La clave de Einstein (41 page)

Read La clave de Einstein Online

Authors: Mark Alpert

Tags: #Ciencia, Intriga, Policíaco

BOOK: La clave de Einstein
13.85Mb size Format: txt, pdf, ePub

Alzó la voz y se agarró a la manga de David. Lo acercó para que pudiera inspeccionar las ecuaciones, pero todavía no lo veía nada claro.

—Un momento, un momento. ¿Estás segura de que es auténtico?

—¡Mira, mira aquí! —Ella señaló con el dedo el final de la página—. Ésta es una de las soluciones de la teoría de campo, la descripción de una partícula fundamental con carga negativa. Es un geón, un agujero de gusano minúsculo con curvas cerradas de tipo tiempo. La solución incluso especifica la masa de cada partícula. ¿Reconoces este número?

Justo debajo de la uña de Monique ponía esto:

M = 0,51100 Me V/c2

—¡Dios mío! —susurró David—. La masa del electrón.

Aunque esas matemáticas lo superaban, sabía que uno de los sellos distintivos de la Teoría del Todo era que podía predecir las masas de todas las partículas fundamentales.

—Y esto no es más que el principio. Hay al menos veinte soluciones más para partículas de diferente carga y espín. La mayoría de estas partículas no fueron descubiertas hasta mucho después de que Einstein muriera. Predijo la existencia de los quarks y del leptón tau. Tiene incluso soluciones para partículas que todavía no han sido descubiertas. Pero me apuesto lo que quieras a que existen.

Monique fue bajando el archivo, mostrando páginas y más páginas de ecuaciones topológicas. Mientras David observaba la pantalla del portátil, una creciente alegría le llenó el pecho y empezó a propagarse por todo su cuerpo. Lo único que se le podía comparar era la euforia que había sentido cuando nació Jonah. Se trataba del triunfo definitivo de la física, una teoría clásica que incorporaba mecánica cuántica, una serie única de ecuaciones que podía describir cualquier cosa, del funcionamiento interno del protón a la estructura de la galaxia. Apartó los ojos de la pantalla y sonrió a Monique.

—¿Sabes qué? En realidad esto no es tan diferente de lo que intentáis hacer los teóricos de cuerdas. Con la diferencia de que las partículas son bucles espacio-temporales en vez de cuerdas de energía.

—Hay otra similitud. Échale un vistazo a esto. —Monique avanzó unas cuantas páginas más y señaló con el dedo una ecuación que destacaba entre las demás:

S ≤ A/4

—¡Es la ecuación que vi en el
Warfighter
!

Monique asintió.

—Se llama principio holográfico. La «S» es la cantidad máxima de información que puede abarcar una región espacial, y la «A» la superficie de esa región. Básicamente, el principio dice que toda la información en cualquier espacio tridimensional —la posición de cada partícula, la intensidad de cada fuerza— puede estar contenida en una superficie espacial bidimensional. De modo que puedes imaginar el universo como un holograma, como los que se ven en las tarjetas de crédito.

—Espera un momento. Yo ya conozco esto.

—Los teóricos de cuerdas llevan años hablando de este principio, porque de este modo simplifican la física. Pero resulta que a Einstein se le ocurrió medio siglo antes. Su teoría unificada está construida en base a ello. Utilizó el principio holográfico para trazar toda la maldita historia del universo. Está en la segunda sección del artículo, aquí.

Señaló otra ecuación extraña. Al lado había una secuencia de gráficos informáticos; al parecer, el doctor Kleinman había reproducido tres croquis que Einstein había dibujado a mano tiempo atrás. La primera imagen mostraba un par de láminas planas que se atraían mutuamente. En la segunda imagen, las láminas se combaban y ondulaban al colisionar, y en la tercera se alejaban, ahora salpicadas de galaxias recién nacidas.

—¿Qué son estas cosas? —preguntó David—. Parecen láminas de papel de aluminio.

—En la teoría de cuerdas se les llama branas. En los diagramas parecen bidimensionales, pero en realidad cada una representa un universo tridimensional. Todas las galaxias, estrellas y planetas de nuestro universo están incluidos dentro de una de esas branas. Sería más un papel matamoscas que de aluminio, porque casi todas las partículas subatómicas se quedan pegadas a él. La otra brana es un universo completamente distinto, y ambos se mueven en un espacio mayor llamado bulk, que tiene diez dimensiones en total.

—¿Y por qué chocan?

