alturas no llega cualquier cura patirrajado. Desde aquí les hago un comedido llamado a ambos clérigos para que compartan su tesoro con el prójimo pues el pan tiene que ser partido.

Paso por alto las discrepancias (cuando no manifiestas contradicciones) de los evangelios canónicos respecto a la genealogía de Jesús, su nacimiento, su familia, sus apóstoles, sus milagros, su bautismo, su predicación, su pasión, su crucifixión y su ascensión, que cualquiera que lea sin prejuicios esos prestigiosos relatos puede descubrir, para referirme tan sólo a la incompatibilidad general observada por Strauss, Baury Loisy entre el Evangelio de Juan y los sinópticos. En éstos Jesús se limita a anunciar el Reino de Dios, mientras que en aquél no hace otra cosa sino hablar de sí mismo como cualquier Fidel Castro megalómano: ''Yo soy el pan de la vida" (6:35), ''Yo soy la luz de este mundo" (8:12), ''Yo existía antes de que naciera Abraham" (8:58), "Yo soy el buen pastor" (10:11), ''Yo soy la resurrección y la vida" (11 :25), ''Yo soy el auténtico vino" (15:1). Yo, yo, yo, yo, yo... Con razón es el Hijo de Yavé, que en el Éxodo (3:14) dice ''Yo soy el que soy". ¡Cuánta afirmación jactanciosa! En el Evangelio de Juan, Cristoloco está más loco que nunca. "Si le creyeseis a Moisés, tal vez me creeríais a mí, pues él escribió de mí" (Juan 5:46). ¿Dónde, si Moisés no existió y su autoría del Pentateuco es otra leyenda judía? "Yo y el Padre somos uno" (10:30). ¿Y el Espíritu Santo qué, dónde me lo deja? "Pues nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre" (3:13). ¿Y Elías? ¿No subió pues Elías al cielo en un torbellino? (2 Reyes 2:11). "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que se levante el Hijo del Hombre para que todo el que crea en él no perezca y tenga vida eterna" (Juan 3:14). ¡Qué comparación más pornográfica! Con razón decían que estaba endemoniado y loco: "Se produjo de nuevo una discusión entre los judíos a causa de sus palabras. Muchos de ellos decían: 'Tiene al demonio adentro y no está en sus cabales, ¿para qué lo escucháis?'" (Juan 10:19,20). Lo cierto es que el Cristo de Juan no es el mismo de los sinópticos: o uno u otro. Salvo que hubiera habido dos Cristos... ¿Y por qué no? Así como hubo dos expulsiones de los mercaderes del templo, dos creaciones del mundo, dos diluvios universales y dos multiplicaciones de los panes y los peces, así también pudo haber dos Cristos: uno loco y otro menos.

El cristianismo no lo fundó nadie en particular, lo fundaron muchos y en muchos lados: en Antioquía, en Alejandría, en Jerusalén, en Constantinopla, en Éfeso. Hablando con propiedad no hay cristianismo primitivo. En un principio hubo varios cristianismos, distintos y hasta contradictorios, obra de varias sectas y cada una con su Cristo. Sin ir más lejos del Nuevo Testamento, el Cristo de Pablo es una entidad teosófica casi sin carne y hueso con todo y que muere y resucita; en tanto el de los sinópticos come y bebe, incluso hasta después de resucitar, pues como hemos visto tan pronto como se les aparece resucitado a los apóstoles les pide de comer y le dan pez asado. Y el Cristo del Evangelio de Juan no es el mismo de los sinópticos. La Puta habla de un solo Cristo pero ella sola tiene varios. Y ninguno de los suyos es igual al de los gnósticos. Andando el tiempo una de esas primeras sectas cristianas, la Gran Puta, se acostó con Constantino el sanguinario y se alzó con todo y borró a las otras. Este facineroso al que la Gran Puta le debe lo que ha sido y lo que es hoy era hijo de una tabernera (stabularia) y puta ella misma, Santa Elena. Ahorcó a su suegro; mandó envenenar a su hijo Crispo, estrangular a sus dos cuñados y ahogar en la pila de baño a su esposa Fausta. Antes de la batalla del puente Milvio contra Majencio vio un signo antepuesto al sol y la frase In hoc signo vinces: con este signo vencerás. El signo eran dos palos cruzados, una cruz. Y de esa cruz la leyenda colgó a un loco.

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