XL. Aquellos que han tenido la capacidad de obtener la máxima confianza en sus prójimos, han logrado así vivir en comunidad del modo más agradable, al tener la más segura fidelidad; y aunque tuvieran la más plena intimidad, no lloran como en lamentación la apresurada despedida del compañero que muere.
1. Epicuro decía que la filosofía es una actividad que con discursos y razonamientos procura la vida feliz.
2. Vana es la palabra del filósofo que no remedia ningún sufrimiento del hombre. Porque así como no es útil la medicina si no suprime las enfermedades del cuerpo, así tampoco la filosofía si no suprime las enfermedades del alma.
3. Con amor a la verdadera filosofía se desvanece cualquier deseo desordenado y penoso.
4. Es preciso que sirvas a la filosofía para que te alcance la verdadera libertad.
5. La felicidad y la dicha no la proporcionan ni la cantidad de riquezas ni la dignidad de nuestras ocupaciones ni ciertos cargos y poderes, sino la ausencia de sufrimiento, la mansedumbre de nuestras pasiones y la disposición del alma al delimitar lo que es por naturaleza.
6. El que presta atención a la naturaleza y no a las vanas opiniones es autosuficiente en cualquier circunstancia. Pues en relación a lo que por naturaleza es suficiente toda adquisición es riqueza, pero en relación a los deseos ilimitados la mayor riqueza es pobreza.
7. Conviene decir de qué modo se preservará mejor el fin de la naturaleza y cómo nadie, en un principio, accede espontáneamente a los cargos públicos.
8. Nada produce tanto regocijo como el no cumplir muchos cometidos ni emprender asuntos engorrosos ni violentar nuestra capacidad más allá de sus fuerzas, pues todo esto provoca perturbaciones en nuestra naturaleza.
9. ¡Huye, afortunado, a velas desplegadas de toda forma de cultura!
10. Te estimo dichoso, Apeles, porque limpio de toda cultura te entregaste a la filosofía.
11. Téngase presente sólo el cuadrifármaco: dios no se ha de temer, la muerte es insensible, el bien es fácil de procurar, el mal, fácil de soportar.
12. Sólo Epicuro concibió que existen los dioses por el hecho de que la naturaleza ha grabado en el ánimo de todos la noción de ellos. Pues ¿qué pueblo hay o qué estirpe de hombres que no tenga, sin previa instrucción doctrinal, una cierta anticipación de los dioses, que Epicuro llama prolepsis?
13. El ser vivo incorruptible y feliz (la divinidad), saciado de todos los bienes y exento de todo mal, dado por entero al goce continuo de su propia felicidad e incorruptibilidad, es indiferente a los asuntos humanos. Sería infeliz si, a modo de un operario o de un artesano, soportara pesadumbres y afanes por la construcción del cosmos.
14. Si dios prestara oídos a las súplicas de los hombres, pronto todos los hombres perecerían porque de continuo piden muchos males los unos contra los otros.
15. He ahí, dice Epicuro, lo más excelso, algo como sobresaliente en preeminencia. El sabio, en efecto, tiene en todo momento opiniones puras y reverentes acerca de la divinidad y estima excelsa y augusta su naturaleza. Pero, sobre todo en las fiestas, avanzando en la idea de la divinidad por tener de continuo en los labios su nombre con vivísima emoción, alcanza a comprender la inmortalidad de los dioses.
16. Sacrifiquemos, pues, piadosa y rectamente como conviene, y cumplamos con todas las demás cosas de acuerdo con las leyes, sin dejarnos turbar por las vanas opiniones acerca de los seres más perfectos y augustos. Seamos además justos en base a la doctrina de la que os he hablado. Pues así es posible vivir de acuerdo con la naturaleza.
17. Frente a las demás cosas es posible procurarse seguridad, pero frente a la muerte todos los hombres habitamos una ciudad sin murallas.
18. Tan grande es ]a ignorancia de los hombres, tan grande su locura que algunos por temor de la muerte son empujados a la muerte.
19. Muéstrese gratitud a la feliz Naturaleza porque hizo fácil de procurar lo necesario y difícil de obtener lo Innecesario.
20. El hombre es infeliz ya por el temor, ya por el deseo ilimitado y vano. Quien a esto ponga brida puede procurarse la feliz sabiduría.
21. Con una actividad desenfrenada se acumula gran cantidad de riquezas, pero a ellas se les une una vida desgraciada.
22. Muchos que consiguieron riquezas no encontraron en ellas la liberación de sus males sino una permuta de éstos por otros aún peores.
23. La autosuficiencia es la mayor de todas las riquezas.
24. Es raro encontrar un hombre pobre si se atiene al fin de la naturaleza y rico si se atiene a las vanas opiniones. Ningún insensato, en efecto, se contenta con lo que tiene, sino que más bien se atormenta por lo que no tiene. Pues así como los que tienen fiebre, por la malignidad de la enfermedad, siempre están sedientos y desean las cosas más perjudiciales, así también los que su alma tienen en mal estado sienten siempre que todo les falta y se precipitan por su avidez en los más diversos deseos.