—Una de las pocas cosas que puede viajar entre las branas es la gravedad. Una brana puede atraer a otra gravitatoriamente, y cuando chocan se comban y generan un montón de energía. Yo misma he trabajado en esta idea, por eso reconocí inmediatamente algunos de los diagramas, pero nada de lo que he hecho se acerca a esto. Einstein calculó las ecuaciones exactas de nuestra brana, así como su evolución. La teoría unificada que desarrolló explica cómo empezó todo.

—¿Quieres decir el Big Bang?

—Eso es lo que muestran estos diagramas. Dos branas vacías colisionan y la energía del choque da lugar a nuestro universo, convirtiéndose en átomos y estrellas y galaxias, todo ello precipitándose hacia el exterior en una onda gigantesca —Monique volvió a cogerlo de la manga y lo miró a los ojos—. Es esto, David. La respuesta al misterio de la Creación.

David estudió los dibujos, apabullado.

—¿Pero dónde está la prueba? Quiero decir, es una idea interesante, pero…

—¡La prueba está aquí! —Monique señaló las fórmulas que había debajo de los diagramas—. Einstein predijo todas las observaciones que los astrónomos han realizado en los últimos cincuenta años. La velocidad de la expansión del universo, el colapso de la materia y la energía, ¡está todo aquí!

Abrumado, David se quedó mirando las ecuaciones topológicas. Deseó poder leerlas con la misma facilidad que Monique.

—Entonces ¿cuál es el problema? —preguntó—. ¿Por qué has dicho que no me iba a gustar?

Ella respiró hondo y pasó varias páginas del documento hasta llegar a otra página repleta de símbolos esotéricos.

—Hay otra cosa que puede viajar fuera de la brana hacia otras dimensiones del bulk. Recuerdas lo que es un neutrino, ¿no?

—Claro. Es como el hermano pequeño del electrón. Una partícula que no tiene carga y muy poca masa.

—Bueno, pues algunos físicos han especulado que puede existir una partícula llamada neutrino estéril. La llaman estéril porque normalmente no interactúa con ninguna otra partícula del universo. Los neutrinos estériles podrían ir a través de las dimensiones y atravesar nuestra brana como las moléculas de agua un colador.

—Deja que lo adivine. La teoría unificada también contiene la ecuación para esta partícula.

Ella asintió.

—Sí, está en el artículo. Y la ecuación predice que al combar el espacio-tiempo de nuestra brana puede provocar que las partículas revienten. Si la brana se comba demasiado, los neutrinos estériles pueden salir disparados de un punto determinado de nuestro universo y viajar a otro lado tomando un atajo a través del bulk. Mira esto.

Señaló una reproducción de otro diagrama dibujado por Einstein:

David reconoció el dibujo.

—Es un agujero de gusano, ¿no? Un puente que conecta regiones distantes del espacio-tiempo.

—Sí, pero sólo los neutrinos estériles podrían tomar este tipo de atajo. Y según la teoría unificada, mientras se desplazan a través de las dimensiones adicionales, las partículas podrían aumentar su energía. Una grandísima cantidad de energía si el rayo de neutrinos se orienta en la dirección adecuada.

David negó con la cabeza. Esto empezaba a tener mala pinta.

—¿Y qué ocurre cuando estas partículas fortalecidas regresan a nuestro universo? ¿Dice la teoría algo al respecto?

Monique cerró el portátil y lo apagó. No iba a permitir que David viera las ecuaciones finales del artículo.

—Al volver a entrar, esas partículas podrían desencadenar una violenta deformación del espacio-tiempo local. La cantidad de energía liberada depende de cómo se lleve a cabo el experimento. Bajo las condiciones adecuadas, se podría utilizar este proceso para generar calor o electricidad. Pero también se podría utilizar como arma.

La brisa hizo susurrar las hojas del pino que tenían al lado. Aunque el aire todavía era cálido, David sintió un escalofrío.

—¿O sea que se puede escoger el punto en el cual las partículas vuelven a entrar en nuestro universo? Es decir, disparar el rayo de neutrinos estériles desde Washington y hacer que rebote a través de las dimensiones extra para que impacte en un búnker de Teherán.

Ella volvió a asentir.

—Ésa es la idea básica. Se tendría un control extremadamente preciso sobre las coordenadas del objetivo y el tamaño de la explosión. Se podría destruir algo tan pequeño como un coche o tan grande como un continente.

