Authors: Hernán Casciari
Yo fui invernal. En mis antiguos vuelos
quise batir el récord de lo oscuro
para que en mis espaldas de deshielo
me crecieran las alas de Epicuro
y así volar al ras del subterráneo
y aterrizar en sótanos y cloacas,
sin sol dermatológico o cutáneo
y con miedo a la cruz y a las estacas.
Yo fui invernal; viví congestionado,
amarillento y pobre de suspiros,
tan ajeno del verde y del dorado.
Cálido hogar, hoy salgo al patio y miro:
sonríe el horno de barro, el helecho
y el jazmín, porque el cielo está al derecho.
Hace seis años yo vivía en el barrio de Belgrano, a dos cuadras de Cabildo y Juramento, en una casa que, si la hubieras visto, te habría parecido demasiado masculina. Escribía sonetos y dibujaba monigotes con crayones que se me quedaban pegados en las manos. Leía desesperadamente a Camilo José Cela: sólo me faltaba un libro suyo, que no podía conseguir por ningún lado. Cada quince días visitaba a mi hermana y su familia en La Plata, cada quince días a mis padres en Mercedes, cada quince días a Chiri y su familia en Luján. Hace seis años yo me subía a los colectivos de media distancia para recorrer distancias que ahora me parecen imposibles.
Eso es raro, ¿ves? Hace seis años la nostalgia me quedaba a cien kilómetros. Mi esquina del barrio de Belgrano era entonces el ‘afuera’. Yo era un mercedino que vivía en la capital: no echaba de menos la batata, ni el dulce de leche, ni el bombardeo televisivo pre-Mundial, sino caminar de noche por la Avenida Cuarenta. Era una melancolía fácil de arrastrar, una saudade que ahora me parece de juguete. Hace seis años el exilio se combatía subiendo a un 57 en Plaza Italia.
y entonces de repente miré el cielo
fragmentado de cabildo y olazábal
y descubrí que en todos estos años
nunca jamás hubo estrellas fugaces
y que el virtuoso del subte de olleros
vive cantando al amor desgarrado
pero no oí a nadie cantar junio brusco
nunca jamás como a eduardo byrne
ni tampoco pasó un motociclista
por corrientes y carlos pellegrini
que se paró para fumar conmigo
y avisarme en qué quinta era la fiesta
fui feliz en la plaza del congreso
y desdichado en un zaguán de urquiza
pero no tan feliz ni desdichado
como en algún lugar de la Cuarenta
Hace exactamente seis años era un fin de semana cualquiera. Era un domingo, igual que ahora. Y me tocaba ir a Mercedes a visitar a mis padres. Ellos se habían comprado una computadora y querían que les conectara Internet. Yo no tenía Internet, pero no creí que fuese nada del otro mundo conectarlo. A la mañana me fui un rato a caminar por la Cuarenta, fumando tranqui, sin saber que sería el último día de mi vida sin saber quién eras.
Hace seis años, a la tarde, mi padre quiso que lo instruyera sobre cómo funcionaba un chat, para poder vigilar a su nieta de ocho años cuando se conectara. No quería problemas ni cosas raras. Abrimos entonces un portal cualquiera y le empecé a explicar (casi sin saberlo) cómo había que hacer para conversar con gente.
Hace seis años, a la misma hora, a vos te había dado risa un banner en Internet que utilizaba la forma verbal de Argentina. La publicidad rezaba: “Hacé clic y conectáte en un periquete”, o algo parecido. Te preguntaste, curiosa, cómo sería un chat donde toda la gente usara mal los acentos de los verbos y dijera palabras raras, y te metiste en un portal de Argentina.
Pudo no haber pasado nunca, como todas las cosas de este mundo. Pero pasó justo de esa manera y ahora hace seis años. Yo vi, entre la turba de gente parloteando al mismo tiempo, a alguien que era de España y que no hablaba. Me acordé del libro de Camilo José Cela, el que no podía conseguir por ninguna parte, y entonces te pregunté:
—¿Sos de España?
