La Casa Corrino (59 page)

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Authors: Kevin J. Anderson Brian Herbert

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: La Casa Corrino
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Gurney estaba preocupado.

—Una mala noticia. Es la cuarta vez que están a punto de descubrirnos en solo tres días. Los tleilaxu son muy suspicaces.

—Por eso no podemos retrasarnos —dijo Rhombur—. Todo el mundo ha de ceñirse al horario establecido, y estar preparado. Yo les guiaré. Soy su príncipe.

La cicatriz de tintaparra de Gurney se enrojeció cuando frunció el ceño.

—Esto no me gusta.

C’tair empezó a lavarse las manos y a restregarse bajo las uñas. Parecía resignado al peligro.

—Los ixianos ya hemos sido masacrados en anteriores ocasiones, pero nuestra determinación prevalecerá. Nuestras oraciones prevalecerán.

93

La búsqueda de una explicación definitiva y unificadora de todas las cosas es una empresa infructuosa, un paso en la dirección equivocada. Este es el motivo de que, en un universo caótico, debamos adaptarnos constantemente.

Libro Azhar
de la Bene Gesserit

El Palacio Ishaq de Documentos Magníficos estaba perdido entre los extravagantes monumentos de Kaitain. Durante su juventud, Shaddam había pasado mucho tiempo en los centros de diversión de la ciudad, pero había demostrado poco interés por documentos antiguos. De todos modos, una visita oficial del emperador al antiguo museo parecía una diversión apropiada en estos momentos.

¿Por qué está la Cofradía tan disgustada?

Antes de la llegada de Shaddam, el Palacio Ishaq había sido despojado de todos los artilugios de vigilancia. Aquel día, todos los profesores, historiadores y estudiantes tenían prohibida la entrada en el edificio, para que el emperador gozara de pleno acceso. Aun así, iba acompañado de su séquito de guardias y multitud de funcionarios, de manera que los pasillos parecían atestados.

Aunque la Cofradía había solicitado aquella reunión secreta, Shaddam había elegido el momento y el lugar más convenientes.

Mucho tiempo antes, cuando el emperador Ishaq XV diseñó y construyó el edificio, era una de las construcciones más espectaculares de ciudad imperial. Pero en los milenios intermedios, el palacio de Documentos Magníficos había sido engullido por una arquitectura todavía más impresionante. Ahora, era difícil encontrarlo entre la congestión de edificios gubernamentales.

El Conservador recibió al emperador y su escolta con excesivo entusiasmo y extrema formalidad. Shaddam murmuró las respuestas adecuadas, mientras el obsequioso hombre exhibía diversos diarios escritos a mano, los diarios personales de antiguos emperadores Corrino.

Teniendo en cuenta todas las responsabilidades agobiantes que exigían su atención, Shaddam no podía imaginar a un gobernante experimentado que tuviera tiempo para escribir tales reflexiones para la posteridad.

Al igual que Ishaq XV, quien había intentado inscribir su nombre en las crónicas del Imperio mediante la construcción de este impresionante museo, todos los emperadores Padishah buscaban un lugar especial en la historia. Con el amal, Shaddam se juró que lograría la fama gracias a algo más grande que un diario escrito a mano o un viejo edificio polvoriento.

¿Qué querrá la Cofradía de mí? ¿Habrán averiguado algo más sobre la especia contaminada de Beakkal?

Aunque todavía no había decidido qué iba a hacer con Arrakis, en cuanto consiguiera monopolizar el comercio de la especia con su barato sustitutivo, Shaddam tenía la intención de poner los cimientos para generaciones futuras de la Casa Corrino.

Durante la visita, el Conservador le enseñó documentos constitucionales, juramentos de independencia condicional y declaraciones de lealtad planetaria que databan de cuando el creciente Imperio se estaba consolidando. Un pergamino conservado con todo esmero de la primera Carta de la Cofradía, en teoría una de las únicas once copias existente en el universo, descansaba bañada bajo luces filtrantes y un escudo protector. Una vitrina albergaba un ejemplar del
Libro Azhar
, el volumen de secretos Bene Gesserit escrito en un idioma ya olvidado.

Por fin, el Conservador se detuvo ante un par de puertas altas y se apartó a un lado.

—Aquí, Vuestra Majestad, guardamos nuestro mayor tesoro, la piedra angular de la civilización imperial —murmuró con reverencia—. Conservamos el documento original de la Gran Convención.

Shaddam fingió quedar impresionado. Conocía los legalismos de la Gran Convención, por supuesto, y había estudiado los precedentes, pero nunca se había tomado la molestia de leer el documento.

—¿Habéis tomado las medidas necesarias para que lo pueda examinar a solas?

—Desde luego, señor. En una cámara privada y segura.

Los ojos del Conservador mostraron preocupación. Shaddam se preguntó si el hombre temía algo de él. Si un emperador hacía trizas un documento, ¿no constituiría un acontecimiento histórico? Una sonrisa cruzó sus labios.