David se volvió y se quedó mirando la hoguera. Ahora sabía por qué el FBI los había perseguido por medio país. Si el Pentágono tuviera en su poder una arma como ésta, podría deshacerse de todos los portaaviones y de los misiles balísticos. Un único disparo de neutrinos estériles podría eliminar un laboratorio nuclear en Irán o en Corea del Norte, aunque las instalaciones estuvieran escondidas medio kilómetro bajo tierra. También sería una herramienta extraordinariamente útil en la guerra de guerrillas de Iraq. Pero ¿qué ocurriría cuando los chinos, los rusos o los norcoreanos se hicieran con la tecnología (cosa que finalmente sucedería)?

—Mierda —murmuró—. No me extraña que Einstein no quisiera publicarla.

—Sí, está claro que previó las implicaciones. En la última parte del artículo incluyó las fórmulas para generar los rayos extra-dimensionales. Para ello habría que deformar un diminuto pedazo del espacio-tiempo siguiendo un patrón completamente esférico. No es algo fácil, pero podría conseguirse haciendo chocar protones en un colisionador.

El corazón de David comenzó a latir con fuerza.

—¿Quieres decir que hoy día ya se podría construir esa arma?

La brisa desplazó la llama de la hoguera y durante un segundo el rostro de Monique pareció desaparecer.

—Los aceleradores de los laboratorios nacionales ya están diseñados para maximizar el número de colisiones de partículas. ¿Conoces el
Tevatron
, el colisionador de
Fermilab
? Los físicos que trabajan ahí son capaces de comprimir tanto los rayos de partículas que pueden disparar miles de millones de protones a un punto del tamaño del núcleo del uranio. Por supuesto, se tendría que ajustar el colisionador de forma adecuada para poder deformar el espacio-tiempo y generar los neutrinos estériles. Pero las ecuaciones de Einstein permiten calcular los ajustes necesarios.

Sus últimas palabras resonaron a través de la oscuridad del claro. David miró con inquietud por encima del hombro y vio a Graddick tirar una lata vacía de Dinty Moore al fuego. Luego el montañero cogió otra lata, ésta llena, y se dirigió al matorral donde había aparcado su ranchera. Iba a despertar a Elizabeth para ver si quería cenar.

David se volvió hacia Monique.

—Muy bien, tenemos dos opciones. Podemos pasar a escondidas la memoria USB a través de la frontera y ponernos en contacto con Naciones Unidas, el Tribunal Internacional, alguna organización en la que confiemos para salvaguardar la teoría. O bien podemos esconderla nosotros. Quizá encontremos un lugar mejor…

—No, no podemos esconderla. —Monique retiró el dispositivo USB del puerto del portátil. El pequeño cilindro relució en la palma de su mano—. Tenemos que destruirla.

Los músculos de David se tensaron. Sintió el impulso de quitarle a Monique la memoria USB.

—¿Estás loca? ¡Es la Teoría del Todo!

Ella frunció el ceño.

—Sé muy bien lo que es. Me he pasado los últimos veinte años trabajando en ello.

—¡Entonces deberías ser consciente de que no podemos tirarla! ¡Tenemos que protegerla, no destruirla!

Monique cerró los dedos alrededor del cilindro.

—Es demasiado arriesgado, David. Einstein no pudo mantener escondida la teoría, ¿qué te hace pensar que tú podrás?

Él negó con la cabeza, rebosando frustración.

—¡El doctor Kleinman me pidió que la mantuviera a salvo! Ésas fueron sus últimas palabras: «Mantenía a salvo».

—Créeme, yo no quiero hacerlo. Pero tenemos que pensar en la seguridad de todo el mundo. Los terroristas quieren esta teoría tanto como el gobierno, y de hecho han estado a punto de conseguirla. ¿No te acuerdas el soldado del
Warfighter
, el del número 3 en el casco?

Ella cerró con fuerza el puño en torno a la memoria USB y se quedó mirando la hoguera. Mientras David la miraba a ella, visualizó mentalmente las ecuaciones de Einstein. Todavía seguían siendo un galimatías, pero recordaba varias fórmulas.

Other books

Game On by Michelle Smith
Forget Me Not by Crystal B. Bright
A Measured Risk by Blackthorne, Natasha
Silent Witness by Diane Burke
Mr. Adam by Pat Frank
High Energy by Dara Joy
Passionate History by Libby Waterford
Poor Little Rich Girl by Katie Flynn