—De Barcelona.
—¿Conocés a Cela?
—Claro.
Le dije a mi padre: “¿Ves? Así es como se usa un chat, podés hablar por acá con todo el mundo al mismo tiempo, o por acá con una persona sola”. A mi padre le pareció bien y me cebó un mate. En media hora empezaba Racing-Independiente y lo pasaban en directo, así que se fue a la pieza para conectar el cable trucho y preparar los sillones. En el monitor había una frase nueva, desde hacía un rato:
—¿Por qué lo preguntas? —decían tus letras, parpadeando.
Hace seis años, más o menos a esta hora, decidí seguir hablando un poco más con vos, por lo menos hasta que empezara el partido.
Era el 14 de mayo del año 2000 y yo todavía no sabía que Racing iba a perder dos a uno con un gol de Cambiasso en el complemento, ni que vos te llamabas Cris, ni que al final de aquel siglo viejo nos abrazaríamos en el aeropuerto Charles de Gaulle, ni que andaríamos por París esquivando la nieve, ni que tendríamos esta casa, y después esta hija, y después esta historia.
Yo sé que me quejo mucho, y que extraño todo, y que te cuesta soportar mi adolescencia y mis pataleos. Yo sé que estás cansada de oírme decir cuánto me gustaba mi otra vida, mi otro siglo y mi otro mundo. Y que me paso el día mirando la tele argentina y escribiendo boludeces en contra de España, y tratando de que la Nina no aprenda nunca catalán, y diciendo en las sobremesas con amigos que no sabés cocinar ni un huevo frito. Pero una vez cada seis años también soy capaz de decir la verdad; solamente una vez cada seis años, porque escribir cursi me saca sarpullido. Así que escucháme bien, porque la próxima es en el 2012: la verdad, la puta verdad de todo este asunto, es que jamás he sido tan feliz como en estos años.
Hernán Casciari
( Mercedes, Provincia de Buenos Aires, 16 de marzo de 1971)
Se le conoce por su trabajo por la unión entre literatura y weblog, destacado en la
blogonovela
. Recibió el 1º Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991), con la obra 'Subir de espaldas la vida', y el premio Juan Rulfo (París, 1998), con
"Nosotros lavamos nuestra ropa sucia"
. Desde el año 2000 está radicado en Barcelona. En Argentina había trabajado como jefe de redacción de la revista
La Ventana
, columnista en el
Semanario Protagonistas
y director del periódico
El Domingo
.
Su obra más conocida en la red, Weblog de una mujer gorda (ganadora del concurso de weblogs de la cadena alemana Deutsche Welle), ha sido editada en papel, con el título
Más respeto, que soy tu madre
(Plaza & Janés). También fue el artífice de
"El diario de Letizia Ortiz"
, contando los primeros meses de la vida de Letizia Ortiz en primera persona desde el anuncio de su compromiso con el heredero de la Corona de España.
A fines del mes de septiembre de 2006 se publicó en la Argentina y otros países de habla hispana su novela
"Diario de una mujer gorda"
, por parte de Editorial Sudamericana. En septiembre de 2007 publicó su segundo libro,
"España, perdiste"
, editado bajo el sello Plaza & Janés.
En 2007 inicia un nuevo blog sobre series de televisión en la edición digital del diario
El País
. Y en el 2008 empieza a colaborar semanalmente en el suplemento
EP
3, de
El País
, y en el periódico argentino
La Nación.
El año 2010 renuncia a ambos periódicos por razones personales y comienza el proyecto de una revista trimestral, llamada
Orsai
, de distribución mundial, carente de publicidad. Dicha revista se vende a un precio equivalente a quince de los periódicos de mayor circulación del país donde se adquiera. Para la primera edición, que apareció en enero del 2011, vendió 10.080 ejemplares.