Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (75 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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Como los egipcios, los babilonios tenían fama por sus poderes mágicos. En realidad, la civilización y la tecnología se encontraban sumamente avanzadas en esas dos zonas en la época anterior a los griegos, y para los pueblos menos desarrollados la capacidad de construir las pirámides o anunciar los eclipses de luna sería un signo de habilidad mágica. Sin duda, los egipcios y babilonios instruidos no se oponían en lo más mínimo a que se extendiera su fama de magos. Incrementaba su propia valía.

En tiempos posteriores, la palabra «caldeo» (o como diríamos hoy, babilonio) llegó a ser sinónimo de mago, encantador, sabio o astrólogo. En el versículo 2.2 se nombran cuatro tipos de sabios en artes mágicas, sin que exista indicación de que alguno de ellos se refiera a una nacionalidad en vez de a una actividad.

En este sentido, el empleo de la palabra es otro anacronismo. En el período del exilio, un caldeo era un guerrero poderoso y temible, sentido en el que, se utiliza, por ejemplo, en el libro de Jeremías.

Un corrector posterior del libro de Daniel debió insertar la frase de «en arameo» para explicar el hecho de que gran parte de ese libro (desde este versículo hasta el final del capítulo 7) esté escrito en arameo. Efectivamente, no hay razón por la que los funcionarios de la corte no pudieran hablar en arameo al rey, en vez de en su babilonio nativo; y si lo hacían, no hay motivo para que el autor necesite especificarlo. Y aunque, para dar mayor autenticidad, quisiera citar a los sabios en arameo, no habría razón para seguir escribiendo en esa lengua una serie de capítulos. En realidad, como he dicho antes, el arameo es una indicación de la tardía redacción del libro y la frase insertada es un intento fallido de enmascararlo.

Pies de barro

Por desgracia para los sabios, Nabucodonosor no recordaba el sueño, pero pidió una interpretación rápida bajo pena de muerte. Como un nuevo José, Daniel fue el primero en ofrecerse para reconstruir el sueño y luego interpretarlo, con el fin de salvar la vida a los magos. Dijo a Nabucodonosor:

Daniel 2.3 1.
Tú, ¡oh, rey!, mirabas y estabas viendo una gran estatua...

Daniel 2.32.
La cabeza de la estatua era de oro puro; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce;

Daniel 2.33.
sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de barro:

Daniel 2.34.
Tú estuviste mirando hasta que una piedra ... hirió a la estatua en los pies de hierro y de barro, destrozándola
.

Daniel 2.35.
Entonces el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro se desmenuzaron... mientras que la piedra... se hizo una gran montaña, que llenó toda la tierra.

Por la descripción de este sueño se utiliza la expresión «pies de barro» para designar un punto débil en un objeto que es fuerte en todo lo demás.

La interpretación de Daniel es que la cabeza de oro representa a Nabucodonosor y al imperio caldeo.

Daniel 2.39.
Después de ti surgirá otro reino menor que el tuyo, y luego un tercero, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra.

Daniel 2.40.
Habrá un cuarto reino, fuerte como el hierro...

Daniel 2.41.
Lo que tú viste de los pies y los dedos, parte de barro de alfarero, parte de hierro, es que este reino será dividido...

Daniel 2.42.
... este reino será en parte fuerte y en parte frágil.

Daniel 2.44.
En tiempo de esos reyes, el dios de los cielos suscitará un reino que no será destruido jamás...

Si esto se dijo realmente en tiempo de Nabucodonosor, sería un ejemplo de presciencia divina; pero como lo más probable es que se dijera cuatro siglos más tarde, representa una descripción esquemática de historia conocida.

Probablemente, el segundo reino «menor que el tuyo» era el imperio medo, al que el escritor (según se deduce de un pasaje posterior) consideraba sucesor del imperio caldeo. En realidad, existió al mismo tiempo que el caldeo; pero éste, aunque dominaba una zona más extensa, era inferior en riqueza, civilización y poderío militar.

El tercer reino «que dominará sobre toda la tierra» era, sin duda, el imperio persa, que primero venció a los medos y luego a los caldeos, dominando finalmente un vasto territorio que incluía a casi todos los países conocidos por los judíos de la época.

Finalmente, el cuarto reino, «fuerte como el hierro», es el imperio macedonio que estableció Alejandro el Magno dos siglos y medio después de Nabucodonosor. Las dos piernas de hierro simbolizan el hecho de que tras la muerte de Alejandro su imperio se desmoronó y dos de sus fragmentos mayores interesaron especialmente a los judíos. Eran el Egipto de los tolomeos y el Asia occidental de los seléucidas. Los imperios tolemaico y seléucida estuvieron casi en guerra continua, y Judá se vio arrastrado en medio de ellos. Del 300 al 200 aC, Judá estuvo bajo el gobierno tolerante de los tolomeos, pero después del 200 aC sufrió el dominio intolerante de los seléucidas.