Shaddam sabía, aunque pocos más conocían la verdad, que la «sagrada reliquia» no era la original, sino una hábil falsificación, pues la auténtica se había perdido en la explosión atómica de Salusa. Pero era un símbolo, y la gente podía ser fanática con esas cosas. Shaddam reflexionó sobre esto mientras las puertas se abrían y entraba en la sala, caminando con orgullo imperial, pero sin prisa. Sentía un miedo cada vez mayor.

La Cofradía Espacial pocas veces me ha pedido algo, y ahora insisten en esta reunión secreta. ¿Qué quieren?
La Cofradía había recibido exorbitantes sobornos después de cada ataque a los planetas que albergaban reservas ilegales de especia, y habían parecido satisfechos.

Contempló el atril sobre el que descansaba el documento fraudulento, aderezado con bordes chamuscados para alimentar la ficción de que había sido rescatado del holocausto de Salusa. Ojalá Hasimir Fénring estuviera con él. Debido a los problemas derivados de la Gran Guerra de la Especia, Shaddam necesitaba buenos consejos. Exhaló un profundo suspiro.
Estoy solo.

A su debido tiempo, sobre todo ahora que Fenring había desechado todas sus reticencias, Shaddam pensaba anunciar el descubrimiento del amal a la CHOAM y a la Cofradía. No cabía duda de que la crisis económica sería caótica, pero el emperador era fuerte, y gracias al secreto de la especia sintética podría hacer frente a cualquier sanción. Pero tendría que bloquear los canales habituales de la melange.

Arrakis, ¿qué hacer con Arrakis…?

O bien destruiría el planeta desierto, o enviaría una fuerza Sardaukar permanente que impidiera a la Cofradía obtener su especia. Era algo esencial durante la transición, con el fin de obligar al Imperio a comprar su amal…

En cuanto las puertas se cerraron a sus espaldas, una entrada secreta se deslizó a un lado en la pared de la izquierda. Un hombre alto de ojos rosados y una mata de cabello blanco entró en la sala, pero vaciló y miró a su alrededor con suspicacia. Llevaba un traje protector de la Cofradía hecho de cueril polimerado, provisto de tubos y poleas conectados con un depósito presurizado que cargaba a la espalda. Gas de especia se filtraba por evaporadores que portaba alrededor del cuello del traje, de manera que su cara estaba envuelta en un halo de gas de melange anaranjado.

Avanzó y examinó las facciones del emperador con sus ojos albinos y penetrantes. Le seguían cinco hombres más de la Cofradía, de escasa estatura y vestidos con idénticos trajes, pero sin depósitos de melange. Eran enanos calvos y de piel pálida, con la estructura ósea deforme, como si alguien hubiera convertido sus esqueletos en arcilla y luego la hubiera estrujado. Portaban micrófonos y aparatos de grabación.

Shaddam se encrespó.

—Se supone que íbamos a estar solos, delegado. No he traído guardias.

El emperador captó el olor a canela de la especia.

—Ni yo —dijo el delegado de la Cofradía con voz ronca, suavizada por la espesa melange—. Estos hombres son extensiones de mí, partes de la Cofradía. Toda la Cofradía está estrechamente interconectada, mientras que vos solo representáis a la Casa Corrino.

—La Cofradía debería tener la prudencia de recordar cuál es mi cargo. —Se contuvo, pues no quería caer en excesos de fanfarronería que dieran lugar a repercusiones impredecibles—. La Cofradía ha solicitado esta reunión. Haced el favor de ir al grano, pues soy un hombre muy ocupado.

—Hemos llegado a conclusiones concernientes a la especia defectuosa que condujo a graves errores de dos Navegantes y a la muerte de un hombre de la Cofradía. Ahora sabemos el origen.

Shaddam frunció el entrecejo.

—Pensaba que habíais dicho que la melange contaminada procedía de Beakkal. El planeta ya ha sido puesto en cuarentena.

—Beakkal se limitó a vendérnosla. —El delegado de la Cofradía tenía el semblante sombrío—. La especia procede de Arrakis. La especia procede de los Harkonnen. —El albino aspiró otra bocanada de vapores—. Según nuestros agentes destinados en Arrakis, hemos averiguado que el barón ha acumulado grandes reservas de especia ilegal. Sabemos que es cierto, pero el volumen de sus envíos no ha decrecido.

Shaddam se inflamó de cólera. El hombre de la Cofradía debía saber que era muy sensible a este tema.

—Hemos terminado un estudio en profundidad sobre los expedientes Harkonnen. El barón ha documentado su producción de especia con particular minuciosidad. Al parecer, las cantidades son correctas.

A Shaddam le costaba seguir el discurso del hombre.

—Si los registros son correctos, ¿cómo pudo el barón acumular dicha reserva? ¿Qué tiene esto que ver con la especia contaminada?

Por algún motivo desconocido, los hombres de la Cofradía cambiaron de posición alrededor del albino.