25. La naturaleza nos enseña a considerar insignificantes las concesiones de la fortuna, a saber ser desafortunados cuando somos afortunados y, cuando somos desafortunados, a no valorar en exceso la fortuna. También nos enseña a recibir con serenidad los bienes concedidos por el azar y a mantenernos firmes frente a los que parecen ser sus males. Porque efímero es todo bien y todo mal estimado por el vulgo y la sabiduría nada tiene en común con la fortuna.
26. La pobreza acomodada a la ley de la naturaleza es gran riqueza.
27. La serenidad del alma y la ausencia de dolor corpóreo son placeres catastemáticos. La dicha y el gozo se revelan por su actividad como placeres en movimiento.
28. Por mi parte no sé qué idea puedo hacerme del bien si suprimo los placeres del gusto, del amor, del oído y los suaves movimientos que de las formas exteriores recibe la vista.
29. Para quienes son capaces de reflexionar, el equilibrio estable de la carne y la confiada esperanza de conservarlo conllevan la dicha más grande y segura.
30. Debemos apreciar lo bello, las virtudes y las cosas por el estilo si producen placer; si no, hay que mandarlas a paseo.
31. Yo exhorto a placeres continuos y no a esas virtudes vacías y necias que conllevan inquietas esperanzas de fruto.
32. Entonces necesitamos del placer, cuando sufrimos por su ausencia; pero cuando esto no sufrimos y estamos en condiciones de sentir, entonces ninguna necesidad tenemos del placer. No produce, en efecto, daño la necesidad natural sino el deseo de la vana opinión.
33. Principio y raíz de todo bien es el placer del vientre. Incluso los actos más sabios e importantes a él guardan referencia.
34. Es mejor soportar algunos determinados dolores para gozar de placeres mayores. Conviene privarse de algunos determinados placeres para no sufrir dolores más penosos.
35. Reboso de placer en el cuerpo cuando dispongo de pan y agua. Y escupo sobre los placeres de la abundancia no por sí mismos sino por las molestias que les siguen.
36. Escupo sobre lo bello moral y los que vanamente lo admiran cuando no produce ningún placer.
37. Si quieres hacer rico a Pitocles, no aumentes sus riquezas sino limita sus deseos.
38. El acordarse de los bienes pasados es muy importante para la vida feliz.
39. También las virtudes se eligen por el placer, y no por si mismas, como la medicina por la salud.
40. Epicuro y los Cirenaicos dicen que el placer es el bien primero y natural. Pues la virtud que ha pasado inadvertida por causa del placer, ha producido placer.
41. El más grande fruto de la justicia es la serenidad del alma.
42. las leyes están establecidas para los sabios, no para que no cometan injusticia sino para que no la sufran.
43. Aun eligiendo la amistad por el placer, Epicuro dice que soportamos los mayores males por los amigos.
44. Los Epicúreos huyen de la política como daño y destrucción de la vida dichosa.
45. Jamás pretendo contentar al vulgo; porque lo que a él le agrada, yo lo ignoro y lo que yo sé bien lejos está de su comprensión.
46. Vive oculto.
D. L.: Diogenes Laertius,
Vitae Philosophorum
, ed. de H. S. Long (Oxford, 1964)
Ep. Her.:
Epístola a Heródoto
, v. D. L.vol. II, pp. 511-533
Ep. Pyt.:
Epístola a Pitocles
, ibid., pp. 533-548
Ep. Men.:
Epístola a Meneceo
MC.:
Máximas Capitales
SV:
Gnomologio Vaticano
Us.: H. Usener,
Epicurea
, Leipzig, 1887 (reimp. Stuttgart, 1966)
Chilton: C. W. Chilton,
Diogenes Oenandensis. Fragmenta
, Leipzig, 1967
1
. Diógenes Laercio (X, 27) ofrece una lista de los títulos de sus obras más importantes, después de anotar que Epicuro había superado a todos los demás filósofos en la cantidad de libros escritos (polygrafótatos)
2
. Hegel en pág. 387 del tomo II de la
Historia de la Filosofía
, tr. esp. de W. Roces, México, 1955 (la 1.ª ed alemana es de 1833). Desde el punto de vista de su propia filosofía, la indignación moderada de Hegel es comprensible. En su exposición hay otros interesantes datos: «Cabe afirmar, sin miedo a equivocarse, que Epicuro es el inventor de la ciencia empírica de la naturaleza, de la psicología empírica» (pág. 3). Más adelante, criticando la teoría del conocimiento, anota: «No es necesario que nos detengamos más tiempo en estas palabras vanas y en estas representaciones vacías; no es posible que sintamos el menor respeto por los conceptos filosóficos de Epicuro; mejor dicho, no se encuentra en él concepto alguno» (Pág. 395). Hegel es injusto con Diógenes Laercio: «A pesar de la prolijidad con que habla de este pensador, esta fuente no puede ser más vacua» (pág. 378). Con todo, su exposición crítica es, en muchos casos, excelente. Pueden verse también las páginas que K. Marx dedica a «Hegel y Epicuro». (K. M.