Fue en la época de terror y agonía de los seléucidas cuando se escribió el libro de Daniel, y la piedra, un Judá restablecido e ideal que destruiría al imperio seléucida (constituido tanto por monarcas débiles como fuertes: barro mezclado con hierro), era una referencia a la revuelta judía contra los seléucidas que se inició en el 168 aC.

Sidraj, Misaj y Abed Nego

El tercer capítulo de Daniel narra otra leyenda acerca de Nabucodonosor. Hizo que construyeran una enorme estatua de su persona a la que todos sus súbditos debían rendir honores divinos, Los que se negaran, serían quemados vivos y, por supuesto, los judíos leales como Sidraj, Misaj y Abed Nego (por alguna razón, en este capítulo no se menciona a Daniel), se negaron. Sufrieron el castigo indicado:

Daniel 3.23.
Y los tres varones
(Sidraj, Misaj y Abed Nego)
cayeron atados en medio del horno encendido.

Pero los resultados no fueron los que se esperaba. Al supervisar la situación, Nabucodonosor dijo:

Daniel 3.25.
[216]
... Pues bien, yo veo allí cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin daño alguno, y el cuarto de ellos parece un hijo de dioses.

En la versión King James la última frase es «Hijo de Dios», con mayúsculas, y parece una referencia clara a Jesús, pero ello no es del todo correcto. La Revised Standard Version dice «el cuarto es como un hijo de los dioses»; es decir, como un ángel.

Tal vez para explicarlo con mayor claridad, un redactor posterior compuso una sección adicional situándola inmediatamente después del versículo 3.23.
[217]
Contenía una oración supuestamente recitada por Azarías (Abed Nego) en el interior del horno, y un salmo de alabanza a Dios cantado por los tres. Esta sección adicional no aparece en el canon judío, sólo en los apócrifos. La Biblia católica lo acepta como canónico.

La sección lleva el título de «Cántico de los tres mancebos» en la versión King James; en la Revised Standard Version aparece como: «La oración de Azarías y el cántico de los tres jóvenes».

En esta sección también se incluyen algunos versículos en prosa:

Cántico de los tres mancebos 1.26.
[218]
... Pero el ángel del Señor había descendido al horno... y apartaba del horno las llamas del fuego...

Cántico de los tres mancebos 1.27.
[219]
y el fuego no les tocaba absolutamente ni los afligía ni les causaba molestia.

Al parecer, el «ángel del Señor» lo introdujo el escritor posterior para aclarar que fue el que vio Nabucodonosor: un ángel que realizó un milagro.

Es evidente que esta leyenda pretendió aplicarse al momento en que se escribía. Fueron los monarcas seléucidas, y no Nabucodonosor, quienes exigieron honores divinos; y fueron los reyes seléucidas, no Nabucodonosor, quienes amenazaron de muerte a los judíos por practicar su religión. El escritor aseguraba a los lectores que Dios está en todas partes y todo lo ve.

Nabucodonosor

El capítulo cuarto trata de otra leyenda acerca de Nabucodonosor. Tuvo otro sueño y Daniel volvió a interpretarlo. En esta ocasión, la interpretación es que Nabucodonosor, a menos que abjure de sus pecados y reformas, se condenará a perder la razón y a comer hierba como un buey.

Al cabo de un año, Nabucodonosor, en un momento de orgullo, sufre un ataque de locura:

Daniel 4.30.
[220]
Al momento se cumplió en Nabucodonosor la palabra: fue arrojado de en medio de los hombres y comió hierba como los bueyes, y su cuerpo se empapó del rocío del cielo, hasta que llegaron a crecerle los cabellos como plumas de águila, y las uñas como las de las aves de rapiña
.

Y así continuó hasta que se arrepintió.

Por supuesto, en la historia secular no hay documentos de que Nabucodonosor sufriera tan extraña enfermedad, y es sumamente improbable que la tuviera. Sólo queda dilucidar de dónde sacó el escritor que el gran conquistador caldeo rumiaba hierba.

Hay una hipótesis especialmente sugerente. Los asirios construían estatuas en forma de toros con cabeza humana y alas de ave para representar a los dioses de la buena suerte. Constituyen la inspiración de los querubines bíblicos (v. cap. 2). Se alzaban frente al palacio de Sargón, y caracterizan a Asiria del mismo modo que las pirámides a Egipto y los templos con columnas a Grecia. Tales efigies, o sus leyendas, debieron sobrevivir a la destrucción del imperio asirio, y en tiempos griegos se crearon toda clase de fábulas extrañas acerca de esas figuras mixtas. La historia de un monarca caldeo que se vio obligado a comer hierba como un buey hasta que su pelo creció como alas de águila, se basa claramente en tales estatuas.

Baltasar

El siguiente episodio descrito en Daniel tiene lugar tras la muerte de Nabucodonosor y, según parece, poco antes de la conquista de Babilonia por los persas:

Daniel 5.1.
El rey Baltasar dio un gran banquete ... y ...

