El método (The game) (6 page)

Read El método (The game) Online

Authors: Neil Strauss

Tags: #Ensayo, Biografía

BOOK: El método (The game)
3.42Mb size Format: txt, pdf, ePub

Mystery, Sin y los demás me esperaban en la limusina. Aunque habían visto cómo todo se venía abajo, yo me sentía orgulloso de mí mismo por haber conseguido un número de teléfono delante de todos ellos. Pero Mystery no parecía impresionado.

—No ha salido bien porque no te has valorado lo suficiente —me dijo en cuanto subí a la limusina—. Has dejado que ella jugase contigo.

—¿Por qué dices eso? —le pregunté yo.

—¿Te he hablado alguna vez de la teoría del gato y el cordel?

—No.

—¿Has visto alguna vez a un gato jugando con un cordel? Cuando el cordel se balancea encima de él, pero fuera de su alcance, el gato se vuelve loco, y salta y corre de un lado a otro intentando alcanzarlo. Pero, en cuanto lo consigue, el gato mira el cordel en el suelo y se aleja. El cordel le aburre. Ya no le interesa.

—¿Y qué tiene eso que ver con lo que acaba de pasar?

—La chica se apartó de ti cuando la abrazaste. Y entonces tú volviste a acercarte a ella, como un cachorrillo.

—¿Y qué debería haber hecho?

—Deberías haberla castigado. Deberías haberte dado la vuelta y haberte puesto a hablar con otra chica. Así la habrías obligado a esforzarse por recuperar tu atención. Pero, en vez de eso, fue ella quien te hizo esperar mientras hablaba con ese otro tipo.

—Tendrías que haber dicho: «Os dejo solos», y haberte alejado, como si se la estuvieras entregando a ese chico. Tienes que comportarte como si tú fueses un trofeo.

Sonreí. Lo había entendido.

—Sí —dijo Mystery—. Tienes que ser el cordel que se balancea fuera del alcance del gato.

Apoyé las piernas sobre la barra de la limusina, me recosté en el asiento y, en silencio, pensé en lo que me había dicho Mystery. Él se volvió hacia Sin y ambos hablaron durante varios minutos. Yo tenía la sensación de que hablaban de mí.

Intenté no encontrarme con sus miradas. Temía que me dijeran que estaba retrasando a los demás, que no estaba listo para participar en su taller, que lo mejor sería que estudiara por mi cuenta durante unos meses antes de volver a intentarlo.

Hasta que dejaron de hablar y se volvieron hacia mí. Mystery me miró fijamente a los ojos.

—Eres uno de los nuestros —dijo con una gran sonrisa—. Vas a ser una superestrella.

CAPÍTULO 6

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto: Magia sexual

Autor: Mystery

El taller del método Mystery celebrado en Los Ángeles ha sido un rotundo éxito. En vista de ello, he decidido que, en mi próximo taller, enseñaré varios modos de hacer demostraciones de poder mental a través de la magia. Después de todo, algunos necesitáis algo con lo que dar a conocer vuestra gran personalidad. Si le entráis a una chica sin algo especial que ofrecerle —por ejemplo, si sólo decís «hola, soy contable»—, no atraeréis su atención ni despertaréis su curiosidad.

En vista de ello he decidido jubilar el modelo
EAAC
y dividir el método en trece pasos detallados. Éste es el esquema básico:

  1. Sonríe cuando entres en un nuevo espacio. Localiza el
    objetivo
    dentro de un grupo y sigue la
    regla de los tres segundos
    . No vaciles.
  2. Abórdala con una de las frases de entrada memorizadas. Si es necesario, usa dos o tres seguidas.
  3. Las frases de entrada deben estar dirigidas al grupo entero, nunca directamente al
    objetivo
    . Al hablar, ignora al
    objetivo
    . Si hay hombres en el grupo, centra tu atención en ellos.
  4. Dirígete al
    objetivo
    con un
    nega
    . Por ejemplo, dile: «Qué monada. Las aletas de la nariz se te mueven cuando te ríes». Después enséñaselo a sus amigos y ríete.
  5. Demuestra que tienes una gran personalidad. Para hacerlo recurre a anécdotas, a la magia, a contar historias y al humor. Préstales atención, sobre todo, a los hombres y a las mujeres menos atractivos. El
    objetivo
    debe notar que ahora eres tú el centro de atención. Puedes recurrir a
    técnicas
    memorizadas, como la de las fotografías, pero sólo para los
    obstáculos
    .
  6. Si es necesario, dirígele otro
    nega
    al
    objetivo
    . Por ejemplo, si quiere ver las fotos, di: «¡De verdad, qué prisas tiene esta chica!».
  7. Pregunta de qué se conocen las distintas personas del grupo. Si el
    objetivo
    está saliendo con uno de los chicos, averigua cuánto tiempo llevan juntos. Si es una relación seria, retírate con un «encantado de conoceros».
  8. Si al llegar a este paso el
    objetivo
    no se ha dirigido a ti ni una sola vez, dile al grupo: «No quiero que vuestra amiga piense que la estoy dejando de lado. ¿Os importa que hable un poco con ella?». Siempre dicen que no les importa, que, si ella quiere, por ellos no hay problema. Y, si has ejecutado correctamente los pasos anteriores, ella querrá.
  9. Aíslala del grupo diciéndole que quieres enseñarle algo y llévala a algún sitio donde podáis sentaros. De camino, intenta un quine. Cógela de la mano. Si ella te la aprieta, las cosas marchan. Ya tienes tu primer IDI.
  10. Una vez sentados, despierta su curiosidad leyéndole unas runas vikingas, con un test de personalidad o con cualquier otra demostración que pueda divertirla.
  11. Dile: «La belleza es algo común. Lo raro es encontrar a alguien con una energía realmente positiva, a alguien que tenga su propia visión de la vida. Dime, ¿qué escondes tú en tu interior? ¿Escondes algo que te diferencie de las demás?». Si ella se abre y te habla de sus sentimientos, habrás logrado tu segundo IDI.
  12. Guarda silencio durante unos instantes. Si ella reanuda la conversación con una pregunta que empiece por la palabra «entonces» has conseguido tu tercer IDI. Ya puedes…
  13. Finalizar con beso. Sin más preámbulos, dile «¿Te gustaría besarme?». Si las circunstancias no son las apropiadas para el contacto físico, puedes retrasar el momento diciendo: «Tengo que irme, pero deberíamos continuar esto en otro momento». Después pídele el número de teléfono y márchate.

MYSTERY

CAPÍTULO 7

Por supuesto está Ovidio, el poeta romano que escribió Arte de amar; el duque de Lauzun, uno de los legendarios amantes en los que se inspira la leyenda de don Juan, y Casanova, que detalló sus conquistas en cuatro mil páginas de memorias. Pero el padre indiscutible de la seducción moderna es Ross Jeffries, un autoproclamado empollón de Marina del Rey, California. Alto, delgado y de tez porosa, este gurú californiano capitanea un ejército de sesenta mil hombres, entre los que se incluyen altos funcionarios gubernamentales, miembros de los servicios de inteligencia y criptógrafos, cuyo punto en común es su deseo de ligar.

Su arma es su voz. Tras pasar años estudiando, tanto a los principales hipnotizadores del mundo como las enseñanzas hawaianas del kahuna, mantiene haber encontrado la
técnica
—y que nadie se equivoque, pues eso es precisamente lo que es— necesaria para convertir a la mujer más seca y respondona en un caniche libidinoso. Jeffries, que sostiene que el personaje interpretado por Tom Cruise en Magnolia está inspirado en él, llama a su
técnica
Seducción Acelerada.