Différence de la Philosophie de la Nature chez Démocrite et Epicure
, tr. fr. 1970. pp. 319-332), que critican profundamente la exposición filosófica de Hegel.
3
. En una carta que el emperador Juliano (hacia 360 d. C.) como Pontífice Máximo dirige al Sumo Sacerdote de Asia Menor sobre las lecturas convenientes a los sacerdotes, les prohíbe la lectura de libros epicúreos o escépticos: «Que no vean ningún escrito de Epicuro ni de Pirrón. Pues ya han hecho bien los dioses al destruirlos, de tal modo que ya se perdieron la mayoría de estos libros. Si bien nada impide que se los cite como ejemplo de la clase de libros de que deben apartarse los sacerdotes. Y si nos referimos a los libros, mucho más a tales pensamientos». Carta 89 b, 301 c.d. (ed. Bidez-Cumont).
4
. Fr. 2 Chilton.
5
. Aunque aquí hemos citado esta obra en su traducción francesa, que es más completa por contener una amplia introducción y los «trabajos preliminares», existe una reciente versión española. Cf. nuestra nota bibliográfica.
6
. Lenin
Cahiers philosophiques
, París, 1955, 245.
7
. Dynnik
La dialectique d’Épicure
, en págs. 329-336 de
Actes du VIIIe. Congrès de l’Association Guillaume Budé
, París, 1968 (publicado en 1969; en adelante, citado sólo como Actes).
8
. Cf. el artículo muy claro de Aubenque Kant et l’épicurisme, en Actes, págs. 293-303.
9
las notas y apreciaciones de Nietzsche sobre Epicuro revelan una íntima simpatía por el viejo filósofo. Cf. p.e. en
Humano, demasiado humano
, máx. 275, id. II, 2,7, 192, 227, 275, 295;
La Gaya Ciencia
, máx. 45, 305, 375, etc.
10
En Bonnard
Civilisation grecque
, tome III, D’Euripide à Alexandrie, Lausana, 1959, el último capitulo está dedicado a Epicure et la salut des hommes, considerándolo como un colofón digno de la sabiduría antigua. Es lo mismo que ya había dicho Diógenes Laercio. Farrington
La rebelión de Epicuro
, tr. esp., Barcelona, 1968 (el original inglés,
The Faith of Epicurus
, es de Amsterdam, 1966).
11
Actes, pp. 45-53, y 354-62, respectivamente.
12
. Merlan
L’univers discontinu d’Épicure
, en Actes págs. 258-263.
13
. Desde luego, la distancia entre las concepciones intuitivas de los antiguos y las de la ciencia moderna es enorme. Simplificamos también al hablar de la estructura discontinua del atomismo, ya que la teoría de las ondas desarrollada por L. de Broglie y otros debe ser considerada como un intento de superación de este problema. Para una breve y clara consideración puede verse el libro de Heimendahl
Física y Filosofía
, Madrid 1969, especialmente caps. III, V, y VI (
Teoría atómica y Física atómica
).
El reciente artículo de B. Kouznetsov «
Einstein et Epicure
» en la rev.
Diogène
, nº 81 (París, 1973), pp. 48-73, es de una notable claridad en su exposición al comparar la visión atomista del filósofo griego, su finalidad ética y su concepción del universo con la de Einstein. Recuerda también anecdóticamente cómo A. Einstein prologó la traducción alemana de Lucrecio,
De natura rerum
, ed. H. Diels, Berlín, 1923.
14
. Ludwig Marcuse en págs. 162-192 de
Pesimismo, un estado de la madurez
, Buenos Aires, 1956 (
Tomistas, marxistas y la constelación de nuestros naturalistas
), subraya la tendencia actual de algunos científicos, basados en un prestigio adquirido en un dominio de su especialización, a exagerar fuera de su campo de estudio: así el físico que de pronto emite sus opiniones tajantes sobre Dios, o el ginecólogo que se descubre director espiritual, son ejemplos de una de las sofisticaciones corrientes en nuestra época.
15
. Para Epicuro la oposición entre cuerpo y alma no es la de corpóreo frente a incorpóreo. Por eso al referirse al cuerpo en sentido estricto Epicuro utiliza en lugar del término griego
soma
, el de
sarx
«carne». Así, p.e. habla de los «placeres de la carne» frente a «los de la mente». Este uso lingüístico ofrece un claro paralelismo con el de los primeros cristianos. (Cf. De Witt, p. 225).