Daniel 5.2.
... mandó que le llevasen los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había tomado del templo de Jerusalén...

Al parecer, el autor de Daniel sólo conocía a dos reyes de Babilonia durante el período de la cautividad: a Nabucodonosor y a Baltasar, su supuesto hijo. Un autor que hubiese vivido realmente durante el exilio o poco después, no habría cometido semejante error.

Nabucodonosor murió en el 562 aC, veinticuatro años después de la caída de Jerusalén, y le sucedió su hijo Amel Marduc, y no Baltasar. La Biblia denomina a Amel Marduc «Evil Merodac», que alivió la cautividad de Joaquín (v. cap. 12).

En el 560 aC, Amel Marduc fue asesinado por su cuñado Nergal-ashur-usur (cuyo nombre abrevian los historiadores clásicos llamándole Neriglissar). El yerno de Nabucodonosor se sentó en el trono durante cuatro años, y casi es posible que lo mencione la Biblia. Así, al describir la destrucción de Jerusalén, Jeremías da una lista de generales de Nabucodonosor:

Jeremías 39.2.
... se abrió la brecha,

Jeremías 39.3.
y penetraron en la ciudad los jefes del rey de Babilonia...: Nergalsareser, Samgar Nebo, Sarsakim...

¿Es posible que Nergalsareser sea un error ortográfico por Nergalasurusur? ¿Pudo ser, asimismo, que Nabucodonosor entregara a una de sus hijas a ese general que, años después, arrancó el trono a su hijo más débil?

Nergalasurusur murió en el 556 aC y, no sin oposición, le sucedió su hijo, Labasi Marduc, nieto de Nabucodonosor. La oposición proclamó a Nabunaido («Nabu es magnánimo»), que no era pariente de Nabucodonosor. Ganó ésta, y Nabunaido, más conocido por la versión griega de su nombre, Nabonido, ocupó el trono como último rey del imperio caldeo. Reinaría diecisiete años.

Entonces, ¿dónde está Baltasar?

Nabonido era hijo de un sacerdote y, según parece, había recibido una educación esmerada. Su interés principal era la religión y la investigación de objetos antiguos. Restauró templos viejos y construyó nuevos. Buscó inscripciones y documentos antiguos, los estudió con atención y los reprodujo, prestando inestimables servicios a los historiadores modernos.

La guerra no le interesaba en absoluto y descuidó las defensas de la nación.

Por consiguiente, asoció en el trono a su hijo mayor convirtiéndolo en una especie de virrey. Las cargas de la defensa del imperio cayeron sobre los hombros de su hijo. Se llamaba Belsarutsur («Bel protege al rey»), y es el que el libro de Daniel denomina «Baltasar». No se trata del rey, sino del príncipe de la corona, y no es hijo ni pariente alguno de Nabucodonosor.

En tiempos de Nabonido y Baltasar, el futuro de Caldea se ensombrecía. En el 599 aC, poco después del asesinato de Amel Marduc, Ciro heredó el poder sobre las tribus persas. En el 550 aC cuando Nabonido llevaba cinco o seis años en el trono, Ciro derrotó y absorbió al imperio medo convirtiéndolo en una potencia mundial. El imperio caldeo se enfrentaba con un peligro abrumador sólo doce años después de la muerte de Nabucodonosor.

El imperio estableció una alianza con el Egipto saíta y con la nación de Lidia en el Asia Menor, pero eso no sirvió de nada. En el 546 aC, Persia aplastó a Lidia y Ciro dominó todo el Asia Menor.

Caldea era la siguiente.

Mené, mené, teqel, ufarsin

En medio del banquete de Baltasar, en el que se profanaban los vasos sagrados del Templo:

Daniel 5.5.
... aparecieron los dedos de una mano de hombre que escribían ... en el revoco de la pared del palacio real...

Las palabras resultaban ininteligibles para los presentes, por lo que llamaron al ya anciano intérprete de los sueños de Nabucodonosor. Esta fue su interpretación:

Daniel 5.25.
La escritura es:
mené, mené, teqel, ufarsin;

Daniel 5.26.
Y ésta es su interpretación:
mené
, ha contado Dios tu reino y le ha puesto fin;

Daniel 5.27. teqel
, has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso;

Daniel 5.28. ufarsin
, ha sido roto tu reino y dado a los medos y persas.

Se desconoce el significado real de
mené, mené, teqel, ufarsin
. Las palabras parecen arameas y quizá representen medidas de peso.
Mené
es la «mina», equivalente aproximado de la libra moderna; y
teqel
es el «shekel», que es la quincuagésima parte de una mina, la tercera parte de una onza.
Ufarsin
es el término más enigmático. La Revised Standard Version lo cambia en «parsin», que quizá sea un retruécano de «Parsa», palabra nativa que designa lo que nosotros llamamos Persia. Algunos creen que
ufarsin
se deriva de una palabra que originalmente designaba medio
shekel
.

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