Jeffries desarrolló la Seducción Acelerada en 1988, al dar fin a una racha de ausencia de relaciones sexuales de cinco años con la ayuda de la programación neurolingüística, una controvertida fusión de hipnosis y psicología surgida de las actividades para fomentar el desarrollo personal que tanto éxito tuvieron durante la década de los setenta y que encumbraron a gurús de la autoayuda como Anthony Robbins. La
PNL
se basa en la idea de que los pensamientos, los sentimientos y el comportamiento de cualquier persona —incluidos los de uno mismo— pueden manipularse mediante palabras y gestos diseñados para influir en el subconsciente. A Jeffries no se le pasaron por alto las posibilidades que ofrecía la
PNL
para ligar. A lo largo de los años, Jeffries ha conseguido superar a todos los competidores que le han surgido en el campo del ligue, convirtiendo la Seducción Acelerada en el modelo dominante para conseguir que los labios de una mujer acaricien los de un hombre; al menos, ése fue el caso hasta que Mystery empezó con sus talleres.

De ahí el clamor generalizado por obtener un testimonio en Internet del primer taller de Mystery. Sus admiradores querían saber si sus talleres merecían la pena, y sus enemigos, sobre todo Jeffries y sus discípulos, querían hacerlo trizas. Y yo decidí complacerlos a todos con una descripción detallada de mi experiencia.

Mi descripción acababa con un llamamiento a posibles compañeros de ligue en Los Ángeles; los únicos requisitos eran cierto grado de confianza en uno mismo, algo de inteligencia y las habilidades sociales básicas. Yo sabía que, para convertirme en un maestro de la seducción, tendría que conseguir interiorizar todo lo que le había visto hacer a Mystery, y también sabía que eso era algo que sólo podría conseguir mediante la práctica; saliendo todas las noches.

Al día siguiente recibí un e-mail de un tal Grimble. Se identificaba a sí mismo como un alumno de Ross Jeffries y decía querer «
sargear
» conmigo.
Sargear
, en la jerga utilizada por los seguidores de la Seducción Acelerada, significa salir a ligar; el término tiene su origen en las escapadas nocturnas de Sarge, uno de los gatos de Jeffries.

Decidí devolverle el e-mail a Grimble. Una hora después sonaba el teléfono.

—¿Qué pasa, tío? —me dijo con tono de conspiración—. Dime, ¿qué te ha parecido el método de Mystery?

Le dije a Grimble lo que pensaba.

—Me mola —dijo él—. Tienes que salir un día con Twotimer
[1]
y conmigo.

Hemos sargeado un montón con Ross Jeffries.

—¿De verdad? Me encantaría conocerlo.

—Escucha. ¿Sabes guardar un secreto?

—Claro.

—¿Usáis muchas
técnicas
en vuestros sargeos?

—¿
Técnicas
?

—Sí, ya sabes. ¿Cuánto es
técnica
y cuánto es simple charla?

—Yo diría que como el cincuenta por ciento.

—Yo ya estoy en un noventa por ciento.

—¿Qué?

—Sí, empiezo con una
frase de entrada
cualquiera. Después encuentro sus valores y sus
términos de trance
. Y entonces utilizo uno cualquiera de los patrones secretos. ¿Conoces la secuencia del hombre de octubre?

—No me suena; a no ser que sea una película de Arnold Schwarzenegger —bromeé yo.

—Es la leche, tío. La semana pasada le di una personalidad completamente nueva a una chica que llevé a mi casa. Encontré sus valores y le cambié la línea temporal y la realidad interna. Después le acaricié la cara con un dedo y le dije —y, de repente, el tono de voz de Grimble se tornó lento e hipnótico— que se fijase en el rastro de energía que dejaba mi dedo al moverse. Le dije que esa energía se adentraba en ella y se extendía dentro de su cuerpo… provocándole unas sensaciones cada vez más intensas… irresistibles.

—¿Y después qué?