—Reflexionad, señor. Si el barón roba un porcentaje de cada cosecha de especia, pero continúa enviando la cantidad correcta según los manifiestos, es evidente que estará «recortando» la exportación. Ha de diluir en la melange pura materiales en teoría inertes. El barón se guarda una parte importante de la melange auténtica, al tiempo que proporciona especia debilitada para uso de Navegantes. Dadas las pruebas, no puede haber otra conclusión.

El delegado ajustó los controles de su complicado traje y aspiró una profunda bocanada de gas.

—La Cofradía Espacial está dispuesta a acusar al barón Harkonnen en el tribunal del Landsraad de malversación, y de provocar los desastres de los cruceros. Si es condenado, se verá obligado a pagar tantas reparaciones que la Casa Harkonnen se arruinará.

Shaddam no pudo reprimir una sonrisa. Había estado buscando una solución al problema de Arrakis, y ahora aparecía como por arte de magia. Una idea se formó en su mente, una idea que lo solucionaría todo. Las acusaciones de la Cofradía eran una oportunidad de oro, tal vez algo prematuras, pero daba igual.

Por fin tenía la excusa que necesitaba para justificar su monopolio. Gracias al informe reciente de Hasimir Fenring, y a similares comunicados del investigador jefe Ajidica y el comandante Sardaukar Cando Garon, confiaba plenamente en la viabilidad de su especia sintética.

Basándose en las acusaciones del Landsraad, Shaddam podía descargar la espada de la justicia imperial sobre Arrakis, con la plena colaboración de la Cofradía. Antes de que nadie se enterara de lo que estaba pasando, los Sardaukar borrarían toda la producción de especia en el desierto, y la Casa Corrino tomaría el control absoluto de la única fuente de especia existente: el amal. Esta revolución económica tendría lugar mucho antes de lo que él esperaba.

Los enanos mutantes se revolvieron, miraron a su superior, a la espera de sus órdenes.

Shaddam se volvió hacia el delegado de la Cofradía.

—Confiscaremos toda la especia de la Casa Harkonnen, empezando por Arrakis, y luego registraremos todos los demás planetas del barón. —Dibujó una sonrisa paternal—. Como siempre, mi primera preocupación es hacer cumplir la ley imperial. Y como siempre, la Cofradía y la CHOAM compartirán el botín de todas las reservas ilegales de especia que descubramos. Yo no me guardaré ni un gramo.

El delegado de la Cofradía inclinó la cabeza.

—Eso es muy satisfactorio, emperador Corrino.

Más para mí que para ti
, pensó Shaddam. Había esperado tanto tiempo esta oportunidad… ¿Cómo la iba a dejar pasar? En cuanto destruyera la única fuente conocida de melange natural y lanzara la distribución a gran escala del amal, las escasas migajas de especia recuperada serían irrelevantes.

—Al tiempo que mantengo el bloqueo de Beakkal, enviaré una numerosa fuerza Sardaukar a Arrakis. —Enarcó las cejas. Si podía ahorrarse los gastos del transporte de una operación militar tan enorme, aún obtendría mayores beneficios—. Espero que la Cofradía aporte los cruceros necesarios para esta operación, por supuesto.

—Desde luego —prometió el delegado, que había caído en la trampa de Shaddam—. Tantos como necesitéis.

94

La vida potencia la capacidad del entorno para mantener la vida. La vida provoca que los alimentos necesarios sean más asequibles. Infunde más energía al sistema, mediante la tremenda interacción química de organismo a organismo.

Planetólogo Imperial P
ARDOT
K
YNES

Al mando de Thufir Hawat, las naves de auxilio Atreides se acercaron al bloqueo de Beakkal. El mentat no lanzó amenazas, pero tampoco desvió su curso. La flotilla solo contaba con defensas de escasa importancia, armas que no hubieran podido rechazar ni a una banda de piratas.

En cambio, las enormes naves de guerra Sardaukar iban armadas hasta los dientes, en una titánica demostración de poder imperial.

Cuando los cargueros de Hawat avanzaron hacia el cordón, dos corbetas Corrino volaron hacia ellos. Antes de que los capitanes Sardaukar profirieran amenazas, Hawat abrió una línea de comunicación.

—Nuestras naves vuelan bajo los colores del duque Leto Atreides, en misión humanitaria. Transportamos alimentos y ayuda humanitaria para Beakkal.

—Dad media vuelta —respondió un oficial.

Cualquiera de las corbetas habría podido diezmar la flotilla Atreides, pero el mentat no se arredró.

—Veo que vuestro rango es el de Levenbrech. Decidme vuestro nombre, para que quede grabado en mi memoria.

Ni siquiera parpadeó. Un oficial tan inferior jamás tomaría una decisión importante.

—Torynn, señor —dijo el Levenbrech con voz tensa—. Vuestra Casa no tiene nada que hacer aquí. Que vuestra flota dé media vuelta y regrese a Caladan.

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