—Después le apoyé un dedo en los labios y ella empezó a chupármelo —exclamó triunfalmente—. ¡Y un minuto después estábamos en la cama!

—¡Qué pasada! —dije yo.

No tenía ni idea de qué estaba hablando Grimble; lo único que sabía era que quería aprender su
técnica
. Recordé todas esas veces que había llevado a una chica a mi casa y cómo, al intentar darle un beso, ella me había rechazado con el típico discurso de «prefiero que seamos amigos». De hecho, ésa es una experiencia tan extendida que el propio Ross Jeffries no sólo había inventado un acrónimo para ella,
PQSA
, sino también una letanía de respuestas
[2]
.

Estuvimos hablando dos horas sin parar. Grimble parecía conocer a todo el mundo; desde leyendas como Steve P., cuyas seguidoras, según se decía, pagaban grandes sumas de dinero a cambio de gozar del privilegio de servirle sexualmente, hasta tipos como Rick H., el alumno más famoso de Ross Jeffries, que se había hecho célebre por un incidente relacionado con un jacuzzi y cinco mujeres.

Sí, Grimble sería un perfecto compañero de ligue.

CAPÍTULO 8

Al día siguiente fui a recoger a Grimble a su casa de las afueras. Ésa iba a ser mi primera salida desde el taller de Mystery. También sería la primera vez que salía con un absoluto desconocido al que había conocido en Internet. Todo lo que sabía sobre él era que iba a la universidad y que le gustaban las chicas.

Grimble salió por la puerta en cuanto aparqué delante de su casa y me obsequió con una sonrisa que no me pareció muy de fiar. No es que pareciera peligroso ni violento. No, más bien tenía un aire escurridizo, como un político o un vendedor; o como un seductor, supongo. Grimble tenía la tez pálida de un británico, aunque de hecho era de origen alemán. En realidad, mantenía ser descendiente directo de Nietzsche. Llevaba una chaqueta de cuero marrón sobre una camisa de flores estampadas con varios botones desabrochados que dejaban a la vista un pecho sin un solo pelo y todavía más prominente que su nariz. A primera vista, Grimble recordaba a una mangosta. En una mano sujetaba una bolsa de plástico llena de cintas de vídeo que lanzó sobre el asiento trasero de mi coche.

—Son cintas de algunos de los seminarios de Ross —me dijo—. Sobre todo te gustará el seminario de Washington, porque habla de la
sinestesia
. Las otras cintas son de Kim y de Tom. —La ex novia de Ross y el nuevo novio de ésta—. Es el seminario de Nueva York: «
Anclaje
avanzado y otras posibilidades picantes».

—¿Qué es
anclaje
? —le pregunté yo.

—¿Nunca has hecho
anclaje
condimentado? Mi ala, Twotimer, te lo explicará cuando lo conozcas.

¡Me quedaba tanto por aprender! Por lo general, los hombres no se comunican entre sí con el mismo grado de profundidad emocional ni de detalles íntimos con el que lo hacen las mujeres, mucho más acostumbradas a hablar de las cosas sin tapujos. Los hombres, en cambio, se limitan a preguntarles a sus amigos: «¿Qué tal?». Y el amigo se limita a levantar o a bajar los pulgares. Así es como se hace. Si un hombre describiera una experiencia sexual con detalle a sus amigos, les estaría proporcionando una serie de imágenes con las que ellos no se sentirían cómodos. Entre los hombres es tabú imaginarse a un amigo desnudo o manteniendo relaciones sexuales, porque la imagen podría excitarlos, y todos sabemos lo que significaría eso.

Other books

An End and a Beginning by James Hanley
The Wounded Land by Stephen R. Donaldson
The Gentle Rebel by Gilbert Morris
End of Days by Frank Lauria
Out of My League by Michele Zurlo
Third Strike by Heather Brewer
Healing Rain by Katy Newton Naas
Lark Rise to Candleford by Flora Thompson